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Manuel Bermúdez: “Si no cambia el modelo educativo, la democracia correrá un enorme riesgo”

Entrevista N&B a Manuel Bermúdez, profesor de filosofía

Aristóteles Moreno

7 de diciembre de 2024 20:36 h

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En la empinada escalera que sube hasta el departamento de Filosofía, hay un letrero que dice lo siguiente: La muerte es un don del pensamiento. Arriba nos espera el profesor Manuel Bermúdez. El suyo es un despacho reducido y desangelado, que comparte con otros dos colegas más. En un rincón guarda amontonados los bártulos del Aula de Debate, que coordinó durante nueve años. Justo hasta que el anterior rector, hoy consejero de Universidades, decidió echarle el cerrojazo.

Han pasado ya algunos años y Manuel Bermúdez aún sangra por esa herida. “Es mi talón de Aquiles”, admite visiblemente atribulado. En 2001, siendo aún becario, llegó a la final del Torneo Nacional de Debate, que perdió frente a un locuaz joven catalán. Se llamaba Albert Rivera. Pero no fue hasta 2012 cuando decidió, ya como profesor de Filosofía, poner en marcha el Aula de Debate en la UCO. “Con dos objetivos fundamentales: fomentar la expresión oral y el pensamiento crítico”. En marzo de 2021, el ex rector José Carlos Gómez Villamandos la fulminó de un plumazo. “No solo me cesaron a mí, sino que defenestraron a todo el consejo asesor”. ¿Por qué? Para el profesor Bermúdez está claro: “Por razones espurias”.

Vamos a una privatización paulatina del negocio universitario

PREGUNTA. ¿Qué puede temer un rector de un Aula de Debate?

RESPUESTA. Yo creo que el pluralismo. El hecho de que cupiera gente de cualquier color. De cualquier ideología. De cualquier carrera. De cualquier nivel. Conseguimos grandes proyectos en la Diputación y empezamos a impartir clases de pensamiento crítico en nueve pueblos de la provincia. Se generó una espiral virtuosa. Hijas del Aula de Debate son las que se crearon luego en Granada, Málaga, Almería, incluso Jaén. Otras universidades imitaron nuestro modelo. ¿Qué razones últimas hay para que el anterior equipo rectoral liquidara el Aula de Debate? Las ignoro. Puedo creer que en el último periodo hubo un aumento del sectarismo en el anterior equipo rectoral. Proteger a los suyos y laminar a los neutros y a los tibios.

P. ¿Qué hubiera hecho Maimónides con el Aula de Debate?

R. Maimónides era un tipo tolerante y dialogante. Un tipo dispuesto a comprender lo que otros pensaban y con una enorme empatía. Nunca habría permitido que desapareciera. El Aula de Debate fomentaba el diálogo, los discursos, el buen entender, incluso la empatía. El debate académico te obliga a prepararte ambas posturas de un mismo tema. Y polarizas menos cuando conoces las razones a favor y en contra.

P. No todo el mundo ha sido finalista en un Torneo Nacional de Debate frente a Albert Rivera.

R. Es verdad. Algo tiene Córdoba. Nosotros empezamos la Liga de Debate en el año 2000. Había una empresa que se llamaba Unipublic, que llevaba la Vuelta Ciclista a España y decidió invertir en esto del debate. Nos presentamos un equipo de la Facultad de Filosofía y Letras con gente de Agrónomos. Se nos dio muy bien. En el año 2000 nos eliminaron por el acento. Una cosa muy injusta. Al año siguiente, llegamos a la final y perdimos contra el equipo de Albert Rivera, de la Universidad Ramón Llull, la privada más cara de España. Córdoba produce oradores formidables. No sé si es por ser la tierra de Séneca, Averroes y Maimónides o por una pura casualidad, pero aquí ha habido algunos de los mejores oradores universitarios de España.

P. ¿Qué queda de la nueva política?

R. Lo primero que he pensado con su pregunta es en las nuevas estrategias comunicativas de corte populista que vienen de la mano del equipo de Donald Trump.

P. ¿Pablo Iglesias es heredero de Donald Trump?

R. No. En absoluto. Ahora entiendo que cuando usted me habla de la nueva política me está hablando de los partidos emergentes.

