Jesús Fernández: “La fe tiene que incidir en el comportamiento de las personas, a una mayor solidaridad y justicia”

Jesús Fernández González (Selga de Ordás, León, 1954) es un obispo entre dos papas. Nombrado por Francisco, en uno de sus últimos decretos, fue propuesto por Robert Prevost, actual Papa León XIV para sustituir en la silla de Osio a Demetrio Fernández. Jesús Fernández apenas lleva tres semanas como obispo de Córdoba y se está poniendo al día en la Diócesis, visitando parroquias, conociendo sacerdotes, seminaristas, laicos e instituciones de la ciudad y la provincia.
El nuevo obispo de Córdoba procede del corazón de la provincia de León. Fue deportista de joven. Jugó como juvenil de la Cultural Leonesa hasta que cambió la equipación por la sotana. Pero sigue amando el fútbol y practica ciclismo: ha hecho el camino de Santiago (provincia eclesiástica de que la fue obispo auxiliar) en bicicleta. Le gusta escuchar y prefiere reflexionar mucho antes de responder. Su discurso es sosegado, tranquilo. Su carácter, muy del norte.
Jesús Fernández ha llegado a una Diócesis que nada tiene que ver con Astorga, donde ha ejercido como obispo en los últimos años. La mayoría de las parroquias dan servicio a poblaciones de un puñado de habitantes “y aquí llamáis pueblo a un municipio de 2.000 personas”, responde. Tampoco el carácter ni la forma de ejercer la religiosidad, que es uno de los temas centrales de la entrevista, como en España hay dos formas tan diferentes de afrontar la vida. Y también la fe.
La religiosidad de aquí es muy alegre
PREGUNTA (P): ¿Cómo, cómo le ha tratado la ciudad y cómo está siendo su llegada?
RESPUESTA (R): Pues la verdad es que me ha tratado muy bien, la ciudad me ha tratado muy bien, la gente me ha tratado muy bien. Vas por la calle y te paran y te dan la bienvenida, te invitan a su casa. El carácter del cordobés es muy abierto. Esta es una de las cosas que contrasta bastante con el carácter de Castilla y León, por ejemplo, de mi tierra, que nos cuesta más expresar. Aquí se nota esa espontaneidad, esa afectividad, esa acogida se nota más y luego pues además con mucha participación de la gente. Vengo de una tierra donde los números son escasos y aquí está lleno siempre de vida. Así que estoy muy contento y agradecido por la acogida.
P. Usted ha visto las dos Españas. Hay un contraste absoluto norte y sur.
R. Tremendamente distinto. Sí, una España, sobre todo la que he estado últimamente, Astorga, porque estuve en Santiago de Compostela. Allí sí hay vida, sobre todo por los peregrinos y turistas, que es masivo casi. Pero Astorga, pues son casi 1.000 parroquias y la mayoría no llegan a cien habitantes. Son pueblecitos pequeños y claro, ese contraste: gente mayor, casi no ves niños. Contaba estos días que hay un sacerdote que me daba unas golosinas y yo decía: “Mira, esto me viene muy bien para dar a los niños cuando voy de visita”. Pero resulta que la mayoría de los días volvía a casa con el bolso lleno de golosinas porque no había podido dar ninguna porque no hay niños. Esa es una diferencia bastante consistente, bastante importante que sí que se nota. Aquí hay más juventud, más vida, más alegría.
P. La España vaciada. Aunque aquí en la provincia también existe, en la zona norte. Aunque creo que usted no ha tenido todavía tiempo de visitar la provincia, ¿no? No ha salido de la capital.
R. No, he salido poco. He ido a la zona de la Campiña, a Cabra, ayer [la entrevista se realiza el lunes 9 de junio] estuve en Aguilar de la Frontera. Y he estado también en Villanueva del Duque. A pueblos pequeñitos no he ido, pero bueno, aquí llaman pequeñito a un municipio de 2.000 habitantes...

