José Antonio Gómez-Limón: “Si compras en una empresa ética, favoreces una sociedad ética”
La economía social, según Wikipedia, es el conjunto de relaciones de producción y distribución regidas por el principio de solidaridad y no por el lucro. El Ministerio de Trabajo afina un poco más en su página web. Es la primacía de las personas sobre el capital. Que ahí es nada. En el contexto de un mundo hipercompetitivo como el nuestro, todas estas palabras que acabamos de traer aquí suenan a música celestial. Podríamos decir que la economía social navega a contracorriente en un océano que se suele regir de manera exclusiva por una regla de oro: el dinero.
El instrumento más conocido de la economía social es la cooperativa. Pero no es el único. Este modelo también incluye las mutualidades, las fundaciones, las sociedades laborales, las empresas de inserción o las cofradías de pescadores, todas ellas gobernadas por otro principio muy democrático y poco económico. Es decir: una persona, un voto. Justo lo contrario que en una sociedad mercantil, donde la ecuación que prevalece es la de un euro, un voto. Que no es exactamente lo mismo.
Con todo, en Andalucía, la economía social representa el 10% del producto interior bruto (PIB) y registra 4.931 cooperativas, algunas de la dimensión y relevancia de Covap. El 74% de toda la economía social andaluza está vinculada al sector agroindustrial. Y España es el cuarto país de la UE en generación de empleo del llamado tercer sector, con 1,4 millones de puestos de trabajo.
Para promover las bondades del cooperativismo, la Universidad de Córdoba acaba de poner en marcha la Cátedra de Economía Social, que dirige José Antonio Gómez-Limón. Aunque hoy es profesor de finanzas y contabilidad en la Facultad de Derecho y Ciencias Económicas, Gómez-Limón es ingeniero agrónomo con una larga trayectoria en el ámbito de la investigación agraria, primero en la Universidad de Valladolid y más tarde en el IFAPA. Pero ojo: “Yo nunca he estado en la parte de producción agraria, sino en la gestión económica, la industria agroalimentaria y las cooperativas”. Dicho queda.
El ego es la principal debilidad de la economía cooperativa
PREGUNTA. La economía que no es social, ¿qué es?
RESPUESTA. La economía que no es social es la que no se hace desde la ciudadanía y no tiene en cuenta sus necesidades. Todo lo que es el sistema mercantil capitalista que se mueve solo y exclusivamente por dinámicas de mercado y buscar el beneficio a corto plazo. No se trata de montar solamente una ONG, sino también empresas que produzcan beneficios, pero orientados a los trabajadores y los socios. Esa es la diferencia. Una concentra el beneficio en muy pocas manos mientras que en la economía social se trata de intentar generar actividad y beneficio para muchos.
P. Leo en internet sobre la economía social: “Primacía de las personas sobre el capital”. ¿He leído bien?
R. Correcto. Esa es la base del cooperativismo. A diferencia de las empresas mercantiles, donde un euro es un voto, en las empresas cooperativas y de economía social es una persona, un voto. Son sociedades que se rigen por el principio de democracia interna. Ahí está la clave. Todos los miembros de una cooperativa tienen la misma capacidad de influir. Las decisiones se toman por acuerdo de grandes mayorías. Y eso no ocurre en una sociedad mercantil porque cuando tienes el 51% de las acciones ya tienes el control absoluto sobre la sociedad.
P. ¿Usted de qué es más partidario? ¿Una persona, un voto o un euro, un voto?
R. Depende de para qué. Es cierto que filosóficamente los sistemas democráticos son más atractivos ideológicamente, pero hay veces que plantean problemas cuando se trata de hacer avances en las sociedades. Me refiero a las cooperativas que requieren inversiones. Entonces puede ser que un 51% de los socios no quieran y bloqueen el desarrollo de esa empresa cooperativa. Tiene ese hándicap, pero también la gran ventaja de que una voluntad amplia de los socios permite que la cooperativa siga siendo una empresa de economía social que solucione el problema de todos y no solamente de unos pocos.
La primacía de la persona sobre el capital es la base del cooperativismo
P. La economía social va a contracorriente en este mundo donde prima el dinero.
R. No se trata de que vaya a contracorriente. Son sistemas complementarios. Desde su inicio han existido cooperativas y empresas mercantiles. ¿Qué es lo que ocurre? Que desgraciadamente las cooperativas nacen y se desarrollan, pero tienen una especie de techo de cristal para seguir creciendo. ¿Por qué? Pues porque cuando ya llegan a fases de internacionalización, donde requieren grandes inversiones, la democracia interna muchas veces puede dificultar ese desarrollo. Eso no ocurre en una multinacional, donde en una mesa se reúnen 10 personas y deciden. Hay que buscar fórmulas para ganar en flexibilidad y romper ese techo de cristal.
