Soy ingeniero agrónomo y sociólogo. Me gusta la literatura y la astronomía, y construyo relojes de sol. Disfruto contemplando el cielo nocturno, pero procuro tener siempre los pies en la tierra. He sido investigador del IESA-CSIC hasta mi jubilación. En mi blog, analizaré la sociedad de nuestro tiempo, mediante ensayos y tribunas de opinión. También publicaré relatos de ficción para iluminar aquellos aspectos de la realidad que las ciencias sociales no permiten captar.
Soy ingeniero agrónomo y sociólogo. Me gusta la literatura y la astronomía, y construyo relojes de sol. Disfruto contemplando el cielo nocturno, pero procuro tener siempre los pies en la tierra. He sido investigador del IESA-CSIC hasta mi jubilación. En mi blog, analizaré la sociedad de nuestro tiempo, mediante ensayos y tribunas de opinión. También publicaré relatos de ficción para iluminar aquellos aspectos de la realidad que las ciencias sociales no permiten captar.
En los últimos años, los medios de comunicación se vienen haciendo eco de un resurgir del interés por los temas religiosos. Es un fenómeno general que se expresa, además, en diversos ámbitos culturales, y que va más allá de las prácticas tradicionales asociadas a la Semana Santa en regiones como la andaluza.
Por ejemplo, el último y excelente disco Lux de la cantante Rosalía tiene un claro componente de misticismo, además de una evidente estética religiosa. Asimismo, artículos como “El giro católico” de Diego Garrocho (publicado en ElPaís, el pasado 27 de octubre), o el monográfico de The Conversation (del 15 de noviembre), tratan de esa temática. También libros como “El loco de Dios en el fin del mundo” (2025), de Javier Cercas, o “El enigma de Dios” (2025), de Pedro G. Cuartango, se adentran en los temas religiosos desde diversos ángulos. Y lo mismo sucede con películas como “Los domingos”, de Alauda Ruiz de Azúa, que está teniendo gran éxito de taquilla y que trata de la vocación religiosa de una joven adolescente.
Todo esto genera cierta perplejidad en determinados círculos de opinión a los que les cuesta entender las causas de este fenómeno en una sociedad en apariencia tan secularizada como la actual. Para unos, el resurgir de lo religioso es sólo una moda pasajera, algo impostado e inducido por intereses comerciales. Para otros, sin embargo, es reflejo de un cambio más profundo en el sistema de valores de las jóvenes generaciones, inmersas en un mundo abducido por las tecnologías digitales y marcado por una combinación de múltiples identidades no fácil de gestionar a nivel individual.
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