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Las aulas necesitan recuperar la Filosofía (y nuestros políticos, estudiarla)

Congreso de los Diputados | PIXABAY

Manuel J. Albert

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El Congreso de los Diputados aprobó esta semana que la Filosofía vuelva a ser obligatoria en 4º de la ESO. Lo hizo al mismo tiempo que algunos de nuestros políticos daban muestra involuntaria de la necesidad urgente de tomar esta medida. La pobreza de los conceptos que muchos de ellos usan, sus confusos juicios y sus mediocres argumentaciones, así lo indican.

La Filosofía puede que no sea la asignatura más útil para que nuestros alumnos encuentren un trabajo productivo el día de mañana, pero lo que aprendan de ella en las aulas con 15 años, sí puede servirles de andamiaje y cimiento para el futuro. Una base con la que, tal vez, eviten ridículos como el del presidente nacional del PP, Pablo Casado, que zanjó el profundo debate que ha de haber sobre la eutanasia en España con un simple: “Es un problema que no existe”. Tengo alumnos adolescentes que apenas llevan un mes asomándose a la asignatura de Filosofía que ya argumentan y defienden sus posiciones mucho

mejor que el futuro candidato conservador a La Moncloa.

Pero Casado no es el único aficionado a tomar atajos a la hora de elaborar tesis que vertebren su discurso (tómenlo como un guiño a Pedro Sánchez, a Cristina Cifuentes con su máster, la exministra Montón o a la carrera relámpago del propio Casado). A nuestros políticos, en ocasiones, les cubre una película impermeable por la que les resbala, literalmente, la realidad. Y lo más triste es que tampoco parece importarles.

Por ejemplo, Montesquieu pediría un analgésico para el dolor de cabeza si supiese que todo un partido como Esquerra Republicana mantiene que no apoyará los Presupuestos Generales del Estado si ese mismo Estado no “se mueve” (¿quiere decir “presiona”, tal vez?) para que la Fiscalía retire las acusaciones contra los políticos independentistas catalanes presos. Joan Tardá, que de lejos y de cerca puede parecer un profesor respetable y cabal, ha llegado a decir que semejante gesto del Gobierno “no pondría en jaque la separación de poderes”. Y luego, se tomó un café.

En el fondo, estos políticos, sean del color ideológico que sean, vienen a reflejar el empobrecimiento general de nosotros mismos. Una pereza vital en el discurso y una desmotivación tal en la argumentación, que solo se explica por el hecho de que su audiencia está todavía más noqueada que ellos.

La vuelta de la Filosofía a las aulas, tal vez no nos salve de esta profunda mediocridad de la clase dirigente, pero nos dará armas para ser mucho más críticos con ella. Con una ciudadanía formada mínimamente en conceptos como la moral, la ética o la racionalidad, estoy seguro de que quienes nos gobiernan van a tener que pensar dos veces -al menos- antes de hablar. Y, a lo mejor, hasta consultan en el ínterin un manual escolar de Filosofía de 4º de la ESO. Se lo recomiendo.

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