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CRÓNICA

Los tres días de agosto que tambalearon al Gobierno de PP y Cs en Córdoba

José María Bellido y David Dorado en la recepción en la Caseta de La Prensa, en el año 2019

Juan Velasco

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Eran las 8:25 del lunes 29 de agosto cuando el vídeo empezó a correr como la pólvora por las redacciones de los medios de comunicación de Córdoba. David Dorado, concejal de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Córdoba desde el año 2015 y exdelegado de Infraestructuras en el último mandato hasta noviembre de 2021, subía a sus redes sociales un vídeo de diez minutos en el que anunciaba que dejaba el Grupo Municipal Ciudadanos, renunciaba a su sueldo y se iba a la oposición mientras solicitaba la reincorporación a su anterior puesto de trabajo.

El propio vídeo ya se prestaba a interpretaciones: había sido grabado en el propio Ayuntamiento de Córdoba, usando como fondo los logos y el color del anterior mandato y, aparentemente, filmado por el propio Dorado usando su teléfono. No parece probable que nadie de Ciudadanos ayudara a Dorado a inmortalizar su videodespedida, dado que el concejal llevaba meses arrastrando su soledad por el Ayuntamiento y, sobre todo, porque su adiós envolvía un mensaje directo a los que habían sido sus compañeros, a los que acusaba de estar “arrodillados y sumisos” ante el alcalde de Córdoba, José María Bellido, para quien Dorado tenía incluso peores palabras.

Porque, para cuando el concejal publicó su vídeo, Ciudadanos, aquel partido emergente llamado a concitar el voto del desencanto de derechas (sobre todo del votante asqueado con la corrupción) ya estaba descuartizado en Córdoba. Lo que se planteaba con el anuncio de Dorado ese lunes, a las 8:25 de la mañana, era la posibilidad de descarrile del cogobierno de la formación naranja y el PP en Córdoba.

Así arrancaban tres días de agosto que tambalearon el matrimonio de populares y ciudadanos en el Ayuntamiento de Córdoba, y cuyos efectos colaterales aún son una incógnita.

El lunes 

Dorado se despedía disparando a discreción: acusaba al entorno del alcalde de ignorar sus avisos y dilatar las medidas para atajar desde el propio Ayuntamiento el caso Infraestructuras, una presunta trama de corrupción que afecta principalmente a empresarios y técnicos del Área de Infraestructuras del Ayuntamiento, y que está en sede judicial con dos vías abiertas: una que investiga ya un juez sobre la contratación de alumbrado en el último mandato; y otra, iniciada únicamente por la Fiscalía, que lleva el hilo de la sospecha a los dos mandatos anteriores, el del Gobierno de la socialista Isabel Ambrosio (en el que Infraestructuras estaba en manos de IU), y el del Gobierno de José Antonio Nieto, hoy consejero de Justicia, y en el que el actual alcalde era delegado de Gestión.

El contenido del vídeo con el que Dorado anunciaba su marcha cayó como una bomba en la calle Capitulares. Aunque nadie puede decir que no hubiera habido ensayos atómicos previos. Dorado había pedido la dimisión del alcalde varias veces en redes sociales y hasta en un Pleno Ordinario, acusándole de tener dos varas de medir: una para cesarlo a él por su presunta responsabilidad en el caso Infraestructuras, y otra para olvidar que este caso llega, según las pesquisas de la Fiscalía, hasta el mandato en el que él fue responsable de Gestión y Contratación.

El alcalde, su entorno y el Grupo Municipal Ciudadanos habían optado por ignorar durante todo el verano las salidas de tono de Dorado, al igual que tampoco ahondaban en las informaciones que apuntaban a las disputas que hubo entre el jefe de Asesoría Jurídica y el secretario del Pleno durante la investigación interna del caso Infraestructuras. Sin embargo, el vídeo de Dorado ya no se podía ignorar, dado que venía con una renuncia incorporada y un cambio muy relevante en el contrapeso político dentro del Ayuntamiento: el concejal de Ciudadanos se iba a la oposición, de forma que el Gobierno en minoría de PP y Cs se quedaba 13 concejales, los mismos que sumaba la oposición de izquierdas (PSOE, IU y Podemos) en el Pleno. Los dos ediles de Vox, que no es parte del Gobierno pero sí muleta, se convertían en necesarios, cuando antes eran decisivos. 

Quizá por ello, Vox fue el primer partido en pronunciarse. Lo hizo tres horas después del videocomunicado, con la portavoz de la formación, Paula Badanelli, asumiendo la tesis de presunta corrupción que había manifestado Dorado en su adiós. Con posterioridad, lo hicieron IU, en una rueda de prensa, el PSOE y Podemos en sendos comunicados. Todos se unían en la idea de que hacía falta un movimiento por parte del Gobierno de PP y Cs, que parecía muy tocado en esos momentos.

