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Entrevista N&B
Rafa Lozano: “En Córdoba hay muy buena tradición boxística”

Entrevista a Rafa Lozano

Cristian López

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Libra por libra, seguramente uno de los mejores boxeadores de la historia de España, al menos en lo que al olimpismo se refiere, y sin duda, uno de los deportistas más relevantes de Córdoba. Rafael Lozano Muñoz (Córdoba, 1970) cuenta en su haber con multitud de medallas nacionales, además de haberse subido al podio en Campeonatos de Europa, Campeonatos del Mundo, Copas del Mundo y, sobre todo, en Juegos Olímpicos. Hasta en tres ediciones participó el púgil conocido como Balita, logrando una plata, un bronce y un diploma olímpico. Ahí es nada. Eso sí, en su mente aún ronda el sabor amargo de no haber podido subirse a lo más alto del podio en la mayor cita mundial del deporte, algo por lo que hoy en día sigue sintiendo “mucha impotencia”, especialmente al recordar esa final de Sídney 2000. Más de dos décadas después, sigue sin saber explicar realmente qué ocurrió en ese combate.

Así lo expresa él mismo en una charla distendida de más de una hora con CORDÓPOLIS, en la que da tiempo a recordar su infancia, su época de mayor esplender y su labor actual. Lozano se cita con este periódico en el OKEYMAS Fitness Club, donde aprovecha, en una de sus escasas visitas a la ciudad, para seguir preparando a su hijo, una de las mayores promesas actuales del boxeo español, para las próximas citas internacionales. Ahora, bajo el cargo de seleccionador, no solo hace repaso de las vivencias de su época en activo, sino que también expone, a su juicio, el tejido pugilístico actual.

PREGUNTA. Bueno Rafa, debido a que tu trabajo se encuentra en Madrid, allí es donde pasas la mayor parte del año y son pocas las veces que podemos pillarte por Córdoba. ¿Cómo es tu relación con la ciudad actualmente?

RESPUESTA. Bueno, prácticamente, ahora mismo venimos bastante poco. Me gustaría venir mucho más, pero claro, el calendario que tenemos es bastante extenso. Por suerte, pues, llevamos todas las categorías, ya no solo el élite, que es con el que me muevo, pero también tengo que coordinar las categorías inferiores y es por eso que, claro, al tener un calendario tan cerrado y tan extenso, venimos bastante poco.

Siempre venimos los fines de semana para ver a la familia y dar una vueltecita por Córdoba y disfrutar del ambiente cordobés.

P. ¿Te has sentido siempre querido y apoyado aquí en tu ciudad?

R. Sí, sinceramente sí. Siempre me he sentido bastante querido, respetado, y bueno, yo como también vengo de haber ayudado a mis padres en la venta ambulante y eso, siempre pues he tenido mucha y muy buena relación en la calle, con la gente.

Yo siempre he notado el cariño y el respeto de Córdoba

P. En tu etapa en activo, ¿notabas el cariño de tu ciudad en base a los éxitos que obtenías?

R. Yo siempre, siempre, aquí en Córdoba, por mis amistades y por personas que no conocía de nada prácticamente, siempre me han dado ese calor, que un deportista o una persona que, sinceramente, lleva el nombre de Córdoba por todo el mundo, yo siempre he sentido ese calor de la gente de Córdoba.

Sí que es verdad que, cuando hemos organizado aquí algún evento, donde yo he boxeado, quizá no han respondido para ver mis combates. Pero bueno, sinceramente, en la calle siempre me han demostrado mucho cariño.

P. No cabe duda que, recientemente, el interés pugilístico en Córdoba ha tenido un crecimiento importante, en gran medida por el impacto de tu hijo Rafa y también por la presencia de José Luis Navarro. Sin embargo, y aunque muchos jóvenes se están aficionando ahora y no sean del todo conscientes, la tradición del boxeo en Córdoba viene de muy atrás.

R. Sí, yo recuerdo, cuando nosotros entrenábamos aquí, entrenar con mi padre ahí en el sector sur, en el Pabellón de la Juventud.

P. Exacto.

R. Que ahora ya no existe. Allí se hacía mucho boxeo, muchas veladas. Luego vinimos aquí, a La Fuensanta, y sí que es verdad que, desde entonces, ha habido muchísimos buenos boxeadores y muy buena tradición boxística. Es verdad que hubo una temporada bastante buena, en la que estaba Gregorio Pérez Jiménez, Pedro García Reyes, estaba yo, estaba José María Jaraba. Estábamos ahí como cuatro o cinco en el equipo nacional, y esa época yo creo que para el equipo nacional ha sido la más brillante.

También hemos tenido a Rafael Gutiérrez, a Gregorio Pérez Cáceres, mi tío, El pecas, también ha sido un buen boxeador. La verdad es que aquí siempre ha habido buenos boxeadores, pero así de repunte, de conquistar títulos, pues Rafael Gutiérrez, estaba yo.

P. José Luis Navarro también.

R. José Luis Navarro, claro, cómo no. Mi hijo también. El hijo de Navarro ahora se está abriendo camino. La verdad que hay buena tradición boxística aquí en Córdoba.

