Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Lee ya las noticias de mañana
Sobre este blog

Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

Veraneos 27. Espetos

Espetos

Juan José Fernández Palomo

17 de agosto de 2024 20:39 h

1

“Señor, Tú has venido a la orilla

No has buscado a sabios, ni a ricos

Tan solo quieres que yo te siga

Señor, me has mirado a las ojos

Sonriendo

Has dicho mi nombre

En la arena, he dejado mi barca

Junto a ti

Buscare otro mar“.

Estos versos de una canción religiosa hablan de un “pescador de hombres”, unos versos que se entonan en las reuniones evangelistas de payos y gitanos, de la que la más grande, Rocío Jurado, hizo una versión (bueno, ahora creo que no, que la Jurado cantó otra más sexy, también con barca varada en su arena y tal...). Bueno, en fin, que suenan ahora en mi cabeza.

En mi cabeza de no creyente. En mi cabeza y en mi corazón no tocado por la fe donde siempre resuenan cosas sin ton ni son. Sobre todo si estoy distraído o relajado.

Estoy en un chiringuito malagueño frente a la playa y, en la arena, han dejado una barca. La barca del espetero. Ya no volverá a hacerse a la mar.

Ahora está varada, casi confundida con el entorno arenoso si no fuera porque en su cubierta crepitan brasas de leña y, al sol, la ligera humareda que desprenden se asemeja a la mirada velada de un miope. Mi mirada.

Sobre esas brasas se clavan pequeñas lanzas que se engarzan con peces que los hombres han llevado del mar a la orilla. Del azul al amarillo solar. Del piélago oscuro a la luz. Sí: es religiosa la cosa.

En la barca se espeta la plata de la sardina y del boquerón, el cobre de cuatros salmonetes medianos, un pargo abierto como un libro a medio leer, los tentáculos del pulpo o sus parientes la sepia o el calamar a los que el calor les va variando el tono de piel, como a usted, como a mí.

El espetero del chiringuito en el que estoy es rumano, me dicen. Uno de los más cotizados del lugar (los empresarios de la zona disputan y pujan por fichar a estos especialistas como si fueran presidentes de clubes de fútbol contratando estrellas). No me extraña. Estamos en pleno mercado de fichajes.

Este espetero es grande y ancho, lleva rodilleras y un pañuelo en la cabeza. Es firme y sutil. E incansable, disciplinado. Es olímpico, pienso. Va a llegar el fruto de su trabajo a mi mesa: “Sonriendo has dicho mi nombre; en la arena, he dejado mi barca”, parece decirme cuando deja la bandeja. Otra vez la puñetera canción.

Si, como yo, no crees en Dios; cree al menos en el espetero. Él cree por nosotros dos, supongo. Si no, estaríamos jodidos

Sobre este blog

Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

Etiquetas
stats