Rafa Blanco: “El baloncesto me ha dado la oportunidad de seguir ligado a él y lo voy a aprovechar a muerte”
La vida, a veces, da segundas oportunidades. Si las peleas, si las buscas. Si las deseas, si las trabajas. A Rafa Blanco León (Córdoba, 1997), ciertamente, nadie le ha regalado nada. Lo ha sudado, lo ha corrido, lo ha estudiado y, por tanto, ha trabajado todo lo que tiene. No hay duda que su genética le ha ayudado mucho en el camino, tanto la física como la mental. Y ha sabido levantarse, reparar el dolor (igualmente, tanto el físico como el mental) y reciclarse. Sin abandonar los sueños. Él quiso modificar el camino para llegar a una misma meta. Hacer realidad su propósito de estar en la élite. Un sinfín de historias, momentos, glorias y tragedias en más de dos metros de talla.
Este joven cordobés pasó de tener una proyección de máximo nivel, a verse obligado a abandonar todo por lo que tanto había peleado. De ser una promesa del baloncesto nacional, a tener que retirarse con apenas 21 años. Pero el baloncesto está en su ADN y, pese a que sufrió mucho con él, nunca pudo abandonarlo del todo. Por el camino quedan infinitos recuerdos, como esos que le vienen a la mente cuando cruza la verja del Colegio Cervantes. En esas clases, en ese patio, entre esas marea de canastas. Donde todo empezó. Luego llegaría el Madrid y unos amigos para toda la vida. De Luka Doncic a Santi Yusta. Una generación de oro. La conquista de Europa. El primer equipo blanco. Un profeta en su tierra.
Pero la vorágine y la exigencia del profesionalismo se tragan cada temporada a miles de diamantes en bruto. Se quedó sin minutos. Cambió el blanco por el celeste de Estudiantes. Un contexto diferente. Una nueva oportunidad. Volvía a sonreír. Y de repente, en Zaragoza, la rodilla dijo basta. Volver a empezar, pero ya nunca más fue el mismo. Lo quiso intentar de nuevo de regreso a su tierra. Y otra vez la misma rodilla le dijo que no. Eso sí fue un punto y aparte. Tras esto apareció la fisioterapia. Otro modo de vida. Un nuevo amor por descubrir. Una pasión hecha profesión, y volvió a abrazar a la ciudad maña. Justicia poética. Caprichos del destino. De eso y mucho más habla Rafa Blanco durante más de una hora de conversación con Cordópolis. Un niño que necesitó ayuda y que ahora no duda en prestarla.
Mi vida ya está en otro lado, pero siempre es increíble volver al origen
PREGUNTA. Tu profesión no te permite parar mucho por Córdoba, por lo que imagino que cada vez que vienes por aquí te llegarán buenos recuerdos de infancia, sobre todo en sitios como el que nos encontramos ahora mismo.
RESPUESTA. Sí, aquí al final empezó todo. Es lo que os he dicho cuando hemos entrado por la puerta: mi clase era aquella, en esa canasta hice mi primer mate en categoría mini. Son cosas que siempre están en la memoria y, aunque hayan cambiado todas las instalaciones, tanto en la parte de fuera del pabellón como en el interior, yo tengo muy buen recuerdo. De hecho, ayer (la entrevista se realizó el domingo 30 de noviembre) paseando por el barrio vi que había ambiente en el cole y lo primero que hice fue pasar por ver si veía a algún conocido. Al primero que me encontré fue a Luis Requena. Al final, siempre que puedo paso e intentó volver un poquito a esos orígenes y recuperar el toquecito especial que tiene este sitio para mí desde siempre. Y la verdad que mola mucho.
P. Han sido muchas horas jugando en estas canastas.
R. Muchas, muchas. Me acuerdo de que, cuando empecé, todavía no había tanta categoría inferior, es decir, que estabas en tercero. Pero claro, como yo era muy grande, a mí me cogió el coordinador de predeporte de los niños de primero y segundo de Primaria y me dijo que si me gustaba el baloncesto. Le dije que sí y me llevó a las escaleras de los profesores, que justo salía Chani (Del Rey), le propuso la idea y me dijo: el jueves a las cinco y media empezamos. Y desde entonces, yo seguí, desde primero o segundo de Primaria, estuve enrolado con gente un poquito mayor. Cuando estaba en mini subía con los infantiles, cuando estaba en infantil, subía con los cadetes, hasta que ya me fui para Madrid.
P. Lo de vivir fuera, hoy en día, ya no es nada extraño para ti.
R. No es extraño. Los primeros años sí fueron muy difíciles, porque yo siempre he sido alguien muy casero, pero una vez ya tienes toda la experiencia y todo ese bagaje, ya lo ves como normal. Lo hablaba con mi madre este fin de semana que, aunque sigue siendo mi casa, sigue siendo mi habitación y demás, pero al final, mi vida ya está en otro lado. Y eso, al final, es un sentimiento como muy agridulce. Como de que estás creciendo y estás viviendo experiencias que vienen muy bien, pero siempre vuelves a los orígenes y dices: ostras, es que no ha cambiado nada tío. Eso es increíble, la verdad.
P. Hablando de esos primeros pasos aquí en Maristas. Generación del 97, que la verdad fue potente aquí en Córdoba. Había muchos equipos destacados en ese entonces. Además de Maristas, estaba Montilla, Salsas Musa, Addipacor...
R. Había mucha competencia. Yo, una de las espinitas más grandes que tengo del baloncesto de formación en mi etapa en Córdoba, es que no tuve la suerte de ir a un sector, a un Campeonato de Andalucía, porque es verdad que los equipos punteros eran otros. Yo estaba en Maristas muy bien acompañado por mis compañeros de clase, pero es verdad que los grandes jugadores de esa generación, al final, hemos hecho muy buenas migas. Por ejemplo, con Adolfo Vega, que también es fisio, lo adoro y es de mis mejores amigos, Julián Santos...