P. Sí.
R. Para nosotros 2.000 es una capital casi.
P. Le preguntaba un poco por eso, por el gran problema que hay de la España vaciada, que aquí empezamos a notar sobre todo en el norte de la provincia. Lo último que suele quedar en la mayor parte de esos pueblos de la España vaciada, donde resisten un puñado de vecinos, es precisamente la parroquia, ¿no?
R. Sí, la verdad que sí, gracias a Dios, podemos conservar todavía bastante presencia. La Diócesis de Córdoba ha sido bendecida con muchas vocaciones. Yo ahora mismo vivo y convivo con seminaristas: pues tenemos un buen número. Eso permite una atención bastante cercana.Y la parroquia, por lo tanto, sigue allí. Pero es cierto que cuando hay retirada de esos servicios ya se enciende la luz de alarma, lo que quiere decir que vamos para abajo. Pero yo pienso que por aquí de momento no noto ese decaimiento.
P. La falta de vocaciones sacerdotales en España era uno de los grandes caballos de batalla del Papa Francisco, pero curiosamente en Córdoba es al contrario, ¿no? No sé a qué se puede deber eso.
R. Por lo que voy oyendo ha habido aquí un sacerdote que se llamaba Gaspar Bustos, que marcó mucho y que era un gran sacerdote y orientó muy bien a los seminaristas. Creo que luego se ha cultivado mucho desde hace años ya, no solo desde el último pontificado de don Demetrio, sino desde antes, se ha potenciado mucho la formación de tal modo que todos incluso al terminar hacen estudios de derecho o de otro tipo. Yo creo que eso ha elevado bastante el nivel y a mí me parece que se ha creado un contexto interesante. Seguramente pues luego influyen más fenómenos, quizás el apoyo también de que hay mucha religiosidad popular, hay muchas gente metida en cofradías que pueden apoyar. No sabría indicar otras razones. Es verdad que no somos únicos en España pero con la dimensión de la Diócesis pues estaríamos seguramente en porcentaje muy arriba, porque Madrid tiene más de cien, pero claro, es Madrid y Valencia tiene muchos más habitantes, Sevilla también debe tener bastantes, pero bueno, estamos muy bien situados en ese sentido.
La Diócesis de Córdoba ha sido bendecida con muchas vocaciones
P. Otra de las diferencias, perdone que abunde un poco, entre el norte y y el sur es la manera en la que vivimos la religiosidad. Digamos que el norte es un poco más serio.
R. Sí.
P. No sé si cuando está profundizando le está sorprendiendo esa religiosidad tan afectiva, tan alegre que hay en el sur.
R. Sí. La verdad que es muy alegre la religiosidad aquí. Estuve en la salida de la hermandad del Rocío hace unos días que iban hacia Almonte y bueno, es que era todo una explosión de alegría. Es verdad. Y sales y ves que están cantando y eso al norte sorprende un poco. Pero bueno, allí también está llegando, por ejemplo, el bailar a los pasos, que aquí es más corriente, pues también eso se está contagiando, pero el carácter es es diferente. Y es bueno que haya alegría, a mí me parece bien. Es decir, es un signo de buena calidad humana, el que la gente esté alegre. Y también celebre la fe con alegría. O sea, que nada en contra de ello.
P. ¿Qué fue lo que se le pasó por la cabeza cuando, no sé quién le hizo la llamada, se le comunicó que iba a ser obispo de Córdoba?
