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José Gutiérrez 'Guti': “Ni a mi peor enemigo le deseo lo que pasé”

Cara a Cara - José Gutiérrez 'Guti'

Jesús Ventura

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Llegar a la cima de cualquier deporte es muy complicado, ya sea a nivel regional, nacional o incluso traspasar fronteras para que seas conocido en el panorama internacional. Dedicarte a tu hobbie profesionalmente es una de las mejores sensaciones que puede conseguir un deportista, sobre todo por el trabajo que conlleva alcanzar estas cotas. Aun así, lo difícil no es llegar, sino mantenerse y muchas veces esta consolidación no solo no llega por la poca regularidad. José Gutiérrez Guti fue uno de los boxeadores españoles con mayor proyección del ámbito nacional, sabiendo que le esperaba un gran futuro en el apartado profesional después de proclamarse seis veces campeón de España amateur. Sin embargo, un desprendimiento de retina fue el causante de que los rings perdieran su figura para siempre. En cambio, el púgil cordobés cambió de vida, dedicándose a dirigir los entrenamientos y ahí se dio cuenta de que, además de tener también un potencial tremendo, podía dirigir a sus pupilos a la perfección. Con la atenta mirada en su gimnasio, Club José Gutiérrez Guti, y con su hija, Noelia Gutiérrez, en mente, el califal atiende a Cordópolis con una sonrisa y con el objetivo de despejar las dudas sobre una carrera que pudo haber sido y no fue.

PREGUNTA. Una entrevista que llega justo después de un entrenamiento en tu gimnasio. El ambiente que se respira es prácticamente el de una familia.

RESPUESTA. Sí. Desde que abrimos el gimnasio siempre hemos guardado esa humildad que tienen esos boxeadores y esos grandes deportistas que quieren competir, incluso los que no quieren competir porque tenemos muchos que vienen a ponerse en forma. Lo primero que hay que hacer aquí es portarse bien y que haya buen rollo. Eso es lo principal, que la gente se vaya contenta y es lo que estamos haciendo. Por ahora nos está yendo muy bien.

P. 11 años ya.

R. 11 años vamos a cumplir en agosto.

P. Más de una década. Uno de los referentes en Córdoba.

R. Sí. En Córdoba y en España. Nosotros este año presentamos al Campeonato de España de Clubes que son todos los clubes de España, unos 60, y cogimos tercer premio. Estuvimos a punto de quedar primeros. Eso es porque se están haciendo las cosas bien y se están sacando deportistas aquí en Córdoba. El club tiene muy buenas referencias a nivel nacional e incluso en internacional porque ahora que tenemos tres deportistas que son Noelia Gutiérrez, Candela Candelero y José Luis Sáez, que están con la selección nacional. Yo creo que contarán con este último para el Europeo porque ha hecho un buen papel en Rumanía. Entonces, encantado de la vida con esto.

P. ¿Cómo fueron los inicios de este gimnasio?

R. Cuando yo terminé con el equipo nacional pues busqué un sitio para entrenar y no había uno adecuado porque nosotros buscábamos un espacio grande para hacer una escuela de boxeo. Nos buscamos un grupo y este grupo decidimos crear un club. Aquí está la prueba. Empezamos a ingresar dinero de donde podíamos y ahora este es nuestro gimnasio a base de trabajo, mucha ayuda de la gente de muchos sitios.

P. ¿Y tu inicio?

R. Yo empecé a practicar este deporte desde muy pequeñito. Yo tenía 12 o 13 añitos y mis inicios fueron en La Fuensanta. En la piscina de La Fuensanta, en ese sótano que había. Yo vine de hacer taekwondo y yo siempre he querido ser boxeador, pero nunca había conocido a nadie del boxeo. Entonces, mi tío me presentó a Antonio Sánchez, que era el único gimnasio que había antes en Córdoba. Entonces, esos fueron mis inicios. Entrené con Antonio Sánchez y desde los 13 hasta los 16 años que me llevé alguna decepción que otra, por lo que me retiré. Aun así, volví con más fuerza, con más de todo y de hecho fue mi mejor época. Llegué a ser cuatro años consecutivos el mejor boxeador amateur de la época. La mala suerte que tuve fue que padecí un desprendimiento de retina y podía haber llegado más lejos. Me pusieron una piedra en el camino, tuve que parar y ya está. Gracias a eso hoy soy entrenador.

