Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Concepción Ortega, abogada: “De la violencia de género se sale”

Entrevista N&B a la abogada Concepción Ortega

Carmen Reina

23 de noviembre de 2024 21:08 h

0

Cuenta Concepción Ortega en el vídeo de esta entrevista que, de niña, fue consciente de la existencia de la violencia de género cuando una familiar cercana la sufrió. De aquella consciencia podría decirse que vino después la conciencia sobre esta realidad y, hoy, esta abogada, vicedecana del Colegio de la Abogacía de Córdoba, está especializada en Violencia de Género, además de derecho Penal y Familia.

Recuerda que inició su carrera cuando no se le ponía nombre a la violencia de género, sino que los malos tratos quedaban en el ámbito familiar, se tapaban y todo el mundo callaba. Desde ahí, la trayectoria profesional de Ortega ha visto evolucionar a la vez la legislación que ha convertido a España en un país pionero en la ley contra las violencias machistas y, a la vez, en el avance de la conciencia social sobre esta realidad. Pero, también, del discurso negacionista que se da en los últimos tiempos y de las cifras de mujeres asesinadas y maltratadas de distinto modo que sigue habiendo, año tras año.

De todo ello habla esta abogada -responsable de las Comisiones de Violencia de Género e Igualdad de la abogacía cordobesa-, en esta charla con Cordópolis alrededor del 25N, Día Internacional por la Eliminación de la Violencia a las Mujeres: de la realidad que sigue mostrando el rostro más cruel de la violencia machista, del camino tortuoso que emprende una mujer cuando denuncia, del papel de cada uno de los profesionales que deben actuar en el engranaje de apoyo del estado a la víctima, de cómo la educación en la familia y el entorno falla y cómo entre los menores se siguen reproduciendo roles machistas y, cada vez, hay más denuncias en esas edades.

Pero, también, de los profesionales que se implican en la tarea de atender a las víctimas. Y de la satisfacción y el mensaje de esperanza de que es posible salir del infierno de la violencia de género.

Estamos volviendo al ‘Si me controla es porque me quiere’

PREGUNTA: ¿Cómo fueron sus inicios en el ámbito jurídico de la violencia de género y qué le llevó a especializarse en ello?

RESPUESTA: Yo empecé en 1989 y, entonces, no había ni visos del tema de violencia de género. Todo era ocultar, porque en cuestiones de la pareja no se metía uno, en la intimidad familiar. De hecho, en la primera regulación estaba como delito de la familia, contra la intimidad familiar… Y ahí fue, con una serie de situaciones, con turnos de oficio que me entraron y otra señora, que además te costaba la misma vida que te creyeran porque, evidentemente no había prueba, no tenías nada porque los golpes no se daban en la calle. Y si se daban en la calle, la gente se callaba.

Además, desde chica ya tenía esa lucha sobre que el hombre no tiene por qué maltratar a la mujer. (En el vídeo que acompaña a esta entrevista Concepción Ortega explica que tuvo una familiar que sufrió violencia de género). Hombre, tampoco la mujer al hombre, pero lo que está claro es que, en esta sociedad patriarcal, que ha evolucionado un poco, el dominio lo tenía el hombre. Y, además, socialmente estaba como admitido. ‘Te pego los viernes, para que ya sepas y estés relajadita toda la semana’, ¿no?

Los primeros casos que llevé, te veías que luchabas contra corriente, porque no había nada y, generalmente, además eran temas de divorcio. Pues por ahí empecé. Y empecé, además, a moverme con el tema de la violencia de género, incluso a llegar a recurrir hasta la Audiencia, aunque no tenía pruebas directas; pero decía: indiciarias sí hay, cuanto menos algo pasa aquí. Y fui consiguiendo éxitos así. A raíz de ahí empecé con esta lucha.

Yo, de todas formas, siempre he sido penalista y después también he llevado Derecho de Familia, divorcios. Entonces, claro, las dos cosas van muy unidas. Y es por lo que, al final, te tienes que especializar, ya cuando llevas un tiempo. Al principio, cuando empiezas a ejercer, haces de todo, porque evidentemente te tienes que formar y, además, yo creo que es fundamental que los abogados sepamos de todo. Porque cuando llega un cliente a tu despacho, puede tener varías vías y tú lo que tienes que ver es la vía más adecuada para él. No siempre nos tenemos que ir a la vía penal y no siempre nos tenemos que ir a la vía civil. Hay que tener una buena base jurídica.