R. Fue el Nuncio, me llamó por teléfono. Hace algún tiempo recuerdo que cuando fui a Santiago (donde fue obispo auxiliar) me llamó el Nuncio a Madrid, pero en este caso desde la pandemia yo creo que utilizan el teléfono. Vi la llamada, tengo su teléfono, vi que era Nuncio y respondí, pero jamás pensé que era para eso y me comunicó que el Papa me nombraba obispo de Córdoba. Lo primero es el susto que llevas porque no te lo esperas. Y lo segundo, la inquietud también, porque claro, piensas dónde vas, que realmente a mí Córdoba no me creaba ningún problema porque conozco por referencias el lugar, la ciudad, la Diócesis y y tengo las mejores referencias. Por lo tanto, no era eso lo que me preocupaba. Me preocupaba en ese momento inicial, sobre todo lo que iba dejando. Iba cerrando carpetas: visité más de 400 parroquias en estos cinco años que he estado, escasos, en Astorga. Tantos recuerdos, tanta vida compartida, claro, eso me pesaba un poco y sobre todo también me pesaba un poco el tener que dejar a mis padres que vivieron conmigo los últimos tres años ya muy mayores. Sí que me planteé la posibilidad de traerles, pero con 95 años que tiene mi padre [falleció pocas horas después de la entrevista, el lunes 9 de junio], 91 mi madre, era alejarles mucho de su familia porque el resto está por allí, de su tierra y les volvimos a a llevar a Gijón, donde han estado viviendo como inmigración interior, somos leoneses. Ellos han estado viviendo más de 50 años allí. Bueno, eso es cerrar carpetas, esas despedidas sí que me costaron un poco, la verdad, pero me ilusionaba realmente venir a Córdoba. Y desde que he llegado me he centrado, he tratado de trabajar, de ir aprendiendo, escuchando y no estoy decepcionado en absoluto, más bien ilusionado.

P. Usted lo ha dicho en entrevistas anteriores. Córdoba le llamó también la atención porque de los 15 barrios más pobres que hay en España, tres están aquí. Usted además es el obispo de Cáritas, el obispo encargado de los asuntos sociales, de los más desfavorecidos. Y no sé cómo piensa abordar ese problema desde desde la Diócesis.
R. Sí, yo voy tomando contacto. Ya he estado en una parroquia que se llama San Ignacio [en el barrio del Guadalquivir]. Voy a ir pronto a otras parroquias de ese entorno y bueno, voy escuchando y voy viendo un poco qué se hace y y luego desde ahí ver qué se puede hacer. Yo creo que desde la iglesia podemos aportar mucho, pero evidentemente necesitamos unir fuerzas todos y por lo que voy viendo, seguramente hay un problema en la coordinación porque esto suele pasar cuando hay distintas instituciones implicadas. La coordinación es un reto. Yo veré qué puedo hacer para intentar que esa coordinación mejore e ir resolviendo problemas, pero claro, yo varita mágica no tengo. Y además pienso positivamente de lo que sin duda están intentando hacer otros, otras instituciones. No quiero que en ningún caso mis palabras se interpreten como que estoy recriminando a ninguna institución porque yo no puedo acusar a nadie de nada. Sencillamente quizás, como digo, podamos profundizar en una mejor coordinación para responder mejor a los problemas, porque solo uno no lo va a poder hacer. Este es un tema de envergadura que va a llevar generaciones incluso. No, no sé de hoy para mañana como se resuelve, pero yo creo que si ponemos algo de nuestra parte, tenemos que mejorar las condiciones de vida de esa gente, que puedan estar mejor, que tengan una educación también que les permita integrarse mejor en la sociedad, en la ciudad. Y ese es un reto importante porque no podemos dormir tranquilos mientras sepamos que hay personas que están pasando dificultades.
P. ¿Usted va a seguir al frente de Cáritas?
R. Sí.
P. ¿Va a seguir siendo el responsable a nivel nacional?
R. Sí, de momento he tenido que suprimir alguna actividad. Por ejemplo, este fin de semana, jueves y viernes, tenía un consejo general Madrid al que no pude asistir, pero ellos lo entienden muy bien. Saben que ahora la prioridad es, digamos, tomar pie aquí, hacerme cargo de la situación y luego ya seguiremos trabajando con intensidad con Cáritas España.
La coordinación en la lucha contra la pobreza es un reto
P. ¿Cómo ha vivido los últimos años desde Cáritas? ¿Está viendo que hay un problema muy grave de desigualdad, de muchísima gente que se está quedando atrás?