El auténtico acto revolucionario de hoy día es leer

P. Así se autodenominaban ellos mismos.

R. Claro. De eso hace ya diez años. La primera elección que se presenta Podemos fue en 2014. De la nueva política no sé lo que queda. Son partidos muy diferentes. Podemos tiene un discurso muy quijotesco. Y recordad cuando a Julio Anguita lo neutralizó Canal Plus equiparándolo a Don Quijote con un Sancho Panza que era Cristina Almeida. ¡Qué eficacia! ¡Qué maravilla! Los muñecotes te podían quitar medio millón de votos de una tacada.

P. ¿Hay que ser quijotesco para ejercer la política?

R. Don Quijote es una de las figuras que más me apasionan. Con la que está cayendo a día de hoy, hay que tener un poco de carácter de Don Quijote. Si entendemos que Don Quijote es un idealista y no un loco quimérico que arremete contra los molinos porque piensa que son gigantes.

P. Necesitamos más quijotes hoy en día.

R. Yo creo que sí. Sobre todo porque estamos en un momento particularmente débil. Sobre el horizonte de las democracias occidentales se ciernen una serie de amenazas: demagogia, populismo, noticias falsas, mecanismos posverdaderos, carencia de pensamiento crítico en el sistema educativo y aumento de la polarización. Cada una de estas amenazas por sí solas serían un auténtico desafío. Pero las seis en contubernio son un auténtico terremoto que pone en riesgo los mimbres básicos de convivencia de las democracias. Hay una simplificación del discurso que es altamente preocupante. A mí me recuerda a la novela 1984, de George Orwell, donde el propósito del Ministerio de la Verdad es publicar diccionarios con cada vez menor número de palabras. ¿Por qué? Porque así mantiene sometida a la población. Si uno piensa como habla y habla como un idiota es que piensa como un idiota. Es un títere en manos de quien tenga el piquito de oro y el dinero para pagar medios de comunicación. Eso es lo que está ocurriendo.

P. ¿Y después de la democracia?

R. Tenemos el ejemplo del siglo XX, donde hubo formidables discursos fascistoides, tremendas dictaduras, conflictos, guerras mundiales, auge de los fascismos, Hiroshima y Nagasaki, Guerra Fría.

P. Usted ve analogías.

R. Analogías hay. Los Evangelios lo dicen: nada nuevo bajo el sol. Lo que ocurre es que ahora nos pilla con mayor capacidad destructiva y con la potencia enorme que tiene internet y las redes sociales. Nosotros no podemos permitirnos una tercera guerra mundial. Sería el fin de la civilización.

El anterior rector fulminó el Aula de Debate por razones espurias

P. ¿La tercera guerra mundial se librará en las redes sociales?

R. Buena pregunta. Las redes sociales pueden deparar resultados como las elecciones de Estados Unidos, donde 71 millones de norteamericanos han votado a un líder como Donald Trump, que es una grave amenaza para el funcionamiento normal de las democracias. Y usted podría decir: ¿no resulta paradójico que diga que es una amenaza para la democracia cuando ha sido democráticamente elegido? Pues no me resulta paradójico. ¿Por qué? Porque se supone que en una democracia sana, el ciudadano elige y vota teniendo información veraz y no siendo manipulado o engañado. Por una parte, Donald Trump ya no engaña a nadie, aunque dice tropelías demoledoras. Y, por otra, lo que hay es una enorme desfachatez y el uso de la mentira como herramienta política. La Unión Europea lleva años advirtiendo sobre la amenaza de las fake news.

P. La mentira y la manipulación siempre han existido.

R. Claro. Eso podría ser una lección medieval de Maimónides: la búsqueda de la verdad. Y eso es lo que menos interesa a día de hoy a los políticos, que no titubean a la hora de soltar la soflama más embustera y fantasmagórica. Aristóteles ya advertía que al demagogo hay que expulsarlo de la polis porque persigue el bien particular frente al bien común.

P. ¿La verdad existe?

R. Tiene que existir. Sin la verdad no podríamos ponernos usted y yo de acuerdo. La verdad, por definición, es un concepto poliédrico. Tiene muchas caras.

P. Si hay que expulsar a los mentirosos y demagogos del ágora público, habría que crear un Ministerio de la Verdad.

R. No. Esa es la enorme polémica que se gestó cuando se propuso por parte de Podemos y Sumar la creación de un ministerio que controlara las noticias falsas. Pero no van por ahí los tiros. Mi propuesta es un reforzamiento de los contenidos educativos desde la más tierna infancia. Hay que hacer énfasis en algunas asignaturas que están disminuidas y que son básicas para el desarrollo del pensamiento crítico. Sin ir más lejos la Filosofía. Los contenidos de pensamiento crítico y de lógica que se han perdido tienen que ser recuperados, lo mismo que de la ética. Esa pérdida paulatina de peso de los contenidos humanísticos es perniciosa para la ciudadanía.