P. ¿El crecimiento es el objetivo?
R. El crecimiento no es el objetivo, pero sí es necesario. En este mundo, nos guste o no, las economías de escala son necesarias. La globalización hace que solamente aquellos que sean más grandes pueden ser competitivos. Si una cooperativa no crece y no alcanza ciertos volúmenes, le va a costar mucho ser competitivo. Eso no significa que las pequeñas cooperativas no tengan también su hueco. Por supuesto que lo tienen. Pero tendrán un hueco muy local, muy de nicho, muy de productos específicos, con una clientela muy fidelizada.
P. ¿Qué necesita la economía: más competencia o más cooperación?
R. La cooperación es buena y necesaria. Voy a poner un ejemplo. El mercado del aceite ha dividido por tres el precio en el último año por una falta de coordinación de las cooperativas, muchas de ellas pequeñas, que han empezado a vender mucho aceite de forma descoordinada. La saturación de la oferta ha hecho que el precio baje. Una buena coordinación a través de estructuras cooperativas más grandes sería necesaria para que los socios no estén sujetos a oscilaciones de precios tan fuertes.
P. La economía social representa el 10% del PIB en Andalucía. ¿Vamos por buen camino?
R. Siempre es un camino lento y dificultoso porque hay muchas trabas legales. Estas sociedades requieren mucho tiempo para crecer, pero yo creo que se han alcanzado cuotas importantes, sobre todo en el sector agroalimentario. Ese 10% está muy presente en la vida de todos los andaluces, aunque no se dan cuenta. Hay muchas cooperativas de enseñanza, incluso entidades financieras, arquitectos y otros profesionales. Ese es uno de los objetivos de la Cátedra: poner en valor que las fórmulas cooperativas deben ser percibidas positivamente por la ciudadanía. Entre un producto local y otro extranjero se debe motivar la compra de productos locales.
La gran fortaleza de la economía social es su vinculación al territorio
P. Las cooperativas tienen peor imagen.
R. Hay veces que sí. Por ejemplo, el tema del aceite de oliva. Los primeros que empezaron a hacer calidad fueron las empresas privadas y las cooperativas quedaron un poquito rezagadas. A día de hoy eso ha cambiado radicalmente y se produce tanta calidad en cooperativas como en almazaras privadas. Igual pasa con el vino y con otros muchos productos alimentarios que hay que poner en valor. Como excepción, el mercado reconoce a Covap. La gente sí valora la calidad que tienen sus productos alimentarios por encima de cualquier empresa mercantil.
P. El 74% de la economía social en Andalucía está generada por el sector agroalimentario. ¿Sabe por qué?
R. Por la tradición que ha tenido. El cooperativismo surge básicamente porque existen muchos productores primarios que se veían obligados a malvender a empresas que luego lo procesaban. En ese momento se dieron cuenta de que uniéndose podían aumentar el valor añadido que aportaban a su producción, no solamente produciendo aceituna o uva, sino vino y aceite. De esa manera, podían obtener más parte del beneficio que se genera a lo largo de la cadena de valor. El crecimiento ha sido exponencial en el sector agroalimentario. Ese modelo se puede desarrollar en el mundo profesional de la consultoría. En la Facultad de Derecho, si acaban tres licenciados y quieren montar un bufete de abogados, ¿por qué no lo montan como cooperativa? Sería más que razonable. Ese es uno de los papeles que quiere jugar la Cátedra: informar de que esta alternativa de empresa puede ser una forma de autoemprendimiento muy bueno.
P. ¿Y por qué no lo hacen en régimen de cooperativa?
R. Existen varios motivos. Muchas veces el desconocimiento. Esta Cátedra se ha montado por una iniciativa muy certera de la Junta de Andalucía, que ha detectado que en el sistema universitario andaluz los planes de estudio se han volcado mucho hacia la empresa mercantil y los contenidos de empresas cooperativas han sido menos desarrollados. La gente se decanta por lo que más conoce. Esta Cátedra quiere revertir esta situación.