Doncic me dijo que ni es sus mejores sueños esperaba tener lo que está viviendo
P. Hay muchos fisios de ese año.
R. Exacto, Javi Delgado también es fisio. Álvaro Hurtado también (risas). Sí, sí, de esa camada han salido tanto grandes jugadores como, esperemos, grandes fisios que lo seamos en el futuro. En definitiva, con un montón de gente de esa generación del 97, de otros equipos, gracias a la selección cordobesa y a que nos juntamos un grupo de muy buenas personas, hemos hecho muy buenas migas, la verdad. Yo tengo un recuerdo superbonito de esa época.
P. Siendo cadete, imagino que la llamada del Real Madrid supone un antes y un después en tu vida.
R. Sí, sí.
P. ¿Recuerdas el momento?
R. Sí, sí, me acuerdo que todavía las pistas del pabellón estaban con el cemento verde antiguo. Estábamos entrenando en la pista del fondo, y recuerdo que yo estaba en segundo de la ESO y Chani era mi tutor y mi entrenador. Y en pretemporada, me cogió y me dijo que quería hablar conmigo, que se había puesto en contacto un equipo diferente al Cajasol y al Unicaja, que eran los que más fuertes habían apostado por mí en ese momento. Me dijo que había hablado con él Alfonso Casas, que era en ese momento el que se encargaba de toda esa dinámica de captar talentos a nivel nacional. Que me invitaban a Madrid para un fin de semana, ver las instalaciones y, desde entonces, ya ese primer fin de semana de entrenamiento estuvo muy bien, me enseñaron todas las antiguas instalaciones, porque ahora están en Valdebebas, antes eran en Pozuelo. Y nada, desde ese primer momento me dijeron que si me quería quedar para cursar ya segundo de la ESO allí, pero ya tenía la idea de que me iba a quedar este año aquí. Entonces, lo que hicimos ese año fue optar por ir periódicamente a Madrid. Fui a un torneo a Hospitalet, fui a la Minicopa. Cuando ya se acabó el curso fui también a esos entrenamientos de final de temporada, de tecnificación. Y ya cuando llegó verano, básicamente fue hacer maletas y tirar para allá.
P. ¿Hiciste pruebas con Unicaja o Cajasol?
R. Bueno, pruebas como tal, categóricas, de que te ponen a entrenar y sabes que es una prueba, no, pero invitarte a distintos campus, por ejemplo, con Cajasol fui al campus de Sierra Nevada, que tienen de tecnificación, con Unicaja igual, fui al campus un par de años. Tuve la suerte de que los equipos lo tenían tan claro que no necesitaban mucha prueba, sino que al verme jugar veían que podía tener un hueco en sus equipos y querían contar conmigo. Con el Madrid pasó lo mismo. En cuanto pude llegar y demostrar que podía aportar, quisieron contar conmigo.
P. Imagino que el Madrid era diferente.
R. Muy diferente. Al final, dentro de que Cajasol en su momento y Unicaja eran clubes, lo que sigue siendo Unicaja a día de hoy, superimportantes, pero el Madrid es otro concepto y es una seriedad que ya roza ese profesionalismo en edades muy tempranas. Te exigen mucho y te cuadriculan mucho tu estilo de vida a que tengas un rendimiento de provecho en pista. Allí lo primero que te dicen: estos son tus estudios, este es tu tutor, estas son tus exigencias y tienes que cumplir para tener la oportunidad de rendir en la pista. Y eso la verdad que se agradece. Imagino que será en todos lados igual, pero como yo lo he vivido de primera mano, pues sé que allí se trata muy bien a todo el mundo, tanto dentro como fuera de la pista, más allá de la exigencia.
P. Ya ese inicio de curso que te marchas a Madrid, ¿qué te encuentras?
R. Me encuentro que la cantera no era lo que es a día de hoy. Ahora hay mucho talento internacional. Nacional no sé cuánto habrá, pero sí que es verdad que yo era el único fichado del cadete B, aunque hacía también cositas con el cadete A, e incluso también llegué a subir algún partido con el júnior, donde coincidí con Willy Hernángómez, que cada vez que le veo tema de Barça y demás, tenemos muy buena relación.
Pero eso, me encuentro que soy el único chaval nuevo, que soy el único becado de baloncesto. Es verdad que había más gente de mi edad becada, pero por parte del fútbol. Entonces, digamos que los del Madrid pasamos a estar más tiempo en clase juntos, tanto baloncesto como fútbol. Y bueno, al final, una exigencia de entrenamientos a las siete de la mañana antes de ir a clase, sales de clase, comes rápido, intentas descansar algo y te vas en autobús al pabellón, que te lo ponía el club. Entrenas una hora y media físico, una hora y media pista y así cuatro días a la semana, y los jugadores que teníamos la suerte de doblar con distintos equipos, pues ya no era un partido a la semana, eran dos.
Sota, caballo y rey (risas). Era machacar, machacar y machacar, una y otra vez, hasta que se obtuviesen los resultados deseados, que al final se está viendo que el Madrid, gracias a esa filosofía que empezaron a implantar con gente de mi promoción, cuando llegó Luka (Doncic), cuando también llegó Barreiro. Todo ese nivel de talento, tanto nacional como internacional, ahora se ve que está dando sus frutos y el Madrid es una de las canteras más dominantes del país.
Felipe Reyes siempre me ha apoyado y ha sido muy cercano conmigo
P. Imagino que a nivel personal sería duro.
R. Sí, porque no había tampoco la facilidad que hay ahora. O sea, a mí me pilla el año en el que empieza a ser más habitual comunicarse por texto en los móviles. Me acuerdo que yo tenía un móvil de solamente llamadas.
