El relevo del boxeo cordobés: leyendas y sucesores
La provincia de Córdoba ha sido tradicionalmente una cuna pugilística muy importante a nivel español. En los años 70 fue la etapa dorada de dicha disciplina en España, y que tuvo un eco realmente fuerte en la provincia cordobesa, que se prolongó hasta los años 80 igualmente, con la presencia de boxeadores como Gregorio Pérez Jiménez, Pedro García Reyes, Tony Ortiz o José María Jaraba, quienes se congregaban en el extinto Pabellón de la Juventud, centro de operaciones de aquellos irreductibles púgiles. Con todo, hubo tres nombres que, a lo largo de los siguientes años, deslumbraron a nivel estatal e internacional, situándose seguramente como los tres boxeadores cordobeses más laureados (junto al citado Ortiz), además de haber dejado un legado perene y que han recogido sus sucesores recientemente. En efecto, a nivel meramente olímpico, Rafael Lozano, conocido como Balita, fue una de las grandes figuras de la selección española a finales del pasado siglo y comienzos del actual.
De hecho, este púgil que competía en peso minimosca disputó 178 combates oficiales (con 139 victorias) en categoría amateur, destacando entre los mismos el bronce en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 y la plata en Sidney 2000. Asimismo, participó también en Barcelona 1992, obteniendo un meritorio quinto puesto. En su palmarés figura además un tercer puesto en el Europeo de boxeo aficionado. Posteriormente se haría profesional, lo que, en palabras suyas, fue “una insensatez de la vida”, y ahí logró también un buen balance hasta retirarse en 2013. De ahí pasó a la formación, primero con una escuela en Córdoba y posteriormente como seleccionador nacional, puesto que ocupa actualmente y que le ha llevado de nuevo a inscribir su nombre en nuevas citas olímpicas, ahora desde la esquina del cuadrilátero.
De hecho, como entrenador está forjando a su propio hijo, Rafa Lozano júnior, en su caso conocido como Balín, quien está completando su propio camino como una de las principales promesas del futuro del combinado nacional, y siempre bajo las órdenes de su padre. Un recorrido distinto e independiente, aunque forjado junto a su progenitor. “Para mí es un orgullo tener un hijo que no solo continúa mi camino, sino que está dejando una huella marcada desde más joven”, ya que “con tan solo 19 años ya ha sido cinco veces campeón de España y a nivel europeo ha conquistado la mayor de las preseas, con el oro en categoría joven y la plata en la categoría júnior, además de un bronce en el Mundial”, expone Lozano senior a Cordópolis.
Asimismo, añade que “ser su padre, entrenador y el director técnico es lo más complicado con lo que estoy lidiando en mi carrera profesional actual”, pues “es vivir continuamente ante cada decisión en un momento de sentimientos encontrados, ya que también tenemos más boxeadores de su categoría”. Con todo, apunta que “con el tiempo ha logrado que mi orgullo hacia él se engrandezca, ya que con los años ha aprendido respetar las decisiones que como padre no me han gustado (evidentemente), pero como su entrenador y seleccionador han sido las correctas en ese momento”, por lo que la relación resulta en ese sentido “muy difícil”. Sea como sea, parte del futuro del boxeo español pasa ahora por las manos del joven Rafa Lozano, que tiene en su mira fijada también estar próximamente en los Juegos Olímpicos. Ya domina en España, en Europa, e incluso en el mundo a su edad, aunque ahora tiene el reto más duro, que es enfrentarse a los mayores.
Para el joven, su padre es “todo, tanto en lo deportivo como en la vida”, pues destaca que “ha sido un boxeador excepcional, el cual no ha habido otro en España, los resultados hablan por si solos”, por lo que su legado “me ha motivado mucho a seguir sus pasos y a querer superarme todos los días como él ha hecho, es un ejemplo a seguir”. El padre incide a su vez en que, desde la esquina al verle pelear, “cada acción duele y cuesta más que si fuese contra mi mismo, pero la confianza que me da su maestría en el ring hace que todo sea más fácil”, al tiempo que Rafa júnior subraya que “es el mejor entrenador que ha tenido España en la historia, y a mí me transmite muchísima confianza antes de subir al ring, sentir que él está en mi esquina es una sensación inexplicable, brutal. Yo me subo al ring, pero él es el que me guía como si estuviese jugando a algún videojuego, todo lo que dice al momento lo hago”.
Pasado y presente. Presente y futuro. Así en Madrid, donde entrenan los Lozano, como en Córdoba, sede en la que se está forjando otra saga familiar de primer nivel. En este caso son los Gutiérrez. José Gutiérrez Guti fue uno de los boxeadores españoles con mayor proyección del ámbito nacional, dado que llegó a ser otra gran figura de la selección española al proclamarse nada menos que seis veces campeón de España amateur entre 2002 y 2007. Posteriormente trató de dar el salto al profesionalismo, aunque un desprendimiento de retina le apartó de ese nuevo objetivo. De ahí en adelante, al igual que Lozano, pasó a la formación, siendo seleccionador nacional femenino y actualmente dirige un club con su mismo nombre en el Polígono de la Torrecilla, en su ciudad natal. Allí, entre otros muchos rostros del futuro del boxeo cordobés, se está forjando su hija Noelia.