R. Sí, sí. Esto es lo triste, porque es que además no estamos consiguiendo que salga la gente, es decir, se está cronificando. El que cae en la pobreza es que vemos que entra en la rueda. Yo suelo incidir mucho en la educación. Yo creo que tenemos que educar, tenemos que mejorar la educación, la educación precisamente de esas personas, porque los niños si están viendo ese ambiente van a reproducir los patrones que están viendo. Entonces, ¿cómo se hace? Claro, yo ya digo, no tengo varitas mágicas, pero sí que es, sé o intuyo que por ahí tiene que ir un poco la situación porque eh si no ayudamos a salir a la gente, se establece en esa situación, nunca va a recuperar la dignidad que que merece. Y por lo tanto sí que es verdad, es una situación preocupante porque se engrosan los números personas que viven bajo el umbral de la pobreza. Hoy mismo salían las cifras que hay más de dos millones y medio de niños en España en condiciones de pobreza, que estamos eh encabezando el ranking en Europa. Esto no puede dejarnos tranquilos porque los niños son los más inocentes y no tienen ninguna culpa para vivir esas situaciones. Sí, esa es la situación que realmente tenemos que afrontar.
P. Y es curioso en un mundo donde cada vez hay más ricos. Y en el que los ricos son cada vez más ricos y los pobres, más pobres.
R. Esto es tremendo. Sí, sí, es así. Es así, porque el número de de ricos también aumenta, su riqueza aumenta exponencialmente y en cambio, otros pues no, no llegan al mínimo. Así que ahí la verdad que tienen un papel importantísimo los políticos, pero claro, ahora a nivel mundial estamos viendo una situación tremenda, una política muy, muy de confrontación, de más preocupados por hacer bloques y atraer hacia el bloque para tener influencias, que de preocuparse de los problemas de la gente del día a día y sobre todo de los que viven en situaciones de pobreza. Esta es la realidad. Tenemos que intentar por todos los medios ir poniendo remedio a la situación. Nosotros desde el punto de vista de la fe, pues rezando y también tomando conciencia de que el cristiano es solidario y como laico, sobre todo introducido en el mundo de la política, es responsable de buscar redes sociales que remedien esta situación.

P. Su nombramiento fue uno de los últimos del Papa Francisco y en cierta parte también responsabilidad de del actual Papa León XIV porque estaba encargado de buscar nuevos perfile. Ambos papas tienen un discurso común en la lucha contra la pobreza. Y hemos visto la enorme atención mediática que ha generado el funeral de del Papa y después el nombramiento del nuevo Sumo Pontífice. En todo ese maremágnum mediático parece como que esos mensajes contra se escuchan menos, ¿no?
R. Teóricamente sí que se escuchan mucho, pero la verdad es que no sé si les hacen caso. Y por ejemplo la llamada a la paz que hacía el Papa Francisco constantemente. El Papa León está también diciéndolo siempre: ¿Cómo es posible que se mate de esta manera en Gaza? O que siga habiendo prisioneros ahí y no les devuelvan ni siquiera los cadáveres. Es que claro, y no les hacen caso. Realmente, claro, la Iglesia no es una fuerza política. Mueve conciencias, pero aún así pues nuestro poder, lo reconocemos, es débil y a nivel mundial pues es débil. Pero bueno, hay que valorar que sean profetas, que digan lo que muchos no se atreven a decir. Porque efectivamente muchos no se atreven a decir al estar metidos en el papel de político. Tú si hablas en contra de Trump, pues ya te estás poniendo en contra de medio mundo. Si hablas en contra de Putín, pues te pones en contra al otro medio. Entonces, claro, el político tiene que medir mucho sus palabras. El Papa no está en política, pues se atreve a decir: “Esto no puede ser.” Francisco lo hacía y el Papa León lo hace. Y bueno, hay que agradecerles ese mensaje profético que está en el Evangelio, porque Jesús también denunciaba las desigualdades, las injusticias, los abusos. Ese es su papel se lo agradecemos y nosotros pues tenemos que intentar ser también portavoces y cumplir esa misión de denuncia cuando realmente hay que hacer.