P. ¿Siempre has tenido claro que querías dedicarte al boxeo?

R. Siempre, siempre. A mi siempre me ha gustado mucho. La gente no sabe muchas cosas porque a mi me han llegado a decir que desaparecí cuando estuve en lo más alto, pero no saben la lesión que tuve. Fue una lesión muy grave, tuve que operarme hasta siete veces de mi ojo derecho y estuve a punto de perder el ojo. No lo perdí porque tuve un grandísimo médico que puso la federación, el mejor médico que yo conozco de oftalmología y que me llevó todas las cirugías. Un año entero con esta lesión. Yo tenía ya un contrato firmado de profesional, para fuera de España que no se llegó a cumplir. Se firmó un precontrato pero como tuve la lesión pues no se llegó a cumplir. Nadie sabe hasta dónde pude haber llegado, pero gracias a eso he sido entrenador. En mi cabeza nunca había estado ser entrenador. Todos los boxeadores cuando se retiran quieren ser entrenadores, pero para mí no era una cosa que me llamaba. A mi me gustaba mucho la competición y eso es lo que tenía en la cabeza, pero no desde la esquina. Yo era el que estaba dentro del ring. Me costó de primeras el ser el entrenador, pero cada día me gustaba más porque veía que los boxeadores que yo enseñaba cada vez se parecían más a mi, no técnicamente porque siempre intentaba mejorar. Yo técnicamente no era un prodigio, yo tenía mis condiciones boxeando que eran otras, pero técnicamente no era muy allá. Mis boxeadores se parecían a mi en la disciplina y eso cada vez me gustaba más. Después, por otro lado, me salió a mi hija que desde los 8 años la tengo entrenando y es un portento, bastante mejor que yo, pues imagínate, super contento.

P. ¿Qué significa para ti entrenar a tu hija?

R. Pf. Cuando la entrenaba era mucha presión porque cuando eres padre, entrenador y sabes lo que es esto, la disciplina que conlleva y lo duro que es, encima lo estás viendo y sabes lo que duelen cuando llegan los golpes, pues es duro. Yo he trabajado muchísimo con mi hija y lo que más frutos nos ha dado ha sido la defensa. El boxeador tiene que protegerse siempre. Lo fácil es pegar, pero lo difícil es defenderse. Entonces, a la hora de defender me centro mucho en todos los deportistas porque para mí lo más importante de un deportista es la salud y en el boxeo hay contacto. Si golpeas y te golpean siempre, pues no es buen para nadie. Entonces, yo he trabajado siempre la defensa muchísimo. Ahora lo que pasa con mi hija es que la echo de menos. Está entrenando con el equipo nacional y no la tengo. Ella cuando viene aquí sigo entrenando con ella en las vacaciones y cuando tengo la oportunidad o la opción de ir a algún fin de semana a algún torneo pues de lujo. Que esté su padre en su esquina para mí es un privilegio.

P. Y orgullo.

R. Claro, privilegio y orgullo, todo lo que conlleva. Se me pone los pelos de punta y se me sube la tensión. Además, está a un nivel que se pega con las mejores del mundo. Ya conocemos a todas las boxeadoras y sabemos el nivel que hay ahí. La gente no lo sabe, pero el boxeo femenino ya casi se equipara al masculino. Hay un nivel impresionante y en estas Olimpiadas ya hay seis, por ocho de chicos, por lo que la cosa ya está casi igual. Pero bueno, la verdad que es bueno, bonito pero también es muy duro. Sufro más que cuando boxeaba.

P. ¿Crees que Noelia puede seguir el camino que tú no pudiste por el desprendimiento de retina?

R. Eso dice ella. A mi el único hito que me ha faltado en mi carrera ha sido estar en unas Olimpiadas, que me quedé a las puertas por el desprendimiento de retina. Su sueño es ir a unas Olimpiadas. Esta vez, por un año no ha podido ir a los clasificatorios de los Juegos Olímpicos de París. Noelia tiene 18 que acaba de cumplir y tiene que tener 19. Serían en las próximas Olimpiadas y creo que para ello estaremos dando guerra.

P. ¿Qué sentiste cuando te diagnosticaron el desprendimiento de retina?

R. Eso no se puede ni decir. Yo ni a mi peor enemigo no le deseo lo que pasé. Casi cogí una depresión, me tiré ocho meses encerrado en mi casa. A parte de la lesión, fueron muchas intervenciones, además de inyectarme un gas en el ojo que me obligó a estar 15 días sentado en un sofá, día y noche. No te puedes tumbar, me tuve que quedar sentado 15 días. Después de esto, me tuvieron que intervenir y lo hicieron muy rápido para que no se abriera demasiado la retina. Me dieron con varios láseres. Fue durísimo, no se puede explicar. Por otro lado, se fue al traste todo. Yo tenía un precontrato firmado, estaba preparándome para bombero, que lo tenía claro. A partir de ahí, todo se fue al traste porque no puedo ser bombero, no pude ir a unos Juegos Olímpicos ni intentar llegar a ser campeón del mundo en el mundo profesional. Se fueron muchos objetivos que tenía en la cabeza al traste. Pero bueno, la cabeza debe estar en su sitio porque había que sacarlo adelante. Tuve muchas ayudas porque me ayudaron mucha gente, los tuve muy cerca. Me dijeron que tenía que sacarme las titulaciones de entrenador para seguir ese camino, pero yo no quería. Poco a poco al final me encaminé por ahí, me saqué todas las titulaciones y en un año ya saqué un campeón de España, medallistas en el Campeonato de España... Me llamó el equipo nacional y empecé a trabajar con la selección femenina. Nunca me he desvinculado del equipo nacional y en todo lo que he podido ayudar pues he ayudado. Ahí seguimos y más ahora que está mi hija, Joselu y Candela.

