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“Pan y cariño”: Lalola y Las de atrás reinventan la Navidad con un villancico “transgresor” y anti-consumista
Cuando Rafa y David, de la Delegación de Juventud, se acercaron a Lalola tras un concierto de Dinamomusic para proponerle componer el villancico institucional de este año, la respuesta de la artista fue una carcajada de incredulidad. “¿Yo... un villancico?”. La cantante, que admite sentirse últimamente “decepcionada y asqueada” con el envoltorio comercial que rodea a la Navidad, pensó que se habían equivocado de puerta. Pero no. Buscaban precisamente eso: romper el molde.
El resultado se estrena este 4 de diciembre a las 20:00 horas. Se titula Pan y cariño y nace de referentes tan dispares como la versión de Copa Glasé de Nathy Peluso o Pesadilla antes de Navidad de Tim Burton. Es una obra firmada por Lalola y Las de atrás (el trío formado por Lola Jiménez junto a Isabel Santofimia y Lara López) que lanza un mensaje directo a la juventud: la felicidad no se compra, se vive.
El trip bolérico ibérico
Para entender la canción hay que entender a sus creadoras. Lalola define su proyecto como algo en “continua evolución” que basa su arte en “romantizar un rayo de sol a través de la ventana” o los pequeños placeres cotidianos. Junto a Las de atrás, ha conformado lo que ellas mismas han bautizado como trip bolérico ibérico: una mezcla imposible de soul, música latinoamericana, canción de autor, electrónica, trip hop y bolero, todo ello aderezado con “teatro, performance, drama y risa”.
Esa unión con Isabel y Lara nació de la necesidad de Lola de “tener un grupo de tías, un equipo detrás” para sentirse segura en el escenario. Lo que empezó 'tirándoles la caña' para tocar, ha acabado en una amistad donde “se van las horas hablando”. “Es un proceso creativo muy amable, respetamos mucho las propuestas de cada una y se queda siempre lo mejor de todas”, añade Isabel Santofimia sobre la dinámica del trío .
Un “Cadáver Exquisito” contra el consumismo
“Les dije que yo no iba a hacer un villancico feliz y común, y me dieron toda la libertad”, explica Lalola sobre el encargo, que solo tenía líneas rojas lógicas como no mostrar ni incentivar alcohol o tabaco.
El proceso de composición fue tan lúdico como el resultado. Utilizaron la técnica del “cadáver exquisito” (un juego de creación colectiva que consiste en escribir frases por turnos ocultando parte de ellas para que el siguiente la complete) “entre vinitos” para sacar frases y conceptos que luego ordenaron. La letra pone el dedo en la llaga de una realidad que a menudo se oculta: la presión por los regalos caros, la hipocresía de las reuniones familiares obligadas o la tristeza de ver guerras y desastres naturales mientras se nos exige una “felicidad desorbitada”.
“Necesitamos también villancicos que hablen de otras realidades”, apunta Isabel Santofimia, quien destaca que el reto musical era mezclar “el villancico convencional con estilos más actuales”.
Sonido “cañero” y estética de cine
Para traducir este mensaje en imágenes y sonido, el proyecto se ha rodeado de talento local de primer nivel. La producción musical ha corrido a cargo de Luis Dávila, con quien las artistas aseguran haber hecho un match total para lograr lo que Isabel define como un sonido “cañero”: “El bajo de las estrofas, las voces de Lola al final, los coros... había que transmitir con los arreglos un mensaje contundente: necesitamos una Navidad más humana”.
En el apartado visual, el videoclip ha sido realizado por la productora Evolutiva (con Álex Dios e Isabel Serrano en la dirección de arte). La pieza audiovisual juega con una estética “oscura y elegante” para recrear una cena navideña que “se va un poco de madre”. El vídeo visualiza la hipocresía de estar en una reunión donde no quieres estar, pero donde al final terminas encontrando momentos de conexión real, risas y bailes. “La vida está llena de grises y contrastes; la luz y la sombra coexisten siempre”, reflexiona Lalola.
Música como vía de escape
Este lanzamiento confirma la apuesta de la Delegación de Juventud por el talento joven, cediendo el espacio institucional a voces que se atreven a usar la música como vehículo de transformación social. “La música es mi vía de escape, te hace ver que no estás sola y que todos tenemos los mismos dramas con distintos nombres”, confiesa Lola.
Pan y cariño es, en definitiva, un “mensaje global y humano” que busca recordar que, tras el ruido de las compras, lo único que queda es volver a la esencia. “Queríamos que tuviera un halo de esperanza”, concluyen.
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