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Cuando Pedro era Pedrito y fue campeón en Córdoba

Pedro, jugador del Barcelona |www.pedro17.com

Paco Merino

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El canario, héroe del Barça en la conquista de la Supercopa de Europa y hombre del día por su posible marcha, ganó su primer título en El Arcángel: la final del Ciudad de los Califas

Su imagen aparece hoy en todas las portadas de la prensa deportiva. “Un superhéroe llamado Pedro”, “¡Pedrooooo!”, “Supercopa de genio y figura”, “Gracias, Pedro”... Es el hombre del día. Su gol en el minuto 114 ante el Sevilla otorgó al Barcelona la Supercopa de Europa tras un duelo maravillosamente descocado (5-4). Pedro festejó el gol con una rabiosa coreografía, descodificada de inmediato con interpretaciones sobre su hipotética marcha del club. El canario posó sonriente con el trofeo de campeón de campeones del continente en Tiflis. Quizá se tratara de la última vez vestido de azulgrana. La primera fue hace 11 años, cuando tenía 17 y acababa de ser fichado por el Barça juvenil. En El Arcángel, y contra el Córdoba CF, Pedro disputó su primera final y fue campeón del Trofeo Ciudad de los Califas. Ahí va la historia.

Pedro Eliezer Rodríguez Ledesma (Santa Cruz de Tenerife, 1987), un talento forjado en el modesto San Isidro, ya había debutado en Tercera antes de cumplir los 17. Su estilo impresionó a los ojeadores del Barcelona en el Torneo de Adeje. Ya lo seguían desde antes y no eran los únicos. Su padre trabajaba en el bar de una gasolinera. Sabía que su chiquillo tenía cualidades, pero no podía imaginar que la historia se iba a desarrollar tan rápido. El Barça necesitaba operar con habilidad para conseguir captar para el ejército de La Masía a un extremo que llamaba la atención: valiente, liviano como una pluma -no llega al 1,70-, con manejo de las dos piernas y una visión del juego superior al resto. Un niño que jugaba como un hombre. Aquel verano del 2004 iba a ser intenso para el jugador, que aún conservaba el diminutivo en su nombre sin saber aún que su trayectoria en el fútbol iba a ser superlativa.

El chaval se incorporó apenas unas semanas antes del inicio de la Liga de División de Honor al juvenil azulgrana, donde se puso a las órdenes de un mito culé como Juan Manuel Asensi. Su impacto en el grupo fue inmediato. Para los días 21 y 22 de agosto de 2004, el Barca tenía programada su participación en el Trofeo Nacional Juvenil Ciudad de los Califas, seguramente la cita más prestigiosa para esta categoría en nuestro país. Completaban el cartel el Córdoba CF -único presente en las todas las ediciones-, el Valencia... y el Real Madrid.

El primer emparejamiento fue una edición del gran clásico del fútbol español en versión juvenil: Real Madrid-Barcelona en el Municipal de Lucena. Dos mil espectadores en las gradas y colorido peñístico por ambos lados. Un amistoso de verano revestido de trascendencia. Lo ganó el conjunto azulgrana, en cuyo once figuraban Oriol Romeu -acaba de fichar por el Southampton inglés, tras dejar el Stuttgart alemán- o Marc Valiente -en el Maccabi Haifa de la Ligat ha'Al de Israel-, con un solitario gol recibido por Adán, meta que ahora defiende la portería del Real Betis, y que anotó Sito Riera -hermano del balear Oriol Riera-, delantero que juega hoy en el FC Kairat Almaty de la Liga Premier de Kazajistán. Pedro no intervino en aquel derbi. Asensi le reservó un sitio en la gran final, que se iba a disputar al día siguiente en El Arcángel frente al Córdoba CF, un anfitrión que se había impuesto en su cruce al Valencia por 1-0.

Y ahí tenemos a Pedro, en el estadio ribereño y ante el Córdoba para disputar su primera final como barcelonista: la del vigésimo quinto Trofeo Ciudad de los Califas. Anotó el primer gol de su equipo dejando su impronta en una acción eléctrica, desarbolando a dos defensas locales con un quiebro imposible. Era el 1-1, pues se había adelantado el Córdoba gracias a un penalti transformado por Majuelos tras un claro derribo a Antonio Pino, jugador del Atlético Astorga. Dos goles de Víctor Vázquez -en el Brujas belga- y otro de Juanjo -hoy goleador en el Atlético Saguntino- redondearon el definitivo 1-4. Y Pedrito, ese chaval canario de apariencia enclenque y potencial extraordinario, levantó su primer trofeo como jugador del Barcelona una noche de verano en El Arcángel de Córdoba. Luego llegaron todos los demás. Todos. Con el Barcelona (Liga, Copa, Supercopa de España, Liga de Campeones, Supercopa de Europa, Mundial de Clubes) y con la selección de España (Europeo y Mundial).

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