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Moratinos, exministro de Exteriores: “Hay que recuperar el espíritu de Córdoba para frenar la espiral militarista”

El secretario general adjunto para la Alianza de Civilizaciones (UNAOC), Miguel Ángel Moratinos, interviene durante el evento ‘Un grito por la paz’ en Gernika

Aristóteles Moreno

25 de mayo de 2025 21:05 h

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El orden internacional nacido del horror de la II Guerra Mundial se tambalea. Hay un dato objetivo: hoy el planeta registra 56 conflictos violentos. La cifra más alta desde 1945. Uno de ellos se produce en suelo europeo y amenaza gravemente la estabilidad del continente. Tanto que la UE está dispuesta a disparar su presupuesto militar hasta cotas nunca vistas desde su fundación.

El discurso de la disuasión militar monopoliza el debate público. En Europa y en medio mundo. Hay que armarse hasta los dientes para garantizar la seguridad. España se ha comprometido a gastar 10.400 millones de euros en defensa hasta alcanzar el 2% del PIB. Un desembolso sin precedentes. Y Córdoba se asoma como foco estratégico de todo el entramado militar mediterráneo. Hablamos de la Base Logística del Ejército de Tierra, que aglutinará en los próximos años a decenas de empresas de armas, algunas de las cuales fabrica lanzacohetes con tecnología israelí.

El viento sopla revuelto. Y pocas voces discuten la espiral bélica dominante. Apenas la de un ex diputado por Córdoba y ex ministro de Asuntos Exteriores, hoy alto representante de la Alianza de Civilizaciones de las Naciones Unidas. Miguel Ángel Moratinos navega contracorriente para intentar frenar lo que juzga como una “deriva peligrosa” que nos devuelve a los peores presagios de la humanidad.

Al frente del organismo internacional que lanzó el presidente Zapatero hace más de veinte años, se ha propuesto movilizar a la sociedad civil y a personalidades de todo el planeta para defender el diálogo y la diplomacia como instrumentos básicos de resolución de conflictos. Bajo la bandera de Un grito por la paz, el fin de las guerras y el respeto a la legalidad internacional, se plantó a finales de abril en Gernika, símbolo universal de los estragos provocados por la guerra. La iniciativa tiene prevista parada también en Sarajevo, primero, y en Nagasaki, después, una de las dos únicas ciudades del mundo que han sufrido los efectos devastadores de la bomba atómica.

No podemos seguir con los ojos cerrados viendo la barbarie de Gaza

Son las 16.00 horas en España, las 10.00 de la mañana en Nueva York. Al otro lado de la cámara, se encuentra Miguel Ángel Moratinos, en traje azul, sentado en su despacho de la ONU. Como cualquier otro día del año, tiene una agenda de locos. El diplomático nos presta 24 minutos de su tiempo para desgranar una iniciativa que nace con casi todos los elementos en contra.

PREGUNTA (P). ¿En qué consiste la propuesta Un grito por la paz?

RESPUESTA (R). Es una iniciativa para poner fin a las guerras y defender el respeto al derecho internacional. Tenemos voluntad de movilizar a la opinión pública internacional para que vuelva al sendero de negociación y solución política de los conflictos. Queremos encontrar ese camino de esperanza que a lo largo de los siglos hemos ido construyendo los seres humanos para no caer en la edad de piedra política, donde los problemas solo pueden tener una solución a través de la fuerza y la violencia.

Las utopías son las que han movilizado a la humanidad. El XXI tiene que ser el siglo del final de las guerras y de la paz perpetua, como diría Immanuel Kant, para poder dedicarnos a los asuntos reales que afectan al futuro de la humanidad, como la educación, la pobreza, la salud y la dignidad. Ya bastante tenemos con los desastres naturales que se llevan por medio a miles de personas. Al menos, no utilicemos la violencia para matarnos nosotros mismos.

