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Sobre este blog

Soy ingeniero agrónomo y sociólogo. Me gusta la literatura y la astronomía, y construyo relojes de sol. Disfruto contemplando el cielo nocturno, pero procuro tener siempre los pies en la tierra. He sido investigador del IESA-CSIC hasta mi jubilación. En mi blog, analizaré la sociedad de nuestro tiempo, mediante ensayos y tribunas de opinión. También publicaré relatos de ficción para iluminar aquellos aspectos de la realidad que las ciencias sociales no permiten captar.

La izquierda y la ideología 'woke'

Eduardo Moyano

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Soy ingeniero agrónomo y sociólogo. Me gusta la literatura y la astronomía, y construyo relojes de sol. Disfruto contemplando el cielo nocturno, pero procuro tener siempre los pies en la tierra. He sido investigador del IESA-CSIC hasta mi jubilación. En mi blog, analizaré la sociedad de nuestro tiempo, mediante ensayos y tribunas de opinión. También publicaré relatos de ficción para iluminar aquellos aspectos de la realidad que las ciencias sociales no permiten captar.

Ciertos sectores de la izquierda, y en concreto el ala liberal y socialdemócrata, se sienten cada vez más incómodos con la llamada ideología woke, una ideología que impregna cada vez más la base social de dichos partidos y su masa de votantes, en especial a los jóvenes.

Tal incomodidad se debe a dos razones. La primera radica en lo que estos sectores de la izquierda entienden como un excesivo fervor identitario del wokismo en torno a la defensa específica de determinados colectivos (pueblos sin estado, indígenas, inmigrantes, refugiados, minorías religiosas, afroamericanos, homosexuales...) Es este un fervor que, en opinión de esos sectores, estaría apartando a la ideología woke de las reivindicaciones transversales que tradicionalmente han sido rasgos distintivos de la izquierda (estado de bienestar, justicia social, libertades civiles, igualdad económica…) Los grupos identificados con el wokismo niegan esta crítica al entender que la defensa que ellos hacen de las minorías y de los colectivos discriminados por el poder político y económico forma también parte de la mejor tradición de la izquierda.

La segunda razón de esa incomodidad estriba en que el movimiento woke reclama para sí la autenticidad de la izquierda ante una socialdemocracia a la que consideran impotente para afrontar la creciente desigualdad, por plegarse, cuando gobierna, a la lógica de los mercados asimilando los postulados del liberalismo económico (menos regulación, más libertad empresarial, menos presencia estatal…) Además, el wokismo considera a la socialdemocracia una ideología ya trasnochada e incapaz de entender los actuales procesos de cambio, en especial el cambio cultural. Obviamente, los partidos socialdemócratas rechazan esa crítica, presentando como prueba de descargo sus evidentes logros reformistas y su contribución a los pilares del sistema público de bienestar. Por eso se irritan cuando el wokismo y sus grupos afines dicen, en tono provocador, que solo cuando la socialdemocracia gobierna con la “izquierda de la izquierda”, y gracias precisamente a la presión que recibe desde ese lado, es capaz de poner en marcha programas de reformas sociales. Ejemplos de ello pueden verse en las tensas relaciones entre el PSF (socialista) y la France insoumise en Francia, o entre el PSOE y Podemos (y también Sumar, aunque menos) aquí en España, partidos impregnados cada vez más de las ideas woke.