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Migrantes en la ciudad de acogida

Alberto De los Ríos

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En época estival recibo siempre amigos que trabajan fuera de la ciudad y en otros países. Este año, por circunstancias profesionales, yo mismo saldré temporalmente. Y puede que por esta razón percibo y presto más atención a la gran cantidad de personas queridas que viven y trabajan lejos por razones laborales,sobre todo. Y son mayoritariamente personas entre 30 y algo más de 40 que marcharon buscando un futuro o un desarrollo que no pudieron o quisieron tener entre nosotros.

Buscando contrastar mi percepción muy personal y de entorno determinado me encontré con datos de este mismo año que señalan que Córdoba es la ciudad con saldo migratorio (diferencia entre inmigración y emigración) más negativo, dentro de una provincia en la misma tendencia. Una información que desarrolló Cordópolis recientemente.

Migrar en cualquiera de sus sentidos y direcciones es uno de los fenómenos más viejos de la humanidad. Suelo decir en clase que todos somos migrantes, que nuestra especie ha migrado desde su aparición sobre esta tierra. No creo que me exceda mucho en esta afirmación.

Y sin embargo, las migraciones se han convertido en uno de los temas que enfrentan políticamente a nuestro continente y que mantiene en pie de guerrra a los populismos de la nueva derecha como Trump o Salvini. En un mundo donde los recursos son limitados y donde las guerras y las sequías y otras consecuencias del cambio climático asoman continentes como el africano, los países del norte más desarrollado tienden a apoyar los cierres de fronteras y a agitar el miedo al y la que viene en busca de vida digna. El Mediterráneo se ha convertido en un muro cuando siempre fue una vía de movimientos humanos, comercio y difusión de culturas.

Llama poderosamente la atención que vivamos en una ciudad y una provincia de larga tradición de emigrantes (que aún lo es) en busca de una vida mejor. Lo que cualquier ser humano pretende, sin más. Por suerte vivimos en un país y en una ciudad que acoge, y que es solidaria y empática. Pero se oyen y ven fantasmas muy oscuros en líderes políticos que normalizan actitudes xenófobas basados en datos falsos y azuzando sentimientos que, una vez aflorados, son muy difíciles de volver a contener.

Las migraciones son un fenómeno complejo y que tienen efectos en emisores y receptores. Y que tienen como protagonistas en ocasiones a personas con situaciones desesperadas. Algo estamos haciendo mal en este mundo si uno no puede buscar una vida mejor porque topa con muros. Quizás hoy estemos a un lado del muro y mañana en otro. Los que vivimos en esta ciudad estamos en los dos lados del muro. Pero nadie está a salvo de caer en el lado de quienes tienen que salir de sus casas y dejar a sus familias y seres cercanos sin desearlo.

Ojalá Córdoba siga siendo ciudad de acogida por largo tiempo. Estos días nos traen imgágenes hermosas de personas voluntarias colaborando en la acogida. Eso significará que seguimos teniendo la capacidad económica de hacerlo, pero también la grandeza de corazón de abrir los brazos.

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