La Fiscalía pide ocho años de cárcel al capitán y cinco al teniente por las muertes de dos militares en Cerro Muriano
El Fiscal Jurídico Militar ha pedido penas de ocho años de prisión para el capitán Zúñiga y cinco años de cárcel para el teniente Tato procesados por la muerte del soldado Carlos León Rico, natural de El Viso del Alcor (Sevilla), y del cabo Miguel Ángel Jiménez Andújar, natural de Adamuz (Córdoba), de la Brigada Guzmán El Bueno X, en un ejercicio acometido el 21 de diciembre de 2023 en la base militar cordobesa de Cerro Muriano.
Según recoge la calificación del Ministerio Público, a la que ha tenido acceso Europa Press, aparece como responsable en concepto de autor por “su participación material y directa” el capitán procesado por dos delitos contra la eficacia en el servicio del artículo 77.1 del Código Penal Militar, en relación con el artículo 142.1 del Código Penal, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 27 y 28 del Código Penal, así como el teniente procesado.
Por otra parte, la Fiscalía expone en su escrito que “no se aprecia responsabilidad penal” en la conducta de un teniente coronel y un comandante que fueron procesados en el caso, para quienes considera que “procede la libre absolución”, con “todos los pronunciamientos a su favor”.
Además, exige a los procesados de forma solidaria en concepto de responsabilidad civil --en este momento procesal, sin perjuicio de los incrementos o cuantías que resulten del acto de la vista oral-- un total de 422.174,40 euros para los familiares de ambos militares, “siendo responsable civil subsidiario el Estado en virtud de lo dispuesto en el artículo 121 del Código Penal Común”.
Fue en julio de 2024 cuando el Juzgado Togado Central Número Dos, con sede en Madrid y que ha indagado este caso, dictó un auto con el que procesó por estos hechos al capitán Zúñiga, el teniente Tato, el sargento Castroviejo, el teniente coronel Zanfaño, el comandante Velasco y el coronel Navarro. Los procesamientos del sargento Castroviejo y el coronel Navarro ya fueron revocados.
“Criterio improvisado”
En concreto, se detalla en la calificación del fiscal que de las diligencias judiciales practicadas resulta que el capitán Zúñiga, jefe de la Compañía en Período Básico de Instrucción (PBI) y jefe de actividad en las maniobras ALFA desarrolladas entre el 18 y el 22 de diciembre de 2023 en Cerro Muriano, fue el responsable del diseño, preparación, ejecución y dirección del ejercicio realizado el día 21 de diciembre de 2023.
El mismo consistió en 'paso de río' en el que fallecieron el cabo Miguel Ángel Jímenez Andújar y el soldado Carlos León Rico, “tomando una serie de decisiones de las que fue conocedor y participe, de forma activa y directa, el teniente Tato, sin que tales decisiones fueran comunicadas al entonces jefe de la Plana Mayor del Regimiento, el teniente coronel Zanfaño --en comisión de servicio desde el 26 de septiembre de 2023 hasta el 15 de diciembre de 2023-- o al comandante Velasco --nombrado en sustitución--”.
Según el fiscal, “en ningún momento, tanto en la preparación como en la ejecución del ejercicio, el capitán Zúñiga expuso a sus mandos las condiciones en las que se iba a ejecutar o desarrollar, no especificó que se tratara de una actividad que tuviera por objeto practicar la flotabilidad, tampoco explicó por dónde y de qué manera se iba a realizar el ejercicio consistente en 'paso de río', sino que actuando, bajo un criterio personal e improvisado, basado en la necesidad de 'nadar y evitar ir andando', buscó apoyo en su unidad orgánica, en base a la previsión de la circular 305/23, para que la práctica se realizase conforme había ideado”.
El ejercicio consistía en cruzar a nado el pantano, por el lugar que el capitán Zúñiga y el teniente Tato “habían supervisado previamente, es decir, desde una orilla de entrada hasta la opuesta, equipados con el uniforme camuflaje, fusil de asalto HK, mochila de combate y casco”. La mochila iría colocada delante del cuerpo como flotador, para lo que era imprescindible que estuviera perfectamente estanca para poder impulsarse con las piernas.
El teniente Tato, “conocedor del diseño y preparación de la actividad, sabedor de que se trataba de un ejercicio de flotabilidad, así como de las condiciones en las que se había colocado la cuerda, no ordenó, ni se preocupó de hacer las comprobaciones previas necesarias respecto a la estanqueidad de las mochilas y su sección continuó portando una mina de instrucción que se les había asignado, cuyo peso era superior a tres kilos, lo que dificultó posteriormente la flotabilidad y las condiciones para mantenerse en el agua a una temperatura muy baja”.
“El desorden se produjo de manera inmediata”
Durante el ejercicio, el capitán les indicó “de forma reiterada que la cuerda era una cuerda guía y no una línea de vida, por lo que no debían sujetarse salvo en el caso de necesidad”, a lo que se añade que “no hubo unas instrucciones claras y precisas por parte del capitán Zúñiga y del teniente Tato y el desorden se produjo de manera inmediata, puesto que tenían dificultades para moverse por un fondo fangoso y con ramas”.
Al hilo, se indica que “la profundidad y la temperatura del agua --alrededor de unos ocho grados-- dificultaban que pudieran avanzar y la mayoría de las mochilas no permitían la flotabilidad, unos compañeros se adelantaban a otros, sólo se veían cabezas que subían y bajaban, sin poder distinguir de quién se trataba, se escucharon gritos de auxilio, se sujetaban entre ellos o buscaban donde agarrarse a la cuerda, mientras que insistentemente el capitán decía que se soltaran de la cuerda”.
En un momento dado, “la cuerda perdió tensión e incluso llegó a quedarse sumergida siendo utilizada por algún soldado para elevarse”. La mayoría de los soldados fueron ayudados a salir por la orilla de entrada. Uno de ellos vio como el cabo Jiménez “tenía dificultades para avanzar, pidiendo a los compañeros que le ayudasen”.
Sin ambulancia
En cuanto al apoyo sanitario, ese día la ambulancia no estuvo presente en las inmediaciones del pantano. La actividad coincidió con un ejercicio de tiro nivel 1, circunstancia que “se hizo saber al capitán” la noche anterior y reiterada esa mañana, “con la advertencia de que ante una eventual necesidad no estaría en disposición de acudir rápidamente”.
Ante la situación creada y la desaparición en el agua del cabo Jiménez, el capitán ordenó al teniente Ojeda que “pidiese urgentemente la ambulancia, que se presentó en la zona del pantano nueve minutos más tarde. A las 9,42 horas, el capitán habló con el 112 para comunicar que ”un militar se había ahogado“. No se percataron de la desaparición del soldado León hasta que no se hizo un recuento de personal en una zona situada a unos 500 metros aproximadamente del embalse.
Soldados con hipotermia
Además del fallecimiento de los dos militares, durante la realización del citado ejercicio dos soldados precisaron de asistencia sanitaria por síntomas de hipotermia. Uno de ellos, “auxiliado en la orilla del pantano en estado de inconsciencia”. Ambos soldados fueron trasladados en ambulancia al hospital, donde fueron atendidos por hipotermia.
Los cuerpos de los dos fallecidos fueron localizados sumergidos en el lago y recuperados por agentes del Grupo de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil. Constan informes de autopsia en los que la causa de la muerte en ambos casos fue “síndrome anóxico por sumersión”.
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