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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

Tiempo de verano. Mala madre. Malamente

Imagen que acompaña al post.

Magdalena Entrenas

9 de agosto de 2025 20:22 h

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Sí, he sido una madre horrible. Lo sé ahora. Miro a mi alrededor y en la cadencia de este tiempo de verano, atrincherada en mi tumbona, observo a los progenitores de hoy e, inevitablemente, me comparo.

Pasé del aceite Uve y la Nivea que mi madre me decía que me echara mientras ella con su gorro elástico de flores protegía su peinado y hablaba y reía con mis tías, a las cremas con factor de protección (ese “SPF” que tanto me costó entender) que yo sí les ponía a mis hijos en sus torsos desnudos, aunque sin gorritos, porque ya ellos se los arrancaban de cuajo y yo ni les reñía.

Y es que los niños de hoy están verdaderamente protegidos, aunque a mí me parezca que van a una guerra nuclear. Gorras con visera tipo indiana, gafas, bañadores enterizos con mangas y en la poca piel que asoma, un spf del 100 ¿Como fui tan insensata?

Los nombres es otro dato que me crea un sentimiento de culpa atroz. He tenido en la tumbona de delante a Oriana (parece que en japonés significa “líder”) y a sus primas Ona y Aria. Más allá estaban Asher y su hermano Ibai (sí, como el que ahora está delgado y acaba de estrenar equipo de fútbol propio) y con ellos, Baya (¡vaya!, como lo oyen, así que supongo que será con b, porque el colmo sería que fuera también con v).

Niños singulares con nombres muy inspiradores. Y no como mis pobres hijos que han sufrido la maldición de tener, uno, el nombre más común en España (Antonio lo es para hombre) y la otra, un nombre tan cargado de historia (¡y qué historia!), incluida la familiar, que pesa como una losa ¿Cómo pude hacerles eso?

El caso es que los padres de Oriana y sus primas sufrían una hiperactividad creativa que me tenía agotada solo de oírlos. A ellas no digamos. Que si una yincana para encontrar el tesoro escondido, que si un concurso de baile a ver quién se movía mejor al ritmo de Karol G y hasta La voz kids versión playera. Ibai y Baya iban más por libre, pese a la dedicación de sus padres a enseñarles a jugar a las palas y tirarse en la arena para hacer un “Alcaraz”, aprendiendo que se pelea todo, todo.

Y es que la competitividad ahora es lo más... Y la necesidad imperiosa de que los niños hagan cosas. Todo el rato. Que aprendan esto, lo otro y lo de más allá - ¡se vayan a quedar atrás!- y, por supuesto, competir en todo y para todo … Y ganar. Atrás quedó perder el tiempo de verano con un cubo y una pala en la orilla, mirándolos desde lejos; dormir la siesta sin hacer nada o, simplemente, dejarlos mirar una mosca pasar ¿Consentir que no bajaran a la playa y quedarse a la sombra del sofá con Mario Bros? Dios, ¡como fui capaz!

De las comidas, hasta vergüenza me doy. Sí, obligué a mis hijos a comer con cubiertos desde el minuto uno y no soportaba verlos con la boca manchada. No les di brócoli, ni quinoa (pero si muchos lenguados a la plancha) y, lo confieso, les compraba bollycaos y natillas industriales de postre (uno de ellos -no diré quién- se las tomaba mezcladas con patatas fritas).

Y cuando venían del colegio -al que asistí a muy pocas reuniones, porque siempre estaba trabajando- y me decían que el profesor les había reñido, yo les reñía mucho más. Y sin preguntar qué había pasado, les decía que a la próxima “cobrarían”. Fin.

Así que, me siento fatal. Puede que el sol de ahora sea más dañino y los niños mucho más listos y necesiten más atención. Puede que los profesores de hoy sean lo peor y la comida deba ser más sana (por más niños obesos que veo) Pueede ser. En otro caso, malamente. Fui una madre horrible.

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Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

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