P. ¿Covap es el modelo a seguir?
R. Covap es uno de los modelos de éxito a seguir. Es evidente. Pero yo creo que no hay que tomar un único camino. Cada cooperativa debe tener su propia filosofía. Lo que sí puedo señalar es que el próximo paso que Covap y todas las cooperativas tienen que intentar dar es ir hacia una integración cooperativa. ¿Por qué no se podría montar una fusión de cooperativas para ganar en dimensión y en multiplicidad de productos? Ese modelo podría tutear a la gran distribución y vender toda una gama de productos alimentarios desde otra posición de mercado más fuerte.
Todas las empresas deberían tener una gestión democrática y transparente
P. Hay que jugar el juego que dicta el capitalismo.
R. Hay que seguir el juego que dicta la sociedad. Y el capitalismo se adapta perfectamente a lo que quiere la sociedad. La gente quiere productos baratos, sanos y que sean accesibles. Y eso el capitalismo, como usted lo llama, se lo está dando. Las cooperativas y la economía social no llegan ahí. Hay cooperativas de autoconsumo, pero el precio ya no es el mismo, ni la disponibilidad ni la cercanía.
P. Pero jugar a la concentración, ¿no desvirtúa el espíritu cooperativista?
R. No necesariamente. Y ahí es donde está el gran reto de las cooperativas. Crear sistemas de gobernanza para que a grandes dimensiones siga habiendo espíritu cooperativo y el socio siga siendo el protagonista fundamental. Y hay que jugar con distintas alternativas. Existen cooperativas de segundo grado y a lo mejor, en determinadas ocasiones, se pueden crear sociedades mercantiles con fines muy concretos. Hay que utilizar todas las herramientas posibles para atender las necesidades de los socios. Hay que ser creativo y no poner barreras al cooperativismo ideológicas ni fundamentalistas de ningún tipo.
P. Dígame tres fortalezas de la economía cooperativa.
R. La gran fortaleza de la empresa cooperativa es que es local y nunca va a dejar de serlo. Cualquier empresa mercantil de Córdoba, mañana sus dueños pueden vendérsela a una multinacional y deslocalizar la actividad. En una cooperativa nunca puede pasar eso. Es legalmente imposible. Tendría que liquidarse. Esa vinculación al territorio es la gran fortaleza. Genera riqueza para y por los territorios y sus ciudadanos.
P. Y dígame tras debilidades de la economía cooperativa.
R. Las propias debilidades del ser humano. Los grandes problemas que tienen las cooperativas vienen básicamente de las relaciones personales de sus socios. Excesivos egos que todos tenemos y que en una cooperativa se ponen muy de manifiesto. En una cooperativa los criterios empresariales se mezclan con cuestiones personales y ahí es donde muchas veces se pierde un poco el norte. Los temas personales generan falta de confianza y cuando hay falta de confianza la gestión de la cooperativa se ve muy dificultada.
Hoy las cooperativas de aceite producen tanta calidad como las almazaras privadas
P. Somos el cuarto país de la Unión Europea en economía social con 1,4 millones de empleos. ¿Qué dice este dato de nuestro país?
R. Dice que aquí el cooperativismo ha arraigado. Y tiene que seguir creciendo.
P. ¿Faltan cooperativas o sobra especulación?
R. El cooperativismo tiene que seguir creciendo sobre los principios de cooperación, confianza y solidaridad. Pero no vamos a ser idealistas. Es un proceso lento. Cuando ese modelo se vea que beneficia a la ciudadanía y a los socios le va a comer el terreno a las empresas especulativas. Esto no es una cuestión de poderes públicos. Los ciudadanos tienen que ser consecuentes con el modelo de sociedad que quieren no solamente cuando votan. También cuando compran. Y, cuando por ahorrarse un céntimo, van a una empresa que tiene comportamientos poco éticos, que sepan que están favoreciendo una sociedad poco ética. Y si se gastan un céntimo más en una empresa ética están favoreciendo una sociedad más ética.
P. El agrónomo José Esquinas decía que hay que convertir los carros de la compra en carros de combate.
R. No me gusta utilizar la expresión carro de combate.
P. No lo decía en sentido militar.
R. Nuestro gran poder como ciudadanos son las decisiones que tomamos todos los días a la hora de comprar. Ahí es donde estamos premiando a determinadas empresas.
No es lo mismo que ganen dinero tres personas a que lo gane todo un pueblo
P. No somos consumidores conscientes.
R. Somos consumistas.
P. También leo sobre la economía social: “Gestión transparente y democrática”. ¿Así deberían estar gobernadas todas las empresas?
