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La naturaleza rebrota y le echa un pulso a la huella del incendio forestal más grave de Córdoba en años

La naturaleza rebrota y le echa un pulso a la huella del incendio más grave en Córdoba en años

Carmen Reina

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El 16 de agosto del pasado año se declaraba en el entorno del puerto de El Calatraveño el mayor incendio forestal que sufría la provincia de Córdoba en casi tres lustros. El fuego quemó más de 600 hectáreas, no se pudo estabilizar hasta casi 24 horas después y tuvieron que pasar cinco jornadas para controlar las llamas. Medio centenar de viviendas diseminadas quedaron cercadas por el incendio, que quemó gallineros, cultivos de olivar, almendro y pistacho y, sobre todo, dejó un profunda huella en el monte con un paisaje calcinado. Hoy, cuando Andalucía de nuevo está pendiente de un gran incendio en Málaga cerca del que asoló Sierra Bermeja el pasado año, en El Calatraveño la naturaleza rebrota y le echa un pulso al fantasma de aquel incendio, empezando a teñir de nuevo de verde árboles, arbustos y el suelo que cubrió la ceniza. Es un mensaje de esperanza después de la catástrofe.

El fuego que quemó el monte a ambos lados de la carretera en El Calatraveño se originó en plena ola de calor y se extendió por parte de la Sierra de la Chimorra. El dispositivo de lucha contra incendios Infoca desplegó hasta 70 bomberos forestales -llegados también de otras provincias andaluzas-, durante las peores jornadas del incendio, junto a técnicos de operaciones, agentes de medio ambiente, maquinaria pesada y vehículos autobomba. Y llegaron a participar también hasta trece medios aéreos, entre avionetas y helicópteros, para controlar el fuego que calcinó el paisaje, además de contar con la colaboración de vecinos, guardas de fincas, agricultores y ganaderos de la zona.

Según un informe de la Brigada de Investigación de Incendios Forestales (BIIF) de la Junta, el fuego tuvo su causa en “deficiencias en el mantenimiento de una línea eléctrica de media tensión por la proximidad de los conductores a las copas de los árboles”. Árboles que quedaron completamente calcinados pero con un halo de vida en su interior que esta primavera ha hecho rebrotar.

Árboles, arbustos y herbáceas rebrotan

Los 'esqueletos' de alcornoques, encinas y pinos por donde pasó el fuego muestran ahora brotes y copas verdes que contrastan con la negritud de sus troncos y ramas. Algunos eucaliptos que se plantaron junto a una casa abandonada justo en lo alto de El Calatraveño asoman también nuevas ramas y hojas.

A media altura, arbustos resistentes como madroños, jaras, lentiscos, acebuches o zarzas emergen de nuevo del suelo que cubrió la ceniza y que distintas plantas herbáceas también tiñen de verde, sobre el fondo negro y gris que recuerdan el gran incendio. La fortaleza de la naturaleza resiste a la envergadura que tuvo el fuego -que llegó a sumar 21 kilómetros de perímetro-, aunque el paisaje tardará años en volver a recuperar la estampa del monte que las llamas borraron.

Paisaje de alto valor ecológico

A los cuantiosos daños para el medio ambiente y el paisaje de alto valor ecológico en el monte que provocó el incendio que asoló 606 hectáreas en el término municipal de Alcaracejos, se sumaron a los daños en cultivos de olivar, almendro y pistacho. Daños para la agricultura de esta zona de la provincia que representa el modo de vida de muchas familias, que también perdieron aperos de labranza, sistemas de riego de sus cultivos y otros útiles en las inmediaciones de sus viviendas, cercadas por el fuego.

Los vecinos, unas 40 familias, constituyeron entonces la 'Plataforma de Afectados por el Incendio Puerto Calatraveño, Alcaracejos' y el propio ayuntamiento anunció la puesta en marcha del 'Plan Calatraveño' para implicar a las distintas administraciones en la recuperación de la zona. Una recuperación en la que la naturaleza ha tomado su propio camino y, poco a poco, va pintando de verde la huella de las llamas.

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