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Sobre este blog

Desde muy pequeña he sentido que mi mundo lo dirigían como en “El Show de Truman”, pero con Fofito. Me esforzaba en tener una vida seria y, desde arriba, alguien iba soltando “extras” y guiones absurdos que me hacían perder la dignidad a base de risa. Llegó un momento en que mientras protagonizaba esas historias, mi mente solo pensaba -para sobrevivir- en cómo iba a escribirlo. Por lo que ya no puedo seguir siendo testigo en silencio. Necesito vaciar mi cerebro y madurar.

Rakel Winchester

¿Es grave, doctor?

Rakel Winchester

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Sobre este blog

Desde muy pequeña he sentido que mi mundo lo dirigían como en “El Show de Truman”, pero con Fofito. Me esforzaba en tener una vida seria y, desde arriba, alguien iba soltando “extras” y guiones absurdos que me hacían perder la dignidad a base de risa. Llegó un momento en que mientras protagonizaba esas historias, mi mente solo pensaba -para sobrevivir- en cómo iba a escribirlo. Por lo que ya no puedo seguir siendo testigo en silencio. Necesito vaciar mi cerebro y madurar.

Rakel Winchester

Bueno, llegó el momento de hablar de manías. Y del fino límite entre ellas y un transtorno obsesivo compulsivo. T.O.C. T.O.C. T.O.C. T.O.C.

¿Quién no ha tenido manías en su vida?. Que si no pisar las líneas de las baldosas, cerrar las puertas antes de acostarse, revisar mil veces la bombona de butano, comprobar tu número de asiento del tren sin parar durante la espera, revisar los pestillos, que si no pasar debajo de los soportales... Porque es importante decir que a veces, la manía encierra una superstición escondida, un miedo. Y detrás de una manía, al menos de MIS manías, siempre hay una frase rollo: o lo hago o me dará mala suerte. O pasa así, o moriré.

Bueno, yo estoy hablando mucho y a ver si voy a ser la única que pienso esas cosas. De hecho hoy me desahogo con la esperanza de descubrir que somos muchos los maniáticos.