P. ¿A qué crees que se debe esa cantidad de talento que ha habido y que ahora también está surgiendo?

R. Hombre, sinceramente, no es por el apoyo de las instituciones, evidentemente. Pero yo creo que es por el amor propio que tenemos, por la fuerza que tenemos y la ilusión que nos lleva a levantarnos por la mañana, hacer nuestra preparación física, luego por la tarde y, sinceramente, nunca hemos mirado lo que es la parte económica, siempre la parte más deportiva y eso nos ha hecho siempre crecer como deportistas.

P. Si te parece, vamos a echar la vista atrás lo máximo posible. Como has dicho antes, tu amor y tu pasión por el boxeo te vienen desde la infancia, desde muy niño.

R. Me viene de muy niño porque, bueno, yo he tenido familiares que estaban dentro del boxeo, como mi padre, que le llamaban El chato, o mi tío, Antonio Muñoz, que le llamaban El pecas, y ellos pues desde chiquito me llevaban al gimnasio. Mi madre siempre decía: llévate al niño al gimnasio y que me deje tranquila la casa, y eso me ha hecho siempre tener un contacto muy directo con el boxeo, y con las figuras que había en ese momento, como los Chamorro, muchísimos boxeadores que había en ese momento.

Figuras como Poli Díaz no le han hecho bien al boxeo español

P. ¿Qué recuerdos te vienen de ese ambiente en el Polideportivo de la Juventud?

R. Había un entrenador, bueno, había dos entrenadores, que eran Bellido y León Morrugares, pero siempre Bellido, bueno, conmigo no tenía mucho trato. Tenía, pero no tanto. Pero León Morrugares siempre ha sido más cariñoso conmigo. Me cogía y me subía en un banco a darle al punching, o me decía ponte así. Me ponía las manoplas, así, de chiquito. Yo me subía con mi hermano también, a hacer así sparring, pero bah, dos niños así con guantes dándose unos cuantos golpecillos. Siempre muy controlado por mi padre, pero son recuerdos así de ese hombre. Uno así gordito y muy buena persona (risas).

P. En los últimos años se está intentando de nuevo generar un crecimiento, ya no solo del nivel de los deportistas, sino también de la influencia mediática que pueda tener el boxeo, quizá actualmente en un plano muy alejado del foco de los deportes más masivos. Sin embargo, en los 70, coincidiendo además con tu nacimiento, España vivía su etapa de oro.

R. Sinceramente, había muchísimo boxeo, porque también había menos deportes, menos actividades, y no tenías tanto donde elegir, como ahora. Ahora es que tenemos muchísimas actividades, tanto de trabajo de fuerza, como actividades colectivas, individuales, ahora tienes donde elegir.

¿Qué es lo que pasa? Al dividirse tanto, pero antes eran los toros, el boxeo, el fútbol, baloncesto…. bueno, cuando Corbalán. Entonces, había poquitas actividades. Y bueno, también, el presidente que había en ese momento, que era Vicente Gil, que era el médico particular de Franco. Entonces, el boxeo tenía un auge grande y un apoyo bastante grande. También estaban Pedro Carrasco, Miguel Velázquez, Urtain, son figuras que, bueno, Pepe Legrá, que han sido figuras entrañables, que la televisión de ese momento apoyaba al boxeo y estaba en primera línea.

Pero también, como te digo, es porque había poquitos deportes donde elegir. Fíjate ahora: karate, judo, es que hay muchísimos deportes de combate.

P. Hablábamos antes de la edad dorada del boxeo español, que se produjo en ese periodo entre los 60 y los 70. Es verdad que a finales de esta década todo se diluye un poco. Se produce en esos años la trágica muerte de dos boxeadores: Rubio Melero y Salvador Pons. No sé si crees que esto afecta.

R. Yo creo que es porque, a nivel mediático, a nivel de televisión, en ese momento dejaron de televisarlo, dejaron de hablar de boxeo. Pero no creo que fuera por las muertes, porque, si tú te pones a ver, también es cuestión de informarse. El boxeo está muy atrás entre los deportes por peligrosidad y de muertes.

¿Qué es lo que pasa? Pues cuando hay una muerte, también la sacan a relucir y, al final, eso vende mucho.

P. Claro, la gente que no está en el mundillo, si lo pones en el foco pues creas una alarma.

R. Una alarma social grande. Y también, como te digo, hubo un medio de comunicación, Televisión Española, que lo vetó directamente de la televisión y es por eso que ya no se le dio tanto auge a los boxeadores que había. También es verdad que, en ese momento, empezó a haber falta de figuras y luego pues las figuras que han salido a la luz, como Poli Díaz y este tipo de boxeadores, creo que no han hecho muy bien al boxeo. Es por eso que hay un punto y aparte. Pero sí es verdad que ahora, el boxeo está cambiando mucho.

P. Volvemos a tu infancia. En tu entorno familiar, la práctica del boxeo estaba completamente normalizada. Ya lo comentabas, tu padre, tu tío, tus hermanos también estaban metidos.

R. Claro, pero es que antes, ¿qué familia no tenía un boxeador? Como te digo, antes es que había muy poquitos deportes donde pudieras elegir. El kárate ya fue posterior, el judo, el taekwondo, y ya no te digo el K1 y esos deportes que son más recientes. Por eso, antes, que tuvieras en la familia a alguien del boxeo era lo normal. En mi familia yo he tenido primos que boxeaban, mi abuelo también hizo unos pinitos en el boxeo, mi padre, es que prácticamente nosotros vivíamos el boxeo. Yo nací ya prácticamente viendo guantes. Y eso te hace, quieras no quieras… De hecho, yo tuve la campaña de difusión de los valores olímpicos en el Comité Olímpico, y mira que nosotros poníamos aparatos, monturas, floretes, poníamos un montón de cosas, pero la gente solo veía los guantes y el casco (risas). Eran niños y se los tenías que quitar. Por eso digo, es que el guante llama mucho la atención.

