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Sobre este blog

Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

Cerrado por Eurocopa 2. Paul Auster

Paul Auster.

Juan José Fernández Palomo

22 de junio de 2024 20:29 h

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Estudié, con razón, que existe un cierto rollo envidiosito en la “academia” estadounidense, sobre todo de la Costa Este sobre la inmanencia de la literatura europea. Es natural, son jóvenes aún. Ellos se han fundado en Thoreau, Emily Dickinson, Walt Whitman y, luego, en Fitzgelald, Faulkner, un poco Don Passos, la quebradiza poesía de Anne Sexton, los versos subidos a los acordes de un premio Nobel surfeando las olas de eso que algunos aún distinguen entre “alta” y “baja” cultura…

Claro. Echan de menos a Shakespeare, a Cervantes, a la Odisea y a la Ilíada. Cosas de la edad: Tienen más futuro que pasado. Deben organizar eso, amigos yankees.

Pero tienen a Paul Auster y su concepto de “suerte” frente a “talento”. Su azaroso sentido de contar la vida de la gente, del conjunto de la gente que, individuo más individuo, conforman civilización. Con su gloria y su error, su triunfo y su desastre, sus cosas…

El dorsal 19 de la selección de Austria se llama Baumgartner, juega de interior por la derecha y le metió un golazo a Polonia. “Polonia lleva encima una gran historia de sufrimiento”, me dijo mi compañera de sofá mientras veíamos el partido.

“Baumgartner” es el título de la última novela publicada en vida por Auster. Una historia de amor (por resumir), de amor maduro y retrospectivo. Una maravilla, otra vez.

Paul Auster dijo una vez que “el fútbol es el milagro que ha permitido a Europa odiarse sin destruirse”.

Joder, Paul, tú eres de Brooklyn y controlas el beisbol, tú eres de Di Maggio y de Mickey Mantle, no jodas. De esto no sabes nada; seguimos a hostia limpia.

Es cierto, me dijo Auster por videoconferencia. Celebráis los empates a cero tomando cerveza. Es curioso lo vuestro. Aquí, en Brooklyn nunca haríamos una cosa así.

Paul murió. En mi ordenador parpadea aún el enlace a una conversación interrumpida a Gosford Park (Brooklyn N.Y.)

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Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

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