Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
Cerrado por Eurocopa 3. Karol Wojtyla
Sobre este blog
Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
Cuando uno ve a Robert Lewandosky disponerse a lanzar un penalty (uma grande penalidade, como se dice con precisión en portugués) piensa en el sentido teológico del caos; es decir, el estado donde aparentemente aún no ha pasado nada, ni siquiera la palabra, que sería el principio de todo.
El delantero polaco se dirige al punto de los 11 metros realizando un extraño bailecillo que incluye paradiñas, saltitos y amagues. Es una coreografía que se diría casi chiquitistaní. Un pelín exasperante si eres polaco (o del Barça) y también un poco divertida, si eres neutral. Al final, Lewandosky mete el gol o no, o se repite la falta. El portero es siempre el espectador que compró la entrada más cara para ver el espectáculo de cerca.
Bueno, vale, Robert es natural de Polonia, puedes acabar diciendo. Un país con una historia verdaderamente convulsa en el corazón de eso que llamamos Europa. Invadido por Hitler a ritmo de sinfonías románticas, sufrió bombardeos, fuego de artillería, construcción de campos de concentración, muros, guetos y películas de Polansky.
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