Terry Eagleton definió la maldad como la ausencia total de empatía. ¿Cuáles son las disciplinas que fomentan la empatía? La literatura, la historia, la filosofía y las humanidades, en general. ¿Y ahora qué es lo que viene ocurriendo? Que las humanidades están perdiendo peso en el currículo educativo. Cuando tú propones quitar ética y meter una asignatura de emprendimiento estás cayendo en una casi contradicción. Le preguntas a cualquier alto ejecutivo y te dice que tienes que ser creativo. Y la creatividad viene de ese tipo de disciplinas. ¿Qué es lo que propongo yo? No un Ministerio de la Verdad, sino un reforzamiento de los contenidos humanísticos en el sistema educativo. Nos va la vida en ello.

P. Pero eso no garantiza la eliminación de la mentira o la demagogia.

R. Si tuviéramos una ciudadanía bien pertrechada en estos contenidos de pensamiento crítico y te viene Donald Trump con que los emigrantes se están comiendo a los perros o que los niños inmigrantes deben ser separados de sus madres, tú no lo votas.

Hay intereses ideológicos para mantener a Santo Tomás en el sistema educativo y sacar a Averroes

P. En EEUU la gente lo vota.

R. ¿Recuerda la definición de maldad ? Si permites que haya ausencia de empatía en un discurso estás fomentando la maldad. Si das pábulo a semejante discurso, ocurre como cuando en el año 1933 millones de alemanes votaron al partido nazi.

P. Eso es un riesgo de toda sociedad abierta.

R. No propongo cerrarla. Propongo reforzar lo que se ha venido debilitando desde el año 99 cuando se aprueban los acuerdos de Bolonia del sistema educativo europeo. La Universidad andaluza ha estado cerrada más de diez años a nuevos grados. El año pasado el Gobierno de Moreno Bonilla la abrió. ¿Usted quiere creer que de todas las decenas de propuestas de nuevos grados no había ni una sola de humanidades? No nos queda otro remedio. Esto es como el cambio climático. O comenzamos a reducir los gases de efecto invernadero o los resultados van a ser demoledores. Si aquí no cambia el modelo educativo, la democracia va a sufrir un enorme riesgo. Y lo estamos viendo. Vemos a diario el empleo en España de la más burda mentira con afán electoral. Hasta desde la propia Moncloa se emplea en ocasiones la mentira. Y eso no debería ser asumido.

Y le diré una cosa: el empleo de la mentira como herramienta política está mucho más en el discurso de la derecha y la extrema derecha que en el de centro o de centro izquierda. A las pruebas me remito. Los valores que se defienden desde la izquierda son valores morales y de mayor calidad ética. ¿Por qué? Porque son los valores de la igualdad, de la justicia y también de la libertad. Son valores que además están muy identificados, por ejemplo, con los derechos humanos, que se conculcan sistemáticamente. Eso es lo mejor que ha hecho la raza humana [saca del cajón un pequeño librito con la Declaración de los Derechos Humanos].

P. Esto es papel mojado, ¿no le parece?

R. Claro. Mire lo que está pasando en Gaza.

P. ¿El bipartidismo ha vuelto?

R. Cuando yo empecé a estudiar en 1996, algunos profesores de Derecho le llamaban el “bipartidismo imperfecto” por la presencia de los partidos nacionalistas. Y ahora se ha atomizado más por la presencia de partidos diversos en el Congreso de los Diputados. Yo no creo que a corto plazo vaya a volver. La izquierda anda como siempre: desorientada y haciéndose el harakiri. Hay millones de personas que no están en el PP ni en el PSOE y buscan alternativas. Y no por ello son menos importantes.

P. En una entrevista que le hice en 2016 usted dijo que en España “nadie escucha a nadie”. ¿Seguimos sordos?

R. Ahora es peor. Con este famoso síndrome de la campana de resonancia de las redes sociales, no ha hecho sino exacerbarse. La mayor parte de los individuos en X o en Facebook solo siguen a aquellos contenidos que encajan con su visión de la realidad. Si a ti solo te muestran una parcela de la realidad, te falta ver la otra y eso va aumentando paulatinamente tu sesgo, lo que conduce a graves discursos polarizados. El ejemplo de sociedad polarizada ahora mismo es Estados Unidos.