Antes era normal que en cualquier familia hubiera un boxeador

P. De hecho, tanta es la vinculación, que tu primer combate de exhibición es contra tu hermano Manolo.

R. Con mi hermano, sí. Fue aquí cuando era el hiper. En el centro comercial. En el parking, y fue un homenaje a Garrote, a José Antonio Garrote, que tuvo una lesión, un coagulillo de sangre ahí en Zaragoza en un combate. Quedó en coma y luego ya, una vez que se despertó, tuvo su rehabilitación y no quedó muy bien, del pie y tal. Y se hizo un homenaje para recaudar dinero.

P. ¿Recuerdas tu primer combate oficial?

R. Hombre, eso fue en Puente Genil, con Pedro Velázquez. Yo creo que los primeros combates no se olvidan. Quedé combate nulo. No gané, ni perdí. Quedamos empate (risas). Sí, un combatillo duro, pero la verdad que bastante bueno.

P. Eso fue en el 86, si no estoy equivocado.

R. En el 86, sí.

P. Y en el 87 logras el bronce en el Campeonato de España en peso minimosca. ¿Supone este primer gran éxito un punto de inflexión para ti?

R. Sí, claro, ahí más o menos ya se van fijando en ti. Yo no soy un boxeador que haya tenido talento, como mi hijo, por ejemplo, mi hijo es un nene talentoso, que le dices cualquier cosa y rápidamente la coge, o boxeando crea, tiene talento. Yo no, yo ha tenido que ser a base de mucho trabajo y de mucha repetición, que es la madre de la sabiduría. Mucha repetición. Y yo tenía conocimiento de eso. Tanto a nivel físico también. Yo era pequeñito. Cuando corríamos con el equipo, pues yo tenía que llegar, siempre iba a trancas y barrancas, después ya mi cuerpo ya se hizo y bueno. Pero sí que yo ha tenido que ser a base de mucho trabajo.

P. Ser cabezota.

R. Exactamente. Tozudez, tozudez. Como somos los cordobeses (risas). A base de huevos.

P. Repites con otros dos bronces, ya en senior, en el 88 y el 89, y el oro de 1990 en Barcelona ya es el que termina de catapultarte.

R. Yo ahí, donde saqué bronce, dio la casualidad que el equipo nacional participaba y me tocaron boxeadores del equipo nacional. Perdí pues, bueno, eran cinco jueces y perdí tres a dos. Pero luego ya, una vez quedé campeón de España en Barcelona, es donde ya, siempre por sistema, al que quedaba campeón de España le probaban para el equipo nacional. Sí que es verdad que, una vez que me llamaron del equipo nacional, el entrenador que había le gustaban flacos, altos, técnicos y tal. Y como mi estilo no era muy adaptado a él, quería probar porque era una obligación, y el presidente en ese momento, que era Eduardo Gallardo, así lo tenía estipulado, pero yo me había enterado que el entrenador no me quería.

De hecho, no me daban ropa del equipo ni nada. Decían que era pequeñito, que me iban a descalificar en casi todos los combates porque iba a meter mucho la cabeza y tal. Y mira por ahí, había un entrenador cubano, que estaba recién llegado y que me vio un día así en un sillón, en el Pato Amarillo, en Huelva, y me dice: Rafa, ¿qué te pasa? Le dije: nada, que estoy aquí que me he enterado que no me quiere en el equipo y tal. Y dice: tú no te preocupes, que aquí el responsable soy yo, y hasta que tú no me no me demuestres que no sirves, vas a seguir aquí con nosotros. Eso me motivó bastante, por lo menos a seguir entrenando con ilusión. Si no entrenas con ilusión y con deseo, no…

P. No llegas a ningún lado…

R. Eso.

Siento mucha impotencia al recordar la final en Sidney 2000

P. ¿En esa época ya tenías el apodo de Balita?

R. No, el apodo de Balita es por mi entrenador, que también estaba en el equipo nacional en ese momento, pero a mí quién me acogió fue Enrique Steiner, el cubano. Pero luego ya, después de Barcelona, ya me cogió Manolo Pombo, y con el tiempo, ya después de Atlanta o por ahí, bueno, como yo era muy rápido, yo cambié mi estilo. Mi estilo era así tosco, hacia delante y tal. Y luego pues empecé a crearme mi propio estilo, que era buscar los desplazamientos, entrar con velocidad, salir con velocidad, era muy rápido. Buscar los momentos de atacar y defender. Y decía: eres como una bala. Y ya Balita, Balita, Balita. A mí nunca me han gustado los apodos, pero bueno, como me lo puso mi entrenador Pombo, como dicen, donde manda capitán, no manda marinero.

P. Tras el oro en el 90, y teniendo en cuenta lo que se estaba gestando en España en ese entonces, dos años antes de Barcelona 92. ¿Tenías en mente los Juegos ya por ese entonces?

