Los casos de agresiones sexuales a menores son cada vez más frecuentes con detalles que cuesta creer sean verdad. Pero lo son. El niño de cuatro años hallado muerto en Garrucha tenía en su cuerpecito signos inequívocos de violencia física y sexual. La madre, 21 años, y su pareja han sido detenidos.
Hace semanas intervine en Málaga en un juicio en el que se ventilaba la responsabilidad penal de un auténtico depredador. Maria y Sonia -nombres ficticios- de 16 y 15 años fueron interceptadas a la hora de la siesta en verano por un conocido que, con su amable y blanca sonrisa, las invitó a entrar a su casa. Con su piel de cordero les ofreció bebidas espirituosas para un mini botellón playero de tarde que tenían. Cuando la puerta de cerró, ocurrió el horror.
Tras privarlas de voluntad con unas “copitas” y alguna otra sustancia, comenzó la auténtica cacería. A una de ellas le practicó toda suerte de actos sexuales. Un catálogo infame de penetraciones vaginales y bucales, mientras la otra lo presenciaba todo sin poder hacer nada. Oír al depredador de 40 años decir en su defensa que ellas en realidad lo deseaban y que la agredida “se comportaba como una potra desbocada” fue tan execrable como nauseabundo, por más acostumbrada que una esté a estas cosas.
Por cierto, hacer que un menor de 16 años presencie actos de carácter sexual, aunque no participe en ellos, es también un delito sobre lo que tengo la impresión de que todos somos muy laxos. Habrá quien crea, incluso, que eso ni siquiera es delito.
La casa de los horrores de Colmenar Viejo ocultaba un auténtico monstruo. Un padre ultracatólico, reputado médico, que, cuando cerraba tras de sí la puerta del chalet, maltrataba y castigaba atrozmente a sus ocho menores hijos. A dos de las niñas las obligaba a ver pornografía dura, con la idea de enseñarles así a despreciar el sexo ¡Menuda enseñanza! No contento con ello, a menudo les introducía esos dedos de avezado médico en sus vaginas para comprobar si seguían siendo vírgenes, mientras les llamaba “putas, sois unas putas”. Sepan algo, no solo es delito el acceso carnal por vía vaginal, anal o bucal, sino también la introducción de otros miembros corporales u objetos por alguna de las dos primeras vías.
¿Podrá este padre ser perdonado algún día por el Dios al que se encomendaba? ¿podrá pagar suficientemente el depredador de la siesta su delito con los años de cárcel a los que ha sido condenado? ¿quién restañará el daño al niño de Garrucha si ya está muerto? los supervivientes de estos horrores … ¿No estarán ya muertos en vida?
Y me pregunto: ¿Estamos locos o qué? Solo mentes más que enfermas, realmente malignas, pueden cometer tamañas atrocidades. El problema es la impunidad con la que creen actuar estos depredadores… y que desgraciadamente están ahí. Pasean por las calles, desayunan a nuestro lado, están en tus fiestas familiares, nos atienden en el mercado, rezan en el banco de al lado en la iglesia y pueden ser tu jefe en el hospital, o el jardinero que corta tu césped.
Luego están esos otros, no mucho mejores, que nos dan lecciones de feminismo y hasta hacen a modo de exordio una proclamación de sus virtuosos principios, ¡mientras se frotan su asquerosa bragueta y le ponen a todo lo que hacen “una mijita de su polla” ¡Asco más grande!
Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada.
Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta.
¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.
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