P. Si se cierra una puerta, se abre una ventana.

R. Exactamente. Nosotros pusimos los pies en el suelo y para adelante como sea. Ahora estamos super ilusionados con el club, con la gente, con los boxeadores que estamos sacando. Super contento.

P. En este tipo de casos, el psicólogo deportivo es fundamental.

R. Yo siempre digo que en el boxeo te tienes que acostumbrar a la derrota. Todos los boxeadores que quieren la victoria, pues primero tienen que aprender a perder porque las derrotas a veces nos sirven mucho más que las victorias. Yo se lo digo mucho a mi hija y mira que no soy psicólogo ni nada, yo se lo digo desde la experiencia personal y desde el punto de vista de un deportista. Ella me recuerda mucho a mi porque yo siempre he sido muy competitivo. Ella tiene mucha presión y gracias a la federación pues tiene un grandísimo psicólogo deportivo que está trabajando con el equipo nacional y le está ayudando. Antes no teníamos esa facilidad para tener un psicólogo deportivo y si la había pues yo no la conocía. Era más difícil sobrellevar esas cosas. Ella lo está llevando muy bien y espero que le ayude mucho porque ahora vienen cosas super complicadas. Ella está muy bien de la cabeza y físicamente porque el boxeo no es solo golpear, sino que lleva muchísimas cosas. Además de lo que lleva arrastrando de estudiar fuera y la familia lejos. Ella lleva dos años allí, es una niña y echa mucho de menos a su madre. Entonces, llevar todo eso si no hay alguien que te ordene todo eso, pues complicado.

P. Con ese nerviosismo propio de un padre, ¿qué prefieres: estar dentro o en la esquina?

R. Dentro. Siempre. Yo siempre he dicho que desde la esquina no puedo. Yo ayudo chillando e indicando, pero me solventaba mejor dentro del ring porque cuando hay un problema yo lo solventaba, lo solucionaba a golpes. Cuando estás fuera no puedes estar ahí, por eso es tan difícil para un boxeador que es entrenador. Ahora es muy difícil porque yo solucionaba los problemas que tenía dentro, entonces es complicado, muy complicado. Poco a poco me voy cuadrando porque ya me conocen en todas las partes del mundo, cuando he sido boxeador, cuando he sido entrenador, seleccionador nacional, y cuando voy a los sitios ya me conocen, ya saben que yo soy muy de corazón. A mi hija le gusta mucho que esté siempre en la esquina, porque yo la conozco desde que tenía ocho añitos. Desde los ocho años boxeando también me conoce muy bien, y ella trabaja. Ella es como una PlayStation. Sabe boxear perfecto, todo bien, todo ordenado, pero tengo que indicarle un poquito el camino. Le digo: “ahí Noelia, cuidado con ese recto de derecha, pásalo y saca el croché”, y lo hace todo a la perfección, y lo hace en el momento porque sabe que funciona. La verdad que nos llevamos muy bien en la esquina porque ella me conoce a mí, sabe que yo soy muy duro, pero eso le encanta a ella.

P. Y ya la última, ¿dónde te ves dentro de cinco años?

R. Aquí. Y dentro de diez y de veinte años. Ya es verdad que estoy haciéndome mayor, la verdad, pero el gimnasio es mi vida. Yo vengo aquí, la clase la damos a las 9:30, pues yo a las 8:00 estaba aquí, y todos me dicen que voy bastante temprano pero me gusta pasear la mopa, colocarlo todo bien y eso me gusta. Después, todos los fines de semana me siento y lo sincronizo todo, quiero llevarlo siempre todo planificado para que tengan claro lo que van a hacer los competidores y los no competidores. Entonces, esto es mi vida, yo quiero jubilarme aquí si me dejan. Si no me dan problemas, yo voy a seguir aquí porque yo quise estrenar esta nave. Cuando ya me vaya, que hagan lo que quieran con ella, pero quería estrenarla y quiero jubilarme aquí. Esta nave no es mía, es alquilada, pero esto es mi vida. Yo, además, hago un entrenamiento en un metro cuadrado e incluso cuando vamos a un torneo, hacemos los entrenamientos en el pasillo del hotel hasta que nos echan. Entonces, esto es mi vida, no puedo hacer otra cosa.

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