P. SMS como mucho.
R. Claro. Y recuerdo que me regalaron mis padres para esas navidades una BlackBerry, y ahí ya sí que empezó más todo el tema de la mensajería instantánea. Pero hasta entonces, llamadas diarias, hablar con tus padres por teléfono cada dos por tres y en los momentos de bajón, si ya no querías pecar de pesado y de blando y llamar a tus padres, pues apoyarte en los compañeros y en los tutores de residencia que, al final, también es gente que trabajaba con críos. Entonces estaban hechos a ese bajón, de llamar a casa y decir: que me quiero ir, que no quiero estar aquí. Y ellos te decían: no, tienes que estar aquí, porque esto es tu futuro. Y así era.
P. Ya hemos mencionado algunos nombres, pero esos años coincides, no sabría decir si la mejor, pero sin duda una de las mejores generaciones de la historia de la cantera del Madrid.
R. Sí, sí.
P. Ya los hemos citado. Santi Yusta, Barreiro, De la Rúa, Dos Anjos. Pero había un chaval que era especial y era menor que el resto.
R. Sí, dos años más pequeño. Yo soy del 97 y Luka del 99.
P. Ya era diferente entonces.
R. Yo recuerdo que él llega y el primer entrenamiento que hace, ya te digo, antes de que existiese todo el complejo de Valdebebas, sobre todo para baloncesto, pues estaba todo lo que es el tema del Valle de las Cañas, en Pozuelo. Él llega, muy delgadito, muy canijito, pero lo primero que nos dijeron es que era un chaval que venía de Eslovenia, que había metido en aquel famoso torneo una barbaridad de puntos, en Roma. Es por el que se fija el Madrid en él. Un torneo infantil. Lo invitan a la Minicopa y ya la lía. Siendo un año menor. Y ya al año siguiente, que ya es infantil, pero juega solo con el cadete, sí que destaca ya muchísimo. Era especial, desde el primer momento.
Era muy tímido. Ahora imagino que con tanto americano se habrá multiplicado esa personalidad, que es un tío genial, pero era muy tímido y uno de los primeros recuerdos que tenemos de la residencia, y que siempre lo comentamos entre risas, es que él se pasó por todas las habitaciones, porque se había comprado un paquete de patatas, y se pasó por todas habitaciones de los que ya estábamos allí ofreciéndonos patatas fritas. No sabía español, y de la noche a la mañana, entre ver vídeos en YouTube y estar en clase y demás. De la noche a la mañana empezó a hacer frases hechas, chistes, a vacilarnos y a bromear. O sea que, más allá de una mente privilegiada para el deporte, fuera de pista también era una mente privilegiada para meterse en ese entorno.
P. La verdad que congeniasteis muy bien todos.
R. Muy bien, porque sí que es verdad que ese equipo tuvimos la mala suerte de que no hicimos un buen papel en Campeonato de España, en parte porque coincidimos con el Unicaja de Adolfo Vega, y creo que no sé si en cuartos o en octavos ya quedamos fuera del Campeonato de España. Pero yo recuerdo esa época muy bien, porque, al final, éramos como cuatro o cinco becados, y el resto eran todos chicos de Madrid que llevaban toda la vida juntos. Entonces, yo con Santi (Yusta) he convivido mucho, Barreiro era mi compañero de habitación. Entonces, ha sido con los dos que más he congeniado, y por supuesto, con Luka.
Ahora ya no tengo la suerte de tener tanto contacto con él, pero bueno, nos seguimos en Instagram, nos vemos las fotos, de vez en cuando nos hemos escrito, pero ya hace bastante que no hablo de tú a tú con él. Pero sé que no ha cambiado. Por lo que me cuentan de él, al final, sus fisios fueron los míos en el Madrid.
En el Europeo acabamos de perol en la casa del embajador español en Ucrania porque era de La Fuensanta
P. Se los ha llevado a la NBA.
R. Exacto, se ha llevado a Javi Barrios y está ahora también Samuel Castillo. Son las mismas personas que nos atendían cuando teníamos 15 años. Entonces, sé que está rodeado por un entorno en el que está a gusto y le va muy bien, y no deseo otra cosa que tenga éxito. Todo lo bueno que le pase, yo me voy a alegrar, hable más o hable menos con él.
P. No hay reuniones periódicas de aquel equipo.
R. No, es muy complicado, al final cada uno tira para su propia vida. Yo he tenido la suerte de recalar en Zaragoza, que estoy con Santi. Y con Barreiro también cuando he tenido oportunidad. He ido a Málaga mientras me estaba sacando la carrera o estaba trabajando aquí en Córdoba, pero con Luka no ha surgido nunca la oportunidad, porque a mí me pillaba, en esa época de NBA en la que estábamos todavía más cercanos, jugando mucho a la consola por la noche, allí en su mediodía o en su media tarde, pues sí que nos decía: a ver si venís a verme. Pero claro, cuando él tenía tiempos de parón, yo tenía tiempos de exámenes, o cuando yo podía, él tenía una gira fuera y no había marea. Pero bueno.
P. El suyo ha sido el peor traspaso de la historia de la liga, seguramente (risas).
R. (Risas) Bueno, eso al final lo saben quienes han querido hacerlo y quienes tenían mano, pero vamos, todo el mundo dice que ha sido un error y se está viendo que él está haciendo una temporada más números de otro planeta. Y a Dallas no le está yendo tan bien.
P. Bueno, esos años en el Madrid tuviste también la oportunidad de jugar varias veces en Córdoba.
R. Sí, el Torneo Mezquita. Y después vine en pretemporada con el primer equipo, que jugamos contra Baloncesto Sevilla, que a mí me avisan por la mañana. Nosotros teníamos un partido con el júnior, y me avisan rápido al acabar y me dicen: Rafa, vístete que te vas con el ACB para Córdoba. Y me fue corriendo a Atocha, me fui con Alberto Angulo, llegué a Vista Alegre, me cambié, y al final, me dijeron que no pude jugar porque no me metieron en acta.
