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Sobre este blog

Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.

Ideología del colapso (II): lenguaje cifrado, subculturas digitales y comunicación aceleracionista en la esfera radical contemporánea

Aceleracionismo, la cara más radical del terrorismo supremacista

Sergio Gracia

29 de diciembre de 2025 20:02 h

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En los últimos años, el aceleracionismo ha pasado de ser un fenómeno prácticamente desapercibido, a convertirse en un objeto de estudio relevante, debido a su capacidad de generar graves daños en las sociedades occidentales. Esta corriente ha sabido combinar ideario político, relatos apocalípticos y una estética subcultural propia, difundiendo todo ello principalmente a través de redes sociales.

De ello, desde hace mas de 5 años hemos estado advirtiendo desde CINVED, donde hemos ido publicado capturas de pantalla de esos relatos y propuestas que se llevaban a cabo principalmente en canales telegram, como así se puede corroborar en las fechas de los post que adjuntamos.

En un primer artículo señalábamos que, para comprender el terrorismo aceleracionista, era necesario analizar tres ejes fundamentales: la ideología, el lenguaje y la glorificación. En dicho trabajo examinábamos cómo la denominada “ideología del colapso” estaba tomando forma en el seno de la extrema derecha contemporánea, transformando la desestabilización social en una estrategia y el conflicto permanente en un objetivo.

No obstante, para entender la verdadera dimensión de este fenómeno no basta con observar lo que hace; es fundamental entender cómo se expresa y comprender el lenguaje que utiliza. Por eso, en esta segunda parte de la trilogía, examinaremos de qué manera el lenguaje aceleracionista no solo refleja el colapso que persigue, sino que también lo legitima y lo convierte en una herramienta simbólica que favorezca la violencia.

Palabras que matan

Si en el primer artículo nos centrábamos en radiografiar el aceleracionismo y sus distintas derivaciones, en este segundo buscamos poner el foco en un aspecto menos visible, pero clave para influir en seguidores del movimiento o futuros acólitos como es la construcción de un lenguaje y jerga propios, así como el uso de códigos y sistemas cifrados en plataformas de mensajería y espacios digitales opacos o con poco control, como Telegram o VK.

Hay que tener presente que la jerga utilizada es de especial importancia en los grupos, y en el aceleracionismo no iba a ser diferente, ya que el lenguaje es utilizado como vehículo de cohesión interna y por supuesto, para el reclutamiento. La adopción de un lenguaje concreto permite identificar al “iniciado”, delimitar fronteras simbólicas y generar un sentimiento de pertenencia que refuerza la identidad del grupo.

Dicha liturgia se consolida en canales cerrados de comunicación tales como foros privados, servidores cifrados o grupos restringidos, donde el lenguaje se repite, se ritualiza y se radicaliza sin interferencias externas, creando un ecosistema propio.

Dentro del ecosistema aceleracionista, la llamada ideología del colapso se construye y difunde a través de un lenguaje propio, fuertemente codificado, que cumple funciones de identidad, propaganda y coordinación. Términos como System Collapse, Collapse Now o Hard Reset reflejan la creencia de que el colapso del orden liberal-democrático no solo es inevitable, sino también deseable, y debe ser acelerado activamente.

En esta narrativa tiene especial influencia la llamada Siege Culture, heredera de la resistencia sin liderazgo, que viene a justificar la violencia descentralizada y la organización en pequeñas células que actúen de forma autónoma. En paralelo, la aesthetic violence y las militant aesthetics presentan la violencia como algo aspiracional, vendiéndolo visualmente atractivo e intentando que llegue a ser socialmente normalizado. Además, conceptos como gym-cel/gym-el, warrior ethos o fit for the collapse conectan la radicalización ideológica con la construcción de una masculinidad hipermilitarizada, construida bajo los pilares de la disciplina física y la preparación para el conflicto.

Aunque el vocabulario que este movimiento usa podría ser mucho más amplio, dentro de lo que nos interesa, podríamos completarlo con las apropiaciones hibridas como White Jihad o White Sharia, que son conceptos plagiados y reinterpretados del yihadismo, buscando dotar al supremacismo blanco de una dimensión pseudo-religiosa y un marco disciplinario. A lo que podríamos sumar referencias abiertamente insurreccionales como Boogaloo, Race War (RaHoWa) o Day of the Rope, que proyectan escenarios de violencia a gran escala o de forma masiva.