Hoy día necesitamos más quijotes en la política

P. También dijo entonces lo siguiente: “El voto tiene profundas raíces irracionales”.

R. Claro. Yo he sido muy prudente hasta hace seis semanas. Jamás en la vida he dado una entrevista como esta. Jamás. Tengo que ser muy prudente porque tengo alumnos de todos los colores y cuando voy con mis 150 estudiantes del Centro Intergeneracional, que son personas mayores de 60 años, lo que quiero es tener la fiesta en paz y no polarizar el auditorio. Pero me pasó una cosa muy concreta. Hace poco me encontré con un amigo de clase trabajadora y me confesó que votó a Alvise. Me dejó estupefacto. Es absolutamente irracional que una persona de clase trabajadora apoye con su voto a un partido que va a desactivar el Estado de bienestar. Hay millones de personas de clase media que están apoyando iniciativas políticas que los van a acabar enterrando si permitimos que lleguen al poder.

P. ¿Por qué cree que pasa eso?

R. Yo creo que es un caso claro de alienación. Mis colaboradores me dicen que ese es un discurso que parece marxismo del siglo XIX. Pero cuando uno defiende los intereses de una clase que no es la suya, eso es de libro. Un caso de alienación. También creo que es un caso grave de ignorancia. Y no los podemos culpar. Hay una nueva casta que yo llamo los nuevos bárbaros. Un nuevo bárbaro es una persona de edad indeterminada, entre 15 y 60 años. ¿Qué características lo definen? Es una persona que no lee; que no consulta un diccionario; que no coge un periódico; que no pone la radio para escuchar una tertulia. O sea: una persona fundamentalmente ignorante. Y la clave que lo define es que hace apología de su ignorancia.

El problema del nuevo bárbaro es que es una grave amenaza para las democracias. Y no podemos tratarlo como un enemigo, sino como una víctima. ¿Una víctima de qué? De un modelo educativo y cultural que está podrido. Y no hemos sabido encontrar herramientas para resolverlo. En 2015 Belén Esteban vendió más libros que Mario Vargas Llosa. Estuvo cuatro semanas número uno en venta de libros. Y hay un estudio sociológico que decía que un millón y medio de personas la votarían.

P. ¿Necesitamos hoy una Guía de Perplejos para comprender el mundo?

R. En ese libro Maimónides se muestra perplejo porque la teología le dice una cosa y los datos científicos le dicen otra. ¿Cómo es posible? ¿Cómo puedo aunar conocimiento teológico y científico? De esa perplejidad es de la que él intenta salir. Yo no sé si es extrapolable al siglo XXI.

P. Maimónides intenta conciliar fe y razón. Pero, ¿la fe y la razón no son el agua y el aceite del conocimiento?

R. En filosofía hay cinco maneras de entender la relación entre fe y razón. La primera es eliminar una de ellas. Por ejemplo, la fe.

P. En el medievo no se podía eliminar la fe.

R. Claro que no. La segunda es eliminar la razón. La tercera es la propuesta de Averroes, que se llama la doble verdad. Una cosa puede ser verdad para la fe y mentira para la razón y que no haya contradicción. La cuarta sería la que se atribuye a San Agustín, para quien la fe sería el fundamento de la razón. Y la quinta es la de Santo Tomás, que propone armonizar fe y razón. Pero Santo Tomás te dice en último término que si hay una contradicción flagrante la única que se puede equivocar es la razón. Ante esa alternativa queda un poco de Averroes o un poco de la primera.

Sobre las democracias occidentales se cierne la amenaza de la demagogia, el populismo y las noticias falsas

P. Recuérdeme la primera.

R. Eliminar la fe.

P. ¿Qué diría Maimónides hoy del auge del populismo?

R. Estaría preocupado. El populismo viene de la mano de la demagogia. La demagogia ahora está implantando un discurso xenófobo, racista y seudo fascista tanto en Europa como en Estados Unidos. Y Maimónides fue un hombre que sufrió mucho. Nació en 1138 aquí en Córdoba. Y con ocho o diez años tiene que mudarse por el auge de los extremismos religiosos. Él era un tipo tolerante y abierto, que se percataba de hasta qué punto era peligroso determinado tipo de discursos. Jamás en la vida permitiría discursos radicales, polarizadores y demagógicos.

P. ¿Por qué ni Maimónides ni Averroes estaban en mis libros de Filosofía y, en cambio, sí estaban Santo Tomás y San Agustín.

