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Sobre este blog

Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.

Mundos de ruptura: radiografía del extremismo aceleracionista y sus derivaciones

Un cartel de reclutamiento del grupo neonazi 'The Base' caracterizado como un grupo 'survivalista' y de autodefensa.

Sergio Gracia

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Desde mediados de 2020, CINVED ha abordado el problema del terrorismo aceleracionista, monotorizando a grupos como The Base, Atomwaffen Division, Feuerkrieg Division, Sonnenkrieg Division, Misanthropic Division, National Action, EDL, Combat 18, Junge Alternative o Soldier of Odin (Finlandia, Noruega y Suecia), que, como se indica en su web, también operaban en España.

Ese mismo año, publicábamos un documento en nuestro sitio web titulado “La retroalimentación del terrorismo ultraderechista con el terrorismo yihadista” (que sigue disponible gratuitamente). En él, advertíamos del plagio de la retórica yihadista por parte de grupos y movimientos de extrema derecha, como el uso de términos como yihad y sharia, el uso de monos naranjas o los llamamientos a atentados contra infraestructuras críticas o periodistas.

Durante la última década, el ecosistema internacional de la extrema derecha ha experimentado una transformación fundamental: de estructuras jerárquicas y visibles a redes descentralizadas e interconectadas digitalmente, cuyo objetivo principal es la destrucción del sistema democrático. Esta evolución ha generado una multitud de ideologías, subculturas y comunidades radicales que comparten un principio común: la convicción de que la violencia es un medio legítimo, y a veces necesario, para provocar el colapso social.

Tres fenómenos interconectados nos ayudan a comprender esta nueva fase del extremismo global: 1) El terrorismo aceleracionista y los grupos que lo componen; 2) La terminología, los códigos y la estética que articulan esta ideología; y 3) La glorificación de terroristas supremacistas y neonazis, y sus manifiestos.

El análisis e investigación de estos tres ejes (ideología, lenguaje y glorificación) nos proporciona los datos y la perspectiva para comprender cómo la derecha radical contemporánea ha dejado de funcionar como movimiento político y se ha convertido en un ecosistema insurreccional, transnacional y autodestructivo.

Hoy en día, la extrema derecha ya no es un fenómeno marginal. Recientemente, grupos dentro de este movimiento han evolucionado, creando una infraestructura transnacional flexible, digitalizada y de fácil acceso para operaciones encubiertas, desestabilización política y violencia, perpetrada tanto dentro como fuera de Occidente. Esta transformación se manifiesta en células operativas, intentos de atentado y estrategias para influir en el Estado. 

Los análisis mediáticos actuales, entre los que se encuentran nuestras ultimas colaboraciones con diferentes medios así como nuestro documento publicado en 2020, ayudan a contextualizar este profundo cambio y a aclarar que la extrema derecha y el yihadismo no son fenómenos aislados, sino movimientos que se refuerzan, observan y radicalizan mutuamente en un ciclo que incrementa su peligrosidad.

Ideología del colapso (I): el aceleracionismo y la violencia como proyecto político 

Durante años, el terrorismo aceleracionista parecía un fenómeno lejano para España. Era más un submundo digitalmente vinculado con EEUU, Canadá, Europa Central u Oceanía, donde grupos neonazis, supremacistas y nihilistas, impulsaban y vendían el colapso social como estrategia política.

La reciente aparición de estos grupos en España ha obligado a reevaluar la percepción nacional del terrorismo de derechas. Estos grupos descentralizados y transnacionales, que actúan como ejes de una red ideológica, utilizan internet para reclutar, entrenar y adoctrinar a sus miembros, así como para legitimar la violencia.

El aceleracionismo, en su forma extremista, afirma que solo la destrucción violenta del sistema democrático puede allanar el camino para el establecimiento de un nuevo orden ultranacionalista, autoritario o supremacista.

Los pilares que sostienen dicha ideología serían 1) el colapso como estrategia, donde se busca forzar crisis, tensiones y confrontaciones con el Estado; 2) descentralización operativa, actuando con pequeñas células, casi invisibles y con conexión digital; 3) estética militar; y 4) santificación del terrorista, donde los atacantes supremacistas son presentados como “santos” o “mártires”.

¿Por qué tardó tanto en aparecer el aceleracionismo en España?

