Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
La Última Comunión

Recuerdo que la Primera Comunión la recibí en el comedor del colegio de mi barrio porque mi barrio era joven y aún no tenía parroquia. Pero, ojo, tenía un centro de enseñanza con comedor y todo. Algo estaba cambiando, supongo.
Recuerdo la Primera Comunión porque en este fin de semana he visto celebrar esa primera hostia por el barrio: titas y titos, papás y mamás, abuelos, cuñados indispensables vestidos con chaquetas azules y corbatas de nudo grueso celebrando que a un cadete o a una cadete le dan una galleta insípida.
Por eso toman después pasteles y helados. Porque el cuerpo de Cristo es aburrido. Como una reunión de veganos.
Los que toman hoy la Primera Comunión lo hacen en un periodo que se hace llamar “sede vacante”. Es decir, no hay papa, no hay representante de Dios en la Tierra.
Lo he comentado mientras compraba en el mercadillo berenjenas, calabacines y pimientos para comulgar con un pisto y dar gracias a Dios por todo, por el puesto del mercadillo y por lo bien que juega mi equipo de fútbol.
Recuerdo el traje de mi Primera Comunión: era un pantalón de color beige, perfectamente planchado como no tendré otro igual, un jersey de cuello alto “blanco roto” y una chaqueta espectacular, color vino tinto, que no tenía solapas, sino cuello de camisa. Era como de Elvis en Las Vegas o de Roy Orbison con su voz de barítono rockero.
Era raro todo.
Recuerdo vagamente mi primera comunión y no la última. Cuando dejé la ciencia ficción.
Y las drogas.
Sobre este blog
Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
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