P. Una curiosidad, ¿conoció usted a Robert Prevost antes de convertirse en el Papa León XIV?
R. Pues no le conocí. No, no le conocí, porque llevaba dos años en la congregación. Sí que un agustino me había dicho: “Cuando vengas a Roma yo te lo presento.” Porque era amigo de él, pero la verdad es que no lo hice. Y no le conocía. Pero sí, como decía decía usted, pues por sus manos pasó mi nombramiento. Seguro fue él el que se lo presentó al Papa. Él sí que por lo menos tendrá referencias de mí. Al Papa Francisco le vi por lo menos seis o siete veces y charlé con él . Era una persona que te miraba la cara, que no dejaba de fijar los ojos en ti en ningún momento con una atención personal increíble.

P. Muy argentino, muy político.
R. Sí, sí. En ese sentido sí, él era muy espontáneo. Claro. Entonces, te decía cosas que a veces pues claro, la gente que no interpreta el carácter argentino pues no le gustaban porque decía expresiones que parecían incluso faltas de respeto a las personas, pero bueno, él era así y así era estupendo porque era un hombre cercano y sensible.
P. ¿Cree que que la labor que la reforma de la Iglesia, la labor que se le quedó pendiente a Francisco la va a acabar la León XIV?
R. Claro, la Iglesia siempre tiene que estar reformándose porque está formada de seres humanos limitados como soy yo mismo. Y entonces, claro, siempre tenemos que estar mejorando, tenemos que estar reconociendo que hemos hecho cosas mal, que hemos cometido injusticias, claro, y siempre tenemos que ir mejorando y no tengo ninguna duda que él continuará. Continuará porque todos tenemos que continuar esa renovación que afecta a la persona, pero incluso a las estructuras, de tal modo que tenemos que hacer estructuras ágiles al servicio del pueblo de Dios y en eso pues estamos y seguiremos estando.
No podemos dormir tranquilos mientras sepamos que hay personas que están pasando dificultades
P. ¿Invitará a León XV a Córdoba? Él sí ha visitado Andalucía. De hecho, hay un montón de fotos de Robert Prevost en su pasado agustino por Andalucía.
R. Pues habrá que hacerlo. Lo que pasa es que no sé si me hará mucho caso, pero bueno, habrá que intentarlo con algún motivo importante. Sí, sí que lo podemos intentar. Él, claro, cuando era general, pues visitó muchos lugares. Iba a las comunidades de agustinos y entonces pues claro, estaba, ha estado en muchos lugares. Claro, ahora como Papa lo va a tener más difícil porque las visitas de estado suponen una cantidad de procedimientos increíbles. La sugerencia la tomo. A ver qué podemos hacer.
P. Le preguntaba antes por qué pensaba de Córdoba desde fuera. Entiendo que Córdoba se ve también como un símbolo. Aquí tenemos un monumento impresionante que la mezquita catedral, una catedral con una mezquita por fuera o una mezquita con una catedral dentro, como queramos llamarlo, un lugar de encuentro de de religiones. Y no sé si incluso ese puede ser un motivo para facilitar esa visita del Papa. Tanto Papa Francisco como León XIV también han hablado mucho de ese diálogo interreligioso.
R. Es muy importante porque si queremos la paz ciertamente la fe puede ayudar. El Papa recordaba muchas veces que tratar de apoyarnos en un Dios que favorece la guerra, que eso no, no vale. Eso no vale porque Dios no favorece la guerra. Dios es un Dios de paz. Es él, es nuestro Dios incluso el del Islam moderado también es ese Dios. Y por lo tanto, nosotros desde la fe tenemos que tender puentes. También el Papa exigió mucho diálogo, encuentro entre nosotros y realmente en la vida ordinaria no hay ninguna dificultad, ¿no? Nosotros, por ejemplo, en el terreno caritativo social, nuestras Cáritas en toda España están siempre volcadas y hay unas relaciones excelentes. Y yo creo que eso tenemos que sentirnos los españoles orgullosos porque en otros puntos del mundo hemos visto que ha habido muchos más choques que aquí. Aquí en España yo creo que la convivencia es muy sana y creo que eso es un mérito de todos nosotros.