A raíz de ahí, como ya he dicho, he sido un poquito luchadora en ese tema, de no consentir que la mujer sea considerada inferior…Y siempre también en mi profesión lo he llevado desde primera hora como un emblema.

P. En el Colegio de la Abogacía de Córdoba hay un servicio especializado en atender a mujeres víctimas de violencia de género. Y, a la vez, se incide en esa formación para los colegiados en esa perspectiva.

R. Sí, por ejemplo esta tarde (por el pasado jueves), tenemos el curso de formación para los compañeros de nueva adscripción que se van a adscribir al turno de violencia de género.

El turno de violencia de género es un turno especial por las peculiaridades de la víctima. Hay que conocer y empatizar con esas peculiaridades. Y además, no solamente conocer y empatizar, sino saber cómo en el procedimiento penal tenemos que poner los parámetros interpretativos desde la perspectiva de género para interpretar su declaración y poder llevar ese procedimiento penal. Y perspectiva de género también para la aplicación de los tipos y la interpretación. Ya el Tribunal Supremo ha metido ese criterio de perspectiva de género y es fundamental conocerlo, porque no estamos hablando de una víctima común, sino que estamos hablando de una víctima especial.

Y más teniendo en cuenta que, actualmente en nuestra regulación, la violencia de género que se recoge es la violencia de género que te realiza tu pareja, tu cónyuge o tu pareja de hecho o tu expareja o asimilados. ¿Qué conlleva esto? Que es la persona a la cual tú le has dado tu amor la que no solamente no te ha dado amor, sino la que te ha machacado por ese amor. Entonces, ahí se ven muchas cuestiones no solamente jurídicas, sino también de criminología y de victimología especiales para este tipo de supuestos de víctimas.

P. Los últimos datos del Consejo General del Poder Judicial dicen que, cada día, los juzgados de Córdoba ingresan una media de ocho denuncias relacionadas con la violencia de género. ¿Qué indica este termómetro?

R. Pues indica el negacionismo que existe actualmente de la violencia de género. Socialmente, se está negando, diciendo que esto lo que está produciendo es una gran desigualdad y se confunde lo que es la igualdad con la violencia de género.

También, la forma actual de vivir, de vivir nuestra vida virtual, más entre los jóvenes, aunque también el resto de personas. Yo, por ejemplo, tengo mis redes sociales. Vivimos esa vida virtual en la cual consideramos que todo es anónimo, que no somos nosotros, que no estamos haciendo nada. Y no existe ese anonimato, todo lo contrario.

No es lo mismo ir y agredirte directamente, que hay que hacer un esfuerzo, a hacerlo tranquilamente por un whatsapp, por una red, ya sea Twitter, Facebook, Tik Tok y todas esas. La juventud, los niños, están siendo educados por un teléfono, por lo que ven en los teléfonos, por las relaciones sexuales que ven ahí… y todo eso, conlleva a un vicio de la realidad.

Y estamos volviendo, por desgracia, a lo de 'Si me controla es porque me quiere', que eso era de la época de mi madre. Y, por desgracia, estamos viviendo eso: ‘Yo te quiero, yo te controlo el móvil, te controlo las salidas, te controlo cómo vistes y te estoy llamando cada dos por tres a ver dónde estás’.

Y eso es admitido por ellas y por ellos, que tampoco son conscientes. Cuando estamos hablando de menores es muy importante formar no solamente a la niña para que no sea víctima, sino también al menor niño para que sepa las conductas que son agresivas hacia la otra persona.

P. ¿Hay algún otro tipo de violencia tan generalizada? Hablamos desde la cúspide de los asesinatos hasta violencia física, psicológica, vicaria y otras muchas formas.

R. Yo creo que la violencia está generalizada en nuestra sociedad. La violencia general, el trato violento, el trato agresivo, el trato de falta de respeto, de atacar tu intimidad, tu honor… No solamente la violencia de género. Lo que pasa es que, en la violencia de género existe ese plus más.

