El calor en exceso provoca mala leche. Lo tengo comprobado. No ayuda a resolver problemas, ni a buscar soluciones, ni a sobrellevar malestares. Es más, me atrevería a afirmar que suma problemas, resta soluciones y malea la vida en general.
El calor tiene vida propia y actúa contra tu voluntad.
Y yo he descubierto algo que, el efecto que provoca en mí, por la parte buena, me ayuda a combatir el malestar.
He comprobado que si la temperatura supera los 39°, cuando alguien me habla con frases positivas, sin dar la orden a mi cerebro y sin poderlo evitar, repito mentalmente lo que me han dicho sumando al comentario, con tono de mucho coraje, la frase “mi coño”.
Y lo peor. Lo hago con una especie de sonrisa desconocida que hace que NADIE lo sospeche.
Pondré unos ejemplos:
Persona: hoy corre al menos un poco de aire...
Mi yo mental: “hoy corre al menos un poco de aire... MI COÑO”.
Persona: huy, qué agustito que se está aquí!
Mi yo mental: “huy, qué agustito que se está aquí... MI COÑO”.
Persona: Presiento que este va a ser tu año..
Mi yo mental: “Presiento que este va a ser tu año... MI COÑO”.
Persona: Hoy tienes mejor cara...
Mi yo mental: “hoy tienes mejor cara... MI COÑO”.
Y así sucesivamente hasta el fin del mundo en modo bucle.
Lo cuento porque compartir es vivir y por el bien de todos.
Notaréis que al tiempo, en vez de repetir la frase entera mentalmente, na más que repetís el final:
-¿me pones dos cervezas fresquitas?
Mi yo mental: “...dos cervezas fresquitas... MI COÑO”.
Aparte de que desahoga mucho este truco que os enseño, quita seriedad a cualquier conversación trascendental. Os invito a probarlo en una discusión, por ejemplo.
Pues eso, recordad la fórmula:
Felicidad=repetir frase en la mente+mi coño
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