Eso me dijeron, ya no sé yo... Pero vamos, nada más que la experiencia de poder estar allí. Me acuerdo que estuve con Jaycee Carroll, con Slaughter, con Dani Díez, con Mirotic. En el otro equipo estaban Kristaps Porziņģis, Willy Hernangómez, que ya estaba cedido por el Madrid. Satoransky. O sea, he compartido momentos, tanto directa como indirectamente, con gente que está ahora muy arriba, y eso te mola muchísimo. Te paras a pensarlo muchas veces y dices: hostia, es que conozco a gente y la gente me ve, cuando estuve la temporada pasada todo el año con el ACB, y te saluda Felipe Reyes, te saluda Rudy. Te saluda un montón de gente de distintos equipos ACB, que al final has ido coincidiendo en categorías inferiores de la selección o en clubes y mola mucho, porque ves que la gente guarda el mismo recuerdo bonito de ti, que tú guardas de ellos. Y eso es muy reconfortante, tío.
P. ¿Tuvo algún papel destacado Felipe Reyes cuando llegas al Madrid?
R. A Felipe lo conocí, porque Juan Trapero, su familia es de Montilla, no sé si de parte paterna o materna. Pero tiene orígenes también de aquí de Córdoba. Y una de las veces que estábamos entrenando con el cadete, coincidimos con jugadores del primer equipo. Juan Trapero ya sabía que yo era de Córdoba y le dijo a Felipe: oye, aquí hay un chico también de Córdoba. Y desde que me conoció, siempre bromeando conmigo, también la época en la que Santi, después de su paso por Obradoiro, está en el Madrid, yo aprovecho también para visitarle mucho y estar con él y demás. Y siempre bromeando, siempre súper cercano.
Cuando vino la selección española, en el partido de las Ventanas, le hicieron el homenaje, yo no esperaba verlo y justo me lo encontré a la salida, saludó a mis padres, y bromeando de cuando me iba a ir, porque estaba acabando la carrera, justo ese año empezaba a trabajar y me dijo: cuando acabes la carrera ya estamos viendo para que te vengas. Siempre ha estado muy cercano y siempre me ha tendido la mano a conversar y a apoyarme en todo lo que él ha podido, bajo sus contactos y su influencia. Yo a Felipe le tengo muchísimo cariño, la verdad.
Mi relación con Zaragoza la veo como justicia poética
P. 2013. Campeón de Europa U16. Coincides en ese equipo con Yusta, pero también estaba López-Arostegui, Sergi García...
R. Lo primero que recuerdo es que, mi actual jefe, fue el fisio de ese Europeo. O sea, al final, ya te digo, volviendo a esa conversación de antes, de que hay mucha gente que conoces y con el tiempo vuelves a reenganchar. Lo hablamos muchas veces cuando sale la conversación y, sinceramente te digo, si ese Europeo se vuelve a repetir, de 10.000 veces no lo ganamos ninguna. Éramos la selección más improbable de ganar un Europeo de ese calibre.
P. ¿Qué jugadores había en otros equipos?
R. Papagiannis y Charalampopoulos en Grecia. El primero con trayectoria NBA consagrada, y el segundo ha sido un alero determinante en Europa y ha jugado en Euroliga. Después mete a Furkan Korkmaz y Yurtseven en Turquía. Y el partido más improbable que nosotros ganamos fue el de cuartos de final contra Croacia, que tiene un quinteto titular, creo que con tres NBA. Dragan Bender, Ante Žižić e Ivica Zubac, que es el pívot titular de los Clippers ahora mismo.
Y aun así, te pones a pensar y es que nos salieron las cosas y ganamos. El mejor partido creo que fue el de Italia en semifinales, que ganamos de siete creo, y contra Grecia, que ganamos de uno en la prórroga, pero fue un partido a cara o cruz. Pero ya te digo, con las selecciones que había, en ese año Croacia queda fuera en cuartos por nosotros. Grecia es la tercera, Serbia segunda y nosotros quedamos campeones. También es verdad que ese campeonato fue supercurioso, porque nos llevan a la casa del embajador de España en Ucrania. Y el tío era de Córdoba. Del barrio.
P. ¿Encima?
R. Le digo: yo soy de Córdoba. Y me dice: ¿de qué barrio? Digo: de La Fuensanta. Y me dice: hostia, yo soy de La Fuensanta. Superinverosímil. Y claro, estábamos de cachondeo y le decimos: si pasamos de fase, nos invitas a una barbacoa. Pasamos de fase como primeros de grupo o como segundos, porque nos ganó Grecia, que fue el único partido que perdimos en todo el campeonato. Pasamos de grupo y tú nos ves a doce chavales de 16 años y a todo el cuerpo técnico, de perol en la casa del embajador de España en Ucrania y el tío de Córdoba, o sea, es que no te lo crees. Eso es un recuerdo, que ya te digo, cuando muchas veces lo hemos hablado con Santi, con Sergi García, con Xavi López-Arostegui. Lo hablas y es que no te lo crees. Repites ese Europeo partido a partido las veces que quieras, y creo que la probabilidad de que España gane un oro es nula. Nula.
P. Tremendo.
R. Pero ganamos. La medalla la tengo en mi casa. Bien bonita y reluciente (risas).
P. La aventura en el Madrid creo que dura tres años.
R. Sí, tres años completos.
P. En esos últimos meses, tú te vas quedando sin minutos, cada vez vas jugando menos. Hay compañeros tuyos y amigos, que quizá están poquito a poco más en dinámica del primer equipo. ¿Te costó gestionar eso?