Pero yo creo que, en general, socialmente, actualmente, existe eso. Y además lo vemos, incluso cuando estamos viendo la tele, en los debates parlamentarios...Se está viviendo eso. No hay que atacar de esa manera. Hay que atacar con un razonamiento lógico y sin entrar en vulnerar ni la intimidad ni el honor ni la dignidad de la otra persona.

Luego, te digo lo mismo: el hecho de que en las redes sociales también se vea eso… Ahora lo más famoso es el Tik Tok, donde todo el mundo pone algo. Y a veces te pones a ver los tiktoks y dices: ¿Esto qué es? De poner en entredicho todo, de atacar, de decir, de vulnerar totalmente la dignidad de las personas…Todo.

Hay un negacionismo de la violencia de género

P. ¿La concienciación de estos últimos años sobre la violencia de género hace que se denuncie más?

R. Sí, eso sí es cierto. También, la mujer, gracias a todos los mecanismos que se han puesto de apoyo, se ha sentido con la posibilidad de poder denunciar. La sociedad también ha cambiado. Antes, un hombre le gritaba a una mujer en un bar o le hacía así (hace el gesto de dar un manotazo) y la gente se callaba, porque era una cuestión de matrimonio. Ahora no, habrá gente que se calle pero hay otras personas que no se callan.

Todo eso hace que la mujer esté empoderándose un poco. Luego, cuesta mucho más. La denuncia es el principio y la denuncia es un camino tortuoso donde, muchas en el camino lo dejan, porque no aguantan más la presión, o porque no tienen todavía clara la decisión.

Lo que tengo claro es que la mujer cuando quiera y decida de verdad denunciar es cuando lo tiene que hacer. Nadie la debe de obligar. Porque ya bastante la han obligado en su voluntad como para que ahora también los que presuntamente venimos a ayudar, también le digamos: haz esto. Estamos haciéndole un flaco favor. Porque la violencia no se va a acabar con un procedimiento judicial.

P. Claro, decía que es el principio del camino y no es fácil.

R. Sí, pero el procedimiento judicial te va a dar una solución jurídica, no una solución a tu problema. Lo tenemos que tener muy claro.

A veces, dicen: 'Yo lo que quiero es que se aleje'. Vale, se aleja, pero eso también conlleva otras circunstancias. Y se aleja si ha cometido un ilícito, si no lo ha cometido no se puede alejar. No podemos vulnerar los derechos de libertad ni deambulación de una persona porque yo quiera.

Pero ellas tienen que ser muy conscientes de que quieren hacer ese camino, porque no es fácil.

P. Ahí debe haber un engranaje de muchas piezas del estado para atender a esa víctima.

R. Totalmente. Pero, sobre todo, la que tiene que estar fuerte es ella y decidida. No quiere decir que esto después no va a tener un tiempo bastante largo y para que psicológicamente ella pueda volver a ser una persona que decida, sea independiente, etc.

Lo triste es cómo muchas personas conciben una relación, porque eso viene de lo que tú ves de pequeño. Si tú ves que esta relación es la que ha existido, ese es tu concepto de amor. Y, entonces, vas cayendo en ese concepto de amor continuamente. Se repite. Y no es porque ella quiera repetir, es porque tiene viciado el modelo. Entonces, tiene que estar claro que ella se tiene que dar cuenta de que tiene viciado ese modelo.

P. En ese engranaje alrededor de las víctimas, ¿dónde estamos fallando? ¿Qué es lo que cojea más?

R. El procedimiento jurídico es el procedimiento jurídico. Pero la mujer tiene que tener también un apoyo psicológico, un apoyo de salida de la situación. Si una persona que sale de una situación de violencia de género sin trabajo, con cuatro niños, sigue dependiendo económicamente del agresor condenado, pues evidentemente el agresor condenado por el dominio que tiene y quiere seguir teniendo, va a seguir realizando violencia. Y eso es también la violencia económica.