Durante años, España fue un terreno periférico para el aceleracionismo. No porque no existieran militantes violentos que compraran el discurso, sino porque tal vez faltaban elementos clave como infraestructuras, contexto y vasos comunicantes, a lo que deberíamos sumar el tema del idioma.

Durante la década de 2010-2020, la mayor parte de grupos aceleracionistas crecieron y llevaron a cabo sus actividades en países de habla inglesa como EEUU, Canadá, Reino Unido, Australia o Nueva Zelanda, donde realizaban su propaganda en inglés y se movían en plataformas donde el público español tenía escasa presencia, debido a que en España el extremismo tradicional se sustentaba sobre la nostalgia franquista, lo identitario, subculturas ultras o partidos marginales.

Otro factor que ha dificultado la llegada del aceleracionismo a España es la imposibilidad de acceder libremente a armas, debido a las estrictas normativas y controles del país. Esto limita la posibilidad de que surja violencia espontánea por parte de cualquier individuo y, en consecuencia, reduce la operatividad de las células autónomas.  

Aunque España, históricamente, se ha mantenido al margen de las expresiones más violentas del supremacismo blanco, esa situación ha comenzado a cambiar. El aceleracionismo, que se nutre de contextos marcados por la polarización, la desinformación y la desconfianza hacia las instituciones, encuentra en este entorno un caldo de cultivo favorable: jóvenes desorientados, comunidades digitales sin regulación, una precariedad estructural persistente y un vacío tanto emocional como político. Estos factores configuran el escenario ideal para que germine la violencia con tintes ideológicos.

Detección temprana por parte de Cinved

El artículo publicado en 2020 por CINVED titulado “La retroalimentación del terrorismo ultraderechista con el terrorismo yihadista” fue uno de los primeros trabajos en España en analizar el terrorismo ultraderechista desde una perspectiva global. En dicho análisis, se destacaba cómo tanto el yihadismo como el terrorismo ultraderechista se influían mutuamente a través de elementos como la propaganda visual, narrativas de carácter apocalíptico, estructuras descentralizadas, el culto a la figura del mártir y manuales doctrinales.

Se subrayaba también el rol de los contenidos digitales como herramientas de reclutamiento, así como la construcción de identidad y el sentido de pertenencia generados en las comunidades online y en las células operativas. Estos indicadores apuntaban a que la penetración de este fenómeno en España no era un hecho anecdótico ni aislado, sino más bien parte de una dinámica transnacional.

Además, se advertía sobre la creciente migración de extremistas hacia plataformas cerradas y descentralizadas, lo que facilitaba a estas organizaciones operar fuera del alcance de los mecanismos tradicionales de vigilancia.

El extremismo violento no solo choca frontalmente entre sus distintas vertientes, sino que se estimula mutuamente. Cada atentado de naturaleza yihadista refuerza la narrativa de la extrema derecha, mientras que cada ataque proveniente de esta última consolida la idea yihadista de un Occidente en guerra contra el Islam. Ambas posturas se legitiman entre sí y se perciben como enemigos irreconciliables en una confrontación que ambos consideran inevitable y definitiva. En este contexto, el temor que genera cada lado actúa como combustible para el otro.

Tanto la radicalización a través de medios digitales, el uso de plataformas como Telegram para la difusión ideológica, la estética violenta en formato memético y la búsqueda de un colapso civilizatorio configuran puntos en común entre ambas corrientes. Las diferencias radican en los objetivos que persiguen, pero no en las estrategias que emplean.

La llegada tardía del terrorismo aceleracionista a España no se explica por una sola causa, sino por una combinación de factores. Entre ellos se encuentran las características culturales, las barreras idiomáticas, la limitada presencia de un ecosistema digital propicio, una menor disponibilidad de armas, las particularidades históricas de la extrema derecha española y la ausencia tanto de narrativas centradas en el colapso como de una polarización social más aguda.

Sin embargo, esas barreras que en su momento dificultaron el arraigo del terrorismo aceleracionista en España han comenzado a debilitarse, permitiendo su entrada plena en el escenario nacional. Lo que presenciamos hoy, desde operaciones encubiertas hasta células neonazis activas, demuestra que esta interacción no es solo un fenómeno teórico, sino que forma parte de una dinámica estructural tangible.

Sobre este blog

Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.

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