R. Yo cuando entré al equipo había dos en 48kg y la verdad que lo tenía bastante difícil. Lo que sí es verdad que, claro, esos mismos boxeadores que había ahí, que yo, cuando no estaba en el equipo, en el Campeonato de España perdía tres a dos, es decir, perdía justito. Imagínate estando en las mismas condiciones que ellos, pues a los tres meses o por ahí, volví a boxear con ellos en un torneo en Santander, en Juan de la Cosa, y ya ahí les gané.

Luego me enfrenté otra vez a él en otro sitio y le volví a ganar también. Que, sin estar en el equipo, las condiciones eran muy parejas, y estando en el equipo, en las mismas condiciones, pues rápidamente me hice con el puesto y ya a casi todos los torneos que iba, ganaba un combate, sacaba medallas, medalla de oro. O a lo mejor en el Europeo me quedaba en cuartos de final, pero ganaba uno o dos combates.

P. Eso te iba a comentar, ya también en esa época te haces un nombre a nivel internacional.

R. Claro, ya me llaman y ahí ya es donde yo ya me voy haciendo un poco con el equipo, en plan más figura. Ellos, al ver que tú vas ganando, los boxeadores que, en cierto modo, tendrían que conseguir resultados, pero iban a los torneos y perdían a la primera, y yo iba ganando y siendo nuevo, pues claro, ya te digo que era una cuestión de mucha perseverancia. De hecho, ellos se pusieron en huelga una vez y yo no me puse en huelga, me dejó de hablar todo el equipo. Pero claro, yo decía que mi objetivo era ir a los Juegos, que el dinero estaba bien, pero mi mente era ir a los Juegos.

P. Con 22 años debutas en unos Juegos Olímpicos. ¿Cómo recuerdas esa primera experiencia, además, aquí en casa?

R. Sinceramente, es que no te das ni cuenta. Como pasa todo tan rápido, no te das ni cuenta. Pero sí que fue algo bastante emocionante. Y claro, al final, deportistas que tú has visto en televisión, que tú admiras y los ves. Fíjate, yo vendiendo ahí con mi padre, en la puerta de El Corte Inglés. De allí, pasar al equipo nacional, y ver a todas las figuras, pues imagínate. Eso algo increíble.

De hecho, yo un día estaba ahí en el comedor con la bandeja, y miré así para atrás y estaba uno de baloncesto, de lo que era Yugoslavia, que le llegaba a la cintura por aquí (hace el gesto de señalarse a la altura de la cabeza), y es eso. Sinceramente, con mucha ilusión, también con mucho nerviosismo, porque yo no dejaba de ser todavía un boxeador con muy poquita experiencia. Y claro, yo tuve un sorteo allí bastante complicado. Primero me toca un sudafricano que era más o menos normalito, pero luego me toca el bicampeón del mundo, Eric Griffin. Luego me toca al segundo que es bicampeón del mundo también, Rogelio Marcelo.

Pero bueno, al bicampeón del mundo le gané, luego con el otro perdí, que el combate estuvo ahí parejito, también. No por la puntuación, porque la puntuación pareció que me ganó por paliza, pero sí que el combate fue muy, muy parejito. Y bueno, pero ahí ya, por lo menos, me empecé a consolidar también, a que los jueces ya me tomaran en cuenta. Pero claro, la villa olímpica era una ciudad, y aquello era lo más grande. Tú querías ver un combate de lo que sea. Llegabas allí que había allí una filmoteca de esas. Y llegabas, mira, quiero ver este combate. Y te daban el combate. El comedor, las 24 horas. ¿Querías un helado? Tenías máquinas por todos lados. De todo. Si querías preservativos, pues preservativos. Aquello era a la hostia (risas). La verdad, hombre, lo disfrutas todo con mucha intensidad.

P. Y además, bueno, también te llevas la satisfacción de tu primera vez y un diploma olímpico.

R. Claro, yo pasé de no ser nadie prácticamente, a cuando terminé con diploma, cuando sales de allí, te das cuenta de la realidad, cuando vienes a Córdoba, creo que estaba Herminio Trigo en ese entonces aquí, me recibió y bueno, todo el mundo te conoce porque sales en los medios. En España, en los Juegos Olímpicos, hasta la gente que no le gusta el boxeo, ve boxeo y la gente que no le gusta cualquier actividad, por el hecho de ser español, lo sigue.

Aparte, se vivió también con mucha intensidad, porque José Manuel Moreno fue medalla de oro, Faustino Reyes fue plata en boxeo. España tuvo 22 medallas y no sé cuántos diplomas.

Pasar a profesional fue una insensatez de la vida

P. Berges también.

R. Rafa Berges fue medalla de oro también. Tuvo ahí un par de cositas ahí para que pudiera salir a jugar y la verdad que fenómeno.

P. De ahí en adelante, en el nuevo ciclo olímpico, se abre un periodo muy intenso. Plata en Juegos Mediterráneos, las victorias en el Boxam, Campeonatos de España, plata en la Copa del Mundo. Cuatro años frenéticos.

