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Sobre este blog

Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

El robo

Carterista.

Juan José Fernández Palomo

24 de noviembre de 2024 07:32 h

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A veces cojo cosas de algunos sitios y me las llevo conmigo. Solo porque me gustan, porque luego me recordarán algo bonito: un paisaje, un lugar compartido, una luz, los pies descalzos de una mujer a la que amo, un horizonte, unas risas, una isla, yo que sé…

Por eso en mi casa hay ceniceros, soportes de velas, tazas, vasos, posavasos, adoquines, azulejos y hasta que pueda, incluso jeringuillas, mecheros… cosas que se trasladaron. 

Nunca robo. Muevo objetos de sitio. Parezco un mago. Pero me gusta llevarme cosas a casa.

Cojo cosas tangibles, las desplazo y eso que estaba allí, ya no está allí: la cuchara de postre de aquel restaurante (porque era bonita, fíjate qué tontería), un libro de segunda mano en un quiosco de libros de segunda mano, una botellita de aceite de protocolo en un restaurante… En fin.

Roban otros. Y les da igual. Es su trabajo; casi su fijación.

“No robarás”, dice uno de los Mandamiento de la Ley de Dios que recibió en un monte Charlton Heston, que yo lo vi en 13Tv. Y le tengo respeto.

No dijo nada de cambiar las cosas de sitio, porque eso es tangible.

Sin embargo, sobre lo de lo intangible sí que nos hicieron la envolvente a Moisés, a Charlton Heston a ti y a mi. 

Ahí lo de robar sí que funciona: coge lo intangible, lo que no está exactamente en tu bolsillo, lo de tu casa, lo del comedor de tu hija, el colegio, el hospital, la ambulancia, el quiosco, el wifi (lo que tú creías “tangible” sin conocer la palabra tangible), lo de la maleta democrática para volar “a buen precio”, lo que quieres ver en la tele de tu salón…

Te roban, Charlton Heston, y no soy yo.

Manda esas tablas de la ley a tomar por culo.

Y llévate un cenicero cromado del último bar (yo tengo uno).

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Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

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