R. Cuesta gestionarlo, pero lo sacas adelante de la manera que mejor puedes. Fue muy duro, porque al final ves que llegas de un Campeonato de Europa, que yo tuve un papel en el Europeo que fue de menos a más, fui teniendo más protagonismo al final del campeonato y llegué a esa pretemporada en la que vas enrolándote, vas teniendo buenas sensaciones y, al final, evidentemente con la plantilla que teníamos, alguno tenía que caer y caí yo.
Ahora, mayor y más hecho físicamente, evidentemente soy alguien de más de dos metros y más imponente físicamente, pero antes era muy alto, pero era muy canijo. Había físicos en esa categoría júnior que ya eran determinantes, y yo no tenía cabida. Lo aceptas, sigues trabajando y ahí fue cuando recalé en el Estudiantes.
El día que me rompo el cruzado se acabó todo para mí
P. Antes de llegar a eso. Paco Redondo era el entrenador de ese júnior.
R. Exacto. El año que yo soy júnior fue el primero de Paco en el Madrid en categorías de formación. Yo a Paco lo adoro, tengo amistad con él y he tenido la suerte de poder estar de vacaciones con él y tenemos una relación muy buena. Pero al final me lo dijo: los objetivos del club son unos y por más que yo quiera ponerte a jugar, es que es inviable que puedas jugar con la plantilla que hay y con la rotación que hay que dar de jugadores. Y ya ahí fue cuando le dije que lo entendía y que gracias por la sinceridad y me puse a buscar otras alternativas y sale la opción del Estudiantes.
P. Antes de llegar a esa etapa. Lo hemos hablado antes fuera de cámara, pero bueno, quería pedirte una valoración de dos de esos compañeros y amigos. Por un lado, Santi Yusta, que a día de hoy seguramente es el mejor nacional de la ACB.
R. Es que de Santi no hay, y que se me entienda, no hay nada que destacar porque Santi siempre ha sido así. Lo que más ha primado de Santi, más allá de su físico y de su talento, es su mentalidad. Cuando Santi no estaba jugando y era un crío de 19 o 20 años en el Madrid, cuando salía, sumaba.
Y cuando sale del Madrid a Tenerife y empiezan a darle continuidad, empieza a sumar mucho. Tiene la mala suerte de que se rompe y sabe volver de la lesión más fuerte que nunca. Y lo está demostrando. Yo creo que, al final, el estado de forma de Santi es la consecución de muchos años de constancia, que se juntan ahora con la madurez y con la continuidad de ese trabajo. Yo no te puedo ser objetivo con Santi, porque es que es como familia, tío. Es mi mejor amigo. Si te pones a ver mi perfil de Instagram y ves que mis vacaciones son con él, que mis momentos de disfrute, de carrera. El primero que proclama que su amigo es fisio cuando me gradúo, es él en Instagram. Con Santi es una relación muy especial, porque desde muy pequeños he estado conviviendo con él en su casa, con su familia, con sus hermanos.
Entonces, subjetivamente, para mí todo lo bueno que le pase, pero es que objetivamente, ya te digo, visto desde fuera y desde una perspectiva un poquito más objetiva, es que lo que determina la carrera y el éxito de Santi es la constancia. La constancia, el trabajo y el que, aunque las cosas no salgan, seguir trabajando en esas mismas cosas, porque terminarán saliendo.
P. El otro es Luka Doncic. El talento se le veía desde muy pequeño, pero quizá ha roto techos que no se esperaban.
R. Pero es que lo veíamos tan claro.
P. Sí, pero es que está peleando por ser el mejor jugador del mundo.
R. Quizá tanto como el mejor del mundo, no es algo que se esperara, pero yo recuerdo una conversación, jugando con él a la play, muy de madrugada, que estábamos los dos solos. Y estábamos, más que jugando, charlando de la vida. Y le dije: ¿tú te esperabas que fueses a tener todo lo que estás teniendo? Y estamos hablando de hace años, o sea, ni finales de la NBA, ni finales de Conferencia, sino que estaba empezando el fenómeno internacional por Luka. Y me decía: mira Rafa, yo sabía que yo me iba a dedicar a esto, pero ni en mis mejores sueños me imaginaba que iba a vivir lo que estoy viviendo. Y eso fue, ya te digo, antes de toda la explosión de finales de la NBA, finales de Conferencia, debates de quién iba a ser el MVP, y ahora su etapa en Los Ángeles.
Me imagino como tiene que estar su cabeza ahora. La gente lo ve como una superestrella, pero siendo una persona como cualquier otra, tiene que ser una asimilación muy difícil. No sé cómo explicarlo. Al final tienes ser él para explicarlo exacto, pero tiene que ser un giro de acontecimientos que tienes que decir: guau. Y seguramente su entorno, estando tan bien rodeado, le ayuden a poner muchas veces los pies en el suelo y a saber focalizar en lo verdaderamente importante. Él siempre ha tenido muchas críticas por lo del peso, por su “bajo”, muy entre comillas, estado de forma. Pero Nicola Jokic también ha sido alguien que ha sido muy criticado por su estado de forma y ha hecho lo que le ha dado la gana en una pista de baloncesto. Y no le estoy dando la razón a la gente que diga que ha estado con más o con menos peso.
P. Y la gente solo ve lo que pasa dentro de la pista.
R. Exacto, pero él está rodeado de su preparador físico, de su equipo de salud, de fisioterapia. Imagino también que a nivel nutricional tiene un cuidado. Es alguien que no está solo porque sea bueno, sino que también se han tenido que dar muchos condicionantes para que llegue a ese estado de forma y a jugar como está jugando a día de hoy. Por muy bueno que seas, si tú no te cuidas, no vas a tener resultados. Aunque seas el tío más talentoso del mundo. Eso no es viable, y mucho menos a ese nivel de exigencia. Puedes tener un partido destacado, pero la constancia que él tiene es por algo.