R. Eso lo que te hace ya que vayas cogiendo mucha confianza, vas viendo que ya no solo es una ilusión y un sueño, sino que es realidad, que puedes llegar. Y sinceramente, cuando tú vas a un torneo, vas a un evento importante, y ya ven los jueces, que te han visto en muchos torneos, y ven que tú estás en los primeros puestos siempre. O bronce, plata, oro y tal. Ya tienes una ventaja también, porque los árbitros ya van viendo lo que tú vas a hacer. No lo que va a hacer el otro, a no ser que los dos sean unos figuras. Entonces, ya miran por igual. Pero dicen: coño, el español, Rafa Lozano. Ya se fían en ti, cualquier movimiento, tú tiras un golpe y aunque llegues cerquita, ya te lo valoran, así que eso te hace que vayas cogiendo tu sitio en tu deporte.

P. Y nos vamos ya a Atlanta 96. 26 años, más experiencia que en Barcelona y consigues la medalla de bronce.

R. Ahí ya fui con más de cien combates. Yo fui al equipo nacional con veintitantos combates, y a los Juegos de Barcelona con treinta y pico o cuarenta y pico. Y allí me planté con ciento y pico, en Atlanta. Y como te he dicho, los árbitros ya me tenían más en cuenta. Clasifiqué yo solo. Fui yo solo, y sinceramente, allí en Atlanta se vivió muy intenso, porque allí el boxeo, tú imagínate, en Estados Unidos era… y conforme van pasando los combates pues cada vez te iban viendo más, te veían los vigilantes.

Dio la casualidad que lo teníamos a 300 metros el pabellón, íbamos caminando, yo iba cambiado, iba ya con las botas, con el pantalón, con la sudadera y la mochilita. Y sinceramente ahí sí que hicimos bastantes buenos combates. El combate más durillo que tuve fue con Makepula, que creo que fue un sudafricano que venía de quedar campeón en el Córdova Cardín, en Cuba, ganando a cuatro cubanos por KO. Pegaba durísimo. Era un flaco alto y pegaba como… yo creo que es de los que más fuerte han golpeado. Pero bueno, la verdad que no se adaptó muy bien a mí. Hice que perdiera un poquito la concentración, y esto es como el torero, que pone la muleta y el toro entra. Le hacía como que me iba para allá y hacía fuah, y tiraba rápido. Golpeaba dos veces, me iba, y al final llegó a tal desesperación que ya no daba pie con bola. Y fue al que más fácil le gané.

P. ¿Cómo recuerdas el combate con el filipino Mansueto Velasco? He leído que hubo un poco de lío con los puntos.

R. Ahí hubo un error. Uno de Televisión Española nos daba la puntuación a nosotros. Total, que termina el primer asalto y el combate fue muy parejo. El asalto fue parejo, yo te doy a ti, tú me das a mí, muy parejo. ¿Qué es lo que pasa? Claro, yo, los primeros golpes, pues iba 2-0. Pero claro, diez segundos antes de que finalizara el asalto, quitaban la puntuación y en esos diez segundos, yo ya le había sumado dos puntos, así que iba 2-2. ¿Qué es lo que pasó? Que uno de los periodistas le dice a mi entrenador: dos abajo. ¿Qué es lo que pasa?

P. Cambias.

R. Claro, cambio la estrategia. Y en vez de seguir con mi estilo, moviéndome y tal, pues lo que hago es que voy al choque. Y claro, él me esperó. Eso era un combate del que primero fallara, se lleva el gato al agua. Pero ahí fallé yo primero y fue el problema ese. Pero ya te digo, el combate iba muy parejo. Porque yo que iba, que no iba, que iba, que no iba. Él me hacía lo mismo. Que iba, que no iba. Y el primero que fallara… Y ahí pues cometí yo el fallo de ir al ataque, y si tú atacas más, pues evidentemente, la defensa la desproteges mucho. Y yo que era de hacer mucha defensa, hacer muchas fintas, mucho movimiento.

Ningún político en Córdoba ha dado el paso adelante de apostar por el boxeo

P. Seguimos avanzando hacia otro ciclo olímpico de éxitos, e incluso, tienes la opción de dar el salto al profesionalismo en ese entonces, aunque decides apostar por unos terceros Juegos.

R. Sí, bueno, me hicieron algunas ofertas y tal, pero yo tampoco tenía pensamiento de pasar a profesional. Mi objetivo era finalizar en el equipo nacional. Pero bueno, yo ya ahí, a cualquier torneo que iba o a cualquier competición, ya era medalla de oro, medalla de plata, ya sí que estaba en los primeros puestos. Fueron cuatro años bastante buenos. Un año antes de los clasificatorios, sí que tuve un problema, tuve una lesión. Me rompí la rótula. Una lesión de estrés. Estaba boxeando en Nápoles y en un movimiento, saltó la rótula. Se rompió.

Vine a Madrid, al doctor Guillén, y me dijo que había sido una lesión de estrés. Y eso hizo que toda la preparación fuera con mucha rehabilitación, recuperaciones, con el fisio a cuestas como quien dice. Ahí sí que me costó. No clasifiqué al principio, que fue en Ucrania el primer clasificatorio, y luego el segundo clasificatorio fue en Rumanía, y ahí es donde clasifiqué yo. Ahí en semifinales eliminé a Brahim Asloum, le metí 9-0. Y fíjate, en los Juegos me cogió y me…

P. Antes de llegar a esos Juegos, me quiero detener un poco. Para los lectores que desconozcan la idiosincrasia del boxeo, si nos puedes contar un poco qué diferencias hay, más allá de las propias reglas en un combate, entre un boxeador profesional y uno amateur. Es llamativo que una persona con medalla olímpica, que al final en otros deportes no pasa eso, que el que está en los Juegos no sea profesional.