R. Así deberían estar gobernadas todas las empresas y se están haciendo esfuerzos para ello. De hecho, hay nuevas exigencias legales para que todas reporten su desempeño, no solamente económico, sino social, ambiental y en materia de gobernanza corporativa. ¿Qué es lo que ocurre? Que ahora se les está pidiendo a las empresas capitalistas mercantiles que lo hagan cuando las empresas cooperativas lo lleven haciendo desde siempre. Al ser empresas de gestión democrática, todos sus acuerdos se recogen en acta y son públicos.
El capitalismo se adapta a lo que quiere la sociedad
P. ¿Qué tiene una sociedad anónima que no tenga una cooperativa?
R. Flexibilidad y agilidad. En la sociedad anónima pueden mandar una o tres personas y rápidamente llegan a un acuerdo y lo ejecutan. En una cooperativa hay una junta rectora y una asamblea y todos los procedimientos de toma de decisiones son más lentos. A cambio está la legitimidad social. No es lo mismo que ganen dinero tres personas a que gane dinero todo un pueblo al que pertenece una cooperativa. Ahí es donde vuelvo a resaltar la responsabilidad que tenemos los ciudadanos con nuestro comportamiento diario. ¿Queremos personas muy ricas o que el pueblo siga manteniéndose vivo?
P. El presidente de la Federación Andaluza de Empresas Cooperativas (Faecta), Francisco Molina, dijo en una entrevista lo siguiente: “El ánimo de lucro nos lleva al desastre”. ¿Exagera o se queda corto?
R. Creo que exagera un poco. El ánimo de lucro es básicamente el ánimo de obtener un beneficio. Y yo creo que eso es legítimo y sano. Las cooperativas agroalimentarias no están para ser ángeles custodios de nada. Están para conseguir un beneficio para sus propios socios. Muchas veces el ánimo de lucro aparca otras cuestiones que son igualmente importantes, como los comportamientos éticos en la contratación de los trabajadores, en el desempeño medioambiental o en la transparencia. En las cooperativas no se puede hacer porque tienes una asamblea que te está permanentemente auditando las decisiones. Y si son poco éticas, poco transparentes o socialmente irresponsables, la asamblea no las va a aprobar. El lucro es bueno siempre y cuando se genere y se reparta legítimamente.
P. ¿El crecimiento económico limita al norte con el cambio climático?
R. El cambio climático ya ni los negacionistas en privado lo niegan. Está ahí y va a limitar cada vez más la producción. Va a ser un tema de futuro porque va a provocar deslocalizaciones. En España, en zonas donde antiguamente el olivo no se podía cultivar por el frío, como Castilla y León, ya se están poniendo plantaciones. Las empresas y las cooperativas se tendrán que adaptar. Van a surgir seguramente cooperativas oleícolas en Castilla y León. Y aquí habrá que buscar alternativas a determinados cultivos que ya no se van a poder desarrollar porque el cambio climático no lo va a permitir.
P. ¿Qué cultivo va a morir por el cambio climático?
R. Por el cambio climático habrá muchos cultivos de regadío que tendrán que hacerse con menos agua porque no va a haber suficiente. Confío en el buen hacer de mis compañeros de agronomía para generar el conocimiento tecnológico y adaptarse a las nuevas situaciones sin que el cultivo desaparezca. Es un reto.
P. ¿El regadío es sostenible?
R. Es sostenible en lo económico porque genera más riqueza, en lo social porque genera más empleo y en lo ambiental por todos los controles que se tienen hoy en día. Lo que ocurre es que cuando las cosas se hacen bien no es noticia. En Andalucía hay muchos miles de hectáreas de regadío perfectamente sostenibles. Si no existiesen tendríamos un problema de riqueza, de paro y ambiental porque esas zonas se desertizarían.
El ánimo de lucro es legítimo y sano
P. Se ha incrementado de forma exponencial el regadío en las últimas décadas.
R. Se ha incrementado hasta que se ha podido regar. Ahora se es consciente de que ya el regadío no puede crecer más. De hecho, en Andalucía hay un pacto firmado por todos los partidos para que eso no ocurra.
P. ¿La tercera guerra mundial será por el agua?
R. Puede ser. No me atrevo a dar el titular, pero existen movimientos de inversores para comprar tierras, aunque, en realidad, están comprando agua. ¿Y para qué? Para producir alimentos. Eso no debemos olvidarlo. Ahora estamos hablando de la necesidad de incrementar el presupuesto en defensa por las amenazas que tiene la Unión Europea, pero no hay que olvidar que la primera amenaza puede ser el hambre. La seguridad alimentaria, producir tus propios alimentos, es una cosa que no deberíamos obviar.