P. Ahora sí. Te marchas a Estudiantes en busca de minutos, pero tampoco es una etapa dulce. Llega la rotura del cruzado.
R. Además me rompo en Zaragoza. El año pasado, cuando ya llegué al ACB y ves que estás trabajando en este mundo, lo ves como una justicia poética de que Zaragoza me quitó esa parte de llegar a la élite, pero eso mismo que te he contado de la constancia de Luka o de Santi, a mí es lo que me ha hecho volver a ese mundo de élite al que siempre he querido estar muy ligado, gracias a saber enfocar mi carrera de fisioterapeuta y de poder enfocar mi trabajo a ese estilo de dinámica.
Pero bueno, en el Estudiantes fue jodido, porque en el momento en el que llega la lesión es muy frustrante. Llega al final de la temporada. Cuando yo ya estoy empezando a destacar otra vez en categoría júnior, que te dice la gente que igual te llaman para el Europeo U18. Y subes aquí y subes allá, y te rompes. Además, me rompo en Zaragoza el día que cumplo los 18 años. El 3 de abril de 2015 me rompo el cruzado.
En mi año en Palencia tuve que volverme en Navidad porque las condiciones eran muy malas
P. Lo tienes grabado.
R. Sí, lo tengo grabado. Fue un tapón, en un contraataque en un torneo que estábamos jugando. Yo saqué después de una canasta del equipo rival, un compañero dio un mal pase, y claro, yo estaba de último. Corrí al balance como un loco, salté y cuando caí, por suerte puse el tapón, pero caí de mala manera y fue cuando la rodilla dijo: ya no más. Y se acabó ahí. Después seguí, pero se acabó todo.
P. ¿En Madrid volviste a jugar?
R. No, no, en Madrid ya fue operarme y me vine para Córdoba. Estuve todo el verano recuperándome como pude, ya entré en las conversaciones para fichar por el extinto Bball y ahí empecé todo el tema de intentar compaginar estudios y deporte. Yo en ese primer año de sénior no entro a la carrera, porque me quedaban todavía asignaturas pendientes de bachillerato. Entonces, ese año lo paso entero recuperando esas asignaturas sueltas, hago la selectividad, todo sin problema. Entro a la carrera y a la vuelta, en ese primer año de carrera, es cuando me rompo el menisco de la misma rodilla. Contra Cazorla, en EBA, cuando estaba entrenando aquí Rafa Sanz, que ya era su segundo año en la ciudad. Fue cuando pasamos la mayoría del equipo del Bball al Cordobasket.
Y ya por hacerte una continuidad de toda la trayectoria, me rompo el menisco, me voy recuperando igual, pues como puedo, con los medios que hay, y cuando ya estoy empezando la pretemporada, habla conmigo Rafa Sanz y me dice que le gustaría poder contar conmigo, pero no puede contar con alguien que no sabe cuál es su estado físico, porque claro, yo no había tenido oportunidad de competir ni nada. Me busqué un equipo en Palencia, en Venta de Baños, y jugué en EBA allí, que ha sido como la mejor temporada que jugué en EBA. Desde la lesión yo no he podido recuperar el nivel que creo que podía haber llegado a alcanzar, pero en Palencia me ofrecieron un equipo que era como un filial del Palencia de LEB Oro. Yo jugaba en Venta de Baños en Liga EBA, y luego estaba el Palencia en Oro. Me lo vendieron como tal, pero al final para nada fue así. Tan mal acabó la cosa que me tuve que volver junto con los americanos que estábamos allí en el equipo, todos los que estábamos fichados de fuera por así decirlo. En Navidad nos tuvimos que venir para casa, porque las condiciones eran muy malas en el club.
Ese año me lo paso en blanco y ya, una vez digamos recuperado del todo, y empezando a querer volver a empezar. Retomo los estudios en segundo de carrera, y el equipo de Cordobasket lo toma Jesús Lazaro, que me dice que no tiene prisa conmigo, que él cuenta conmigo, que confía en mí y demás. Pero ni la rodilla ni la cabeza dan para más. Yo me empiezo a frustrar, me empiezo a agobiar, muchos conflictos internos míos de querer demostrar lo buen jugador que puedo llegar a ser, y no había manera de demostrarlo, porque ni física ni mentalmente estaba. Decido dejarlo, termino la carrera al completo y ya empiezo a trabajar.
P. Esa lucha mental y física que tenías era por querer dar más de lo que podías llegar. O ni siquiera consideras que estabas para esa categoría. Si en tu cabeza pensabas que estabas para algo más.
R. No, no, yo no estaba para ninguna de las dos cosas, pero me intentaba autoengañar y pensaba que sí. Así de simple y de directo, por desgracia. Yo quería pensar que podía competir, pero ni la rodilla me daba opción a ser el jugador fuerte y explosivo que era, ni la cabeza me permitía pensar que yo podía recuperarme. Ya eran dos operaciones en la misma rodilla y no llegaba por más que quisiera. No podía.
Entonces, opté por centrarme en los estudios, que me costaba mucho compaginar los estudios con el deporte. Los fines de semana te tocaba un viaje a Huelva y las palizas que podía ser irte en autobús a Huelva, con exámenes. En cuanto dejé el deporte, las notas empezaron a subir y a estabilizarse y la carrera fue un trámite que fue pasando.