R. Ahora, por ejemplo, ya estamos actualizados, porque ahora el amateur, está en el equipo nacional, y quiere pasar a profesional, puede pasar a profesional. Sin perder la condición de amateur, pero solo a nivel internacional.

P. Vale, vale.

R. Claro, se entiende que tú eres un experimentado y no puedes boxear con muchachos que están empezando.

P. En esa época sería un poco como el baloncesto en Estados Unidos, que antes a los Juegos Olímpicos solo iban los universitarios. Ser profesional te limitaba.

R. Claro, yo, de hecho, cuando pasé a profesional quise dar marcha atrás y no me dejaron. Pero sí que había esa diferencia y yo, sinceramente, no tenía pensado pasar a profesional, porque yo sabía que no estaba en buena situación y yo había visto a todos mis compañeros que habían pasado a profesional, se habían retirado rápido. Y ya te digo, yo pasé a profesional porque mi entrenador tuvo un pequeño problemilla con la Federación, que el problema fue que lo que quería era más actividad para los muchachos.

La Federación dijo que eso es lo que había. Que si lo quería bien, que si no, eso es lo que había. Y él cogió y dijo: pues yo me voy. Y yo ya, que llevaba doce años en el equipo nacional, fui un poco atrevido, y la mala fortuna y la mala decisión de pasar a profesional. Pasé a profesional y en un año, mi entrenador pasa otra vez al equipo nacional.

P. Y es cuanto tú lo intentas.

R. Yo lo intenté y no me dejaron.

P. Ahora sí, vamos a Sidney 2000. Ya con 30 años, imagino que un contexto completamente distinto a los anteriores, básicamente por tu mayor experiencia. Ibas a por el oro.

R. El objetivo siempre era el oro, luego que te quedaras en el camino era otra cosa (risas). Pero sí, el objetivo siempre es el oro y ahí era yo estaba bien, bien. A nivel psicológico, a nivel físico, a nivel técnico, de competición, ya no es solo que tú vayas a probar. No. Ya estás convencido de que puedes ser campeón olímpico. A todos los torneos a los que vas estás en los primeros puestos y tú objetivo es ser campeón. Pero bueno, ahí hubo la final, que yo creo que no se puntuó de la forma que se tenía que puntuar y quedé plata.

Cuando entré como seleccionador nacional lo que vi es que peleaban muy poco

P. Esa final contra el joven francés Brahim Asloum, ¿qué recuerdos te vienen?

R. La verdad que mucha impotencia, porque yo iba al rincón y veía que él había llegado con golpes como para haber sumado y tal, pero veía que iba más abajo todavía. En vez de sumar, me restaba. Y yo creo que ahí, pues bueno, no sé, no sé qué es lo que pasó. Para que te voy a decir…

P. Fue tu última pelea en categoría amateur. ¿Qué cambios supone en tu vida el salto al profesionalismo?

R. Yo seguía siendo figura en profesional, lo que pasa que ya no te aportan los servicios que te da el amateur, el equipo nacional. Tú estás en el equipo nacional y tienes tu preparador físico, tienes tu médico, tienes tu fisioterapeuta, tienes todos los medios que necesitas, de materiales, ya no solo guantes o cascos, sino sala de musculación, pista de atletismo, lo tienes todo a tu mano. Estás prácticamente, como quien dice, en palmitas.

En profesional ya cambia la cosa, tú te tienes que pagar el gimnasio, te tienes que pagar todo. Si tienes una molestia en el lumbar, pues vas y pagando tienes tu fisio. Aparte tuve varios problemillas con el promotor que pasé. Ya tienes que empezar a trabajar, porque claro, ya los recursos que tú tienes no son los recursos que tienes en el equipo nacional. Yo estaba cobrando fijos 3.500 euros en ese momento. Boxeara a o no boxeara. De esta forma renuncié a tener dos años los 3.500 euros esos, y pasar… ya te digo, una insensatez. Y esa falta de medios me hizo ir cada vez más en decadencia. Siempre iba buscando para hacer un título, pero los títulos no llegaban, también estuve en un momento de separación y eso a nivel psicológico te crea un problema.

P. Debutas en profesional en 2001, en Leganés, con victoria a los puntos. Es lo que te decía antes, y lo haces con dos medallas olímpicas en tu palmarés. No sé si ese currículum suponía ya un estatus significativo dentro del panorama profesional.

R. Claro, ya tenías que boxear con gente con entidad. ¿Qué es lo que pasaba? Si tú no pasas con un promotor que económicamente esté bien, no tiene visibilidad. Ya te digo, el último combate, incluso, mi bolsa, bueno, me tuve que organizar yo el Campeonato de España. Te quiero decir que, el profesional es simplemente la palabra profesional. Después no es profesional como tal.

Sí que es verdad que, cuando yo pasé a profesional, pasé a una empresa que me seguía manteniendo el mismo sueldo, pero me lo mantuvo un mes. Al mes ya me dejó de pagar. Por eso yo a todos los que están en el equipo nacional no les… bueno, ahora hay promotores que yo conozco, ya conozco otro tipo de gente y sé quién es bueno y quien no es tan bueno. Ahora sí sé decidir, porque ya conozco yo más a los promotores, yo conozco ya más a los entrenadores. Y sé decir, pues mira, pues vete con este o vete con el otro, o mira, entre este y este no hay mucha diferencia.

