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¡Malditos hijos de musa, el Teatro ha muerto!

Ron Lalá representa 'Crimen y telón' | TONI BLANCO

Manuel J. Albert

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El Teatro ha muerto. ¿Quién ha matado al Teatro? La premisa de la última obra de la compañía Ron Lalá, Crimen y Telón, no puede ser más sencilla. Y con solo esa sentencia y esa pregunta, los mismos ronlareros que llevan desde 2005 uniendo en un todo música, escena, humor, clásicos y vanguardia, despliegan un complejo rompecabezas de espejos y metateatro para formar un sentido homenaje al oficio universal de los comediantes y el mundo de las tablas.

Sobre el escenario del Gran Teatro de Córdoba, Yayo Cáceres, Juan Cañas, Íñigo Echevarría, Miguel Magdalena, Daniel Rovalher y Álvaro Tato, trasladaron a todo el patio de butacas -no lleno de público, pero casi- al distópico año de 2038. Una fecha en la que todas las artes han sido proscritas y los artistas desterrados a Marte. La Tierra es una megaciudad controlada por un único cerebro automatizado central. Es obligatorio consumir y ser feliz. Las emociones están prohibidas. La poesía solo existe en el mercado negro, junto con la escultura, la pintura y el resto de la literatura.

¿Y el Teatro? El Teatro aparece muerto en Ciudad Tierra. Tal vez, asesinado. ¿Cómo es posible? La Agencia Anti Arte o Triple A -guiño al siniestro recuerdo de los paramilitares que azotaron Argentina en los setenta, país natal del director de la compañía, Yayo Cáceres- investiga el articidio. El detective Noir -ex arteadicto en dudosa rehabilitación- guiará las pesquisas bajo la atenta mirada de su antagonista y superior, el teniente Blanco, secreto hijo de teatreros con problemas de léxico. Los dos descubrirán un terrible secreto: que no son sino personajes de una obra de ficción y que no hacen sino representar un guión en un escenario.

La investigación supondrá un viaje en el tiempo, desde las seminales representaciones oníricas en las cavernas, al primer esplendor de la ficción griega, pasando por los posteriores clásicos europeos y la ruptura definitiva de la cuarta pared con los espectadores de la actualidad. Y todo ello, saltando frenéticamente de autor en autor, enlazando pasajes universales de Shakespeare, Tirso, Molière o Lope y deteniéndose con especial cariño en poetas como Lorca o Ángel González.

Y en esta clase magistral -Ron Lalá no puede escapar de su marcada vocación didáctica y divulgativa- tampoco cesarán los codazos directos a los riñones de la actualidad -la de 2019- con irónicos recuerdos a gobernantes como Mariano Rajoy y a “esa España que tanto cuidaba a sus artistas y científicos; a esa España donde había diez librerías por habitante; esa España donde los jóvenes llenaban los teatros”.

En Crimen y telón Ron Lalá vuelve a demostrar lo que mejor sabe, contagiar el entusiasmo por aquello que más ama: el teatro. Y lo hace de la mejor forma: con humor, canciones, un enorme oficio y mucho, mucho talento.

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