O incluso la que está empoderada profesionalmente. Porque muchas veces nos pensamos que la mujer que está empoderada profesionalmente, porque tenemos nuestros trabajos, somos profesionales liberales, nos oyes y nos ves decididas, con unas ideas muy claras… no podemos sufrir violencia de género. Y eso es incierto. Una cosa es mi relación social y profesional y otra cosa es mi relación personal.

Entonces, todas, en el fondo, que hemos vivido en esa situación de patriarcado, nos cuesta mucho salir, dar ese pequeño salto y que esas conductas que tú tenías asimiladas como correctas, no sean correctas. Es un cambio social.

Y luego también, ella tiene que tener la posibilidad. El problema es que podemos tener leyes maravillosas, pero si no tenemos medios para su aplicación, poco podemos hacer. Luego, cada situación, cada caso, cada mujer, es su violencia, es personalizada y lo que hay que hacer es analizar. Por eso no hay que correr en los procedimientos. Analizar su situación, intentar darle la solución jurídica adecuada, pero también que conlleve esas posibles soluciones psicológicas, sociales, de apoyo.

Si un marido insulta y agrede, ya es un mal padre

P. ¿El marco jurídico sobre violencia de género que hay en España es suficiente?

R. Yo no lo veo insuficiente, sinceramente. Tenemos una regulación bastante avanzada, incluso a nivel de Europa, que podemos pensar en Francia con su Liberté, Égalité, Fraternité, pero no llegan a tener la misma ley que nosotros.

La ley es mejorable, como todo. Sí es verdad que, a lo mejor, existen otras clases de violencias no incluidas, como es la violencia económica. Pero, bueno, eso se puede incluso analizar por otros parámetros. Yo creo que nuestra regulación la tenemos bien. Tenemos una orden de protección, tenemos las medidas, el procedimiento de violencia es un procedimiento penal donde se regulan las especialidades… Creo que está bien.

¿Se puede cambiar más? Sí. Ahora lo que se quiere es que se tome el concepto de Estambul de violencia contra la mujer por ser mujer, no solamente por la relación de pareja. También se están haciendo leyes de libertad sexual, de trata, de infancia y adolescencia… Lo que no me gusta es que haya tantas leyes. Consideraría que sería más correcto que estuviera todo unido en una cuando estamos hablando, más o menos, de los mismos conceptos.

P. También está el Pacto de Estado por la Violencia de Género ¿Pero hay financiación suficiente o se destina bien? ¿O se queda al final en papel mojado?

R. Ahí es a lo que vamos, a los medios. Cuando dices: una casa de acogida, pues casi no hay. Te hablo con un ejemplo de Córdoba: una mujer que va a denunciar, en un pueblo de Córdoba de madrugada, con los niños. Evidentemente, esa señora no puede volver a su casa. Tendría que haber más medios. Porque ahora resulta que llaman a la casa de acogida que hay, está llena y no puede ir. Hay hostales y hoteles que también están en convenio, pero están llenos y no puede ir. Pues tendremos que averiguar otra solución ¿no? Y tendremos que averiguar más medios.

En el tema del acompañamiento de los agentes, por ejemplo, pues tendremos que poner más si no hay más, sobre todo en las zonas rurales. Las zonas rurales son, como las denominamos nosotros, las invisibles de las invisibles. La mujer víctima de violencia de género es invisible; pues en la zona rural es la invisible de las invisibles.

¿Medios económicos para las primeras ayudas? Pues sí, también, ¿Existen? Existen una serie de medios, pero si se ven que no son suficientes, pues habrá que dar más. O en relación a la formación, nosotros nos formamos. Además, la abogacía española es de las más formadas, desde siempre. Pero tienen que formarse más profesionales, no solamente nosotros.

P. ¿Con qué fallos flagrantes se ha encontrado en su carrera en el ámbito de la violencia de género?

R. La no credibilidad de la víctima, que no se le crea. Hubo un momento en el cual, los parámetros para creer a una víctima eran que fuese creíble, que fuese verosímil y la persistencia en la incriminación, que se mantuviera y no tuviera contradicciones.

Pero la víctima de violencia, por la peculiaridad que tiene, va a tener contradicciones. Esa agresión que ella sufre, es una agresión que produce un daño psicológico considerable, ya no es la guantada en sí, sino la situación que está viviendo y, entonces, la víctima tiene contradicciones. La víctima, en un procedimiento, te puede decir sigo y no sigo.

