Sí, la pastilla anticonceptiva para hombres, sin hormonas de tipo alguno, completamente reversible y con un 99% de efectividad … ¡El Santo Grial de la contracepción ha sido hallado!
Cuando leí la increíble noticia, me pregunté “pero, ¿quiénes serán los investigadores que han descubierto algo tan liberador para las mujeres?”. En un panorama en el que la anticoncepción es responsabilidad casi única de las mujeres (para nosotras las pastillas, las inyecciones, los parches, el DIU, etc.), ni siquiera contemplé la posibilidad de que fueran otras mujeres las protagonistas de tal éxito científico.
“¡Qué tíos más listos!”- pensé -. De un lado, porque es evidente que la ciencia y la investigación es abrumadoramente masculina. De otro, porque siendo el preservativo el único método anticonceptivo para hombres y que a ellos tanto les disgusta, era lógico pensar que ellos se habían afanado en buscar otro método para sus congéneres.
¡Ay - seguí pensando- si las mujeres copásemos la ciencia, habría cosas tan diferentes!... la menstruación, por ejemplo, seguro que existiría un chip inocuo e inhibidor del flujo, o las compresas… ligeras, invisibles, con olor a rosas y hasta puede que duraderas 24 horas; y de aquellos días en que nuestras madres usaban “trapitos”- que luego lavaban ellas mismas a mano - ¡haría millones de años y no dos telediarios!
Sí, si hubiéramos estado y mandado en la ciencia, los pañales desechables de bebés llevarían siglos inventados; habría un rayo ultrasónico para hacer las mamografías en un solo segundo sin dolor; e ir al ginecólogo sería un paseo gratificador ¡Nada de que se asomen a tu vagina con gente mirando, ni tener que soportar ese troncho que te invade hasta casi el esófago! Por poner algunos ejemplos.
Tan alucinante me resultó la noticia de la píldora masculina, que dije “voy a darme una vuelta por la Universidad de Minnesota para ver quiénes son esos tipos sesudos que han pensado tanto en nosotras”. Y no, no eran ellos, ¡eran ellas! Una, Gunda Georg, alemana, química y catedrática de esa Universidad y la investigadora que ha hecho posible la mágica píldora, después de plantearse que había que ofrecer a las parejas - y no solo a las mujeres- más opciones para el control de la natalidad.
La otra, Nadja Mannowetz, la directora científica y cofundadora de YourChoice Therapeutics, responsable del estudio con primates y con ratones que ha sentado las bases para los ensayos clínicos con humanos. Nadja ha dicho “Con una tasa de embarazos no deseados de casi el 50% en todo el mundo, necesitábamos más opciones anticonceptivas, sobre todo para los hombres”. Solo una mirada científica en clave femenina puede plantear otras necesidades que investigar.
Es fundamental que el sistema educativo ayude a las niñas a entender que, además de posible, es muy necesario que ellas sean científicas, investigadoras, matemáticas o ingenieras aeroespaciales. Esas niñas de hoy, mujeres mañana, con su mirada femenina, mejorarán de manera sustancial la vida de todos y, singularmente, la de otras mujeres.
Acaba de fallecer María Castellano, la primera mujer Catedrática de Medicina de España. Corría 1980 y ninguna mujer había alcanzado aún ese mérito en este país. Referente en Medicina Legal y Forense, sus estudios sobre marcadores genético-moleculares, han sido fundamentales para la investigación de la paternidad.
Ellas aún son excepciones, ejemplos que confirman que sus investigaciones con mirada de mujer son imprescindibles en una ciencia para todos.
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