P. ¿Por qué justo ahora?

R. Porque observamos con enorme preocupación una deriva muy peligrosa hacia un militarismo que estaba casi desapareciendo a principios del siglo XXI. No se habían cerrado todos los capítulos bélicos en la agenda internacional, pero había una voluntad política de buscar soluciones negociadas. Hoy, en cambio, todo parece indicar que solo la fuerza puede dar soluciones cuando la solución política de los conflictos estaba bien definida en el marco de Naciones Unidas y de la Unión Europea. Y ahora los denominados países civilizados optan por el rearme y se olvidan del instrumento esencial que siempre han defendido: la diplomacia.

P. La Unión Europea propone un rearme continental de 800.000 millones de euros. ¿Esa es la dirección correcta?

R. No estoy en contra de que la Unión Europea busque su propia capacidad de defensa y seguridad. Es algo que ya teníamos que haber hecho hace mucho tiempo si hubiésemos querido tener una verdadera autonomía estratégica. Me parece muy bien que tengamos nuestras capacidades propias y autónomas en materia de seguridad y defensa. Pero la pregunta esencial es para qué. Tenemos el carro lleno de armas, pero no sabemos para qué. Y lo primero es impulsar una nueva política exterior en la UE, donde figure la paz y la solución política de los conflictos. La UE está ausente en el tablero diplomático. Y me duele mucho como europeo. Hoy estamos a remolque de lo que hagan otros. La diplomacia europea tenía que estar en un avión permanente visitando capitales del mundo. Los padres fundadores definieron la UE con la palabra paz. Y no la practicamos.

La ecuación rearme es igual a seguridad es la gran trampa del siglo XXI

P. ¿Usted cree en la ecuación más rearme=más seguridad?

R. No. Yo creo que ha sido la gran trampa del siglo XXI. Desde que sufrimos el síndrome del terrorismo y el colapso de las Torres Gemelas se optó por una agenda de seguridad. Y hemos entrado en una deriva que se ha ido infiltrando en todos los análisis y las estrategias del mundo occidental. Todo se hace para garantizar la seguridad. Y la seguridad es algo que no se puede alcanzar. Porque, ¿cuándo tiene uno el sentimiento de seguridad? Nunca habrá seguridad si no hay paz. No es la seguridad la que va a traer la paz. Es la paz la que traerá la seguridad. Esa ha sido la trampa a la que nos llevaron los fanáticos que querían destruir nuestro modelo. Y lo están consiguiendo.

La respuesta del mundo occidental tras los atentados del 11 de septiembre nos llevó a hacer de Oriente Próximo un hub de terrorismo y de desastre absoluto y todavía estamos sufriendo las consecuencias. Y ahora volvemos con la misma receta. Seguridad, seguridad, seguridad. Y eso no aporta más que inseguridad. Por eso nuestro grito por la paz, por el final de las guerras y por el respeto del derecho internacional no incluye el concepto de seguridad. No somos ingenuos. Pero para protegernos tenemos que iniciar el camino en la buena dirección.

P. ¿Rusia es una amenaza para Europa?

R. Rusia puede ser una amenaza, pero ¿cómo se elimina esa amenaza? Se elimina hablando y buscando una agenda común. No hay justificación a la invasión de Ucrania, que violó de manera absoluta los principios y valores de la carta de Naciones Unidas. Por lo tanto, tiene que ser condenada y Rusia debe abandonar esa parte del territorio ucraniano ocupado de manera violenta. Dicho esto, si queremos encontrar una solución, hay que buscarla negociando y entendiendo cuáles son las preocupaciones de Rusia, que es vecina de la Unión Europea y vamos a tener que convivir con ella. Lo que tenemos que hacer es buscar una relación serena, aceptable y positiva para todos. Y es hora de que vayamos eliminando esa rusofobia que se ha colado en todas nuestras casas. Una cosa son las violaciones que se han llevado a cabo en la guerra de Ucrania y otra es no entender que Rusia seguirá teniendo un papel esencial en la nueva geopolítica internacional.