Eso ha avanzado, gracias a Dios, y de hecho, la víctima puede denunciar tarde, que es una de las cosas que antes cuando denunciaba al mes, ya no se le creía. ‘¿Por qué no has denunciado en el mismo momento?’. Para eso ya el Tribunal Supremo, por suerte, creó la doctrina de la especialidad de la credibilidad y de la valoración de la víctima en violencia de género. Y ha sido un gran avance.

Pero el Tribunal Supremo está aquí (señala con la mano en lo más alto) y aquí (señala abajo) está el día a día. Y tenemos que seguir luchando contra ese no creerlas. Por sus propias contradicciones, porque dicen unas cosas y luego parece que han dicho otras, y se contradicen.

Yo estoy en un grupo de psicólogos, psiquiatras, educadores sociales y terapeutas que denominamos Justicia Familiar y Trauma, que hacemos congresos nacionales. Y estamos también juristas. Nuestros congresos son para intentar ayudarnos para entendernos y también para que lo que ellos hacen se pueda considerar como prueba. Y lo primero que me dicen es que el que la víctima no se contradiga es un grave error, un craso error. Porque una víctima de violencia de género se va a contradecir, igual que una víctima de agresión sexual. Cuando son agresiones tan fuertes…

Cuando te pegan un tirón (del bolso), todo el mundo parte de la base de que te lo han pegado. Esa credibilidad se da por hecho. Ahora, esta, no. Esta la tenemos que probar.

La formación a los jueces sobre violencia de género debería ser obligatoria

P. ¿Se tiene en cuenta o se está empezando a tener en cuenta esa especial vulnerabilidad de las víctimas?

R. Sí. Por lo menos tenemos los parámetros para tenerlo en cuenta. Ahora, digo lo mismo, formación. No solamente al abogado, sino a todos. Hay muchos estadios por los que la víctima va pasando, por ese tortuoso camino del proceso, en el cual hay que dar formación adecuada, porque hay que tratarla de otra manera.

P. Por ejemplo, ¿qué demandaría del papel de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado respecto a las víctimas de violencia?

R. Lo primero que voy a demandar, como llevo toda la vida demandando, es la preceptividad del profesional de la abogacía antes de interponer la denuncia. Ellos son Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y saben muy bien su papel. Aquí en Córdoba yo veo que se forman, que tienen inquietudes y, lo primero, es que se lo creen.

Pero, luego, una de las cosas por las que yo siempre lucho, es que la denuncia es como el cimiento de una casa. Es la que va a hacer que luego la casa vaya subiendo. Y, para eso, la mujer tiene que tener un asesoramiento jurídico, a la hora de interponer la denuncia.

Si no, ella puede poner: 'Ayer me pegó'. ¿Y qué ocurre? Esto va al juzgado, juicio rápido y ya se ha terminado todo, porque luego en el juzgado no te van a dejar que tú sigas ampliando los hechos. Entonces, por eso, es una de las cosas que tenemos que seguir reivindicando. No sé por qué el artículo número 20 de la Ley Integral de Violencia de Género se ha reformado muchas veces, pero la palabra preceptividad, que lo llevamos exigiendo desde el Consejo General de la Abogacía sine die, incluso con el Pacto de Estado, no se ha puesto en el texto.

Como no se ha puesto en el precepto, pues es si ella quiere. Vamos a ver, si esta mujer cuando llega allí a poner la denuncia, ¿le vas a preguntar si quiere o no quiere? O que pueda tardar dos horas el abogado cuando, claro, la mujer lo que se quiere es ir… Entonces, no hay que ponerle esa obligación, esa decisión, a ella.

Después, creo que la policía que está especializada, tanto Local, como Nacional como Guardia Civil, son personas que están implicadas, dentro de sus medios -que luego ahí está el problema-; dentro de sus medios intentan hacer lo correcto.

Pero tú te vas a un puesto de la Guardia Civil de cualquier pueblecito chico de la provincia de Córdoba y resulta que ese puesto lleva el caso de violencia de género, el caso del que le ha quitado las aceitunas al vecino, el que le ha pegado en el bar a otro… Y todos tienen que ser atendidos.