Pero sí que, cuando tú pasas a profesional en plan figura y ves que no tienes medios, no tienes el apoyo, porque cuando tú eres amateur, tienes apoyo de todas las administraciones, cuando eres profesional las administraciones se echan para un lado, porque ya estás en un ámbito un poco más privado. La verdad que metí la pata hasta arriba (risas). Ahora si lo hubiera pensado, piensas mucho con el corazón, no piensas con la cabeza.

P. En esta última etapa como profesional vas conectado un poco con tus raíces, con combates importantes en Córdoba y provincia. Como fue ese en Vista Alegre en 2007, que supuso una primera despedida, y luego en Fuente Obejuna peleando por el título de campeón del peso minimosca, ¿cómo recuerdas esos combates?

R. La verdad que, con mucho sacrificio, con mucho esfuerzo, porque tenía que trabajar, tenía que entrenar, la situación a nivel personal era difícil y montaba eventos porque trabajaba en Diputación y tenía la posibilidad de tener contacto con otros municipios. Tenía que organizar encuentros, tenía que boxear, tenía que entrenar, eran muchas cosas, así que es verdad que no fueron unas vivencias bastante agradables.

Yo entrenaba en los huecos que sacaba. No tenía una estructura semanal, de decir, bueno, lunes y martes, esto, miércoles, esto, solo jueves y viernes, esto, sábado, tal. Era si entro a trabajar a las 8:00, pues me levanto a las 6:00 de la mañana, voy a correr, luego llegaba al trabajo cansado, luego me iba a dar clases, después de las clases entrenaba yo. Luego me iba a Madrid los viernes, cogía el AVE y entrenaba allí viernes, sábado y el domingo pues me volvía otra vez. ¿Para qué? Pues para entrenar con profesionales. Ya te digo, mucho sacrificio todo.

P. Es llamativo. Cuando das el salto al profesionalismo es cuando el boxeo para ser algo secundario en tu vida.

R. Pasa a ser secundario directamente. Tienes que atender a tu hijo. Pasa a un segundo plano y hasta a un tercero.

P. Ya se hace por pasión.

R. Tú lo haces porque te gusta, porque disfrutas boxeando. Lo que pasa es que, cuando te das cuenta, allí en Fuente Obejuna, porque yo cogí y dije: me voy a Madrid un mes y medio, me centro, me fui allí a una casa, que yo me hacía de comer. Ya te digo, es que esto cambia totalmente, que tú llegues allí a la Blume, como está mi hijo, él está concentrado en la Blume. Llega a las 7:00, abren el comedor, desayuna, luego se va al entrenamiento, después el fisio, almuerzas, luego descansas.

Mi hijo, a su edad, ya es mucho mejor de lo que yo era

P. te permite tener la mente…

R. Dedicada al 200%. En el profesional no, pero todos los profesionales. Yo te puedo enseñar, por ejemplo, Francisco Javier Castillejo, el mejor boxeador que ha tenido España en el campo profesional. Nueve veces campeón del mundo, en dos categorías diferentes y tal. Y bueno, es vigilante. Que no pasa nada, porque estás trabajando, pero te choca que un campeón del mundo nueve veces, campeón de Europa, pues que tenga que echar fines de semana en una empresa de seguridad.

P. Ya por ese tiempo comenzaste también a formar a jóvenes boxeadores, ¿tuviste siempre claro que querías dedicarte a entrenar?

R. Claro, yo estando de profesional tenía aquí la escuela de boxeo Rafael Lozano, que monté aquí en Fátima, creé un centro especializado de tecnificación de boxeo, porque el Ayuntamiento, en ese momento, el político que había, me dijo que nos iban a ceder una instalación para crear un centro especializado de verdad. Pero entre ponte bien y estate quieta, al final, nada de nada. Como te digo, ninguno de los políticos que ha habido ha dado el paso adelante.

Que yo no digo que ellos tuvieran que tener la obligación, pero bueno, yo creo que cuando tú tienes un deporte, que se te da bien la enseñanza y que en ese momento estaban saliendo buenos boxeadores, y que tienes el beneplácito del Consejo Superior de Deportes y de la Junta de Andalucía, lo más normal es que se arrimaran. Yo creé la escuela, hicimos eventos, hicimos un Campeonato a Andalucía, después de no sé cuántos años sin celebrarse. También el primer campeonato de iniciados, que eran boxeadores de menos de cinco combates. La verdad que le dimos bastante movimiento.

P. Desde 2013 ostentas el cargo de seleccionador nacional. ¿Qué valoración sacas del trabajo realizado estos años y en qué momento sitúas al boxeo español?

R. Esto es como todo. Tú coges un negocio y ese negocio va en función del crecimiento que tenga. Si ha crecido es señal de que va bien. Yo cuando entré en el equipo, no sé si se llevaba bien o no. Yo vi las carencias que tenía, que era que los boxeadores estaban compitiendo poco. Ya te digo, bajo mi punto de vista. El entrenador que había pues estaba aportando lo que tenía y estaba contando con los boxeadores que tenía, que eran José Kelvin de la Nieve, Jonathan Alonso. Bueno, los boxeadores que tenía. Youba Sissokho, que todavía está con nosotros. Yo veía que había ocho o diez boxeadores, pero prácticamente no competían.