De hecho, el cogobierno guardaba silencio, casi noqueado, en las primeras horas, en las que los teléfonos de la número 1 de la formación naranja Isabel Albás y el alcalde José María Bellido echaban humo. Desde el PP, no obstante, prefirieron no comentar nada sobre el asunto, mientras que el Grupo Municipal Ciudadanos reaccionó poco antes de las 14:00 con un comunicado en el que cargaban contra Dorado y anunciaban que pedirían medidas disciplinarias contra él por parte de Ciudadanos.

La tarde del lunes pasó con PP y Cs enfrascados en buscar una solución al problema que creaba la marcha de Dorado. El alcalde diría después que había hablado con todos los concejales de la formación liberal pero no con Dorado. Las relaciones estaba completamente rotas entre ambos.

Sin embargo, poco antes de medianoche, era precisamente el gabinete de Prensa del PP y no el de Ciudadanos el que llevaba a los medios un nuevo giro de guión: David Dorado había pedido revocar su renuncia. Se quedaba en Ciudadanos, seguía siendo portavoz y sólo renunciaba al salario público. Las redacciones de los medios de Córdoba actualizaban la noticia y tiraban sus análisis del día siguiente.

El martes

El hecho de que hubiera sido el PP quien informaba de la marcha atrás de Dorado ya era un signo elocuente de lo que había en juego. El martes por la mañana, además, había dos ruedas de prensa convocadas: una de Miguel Ángel Torrico, consejero de Presidencia y portavoz del PP, y otra del alcalde, poco después. Todos los micrófonos estaban preparados para la intervención del regidor, si bien Torrico se apresuró a acaparar la curiosidad de los periodistas y aprovechó su rueda de prensa para ejercer de portavoz del alcalde y fijar la posición del Partido Popular.

Así, en una conferencia de prensa con un palpable tono de enfado, Torrico anunció que el PP pediría a Ciudadanos que convocara la comisión de seguimiento del Pacto de Gobierno para abordar la crisis creada por el anuncio de Dorado. Por muy vigorizante que parecía el anuncio, lo cierto es que a esa hora, ni en el PP ni en Ciudadanos sabían quién formaba parte de la comisión de seguimiento, un órgano que habían acordado crear en junio de 2019, cuando sellaron su alianza, pero nunca antes habían convocado en el mandato, a pesar de que se comprometieron a tener una reunión trimestral.

Torrico, además, cargó duramente contra David Dorado en su intervención. Lo acusaba de iniciar una vendetta personal contra el alcalde a partir de acusaciones “falsas, vacías y sin ningún sentido”, y aseguraba que al concejal de Ciudadanos nunca se le cesó por su papel en el caso Infraestructuras, sino por “pérdida de confianza”, cuando éste insistió en mantener en su puesto a la coordinadora de Infraestructuras que, con posterioridad, acabó investigada por un juez.

En el camino, el portavoz del PP también incurrió en alguna imprecisión a la hora de defender la actuación del equipo de Gobierno con respecto a la investigación interna iniciada por el secretario del Pleno. Para empezar, dijo que la investigación había sido “suspendida” alegando que es el procedimiento habitual si “existe una investigación judicial” paralela, cuando lo cierto es que la investigación llegó a término y el informe del secretario se remitió a la Fiscalía. Además, en su defensa del papel del alcalde, eludió incluso reconocer la denuncia formulada por el secretario del Pleno por la presunta obstrucción a la investigación interna por parte del jefe de Asesoría Jurídica.

Con la posición del PP fijada, era el alcalde de Córdoba el que tenía que comparecer ante la prensa. Lo hizo con su reconocible tranquilidad y moderación, eludiendo entrar en la valoración personal e intentando evitar las preguntas incómodas remitiéndose a las declaraciones hechas por el portavoz del partido minutos antes, aunque dejando clara la idea de que la situación se había vuelto “insostenible”.

Más o menos a esa hora hubo un nuevo giro de guión. El Grupo Municipal Ciudadanos anunciaba que cesaba a David Dorado como portavoz de la formación y volvía a insistir en que el partido tomara medidas disciplinarias contra él. Dorado, sin embargo, se mostraba en aquel momento muy tranquilo respecto a la amenaza de sus compañeros. Poco después se sabría que habían sido precisamente los responsables del partido en Andalucía quienes le habían convencido de que revocara su renuncia.

Sus nombres no se conocieron hasta las 15:45 de la tarde del martes: Isabel González y Andrés Reche eran, respectivamente, secretaria de Acción Institucional y secretario de Organización de la gestora que controla Ciudadanos Andalucía desde la debacle de las últimas andaluzas. Ellos dos fueron quienes, en la noche del lunes, convencieron a David Dorado para que recapacitara, le trasladaron su apoyo en su lucha contra la presunta corrupción, y le prometieron que seguiría teniendo voz en el Grupo Municipal de Ciudadanos en el Ayuntamiento.

Su comunicado cayó como otra bomba (aunque luego se supo que era de humo): le decían al alcalde y al PP que no había “necesidad de revisar el vigente pacto de gobierno en el Ayuntamiento” y desacreditaban la decisión de Isabel Albás y el resto de concejales. Lo cierto es que, más allá de la solemnidad de su postura, Reche y González no tardaron demasiado en organizar un viaje a Córdoba.