Por último, expresiones como saint culture, manifesto culture o propaganda of the deed, evidencian la importancia de la santificación de terroristas y atentados como actos con un fuerte componente comunicativo. Al mismo tiempo, expresiones cifradas como based, collapse-pilled, NPC, clown world, vienen a reforzar la cohesión interna del grupo y permite esquivar los mecanismos de control y moderación externos.

En conjunto, esta terminología va mucho más allá de lo retórico, constituyendo un entramado discursivo diseñado para normalizar la violencia, acelerar la radicalización y sostener una visión del mundo orientada al colapso del sistema.

El colapso como horizonte

Desmarcándose de otros movimientos extremistas, el aceleracionismo no busca ni plantea reformas, ni aspira a victorias políticas o electorales (en principio), ya que su único fin, es el colapso total del sistema. Esta lógica se ve reforzada por la llamada Siege Culture, que legitima la violencia descentralizada y la acción individual a través de pequeñas células. Buscando con ello difundir un mensaje directo: cualquier acto violento, por pequeño que sea, puede ser un catalizador del caos.

Este marco doctrinal rebaja las barreras morales y transforma la violencia en una responsabilidad individual, impulsando con ello la contribución al objetivo colectivo.

Plagio terminológico: del yihadismo al supremacismo

Tal vez, uno de los aspectos más perturbadores del aceleracionismo es su capacidad para apropiarse de marcos ideológicos ajenos, que incluso, estarían en sus antípodas ideológicas, como ha sucedido especialmente con la reutilización consciente de conceptos procedentes del yihadismo.

Expresiones como White Jihad o White Sharia no son simples provocaciones semánticas: dichos términos pretender elevar al supremacismo blanco a una lógica pseudo-religiosa basada en el deber, el sacrificio y la obediencia absoluta, dotando a la violencia de una aparente legitimidad moral y espiritual.

Esta hibridación intencional permite presentar el terrorismo aceleracionista no como una opción política, sino como una obligación ligada a la identidad, elevando la violencia a una supuesta forma de purificación colectiva. A ello se añaden expresiones abiertamente insurreccionales que proyectan escenarios de guerra civil, colapso institucional y ejecuciones masivas de enemigos.

El uso de estos conceptos tiene como objetivo el fortalecimiento interno del grupo, además de la normalización de la idea de que el enfrentamiento armado no solo es inevitable, sino que es necesario para precipitar el colapso del sistema.

El terrorismo como mensaje. Del mundo a España

En el aceleracionismo, la violencia no es solo un medio, sino también como un acto comunicativo. La glorificación de terroristas y atentados funciona como herramienta narrativa, donde el ejecutor del acto es elevado a la categoría de mártir o santo, y donde sus manifiestos son publicitados y redifundidos con el objetivo de que sirvan de guía para futuros actos violentos, creando con ello cadenas de imitación y ayudando a la radicalización sucesiva de otros actores.

El aterrizaje del aceleracionismo en Europa viene a confirmar que la terminología no es usada como algo simbólico, sino que nos debe poner en alerta como un indicador temprano de radicalización.

El caso de The Base y sus ramificaciones deben ponernos en alerta, ya que viene a evidenciarnos como funcionan dichos marcos ideológicos en entonos digitales cerrados. En países como Alemania o Reino Unido, esta retórica ha estado presente en procesos de radicalización juvenil, glorificación de atentados y planificación de violencia.

En España, aunque la llegada ha sido tardía principalmente por el tema del idioma, investigaciones y documentos recientes como el publicado su día por CINVED, confirman la circulación creciente en castellano, usando para ello narrativas islamófobas y conspirativas principalmente.

Más que palabras

En definitiva, estamos ante una arquitectura discursiva que está diseñada para deshumanizar al otro, que normaliza la violencia, que busca acelerar procesos de radicalización y que sostiene una visión del mundo orientada al colapso sistemático.

Analizar y exponer este vocabulario no es un ejercicio semántico, es una herramienta esencial para comprender, detectar y prevenir dinámicas extremistas que ya no se anuncian como consignas clásicas, sino con palabras cuidadosamente elegidas.

Sobre este blog

Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.

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