P. ¿Qué te lleva a la fisioterapia?
R. Siempre me ha gustado la salud. Siempre he tenido como referente a Pau Gasol, que estudió un año de medicina y dije: yo quiero ser médico. Pero conforme me fui dando cuenta, antes de la lesión y demás, que la medicina no era compatible con el deporte de élite, pero sí vi que había muchos jugadores que estudiaban preparación física o fisioterapia, y dije: pues venga, o fisio o CAFYD (Ciencias de la Actividad Física y el Deporte). Y cuando justo llegó la lesión, me encontré que en Córdoba empezó la primera promoción de fisioterapia, que de esa promoción de fisioterapia es Adolfo Vega. Hablé con él. Me dijo que estaba bien, hay que currar, como en todas las carreras, y dije: pues adelante. Y ya fue enamorarme poco a poco de la profesión y tener referentes de todas las índoles. Ahora que conoces más el mundillo, ves que hay auténticas bestias a nivel clínico, como pueden ser Jesús Casilda, que me ha dado clases en el Máster que hice en Madrid; Juan Muro, mis propios compañeros de trabajo son máquinas en lo suyo y en su campo. Hay un montón de gente que la gente no conoce porque no están en redes sociales, pero son auténticos profesionales como la copa de un Pino. Y ahí te enamoras del trabajo. Te enamoras de cómo recupera el jugador, de cómo le ayuda, de cómo se relacionan. Y es una pasada.
P. En tu caso, ya no solo fue dedicarte a ello, sino que también te gusta la divulgación.
R. Sí, si, sí. Lo de la divulgación en redes sociales lo he tenido como muy intermitente, pero siempre ha sido la excusa para actualizarme yo mismo. Una de las cosas que tiene la fisioterapia es que tienes que estar al día, pero cuando ya tienes una dinámica en la que estás a muchas cosas, se te escapa el actualizarte. Entonces, si metes dentro de la rutina que tienes que hacer cualquier post en Instagram para tener claro que el cruzado se rompe más en mujeres que en hombres por ciertas evidencias y demás, pues ahí ya te vas dando cuenta de que esto es por aquí, esto es por ahí. Y sobre todo escuchar a gente que sabe más que tú. Eso es clave. Es gente que ha pasado por lo que yo estoy pasando y que si los escuchas, normalmente, evitas las cagadas que yo he podido cometer o que ellos mismos han cometido a la hora de ser alguien más inexperta en según qué ámbitos.
Jesús Lázaro confió en mí, pero ni mi cabeza ni mi rodilla daban para más
P. Hace unos años, en una entrevista aquí en Cordópolis con otro compañero, decías literalmente que “el baloncesto te va a dar muchos buenos ratos, pero no te va a dar de comer”. A veces lo simplificamos a jugadores o entrenadores, pero a ti te está dando de comer.
R. Exacto, hay otras vías, y yo tengo la suerte de dedicarme a una de ellas. El año pasado en ACB y este año con la liga U22. Entonces, por sus más o sus menos, el baloncesto me ha dado la oportunidad de seguir ligado a él, y hasta que dure lo voy a aprovechar y lo voy a disfrutar a muerte. Es el deporte de mi vida. Mi novia juega baloncesto. Mis amigos, mi entorno, evidentemente están relacionados con el baloncesto. Es el deporte por el que yo me dedico en cuerpo y alma a algo.
P. ¿Cómo llegas a Zaragoza?
R. Yo llego a Zaragoza por Juan Carlos Palacio. Yo acabo el Máster que curso en Madrid y como cualquier persona que hace un Máster, actualizo el currículum y empiezo pasarlo a distintas personas con las que creo que puedo encajar en base a lo trabajado. Desde profesores del mismo Máster, a gente que conoces del mundillo. Una de esas personas fue Juan Carlos. Hablé con él, le mandé el currículum le dije: si conoces a alguien que pueda interesarle contar conmigo o tú mismo crees que puedes contar conmigo, no dudes en echarme el teléfono y hablamos. Me dio la enhorabuena por seguir formándome, porque la formación en fisioterapia, aunque es necesaria, muchas veces es cara y son cosas difíciles de tramitar.
A las dos semanas de pasarle el currículum y tener esa breve conversación, me llamó y me propuso la idea de mudarme allí, de estar en dinámica del primer equipo. Tanto con él como con Javi Mateo, que era el fisio que había digamos más experto junto a él en esa dinámica, y en cuanto me nombró todo lo que es el tema de ACB y demás, no me lo pensé mucho. Este año la dinámica es estar con el U22, a los jugadores del primer equipo, cuando es necesario, aunque no esté con ellos en el día a día, también se les trata en la clínica y con los del U22, ser esa figura de apoyo, de gestionar que entre momentos de entrenamiento y de partido, lleguen en las mejores condiciones posibles y los daños que haya en esas situaciones de partido y entrenamiento, reducirlos en la medida de lo posible para que puedan competir siempre en las mejores condiciones.
P. Imagino que el contacto será directo y continuo con el primer equipo. Con jugadores como Langarita.
R. Sí, claro, al final con los compañeros que están este año al frente del primer equipo y yo, pues tanto con Traoré como Langarita, que son los dos que están más a caballo entre ambos equipos, sí que mantenemos una conversación más directa de: oye, a Lucas le hace falta esto, échale un vistazo tú o viceversa. Si sube un chico del U22, pues igual. Este chico está bien, pero hay que vendarle un tobillo, por ejemplo. Echadle un vistazo por si es necesario seguir vendándoselo o se le tiene que vendar de una manera distinta, lo que sea. Al final, la comunicación dentro de ese grupo biomédico, por así decirlo, existe, es buena y es muy necesaria. Nos ayuda a estar todos cubiertos de información que tenemos que saber para que los chicos, que son los protagonistas, estén en condiciones óptimas.