R. La respuesta es obvia.

P. A ver.

R. Santo Tomás hasta el año pasado estaba en selectividad porque es un filósofo que tiene méritos propios pero también porque su discurso está muy vinculado a determinada línea de la Iglesia católica.

P. ¿La Iglesia católica determina el programa educativo de este país?

R. Pues sí. ¿Por qué no aparecían autores como Maimónides, que es importantísimo para la línea del pensamiento judío? ¿O por qué no sale Averroes? Aristóteles existe gracias a Averroes. Si no fuera por Averroes, no habría llegado a la Universidad de París los textos del estagirita. ¿Por qué? Porque la línea más bien religiosa que plantean San Agustín y Santo Tomás ha tenido un enorme seguimiento. Y hay intereses profundos por mantener esa línea discursiva en nuestro sistema educativo. En la elección de textos hay evidentemente intereses de todo tipo: Ideológicos y religiosos.

P. ¿Hemos amputado una parte de nuestra historia?

R. Sí. Hay que reivindicar a Maimónides y Averroes.

Hoy se usa la mentira como herramienta política

P. ¿Para qué sirve la filosofía?

R. Para nada. No tiene que servir para nada. Otra cosa es que luego podamos sacarle alguna utilidad. Es como si yo digo para qué sirve el hombre. Para nada. Porque sería una reducción de nuestra dignidad. Tardé mucho tiempo en darme cuenta de que el problema es la pregunta. La pregunta lo que hace es que inocula el principio de utilidad, que hemos asumido acríticamente y lo tenemos en todos los niveles de nuestra sociedad. ¿Qué te dice el principio de utilidad? Que una cosa vale solo en función de la utilidad que puede desempeñar. La filosofía es una parte intrínseca de la naturaleza humana. Es una parte de nuestra mismidad. De hecho, yo me aventuraría a decir que más que homo sapiens somos homo filosóficus. El ser humano tiene que ser un fin en sí mismo. No puede ser un medio para nada.

P. ¿Faltan poetas y sobran contables?

R. Van a sobrar contables con el auge de la inteligencia artificial. Yo no sé si poetas, pero sí faltan artistas, literatos y lectores.

P. ¿Tiene miedo a la inteligencia artificial?

R. La verdad es que no. Primero por una cuestión egoísta. Para progresar en el actual formato universitario de la carrera académica tienes que “publicar o perecer”. Y eso se lo va a cargar. Como auxiliar de investigación todavía no es demasiado válida, desde mi punto de vista, pero creo que en el futuro se pueden sacar muchas cosas. Distinto es lo que acaba de ocurrir hace una semana, cuando una inteligencia artificial de Microsoft en una discusión con un muchacho en internet le dijo: “Ojalá te murieras”. Imagínese que hubiera sido un robot. Tremendo.

P. ¿Qué pregunta le ronda la cabeza?

R. ¿Qué hacer? Pero más que “¿qué hacer?”, “¿cómo hacerlo?”. Porque yo sí sé qué hay que hacer.

P. ¿Qué hay que hacer?

R. Hay que cambiar el modelo educativo. Dotar de más peso a las disciplinas humanísticas que son fundamentales para nuestro desarrollo vital y para nuestra relación con la propia ciencia y la base tecnológica. No podemos permitir formar en la universidad y en los institutos técnicos sin un mínimo de conocimiento humanístico. Eso es lo que le ocurrió a la Alemania nazi. Tecnológicamente hablando, un campo de exterminio era una formidable construcción industrial. El tren llegaba donde tenía que llegar. Se separaban a los humanos como ganado. Algunos iban directamente a los hornos crematorios y otros a los barracones. Eso es un diseño de una inteligencia enorme. ¿Pero aplicado a qué? A la monstruosidad. En el ámbito educativo España está absolutamente desorientada. Ha habido ocho o nueve leyes educativas en estos 46 años. Decía Séneca que ningún viento sopla a favor si no sabes a dónde vas.

La verdad, por definición, es un concepto poliédrico

P. ¿Las redes sociales son el nuevo ágora griego?

R. Yo creo que no. En el ágora ateniense tocabas a las personas. A Sócrates, a Pericles. Ahora no sabes con quién hablas en X. No sabes si hay una persona o un bot. Hay un informe de la Unión Europea del año 2022 que dice que más de la mitad de las noticias que circulan por internet y redes sociales son falsas. Si tú esa estadística la sumas al hecho de que la mayoría de la población solo se informa a través de las redes sociales y de internet es que va a beber de una fuente que está emponzoñada con mentiras.