Aunque también lo pasa mal, “a mi hija le gusta mucho que esté siempre en la esquina, porque yo la conozco desde que tenía ocho añitos. Desde los ocho años boxeando también me conoce muy bien, y ella trabaja. Ella es como una PlayStation. Sabe boxear perfecto, todo bien, todo ordenado, pero tengo que indicarle un poquito el camino”, explica Guti, quien trabaja mano a mano con ella en su crecimiento deportivo, lo cual le ha permitido consolidarse en el equipo nacional. Entre otros logros, como ser campeona de España, ya ha sido dos veces subcampeona de Europa en joven y júnior, y recientemente conquistó el prestigioso Drácula Open de boxeo.
Para ella, la figura de su padre ha sido su “referente” y su “ejemplo a seguir”, dado que, aunque no tiene recuerdos de él boxeando “porque era muy pequeña”, sí que es consciente de que ha sido un grande del boxeo y “me motivó desde que empecé a practicarlo, ya que yo quería seguir su camino y ser como él”. Además, “hoy en día que me acompañe mi padre en este camino para mí es muy importante porque me lleva entrenando desde que empecé a los ocho años y nadie me conoce mejor que él. Sabe cómo me siento en cada momento y qué es lo que mejor me va en una situación o en otra. Mi padre y yo nos compenetramos muy bien siempre, hacemos muy buen equipo. Me siento muy afortunada de tenerlo tanto como padre como entrenador”, reitera en ese objetivo común de llegar también a unos Juegos Olímpicos.
Finalmente, el tercer vértice de esta saga de leyendas y sucesores lo firman los Navarro, apellido histórico del deporte cordobés en general, tanto en boxeo como en fútbol. José Luis Navarro, apodado como El Cazador, es otro histórico púgil, que tras truncarse su deseo de ser futbolista, se labró una sólida y dilatada trayectoria en el boxeo nacional e internacional, ya que fue campeón de España en peso Welter, campeón del Mundo Hispano de los pesos Welters y Super-Wélter y campeón de Europa del mismo peso. Varios de esos hitos los alcanzó en su propia ciudad y en un Vista Alegre enfebrecido con su figura, que se hizo más icónica si cabe al subir siempre al ring ataviado con una camiseta del Córdoba CF. Tras su retirada montó un gimnasio que sigue regentando a día de hoy, pero no es donde se ha forjado su hijo José Luis Navarro júnior, que con orgullo lleva el mismo apodo que su padre, pese a todas las dificultades.
Navarro padre admite a Cordópolis que él no acompañó a su hijo en su deseo de ser boxeador, pues “él cogió sus maletas, sin dinero y se fue a Madrid hace ya tres años”, cuenta éste. En efecto, allí se ha ido forjando hasta erigirse como una de las grandes figuras actuales del panorama profesional. Con todo, en varias de sus peleas sí que ya se les ha visto juntos antes de las mismas, pese a que el entrenador del joven es el histórico Ricardo Sánchez Atocha. “Ahí sigue, con su ilusión intacta. Sin experiencia en el campo amateur y cogiéndola en el campo profesional, aprendiendo este difícil deporte, a base de caerse, levantarse y volver a luchar”, afirma su progenitor, quien relata que está tratando de “cumplir su sueño desde que era bien pequeño, ser campeón de mundo. Difícil tarea, pero no imposible si tienes esa convicción para verlo e ir a por ello. Todos los caminos en la vida son duros y el suyo no lo va a ser menos”.
El joven púgil, que es el actual campeón de España del peso supermedio y aspirante al Europeo, cinturón al que aspira de nuevo este 2024 tras caer por KO en noviembre del pasado año, habla también de esa compleja andadura. Un camino labrado en solitario, pero con el sello y el ADN de un histórico. “Mi padre nunca ha sido mi entrenador. Yo iba a entrenar con él como hobby, pero nunca me ha entrenado en competición”, puntualiza Navarro Jr., quien relata que “en mi casa siempre he visto boxeo, pero mi padre nunca quiso que fuera boxeador. No me dejaba, e incluso llamaba al gimnasio para que no me dejaran boxear”. Por tanto, “soy boxeador por hacer lo contrario a lo que me decía mi padre”, apostilla.
Un camino de piedras que les ha vuelto a unir sobre el ring. No en la esquina como tal, pero ahora sí van acompañados en esta ambiciosa aventura. Además, junto al apodo, el joven ha asumido también esa iconografía de portar la elástica blanquiverde en cada uno de sus combates. Orgullo cordobesista. Orgulloso de padre. Pese a todo lo demás.
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