El jueves llegué a casa a una hora decente, y no como siempre, al filo del telediario y sin tiempo de hacer nada que no sea caer rendida en mi sofá narcoléptico, cálido refugio de las miserias que veo cada día. Y fue entonces cuando me topé con esos programas de tarde, que nunca veo, en los que te dan la última noticia sobre Tamara Falcó o te dicen lo que se come allí o acá. Y en uno de esos vi la última americanada.
Resulta que en Madrid, en un hotel de cierto caché, se ofertaba el jueves la Cena de Acción de Gracias. Los enormes pavos los tenían comprados desde hacía meses y allí estaban horneándose desde el día de antes. Preparada también la salsa de arándanos, la de boniatos, el pan de maíz, las coles de bruselas y la tarta de calabaza. Al parecer, un éxito de público tremendo. Alucino.
No digo que como novedad culinaria no sea una iniciativa curiosa, pero lo que me temo es que, si Papa Noel está instalado sin retorno en nuestras vidas y el Black Friday también, lo siguiente será acción de gracias, el pavo, los boniatos y la calabaza. Advierto que, como sea así, definitivamente me bajo de este mundo rematadamente imbécil. ¡Que estamos en España, señores!
Y es que hay cosas de las que no sé si somos conscientes. Que Papa Noel le ha quitado cacho a los Reyes Magos, difícil arreglo tiene, pero lo del Black Friday aún puede -y debe- tenerlo. ¿Entendemos el daño que una campaña así le causa al comercio tradicional? Si queremos una ciudad con buen comercio y no solo grandes franquicias, debemos saber que ese comercio no puede competir con esta campaña agresiva de rebajas, en plena temporada de compras de Navidad.
La otra mañana, hablando con una empresaria y emprendedora que se dedica a diseñar, fabricar y vender la ropa de su propia marca, completamente indignada, se preguntaba a quién se le había ocurrido importar lo del Black Friday, un invento que de repente frena las ventas de Navidad de los pequeños comercios y les obliga a asumir unas rebajas para ellos imposibles, causándoles un daño irreparable.
“Los que fabricamos aquí no podemos competir con eso y, encima, fritos de impuestos… ¿Cuándo me van a hacer a mí un Black Friday en el IVA o en el IRPF? De repente van y te imponen algo que viene de fuera y que tira por tierra el esfuerzo de gente que tiene que cerrar. Llevamos un mes sin vender porque la gente se espera al Black Friday. Pero, ¿con quién hay que hablar para que esto se regule? ¡Prohibido, señores! Que se lo digan a los grandes. Hay que competir, pero no solo con precios, sino con calidad y muchas otras cosas. Tengo 12 familias que dependen de mí y estoy cansada”.
La consolé como pude, pero sus razones no admitían prueba en contra. El comercio y el sector servicios, capitaneados por autónomos de raza que se juegan todos los días el pan del siguiente con esfuerzo, creando empleo, acribillados de impuestos y sin pagas extras, no pueden competir con prácticas agresivas de gigantes que, además, fabrican con mano de obra “pseudo esclava”.
Y luego está el otro Black Fraude, ese en el que lo que hacen es rebajar el precio previamente súper inflado ¡Y vamos y nos lo tragamos! Black Friday sí, pero del 70% de rebaja del IVA y de la cuota de autónomos. Señores, por favor.
Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada.
Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta.
¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.
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