Faltan medios y falta especialización. Si existe ese cuartelillo, que haya uno (agente) especializado solo para violencia de género. Y los demás que puedan realizar las otras materias.

P. Y esa formación, esa especialización, ¿existe entre los jueces? ¿Hay esa perspectiva de género en ellos?

R. Yo diría que, por ejemplo, los que tenemos en nuestro juzgado de violencia sobre la mujer -que se necesitan dos-, los que están especializados, sí.

Pero, yo creo que la formación a los demás debería ser también obligatoria. ¿Por qué? Porque cuando el juzgado de Instrucción está de guardia, le puede entrar un caso de violencia de género. Sí es verdad que solo va a ver en ese momento la situación personal o las medidas de protección, pero para acordar esas medidas tenemos que tener el conocimiento y la sensibilidad de saber ante qué nos encontramos y que no estamos ante una víctima normal.

P. Comentaba antes que no hay un perfil de víctimas, que se da en todos los estratos sociales, porque el perfil, el denominador común es el machismo.

R. Totalmente. Es el patriarcado que tenemos desde que nacemos inculcado en la cabeza.

La denuncia de una víctima de violencia es el principio de un camino tortuoso

P. ¿Y la educación?

R. Y después está la educación en tu casa, la educación que tú has vivido social, en tu ámbito más cercano, tu entorno.

P. ¿Se hace lo suficiente en ese ámbito?

R. Creo que deberíamos actuar en los colegios. Nosotros (el Colegio de la Abogacía) en el convenio que tenemos con el Ayuntamiento tenemos unos talleres para dar en los colegios. Las letradas y letrados que tenemos adscritos al servicio de violencia de género se preparan el taller. Ahí no hablamos solamente de la niña, la víctima, sino también de formar al niño. Porque a los menores hay que formarlos.

Eso lo hemos conseguido, pero claro, nosotros podemos acudir a quien nos llama y tenemos unas charlas al año. Pero yo creo que debería haber formación para los niños y niñas, para los padres y la AMPA, para los profesores…. Porque, el arbolito, desde chiquito. Esa formación tendría también que repetirse.

P. Porque, de hecho, se siguen repitiendo -o no sé si incluso dando pasos atrás- en los roles machistas y episodios de violencia entre jóvenes, entre adolescentes...

R. Efectivamente. Hay una frase, que cuando la oigo… 'Puede ser un mal marido, pero eso no significa que sea un mal padre’. ¿Perdona? Si es un mal marido que insulta, que agrede a su mujer, ya es un mal padre. Por el simple hecho de cómo trata a su pareja.

Eso no quita que le compre regalos a los niños o tal o cual. Pero ya les está dando un ejemplo negativo y un rol negativo. Ten en cuenta que nosotros aprendemos los roles de nuestros ascendientes. Incluso, los niños cuando sufren agresiones por sus progenitores no dejan de quererlos, porque es su protección. Entonces, decir que puede ser un mal marido pero un buen padre, no.

P. ¿Se encuentran cada vez más denuncias en casos de gente más joven?

R. En menores, sí. En menores entramos cuando el niño ya tiene 14 años y te encuentras, por ejemplo, lo del caso de Olvido Hormigos (difusión de fotos íntimas enviadas a la pareja), eso en menores.

Yo recuerdo una asistencia que tuve a siete menores. La chica le había mandado una foto del pecho a su novio. Y entonces se pasó por todo el pueblo. Y por toda la provincia de Córdoba iba su pecho. Y decían: ‘No, hombre, es que ella lo puso y lo mandó’. Pero, vamos a ver chicos, se lo mandó al novio. El novio ya lo ha hecho mal, pero ¿y los demás que lo habéis difundido ? Y no lo veían, no eran conscientes.

Después, de control, de agresiones… En menores se da mucho. Por eso digo que en algo estamos fallando, porque son niños que se han criado en igualdad, que les han enseñado en los colegios los parámetros de la igualdad. No se entiende.