P. ¿Y Donald Trump es una amenaza para Europa?

R. No. La administración americana defiende lo que ellos consideran sus intereses. Lo han hecho siempre. No solamente el señor Trump, sino también el señor Biden y el señor Obama. Lo que tiene que hacer la UE es defender nuestros intereses. No podemos estar a la espera. EEUU es aliada nuestra y tenemos que respetarnos. Pero no podemos estar todo el día preguntándonos qué van a hacer en el Despacho Oval. Tenemos que preguntarnos qué queremos hacer nosotros. Tenemos un modelo político, económico y social que todo el mundo envidia. Y, en lugar de defenderlo y adaptarlo a las nuevas relaciones del mundo, estamos pendientes de lo que va a decir el señor Trump en su despacho de Washington.

La amenaza rusa se elimina buscando una agenda común

P. ¿Por qué Europa apoya a la víctima en Ucrania y al verdugo en Palestina?

R. El cáncer de la diplomacia es el doble rasero y es lo que está haciendo fracasar la credibilidad del mundo occidental y europeo. No es el caso de España. Tenemos que elogiar al Gobierno del presidente Sánchez, que al menos mantiene una posición coherente. Es muy valiente y de los pocos países europeos que ha mantenido una posición muy clara en la crisis de Gaza. Los otros países europeos tendrán que responder. No podemos seguir con los ojos cerrados viendo el sufrimiento, la muerte y la barbarie que se está viviendo en Gaza. Cualquiera puede ver la deshumanización en directo. Nos han inyectado en dosis homeopáticas el horror de la deshumanización absoluta. Los políticos parecen olvidarse del horror de cada día que están sufriendo los ciudadanos palestinos. Tenemos que actuar.

P. ¿Hemos olvidado las lecciones de la II Guerra Mundial y el holocausto?

R. Parece ser que sí. Tras dos guerras mundiales decidimos decir “Nunca jamás”. Construimos una organización internacional denominada Naciones Unidas con una carta y objetivos que todos asumimos: un sistema de seguridad colectiva. Y no hemos seguido desarrollando las lecciones que nos dejó el horror del holocausto. Más de 6 millones de exterminados, 50 millones de víctimas de la II Guerra Mundial y otros 22 de la primera. Hoy parece que todo esto se ha olvidado. Hay una llamada al patriotismo de hojalata para resolver los problemas a través de la guerra. El momento es crucial y por eso la iniciativa que lanzamos en Gernika tiene todo su sentido.

P. Usted fue diputado por Córdoba. La empresa de armas Escribano está construyendo aquí lanzacohetes con tecnología israelí probada precisamente en Gaza. Hay expertos que creen que esta fábrica vulnera las cláusulas éticas de la Unión Europea.

R. Las fábricas de armamentos son legítimas siempre y cuando mantengan un código de conducta responsable. No conozco el dato concreto de esta empresa. En mi época de ministro establecimos un código de conducta con el Ministerio de Comercio. No tengo los datos de Córdoba y no me puedo pronunciar. Como principio básico, lo que sí haría es un llamamiento al denominado lobby de la guerra, que favorece la industria militar. Uno de nuestros objetivos es crear un lobby por la paz. No solamente fabricando armas podemos obtener puestos de trabajo y desarrollar una industria en nuestros países. Y ha llegado el momento de que todas estas empresas militares que están obteniendo beneficios muy onerosos contribuyan con una pequeña cuota para eliminar la pobreza o combatir el cambio climático. Y hay que reclamárselo.

Espero que los cordobeses sigan gozando de esa filosofía del respeto mutuo y de esas tres religiones que convivieron y se dedicaron a la ciencia, a la astronomía y al bienestar de los suyos. Eso es lo que tenemos que recuperar: el espíritu de Córdoba.

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