P. ¿Qué te parece la competición?
R. Muy loca, porque igual estás en un partido, por ejemplo, la semana pasada contra Valencia. Estábamos ganando de manera cómoda, de más de 10 o 15 puntos. Pero te relajas y el equipo rival se pone a cinco. Vuelves a apretar un poquito y te vuelves a poner a 15. Al final es un toma y daca en el que, como no sepas ser constante desde el principio y mantener esa superioridad, cualquier equipo se te sube. En el partido con Unicaja, nos vamos 25 arriba en la primera parte, empezamos relajados ese tercer cuarto y creo que se nos ponen a 12 o 10, después de un parcial el que nos tiramos bastantes minutos sin anotar. Es una liga muy exigente en la que cualquiera puede desequilibrar la balanza. Es verdad que los equipos tops, Barça, Madrid o Tenerife, están haciendo las cosas bien, y nosotros estamos en esa parte alta del grupo A, y a ver cómo se desarrolla todo, tío.
P. Hubiera molado tenerla en tu época.
R. Hubiese molado, pero yo al final no hubiera tenido opción de jugar.
P. Bueno, hay muchos júniors.
R. Hay muchos, claro que sí, pero no creo que se hubiese dado, porque es una liga que nace por la necesidad de frenar esa escapada de talento nacional.
P. Sí, sí, es verdad.
R. En mi época sí que había gente que se iba a Estados Unidos, pero no era con oportunidades tan golosas económicamente como las que puede haber ahora. Por ejemplo, Julián Santos se va, pero juega división que no es la top. Entonces, digamos, no hay una llamada de talento tan grande. Yo creo que hubiese sido una prolongación de la liga júnior. También hubiese sido necesaria, pero en la época mía de júnior no había tanto volumen mediático de redes, con cuentas que venden mucho ese perfil mediático del jugador, y aunque no tienen claro a lo mejor ese talento y ese nivel, pero como hacen maravillas por encima del aro, ya son drafteables y en realidad son jóvenes talentos que después no suelen llegar a gran cosa.
Pero lo cierto es que yo creo que es un formato que hubiese sido necesario en cualquier momento añadir. Se ha añadido ahora. Hay tirón mediático, hay talentos muy buenos y tienen que aprovecharlo los chicos.
Poco a poco me enamoré de la fisioterapia
P. En estas últimas preguntas quiero hablar un poco de salud de los jugadores. La primera es directa, ¿el deporte de élite es perjudicial?
R. El deporte de élite no es sano. La actividad física es sana, pero el deporte de élite no es sano porque se tienen que forzar según qué tipo de situaciones para que el jugador compita. Entonces, lo que en el día a día podría tratarse con un control de cargas más detallistas y demás, muchas veces no se cumple porque la necesidad, tanto del jugador como del equipo, lo requiere.
Ahora hemos tenido un episodio en el que uno de los jugadores del U22 ha sufrido una lesión en el hombro. Evidentemente, en el punto en el que estamos en la temporada, no nos vamos a poner a forzar jugadores, pero si una lesión de ese calibre, quizá una lesión de hombro no es el mejor ejemplo, pero un esguince de tobillo. Si en vez de darse al inicio de la temporada o en un jugador que aporta al equipo, pero no es necesaria su vuelta a la pista, pues se le hace un plan de trabajo acorde a las necesidades que hay. Pero si llegamos a final de temporada y ojalá estemos en esa Final For del 15 al 17 de mayo, y un jugador esa semana se dobla el tobillo, si hace lo posible para que el jugador esté en las mejores condiciones para jugar. Que después ya por decisión técnica juegue o no es distinto, pero que por lo menos el jugador cuente para el entrenador es primordial.
Y muchas veces va contra ese discurso de control de cargas y demás, pero al final depende también de la propia situación. Te hablo de baloncesto, pero como puede ser por ejemplo un atleta de crossfit, que lleva preparándose la tira para una competición y dos semanas antes se jode el hombro. A lo mejor tiene que forzar y después ya veremos. Con tanta preparación que hay detrás, muchas veces lo que te interesa es forzar y después solventar el problema una vez pase ese momento clave.
P. Mirando a la NBA, por ejemplo, estamos viendo en los últimos años muchas lesiones graves. Mucho tendón de Aquiles, mucho cruzado. Incluso en megaestrellas. ¿A qué crees que se debe? ¿Al calendario?
R. A ver, partiendo de la base de que en la NBA se juegan muchísimos partidos, sin entrar en play off, los viajes son largos. Entonces, al final, la lesión y el daño que puede haber es multifactorial, porque el jugador ya no solo es que a lo mejor haya tenido una fatiga durante el partido y haya tenido una carga y esté cansado, sino también al final todos los condicionantes que le han llevado a estar cansado. A lo mejor no ha dormido siesta cuando normalmente duerme siesta, o no ha comido lo que a él le apetecía y ha tenido que comer lo que le han puesto. Las lesiones no tienen un único por qué. Tienen muchos. Se puede dar el condicionante de lo que hemos dicho: viajes largos, mucha carga de minutos, mucha exigencia. Pueden ser muchos factores, pero no hay uno concreto claro.
P. Ya la última. En tu Instagram escribiste hace algunos años. “Ojalá algún día me devuelvas, de alguna manera, nada más que la mitad de lo que yo sacrifiqué por ti”. Y una imagen tuya jugando. ¿Te lo va devolviendo?
R. De momento me está devolviendo, y yo estoy muy contento con la trayectoria que he ido cogiendo y con las experiencias que he tenido la suerte de vivir, tanto como jugador como persona y con la gente que he ido conociendo. Y nada, a seguir disfrutando y aprendiendo de ellas y, cuando el deporte se acabe, pues seguir ligado en otro ámbito deportivo. No voy a dejar nunca de ser fisio, así que a seguir ayudando a la máxima gente posible. Gente que quiera rendir a un buen nivel, pero también si hay alguien que tiene un dolor de espalda o ha sufrido algún tipo de lesión y es una persona que simplemente quiere dejar de tener dolor, pues también tener las herramientas para ayudarlo. Muchas veces te centras mucho en todo lo que es el tema de deportistas, pero la gran mayoría de población no es deportista y también tiene dolores.
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