P. Para eso está la capacidad de discernimiento.

R. Que no tenemos.

P. Mucha gente sí tiene.

R. Algunos la tendrán. Yo estoy buscándolos todavía. Si no dotas de las herramientas adecuadas a la ciudadanía no pueden tener esa capacidad.

P. ¿Era mejor antes cuando nos daban la verdad hecha?

R. Yo no estoy aquí llorando porque un tiempo pasado fuera mejor. ¿Qué es lo que propongo? Un nuevo modelo educativo asentado en un acuerdo político que venga a mejorar la vida de los ciudadanos. Y para ello considero que es fundamental hacer énfasis en las disciplinas clave que permitan al ciudadano aumentar su capacidad de pensamiento crítico y su ética, y comprender mejor lo que ocurre en el ámbito científico. Porque el siglo XXI va a ser arrasador en ese sentido. Mira lo que ocurre con la inteligencia artificial.

P. ¿Usted también ha pensado emigrar de X?

R. No. Yo no. A mí no me importa ver las tonterías que dicen los demás y las que yo mismo pongo. Yo sé a dónde voy.

P. ¿A dónde va?

R. A difundir las cosas que hacemos esperando a que alguien venga a alguno de los eventos que organizamos: conferencias, mesas redondas, presentación de libros. No sé si lo consigo. Yo procuro pasar el menor tiempo posible en las redes sociales.

De las decenas de nuevos grados universitarios en Andalucía no hay ni uno solo de humanidades

P. ¿Estamos en manos de Elon Musk?

R. El poder de ese hombre es tremendo. Hubo un cambio en el algoritmo de X, de tal modo que la gente en Estados Unidos recibió más información de los tuits de Donald Trump que de otras candidaturas. Yo, por ahora, no me voy a la nueva red que están creando [Bluesky]. Estoy en Facebook y X y no tengo ganas de más redes sociales.

P. ¿En la universidad sobra burocracia y falta pensamiento crítico?

R. No sé si falta pensamiento crítico, pero burocracia sí sobra. La universidad es muy peculiar y cualquier cosa que digamos de ella se corre el riesgo de caer en una generalización precipitada. La universidad es una estructura medieval, antigua y anquilosada en algunos aspectos, pero celosamente independiente y necesaria para la ciudadanía. La universidad permite luchar contra el adoctrinamiento y eso es un valor que hay que defender y proteger. En la universidad hay de todo. Hay disciplinas muy variopintas con elevadísimos niveles de especialización. Tenemos algunos de los investigadores más potentes del mundo en determinadas disciplinas y es tan heterogéneo el colectivo que cualquier afirmación que se haga va a caer en el error.

Dicho eso, esta paulatina burocratización que se está viviendo redunda en perjuicio del profesorado y del alumnado. ¿Por qué? Porque uno tiene que dedicar gran parte de su tiempo a rellenar documentos y hacer estupideces. Le pongo un ejemplo. Para defender una tesis doctoral, hay que presentar 17 documentos diferentes. Y aunque hayas estado trabajando, por ejemplo, sobre el subjuntivo en la literatura de Shakespeare, tienes que presentar un documento que dice que no has estado experimentando con animales.

P. En España ya hay casi tantas universidades privadas como públicas. ¿Hacia dónde vamos?

R. A una privatización paulatina del negocio universitario. El caso más flagrante es el actual consejero de Universidades, anterior rector de la Universidad de Córdoba, que defendía cuando era presidente de la CRUE la necesidad de respetar la universidad pública. Y una de las primeras medidas que tomó fue la apertura de seis universidades privadas en la comunidad autónoma de Andalucía. ¿Por qué? Porque hay un nicho de mercado y aquello que deja lo público abandonado es inmediatamente invadido por lo privado. Es evidente que aquí hay un negocio y lo van a tratar de exprimir como una naranja.

P. ¿Pensar es un acto revolucionario?

R. A día de hoy, el auténtico acto revolucionario es leer. Y no leer X. Leer un libro. A mis alumnos les digo que se vayan a la cama con una novela y no con el manual de marketing. Una novelita corta. En España el noventa y tantos por ciento de la población abandona el hábito lector con 13 años para no recuperarlo nunca en su vida. ¡Venga, hombre!

Que un ciudadano de clase de trabajadora vote a Alvise es un caso claro de alienación

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