P. Tenemos que estar contentos de ello, ¿verdad?
R. Desde luego.

P. Y desde luego el símbolo que evoca Córdoba, por ejemplo, para para el mundo árabe y para el mundo islámico. Vemos la cantidad de visitantes que vienen a ver la mezquita, que estudian como en el siglo X esto era el Ál-Andalus y la huella que quedó. No sé si si ha tenido ya la experiencia de comprobar la singularidad del monumento.
R. Sí, lo he visto. He visto las obras que se están realizando de mejora del Mihrab y de la Maqsura. Es nuestro deber mantener todo el edificio en pleno funcionamiento. Lo que me informan también los que controlan las entradas es que está entrando mucha gente musulmana. Y viendo el monumento no como lo que nos separa, sino lo que nos une. No estamos notando realmente que haya un problema, digamos, de confrontación por el motivo de que sea ahora mismo titularidad de la Iglesia Católica. No lo estamos viendo así porque está abierto a todos, es un lugar de encuentro y nosotros en distintos ámbitos, yo hablaba antes del ámbito sobre todo caritativo social, estamos colaborando perfectamente con ellos.
Yo no vengo como salvador de nadie, el Salvador es Dios. Yo vengo como mediador
P. Hablábamos antes un poco de de esa religiosidad popular. Y no sé si hay un poco de contraste con cómo ya los domingos no se ve a tanta gente dentro de la iglesia, pero sí que se ve muchísima gente fuera. No sé si eso puede llegar a ser un poco contradictorio.
R. Sí, la religiosidad tiene unos matices muy particulares, ha ido evolucionando mucho en las últimas décadas y es verdad que hay mucha gente que se denomina católica, pero no va a la Iglesia. Bueno, son creyentes. Es verdad que la forma de expresarlo cambia y sin embargo sí que engancha la religiosidad popular. Ellos están en la procesión, procesionan santos, se emocionan y eso es bueno. Y eso es bueno. Tienen un sentimiento, tienen su nazareno, tienen su dolorosa y se identifican con ellos. Eso es bueno. Claro, nuestro deseo, porque entendemos que la fe no solo es sensibilidad, sino que tiene que afectar un poco a la integridad de la persona, tiene que afectar a su hacer, tiene que afectar también a su concepto, a su inteligencia y por lo tanto también requiere una formación que quizás es lo que necesitamos implementar mucho en la religiosidad popular, que haya una mayor información en el sentido de que conozcan un poco la historia, la historia de dónde viene. Es decir, esta figura que representa a Cristo ayuda a que esto exista. Me comentaban el otro día una anécdota de alguien que tenía una forma de vestir particular. Dice: “Yo nunca me imaginé que estaba explicando a su novio y un,hecho de la Pasión reflejado en un paso.” Se lo estaba explicando magníficamente. Dice: “Yo nunca me imaginé que esa persona podía saberlo.” Bueno, maravilloso. Es decir, el vivirlo en la piedad popular es muy importante porque toca mucho la sensibilidad, pero es bueno también conocer ese mundo, tener una formación religiosa y es muy bueno que eso también se refleje en la vida, sobre todo en el aspecto social.
Es decir, la fe tiene que incidir en el comportamiento de las personas, tiene que ayudar a lo que decíamos antes, a una mayor solidaridad, a una mayor justicia, tiene que ser germen de paz, de entendimiento entre las personas, porque si eso falla, entonces digamos que estamos ante un acto sensible, pero que le faltan otras dimensiones que también son necesarias. Pero bueno, es positivo ese mundo y nos gustaría también que esa parte de la liturgia, que esa presencia en las iglesias el domingo para celebrar el día de la del Señor, el día de la resurrección, de la vida pues fuera más nutrida. Pero bueno, respetamos también cada uno es libre de optar por ir o no ir. Nosotros animamos a los cristianos a participar, por supuesto.