P. ¿Hay futuro en el campo andaluz?
R. Sí, pero un futuro distinto al de nuestros abuelos. La agricultura está evolucionando a una velocidad de vértigo y cada vez se está tecnificando más. Lo que hace falta son nuevos perfiles profesionales. Los agricultores tienen que estar mucho más tecnificados. Que sepan utilizar todos los controles digitales y la inteligencia artificial. Ahí está el futuro. Si no se manejan todas estas herramientas, van a quedar obsoletos y sus explotaciones no serán totalmente eficientes.
P. La gente joven huye del campo.
R. Es un problema de percepción social. Los médicos están muy valorados socialmente. Y los ingenieros. Mientras que la labor del agricultor no tiene ninguna valoración social. Eso unido a las dificultades que tienen los jóvenes para desarrollar su vida y su futuro en el medio rural. Los estamos echando. Yo me atrevo a decir que el problema más grave del agro andaluz no es el cambio climático ni el agua. Es el relevo generacional.
P. ¿Qué le pide a la Consejería de Agricultura?
R. La Consejería de Agricultura tiene un reto tremendo porque se está negociando el futuro de la Política Agraria Común (PAC) y eso en Andalucía es un tema clave. Le pediría que escuchase al sector, a las organizaciones profesionales agrarias y a las cooperativas agroalimentarias para que vayan de la mano. Hay que hacer propuestas realistas y solidarias para defender el modelo productivo andaluz, que ha permitido que siga habiendo gente en el campo. En Aragón o en Castilla y León muchos pueblos ya han desaparecido.
P. ¿Hacia dónde va el Parque Tecnológico de Rabanales?
R. El Parque Tecnológico es otra idea estupendísima que tuvo la Universidad de Córdoba. Y se está consiguiendo con mucho esfuerzo. El problema está en que se montó en un momento de boom inmobiliario donde los terrenos que conforman el capital del Parque Tecnológico estaban valorados a unos precios altísimos. La realidad del mercado ha cambiado y el Parque Tecnológico tuvo dificultades financieras. Gracias a Dios, el tema está a día de hoy estabilizado y le está permitiendo incorporar nuevas empresas. Yo pediría el apoyo del resto de instituciones. ¿Para qué? Para que inviertan construyendo nuevos edificios donde albergar nuevas empresas. Hay muchas empresas que quieren ir y están todos los edificios llenos. Y la Universidad no tiene la capacidad por sí sola de poder atender esas demandas construyendo nuevos edificios.
Covap es un modelo de éxito a seguir
P. Usted dimitió de consejero en 2017.
R. Dimití porque había en ese momento falta de apoyo de la Junta de Andalucía y el Estado central, que querían ejecutar la deuda del Parque Tecnológico. Es como si tú tienes un hijo que te debe dinero y lo embargas. Yo eso no lo entendía.
P. ¿Fabricar lanzamisiles es innovación y tecnología?
R. Es innovación y tecnología. Gracias a todos los desarrollos tecnológicos de la carrera espacial, por ejemplo, hoy tenemos muchos avances que sin ella no hubiésemos tenido. Aunque no sea políticamente correcto decirlo, gracias a toda la industria de defensa tenemos muchos más instrumentos tecnológicos. Ha sido muy patente en los últimos conflictos el tema de los drones y la inteligencia artificial.
P. La tecnología de la muerte.
R. Lo políticamente correcto sería decir tecnología de la defensa.
El regadío ya no puede crecer más
P. Los rectores de Andalucía acusan a la Junta de favorecer la privatización de la universidad. ¿Usted también?
R. Yo no soy rector y, por tanto, mi opinión es poco relevante. Es bueno que haya una alternativa privada a los servicios públicos. Sobre todo porque obliga a lo público a ser mejor. Eso es lo importante. A día de hoy, la universidad pública en Andalucía tiene muchas más ventajas que la privada por trayectoria, por profesionales y por medios. Lo que tenemos que hacer es no conformarnos y seguir evolucionando, seguir siendo mejores y obtener el reconocimiento de la ciudadanía. Lo que sí comparto con los rectores es que en un modelo donde el lucro es lo único importante, no se piensa en la universidad como una factoría de ciudadanos formados para el bien de la sociedad.
P. ¿De qué nos salva la educación?
R. Nos salva de todo. De repetir nuestros propios errores. Y si seguimos repitiendo errores es porque no estamos bien educados y no aprendemos lo suficiente del pasado.
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