El puente entre Córdoba y Japón
La noche de julio daba un respiro, el aire era nuevo, traía frescura y el escenario era inigualable, junto a la Calahorra y bajo el puente Romano. Un telón de fondo como es la Córdoba vieja, la Mezquita, no podía ser más adecuado para traernos un derroche de flamenco con un protagonista, un cordobés nipón. Benito Garcia y su compañía, formada por 12 alumnas japonesas nos enseñaron su arte flamenco y sobre todo cómo se tienden puentes En Tierra Extraña. Su espectáculo “Shirube, momentos de la vida” era una perfecta fusión entre nuestro flamenco y las pinceladas de la tradición japonesa que dejó al público boquiabierto y en pie al término del espectáculo. Su gente, su Córdoba, y Benito emocionado cumplió un sueño, una noche para el recuerdo después de estar más de 20 años lejos de los suyos, trabajando por este arte que le quita el sueño.
“Me fui de Córdoba con 16 años como bailaor de la compañía japonesa de Yoko Komatsubara pero allí no aguantaba ni un mes”Yoko Komatsubara, nos cuenta el cordobés. “Pero si quería dedicarme al flamenco, con lo mal que estaba por aquí, tenía que aceptar contratos y aprovechar ese tirón de trabajo que había allá”. No es hasta con 21 años cuando Beni (como lo llaman todos sus amigos) se queda en Japón y entiende que debe aprender el idioma y tradiciones del país del Sol Naciente. “Formé mi academia allí y es una familia muy grande. Aquello es como mi castillo, yo salgo a Japón, pero cuando entro en mi casa es España. Ellas han encontrado en mi una puerta para Córdoba, celebramos incluso las mismas fiestas que aquí”.
Como a todos los españoles que nos vamos, lo que más se extraña es la comida aunque no es lo único, nos afirma el bailaor. “Se extraña todo desde que te levantas por la mañana. Nuestra forma de vivir tan diferente. He estado largas temporadas sin comer jamón ni nuestros platos cordobeses porque no podía anímicamente. Desde hace 12 años que estoy con mi mujer me ha cambiado la vida, añoro, pero mi familia me ha dado todo”. Córdoba no se olvida y el camino que Benito tantas veces recorrió desde el Campo de la Verdad al Conservatorio en su bicicleta, esa imágenes de su ciudad son algo que ha seguido marcando su vida pese a la distancia. “La cultura japonesa es muy complicada, el idioma, las costumbres, la ceremonia del té... siempre quedas mal en público sin saberlo y eso determina que tengas trabajo o no, que te integres. Tienes que aprender, adaptarte a esa cultura, entender sus costumbres. Aprender todo eso fue muy fuerte para mi. Entendiéndolo llegas a quererlo, amarlo y para mi ahora es mi segundo país”.
En la charla con Beni surgía constantemente la magia de compartir con él las mismas experiencias de vida pese a estar en orillas diferentes del mundo, de México a Japón. ¿Te regresarías a tu tierra? “Lo veo difícil porque yo ahora después de 20 años de carrera allí siento que puedo hacer algo, que puedo unir dos culturas porque he sido un cordobés muy simple y he hecho por entenderlos y acercarme a ellos para darle lo mío”. Un ciudadano de Córdoba y del mundo con 130 alumnas que le esperan impacientes para seguir ensayando y celebrar el fin de curso en noviembre. “Quiero continuar con este trabajo y que el ayuntamiento o alguien aproveche esta experiencia para hacer cosas bonitas para nuestra ciudad”. Benito ha hecho de embajador de nuestra tierra y estos días que rodean el espectáculo de Cultura en Red del pasado viernes, ha traído una expedición de 40 japonesas que finalmente han conocido la Córdoba que su maestro tanto ha hablado en oriente. Esos puentes entre culturas que rompen el estereotipo y nos enseñan profundamente a conocer realmente otras identidades.
Marimar, su familia, tomó el empeño personal de que Benito se presentará ante los suyos y enseñar el resultado de su buen hacer en Japón. Finalmente, el coordinador de programas culturales, Rafael Ángel Castellón, le brindó la oportunidad de actuar en ese escenario de la
Calahorra para que entonces la magia, el arte y corazón que derrochó la compañía de Benito Garcia hiciese el resto. “Fue muy especial, me sentí muy cercano ante mi gente, mi barrio entero, de forma gratuita. Ha sido la mejor manera de presentarme y desde luego uno de los momentos más importantes de mi vida. Aunque mi sueño es continuar esto, que mi trabajo en Japón no se quede solo en esto y seguir haciendo algo por mi ciudad, por Córdoba”, afirma el bailaor.
Regresamos a Córdoba, nos encontramos, la paseamos y volvemos siempre. Córdoba es Córdoba, la familia, el paisaje de su embrujo, de su arte, la ciudad que nos acoge en ese regreso, pero que nos invita a salir de nuevo a contarlo. Ahí está esa Córdoba que nunca cambia, ni para Benito, ni para mi, ni para Rafa que se fue a Suecia, ni para tantos... Los cordobeses En Tierra Extraña somos quizás más cordobeses, más orgullosos de serlo. Gracias Benito, tu arte, el zapateo de tus nostalgias y las nuevas ciudadanas cordobesas de ojos rasgados que nos has traído a orillas del Guadalquivir. Vuelve pronto. Y baila mucho.
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