P. Bueno, aún así, que lo ha comentado antes, una ciudad como Córdoba, incluso una provincia, sí que tiene bastante vida pastoral y vida parroquial.
R. Mucha. Yo el primer día, el día que entré, que fue el 24 de mayo, en la Catedral había más de 2.000 personas creo y a la tarde fui a Los Salesianos, a María Auxiliadora, había también casi 3.000. Quedé asombrado porque digo, yo acostumbrado a grupitos pequeños, llego aquí y bueno, mucha gente, mucha gente. O sea, que sí es cierto, todavía, gracias a Dios, pues tenemos un buen número de personas que participan en las celebraciones litúrgicas y que luego también saben vivir esa alegría en una peregrinación o de la la Virgen del Rocío y en la Semana Santa, el Día del Corpus o el Via Crucis Magno de octubre. Pues fenomenal.
A nivel mundial estamos viendo una situación tremenda, una política muy de confrontación
P. El Vía Crucis que será la primera gran celebración litúrgica en la calle que va a presidir, ¿no?
R. Bueno, estará el Corpus. Y luego el Vía Crucis. También tenemos una jornada de diocesana que va a ser de unas 1.000 personas, creo que calculamos que tendremos la mañana dedicada a hacer grupos, reflexionar. Después tenemos una eh procesión con el Santísimo desde la parroquia del Beato Álvaro de Córdoba hasta la plaza de Toros, donde habrá una reunión final. Bueno, es un acto bastante importante a nivel de Diócesis.
P. Antes de la entrevista hemos paseado por los pasillos de del Palacio Episcopal, que aquí se respira historia por por todos sitios, fue sede también de los Califas y posteriormente de los Reyes de Castilla. En los pasillos hay retratos de todos los obispos de de Córdoba, desde el primero que fue Osio, una figura clave para el catolicismo.
R. Exacto.
P. Hasta los últimos que también han sido muy significados. Aunque Córdoba no es una capital de provincia eclesiástica, a nivel nacional la silla de Osio pesa mucho, ¿no?
R. Pesa. Sí, sí, la verdad que sí. Es una figura que se está destacando mucho últimamente. Mañana mismo [por este martes] empezamos un congreso sobre el Concilio de Nicea. Él es el que lo dirigió y fue importante por eso, porque se definió un poco la fe que ahora en el mundo entero se profesa. Por lo tanto un cordobés está y digamos ha puesto el sello ahí. Yo comenzaba el primer día en Córdoba diciendo que con temblor y con temor me siento en esta sede porque ahí han estado santos, gente super inteligente, gente super maravillosa y bueno, para mí, como decía entonces sí que es un motivo de mucho honor el poder sentarme con la humildad que me corresponde, por ser un humilde servidor de la causa.

P. ¿Teme un poco perder la perspectiva que le daba estar cerca de del rebaño? No creo que en Astorga conociera a todos los fieles, pero sí que a bastantes, por su nombre y apellidos. Ahora llega a una provincia donde eso es mucho más complicado.
R. Sí, eso es una de las cosas que voy a notar, que estoy notando ya. En Astorga, que es una ciudad de 11.000 habitantes, ni llega, porque claro, tú vas por la calle y conoces a casi toda la gente, conoces al tapicero que está en la esquina, conoces al del bar donde vas a tomar un vino el domingo a mediodía, conoces a la gente y cuando vas a los pueblos, pues más porque yo fui a alguno que había dos personas o cuatro, claro, las conoces hasta por el nombre. Pero bueno, aquí aunque es multitud también también se va conociendo gente. Ayer mismo [por el pasado domingo] en Aguilar es que te rodean enseguida y te va a saludar todo el mundo. Claro, ese es otro carácter distinto porque, como decíamos antes, es redundar en lo mismo. Ahí el carácter del castellano leonés es más seco y entonces tú terminas y a lo mejor te vienen dos o tres, pero es que aquí te rodean y te llevan en volandas y y no sabes a quién atender porque todo el mundo quiere saludarte. Pero bueno, eso es muy bonito y repito, lo agradezco mucho y vamos adaptándonos a esas cifras son diferentes y esa magnitud también es diferente. Iremos adaptándonos. Yo de momento lo llevo bien.