El miércoles

Aquel comunicado de Ciudadanos sirvió, al menos, para que en el Equipo de Gobierno, supieran a quién se tenían que dirigir para convocar la comisión de seguimiento del Pacto PP-Cs. Unas horas después de decir que no hacía falta revisar nada, Andrés Reche e Isabel González viajaron hasta Córdoba, donde se plantaron en el Ayuntamiento para revisar algunos flecos, y donde se reunieron con el presidente del comité electoral del PP de Córdoba, Salvador Fuentes, el adjunto a la Presidencia del PP cordobés, Miguel Ángel Torrico, y el responsable de Coordinación electoral del PP de Córdoba y jefe de Gabinete de Alcaldía, Manuel García.

Además, en la reunión también estuvieron los concejales Isabel Albás, Manuel Torrejimeno y Antonio Álvarez. David Dorado, la pieza clave, no había sido invitado a aquella reunión, que vivió con cierta impaciencia, aunque con un voto de confianza. Según contaría después, en aquel momento sentía que tenía el respaldo de la dirección andaluza de Ciudadanos, la misma que lo había convencido para que no se fuera del grupo.

Y con esa confianza acudió a una segunda reunión en el Ayuntamiento en la tarde del miércoles para verse con Reche, González, y el resto del grupo municipal. Lo que ocurrió en aquella sesión supuso un nuevo giro en los acontecimientos: los concejales de Ciudadanos y los miembros de la dirección andaluza sentaron a Dorado para pedirle que renunciara a ser portavoz de la formación, se quedara como concejal raso y evitara intervenir y preguntar en los plenos del Ayuntamiento. Cs Andalucía recogía cable y, resumiendo, pedían a Dorado sumisión al alcalde de Córdoba, exactamente lo que él había criticado de sus compañeros en el vídeo que había difundido sólo 48 horas antes.

Dorado se negó a aceptar la propuesta y abandonó la reunión y el Ayuntamiento de Córdoba, no sin antes solicitar, de nuevo, su renuncia como concejal de Ciudadanos y su paso al Grupo No Adscrito. Además, según contó a los medios de comunicación aquella tarde, ahora también abandonaba el partido en el que había militado desde el año 2015. Aquí las versiones difieren: mientras Dorado hacía el papeleo, Ciudadanos Andalucía difundía un nuevo comunicado en el que anunciaba “medidas disciplinarias contra Dorado, que conllevarían su expulsión del partido, por no aceptar la continuidad del pacto de gobierno entre PP y Cs”. 

Entre el me voy porque me echas o me echas cuando ya me he ido, una clave: el acta de concejal. Ciudadanos intentó en aquella reunión que Dorado se fuera y dejara el Ayuntamiento y no que pasara al Grupo No Adscrito, alegando que el concejal había firmado esta cláusula dentro del código ético. Claro que esa cláusula nunca se esgrimió el lunes ni el martes, cuando Ciudadanos Andalucía parecía apoyar sin fisuras el movimiento del concejal díscolo.

En sus explicaciones, Dorado insistió en dos ideas: que había sido el partido el que le había buscado para convencerlo de que no renunciara, y que lo había hecho prometiéndole que podría seguir defendiendo su idea de persecución de la corrupción dentro del Ayuntamiento. Esa idea, claro, pasaba por apuntar hacia el entorno del alcalde de Córdoba, algo que en el PP no estaban dispuestos a permitir. En aquella reunión de la comisión de seguimiento, desde el PP se dijo a las claras que la supervivencia del pacto de Gobierno pasaba por un prietas las filas en torno a Bellido, con o sin el concejal díscolo.

Así que, finalmente, ante la imposibilidad de eliminar políticamente a Dorado del Pleno del Ayuntamiento, el PP y Cs lanzaron un comunicado en el que aseguraban que el pacto de Gobierno seguía adelante tras haber sido suscrito por 13 de los 14 concejales que lo firmaron en junio de 2019. El alcalde daba por zanjada la crisis de gobierno y Albás se quedaba como portavoz de Ciudadanos.

La tregua volvía durante unas horas al Ayuntamiento, más por desgaste y aceptación del nuevo tablero de juego, que porque se haya llegado al fin del asunto. Quedan nueve meses de mandato en los que el exconcejal de Ciudadanos puede ser decisivo, y en los que el Equipo de Gobierno tendrá que asegurarse el apoyo de Vox para desempatar en muchas cuestiones.

También faltan menos de 20 días para el próximo Pleno del Ayuntamiento de Córdoba. El 22 de septiembre será el día en el que Dorado se vea las caras con el alcalde desde su nueva posición, sin tener que rendir cuentas ante ningún partido o grupo político. También con el desgaste de haber protagonizado una historia culebronesca de política local que ha tambaleado los cimientos de Capitulares, sede del Ayuntamiento de Córdoba, donde ya nadie duda que lo que queda de mandato no se parecerá a lo que había antes de los últimos tres días de agosto que lo cambiaron todo.

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