Tenemos que seguir luchando contra ese no creer a las víctimas de violencia

P. Hay como una contestación ante eso.

R. Hay un negacionismo actual y es muy grande. Y además dicen: ‘¿Tú que eres una feminazi?' No, perdona, no confundamos terminologías ni nada.

P. Al final está todo en la educación como base…

R. Sí, eso tenlo claro. Y también te digo una cosa: el extremo del feminismo también nos ha hecho mucho daño. Todos los extremos hacen daño. Y no puedes decir que el hombre, cada vez que hacemos el amor, te está violando. No, perdona, no confundamos términos. Pero todos los extremos hacen daño y claro, sale el rechazo.

P. Quería preguntarle si, socialmente, miramos para otro lado y es una violencia de género aceptada la trata y la prostitución.

R. Esa es otra de las cuestiones. Es una violencia aceptada. No aceptamos, por ejemplo, que les peguen, pero que la mujer esté allí sí está aceptado.

De hecho, este día 25 ponemos un documental que se llama Ava, de Mabel Lozano, que trata de eso. Te entra repulsa porque es una niña engañada y la situación, pero es que hay hombres que van allí. Y no se hace nada.

Todos sabemos que han existido pisos en Córdoba de menores.

P. ¿Las condenas sobre violencia de género son suficientes, cumplen su misión? Escuchamos muchas veces que un maltratador reincide, repite ese rol…

R. Lo vuelvo a decir: el procedimiento da una solución jurídica. La condena, pues tampoco podemos tener a la gente en la cárcel sine die. Eso es absurdo. ¿Qué pasa? Que existe una obligación de hacer unos cursos contra la violencia de género en el centro penitenciario y que no se dan esos cursos. No hay medios para dar esos cursos.

Si yo rehabilito a un maltratador, salvo a cuatro mujeres al menos de sufrir violencia de género. Porque sus nuevas parejas no la sufrirán. Pero si lo que se hace es cumplir la pena de prisión, y los cursos que haga uno online y sale o no los hace... Porque no puede estar en el centro penitenciario aunque no haya hecho los cursos si ha cumplido la condena.

Nuestro sistema penal es contributivo y de reinserción, pero claro, si no hay medios para la reinserción…

Si rehabilito a un maltratador, salvo al menos a cuatro mujeres de sufrir violencia de género

P. Cojea ya de base esa reinserción

R. Cojea porque tú no das eso que está previsto legalmente, esos talleres. Y no solamente está previsto legalmente, sino que además dentro de la ejecución de la pena, se establece como obligación.

P. ¿Y funcionan medidas como las órdenes de alejamiento o las pulseras telemáticas?

R. Tendríamos que ver los quebrantamientos de medidas cautelares, pero como medida general, funciona porque lo aleja, existe esa protección en un momento determinado. Una orden de alejamiento no cura nada, simplemente evita que se produzca ese acercamiento.

Sirven porque en ese momento vas a tener protegida a la mujer y, si lo incumple, va a tener un delito. Y si lo incumple, va a tener otro delito. Las medidas cautelares se agravan y si se siguen incumpliendo, acabaría en prisión por el quebrantamiento de las medidas impuestas.

Luego, ya partimos de la base de las pulseras que si funcionan o no, que si aprenden los mecanismos para quitárselas...una serie de cuestiones que no dependen de la ley , dependen de la ejecución de esa ley.

P. Comentaba antes que España ha sido un país pionero en la lucha contra la violencia de género a nivel legislativo ¿Sigue siendo así?

R. Que yo sepa, seguimos siendo pioneros y, además, hemos avanzado más en la inclusión de determinados conceptos como, por ejemplo, el de violencia vicaria.

P. Quería terminar preguntándole por la mayor satisfacción que le ha dado su dedicación al ámbito jurídico de la violencia de género.

R. La mayor satisfacción, después de haberlas ayudado, de haber conseguido jurídicamente lo adecuado, es verlas que han superado la situación. De la violencia de género se sale. Y aquí estamos para eso, para ayudarte a salir.

Para mí, ese es el mayor logro. Con que me llame una, ya doy por satisfecho mi trabajo.

Es incierto que las mujeres empoderadas profesionalmente no puedan sufrir violencia de género

Etiquetas
stats