Vemos el monumento de la Mezquita Catedral no como lo que nos separa, sino lo que nos une
P. ¿Cuáles son las principales inquietudes de los fieles que se le acercan, qué qué le plantean? ¿Qué le preguntan?
R. La verdad es que quizás por deferencia, porque estamos al comienzo, no me cargan la cabeza con historias, no me van con problemas, cosa que, por ejemplo, las visitas pastorales allá en la Puebla de Sanabria en Zamora, en Orense, raro era el sitio que al entrar en la iglesia no me señalaban una gotera: “Mire, allí tenemos una gotera, a ver cómo nos ayuda a quitarla.” Bueno, aquí la verdad es que en ese sentido no me están planteando muchas dificultades. Lo que quieren ahora de momento es saludarme, ver qué tal estoy. Me preguntan mucho por mi padre, lo cual lo agradezco mucho porque se ve que lo han leído en entrevistas y saben que está enfermo, que está claro con 95 años está en la fase final [murió este mismo lunes]. Eso es de agradecer,. Pero ya digo, de momento dificultades o problemas importantes no me están planteando. Eso más bien lo están haciendo los vicarios, pero que lógicamente conocen la Diócesis y claro, ya tenemos que ir abordando situaciones de aquí como hacemos porque este se jubila, porque ha muerto este sacerdote y esos problemas sí que los sacamos ya en la mesa con los que tenemos ahí en el Consejo Episcopal y los arciprestes, porque he estado ya dando retiros en las vicarías. Allí pues ya también alguno me dice: “Bueno, pues ya soy mayor, ya a ver cómo...” ahí es donde se van planteando las dificultades.

P. ¿Está empezando ya tomar decisiones o se ha dado un plazo?
R. Claro, ahora tomaré las fundamentales, que sea, por ejemplo, relevo de alguien que se jubila. Claro, eso es cubrir determinadas parroquias. Ahora de calado, pues de momento tengo que ir conociendo mejor. Hay que conocer mejor para poder tomar alguna decisión de calado, pero realmente yo no parto de cero, sino que hay una construcción sólida y con vida, y yo no vengo como salvador de nadie, sino que el Salvador es Dios. Yo vengo como mediador, del puente para acercar a la gente a Dios y para acercarla entre sí, para ayudarle a solucionar sus problemas. Y como digamos yo no parto de cero, pues continuaré un poco esa edificación, fortaleciendo aquellos puntos que sean más débiles. Si hay un punto en que esa edificación hay unas piedras que se pueden caer, hay que ponerlas en su sitio.
La Iglesia no es una fuerza política. Mueve conciencias, pero nuestro poder es débil
P. De momento no tiene ninguna urgencia, ¿no? ¿O hay algo que le preocupe especialmente?
R. Bueno, las preocupaciones, decíamos antes, de intentar que la gente viva la fe lo mejor posible. Servirles el Evangelio, los sacramentos y atender esas necesidades de los pobres, de los excluidos, que decíamos. Hay que volcarse y luego los momentos puntuales de, como te decía antes, cubrir puestos. Si alguna cosa no funciona, habría que que buscar a una persona que trabaje para que eso funcione. Eso sí que hay algunas cosas que ya que ya conozco y que tengo que reforzar. Pero bueno importantes, importantes, no. Son situaciones del día a día que que vamos a ir tratando de resolver.
P. Cuando pase el tiempo, y aunque acaba de llegar y quizás es una pregunta absurda o fuera de lugar, ¿qué qué huella le gustaría dejar en una ciudad como Córdoba?
R. Pues que me gustaría dejar la huella de que ha pasado un hombre de Dios que nos ayudó a experimentar que nos ama, que está cerca de nosotros, que nos ha ayudado a sentir que la otra persona es digna, que es hija de Dios y que hay que cuidarla y que hay que ayudarla. Eso sería sobre todo. Y que les ha querido.

0