Lo que hice fue darles actividad. Coger una furgoneta, que necesitaban tres boxeadores en Asturias, pues para Asturias. Que necesitaban cinco boxeadores en Almería, para Almería. Que necesitaban en Valencia un equipo de ocho boxeadores para boxear contra Irlanda. Ocho para allá. Que teníamos que ir, pesarnos el mismo día, comer y boxear, y luego volvernos para Madrid, pues lo hacíamos. De hacer cuatro o cinco combates al año, pasaron a hacer de 25 a 30. Muchachos que estaban en el equipo y que no eran campeones de España, yo decía que un boxeador que estaba en el equipo nacional, no podía ser tercero. Tenía que ser el primero, así que todos los que estaban allí quedaron al año siguiente campeones de España.

Esto es como todo. Cuando son federaciones pequeñas, con poco presupuesto, sí que tienes que darle más. No es lo que te pagan. Esto es las horas que tú le eches a tu trabajo.

P. Independientemente del sueldo.

R. Independientemente. A mí me gusta lo que hago, y como me gusta lo que yo hago, pues vamos. Yo veía que las cargas de los entrenamientos eran pequeñas, no eran cargas adecuadas a un equipo nacional. Si tú estás en alto rendimiento, no puedes hacer una sesión al día. Dos sesiones, por la mañana y por la tarde. Y estructurar bien la semana. No tenían preparador físico, metimos uno. Le quité horas de trabajo al fisioterapeuta (risas), y metí a un preparador. Al final, empecé a estructurar un poco el equipo.

De hecho, tú fíjate, antes cogías una medalla de bronce en un Campeonato de Europa y era el capitán general, ahora, el año pasado cogimos 20 medallas en el Campeonato de Europa. Cinco en élite, cinco en joven, cuatro en schoolboys, dos en sub 22. En los Juegos Olímpicos, quitando Atenas, cuando yo me fui, que no participó nadie; en Pekín solo fue Kelvin de la Nieve; en Londres fue Kelvin y Jonathan Alonso, que perdieron todos a la primera. Y luego yo entré para Río, cogí a dos boxeadores totalmente diferentes, que fueron a Samuel Carmona y Youba Sissokho, y uno de ellos se mete ya en diploma. No se había ganado un combate en unos Juegos desde que yo gané en Sídney.

Lo que te quiero decir es que, con poquito presupuesto, pero se iba mejorando. Nosotros hemos conseguido ahora otra medalla de bronce en un campeonato mundial. Las chicas han conseguido otra medalla de bronce en el campeonato mundial. Mi nene ha sido campeón de Europa, subcampeón de Europa, y aparte tercero del Mundial. Fuimos a los Juegos Olímpicos con cuatro boxeadores y tres los metimos en diploma. Con cuatro boxeadores diferentes a los que fueron en Río. Al final todo va mejorando.

Ahora ya no tengo que ir con la furgoneta a ningún sitio. Bueno, sí vamos, pero ya es diferente. Ya no van a los torneos y pierden a la primera. Por ejemplo, ahora en Belgrado, uno ha hecho cuatro combates hasta llegar a la final. El otro ha hecho dos. El otro ha hecho tres. Tú los llevas a siete torneos, simplemente con que hagan dos o tres combates ya se meten en veinte combates. Al final lo que da es la experiencia. Y que si tú peleas con un kazajo, que ahora mismo son los números uno. Kazajistán, Uzbekistán, Kirguistán, los rusos, ahora boxeas de tú a tú. A nosotros antes no nos invitaban a los campos de entrenamiento. Teníamos que llamar: oye, mira, hazme el favor de mandarnos la invitación y luego no te la mandaban. Ibas y 10-0, 12-1. Te daban palizas. Ahora los campos de entrenamiento los estamos haciendo nosotros aquí. Ahora tenemos uno en Madrid, y viene Islas Mauricio, Escocia, Francia, Austria, Hungría, metemos allí cerca de cien personas. Y ahí se dan todos una pela buena (risas).

Ahora las invitaciones nos las mandan a nosotros, hombre, por favor, venid para acá. Los italianos, que son también fuertes, nos llaman para que vayamos, Brasil vino aquí también el otro día. Todo ha cambiado, el equipo ha cambiado. Antes veías a un muchacho: me ha tocado Francia, y ya estaba por los rincones: es que es muy bueno. Es que fíjate los combates que tiene. Ahora les digo: mira, te ha tocado este, y luego por este camino te tocan estos, y dicen: anda qué bien.

P. Uno de los nombres propios de ese equipo nacional es, precisamente, tu hijo. No sé si aquí pesará más la voz del padre que la del seleccionador. ¿Ves posible que, no sé, dentro de 20 o 30 años tengamos una conversación similar a ésta con él?

R. Bueno, si no cambia de empresa (risas). Sí, hombre, sinceramente a mí no me gusta tirar bombas de humo, como quien dice, pero sí que es verdad que es un muchacho que ha nacido, prácticamente le han salido los dientes en el equipo nacional. Él ha debutado en el campeonato europeo en schoolboy. En schoolboy no se había participado nunca. De hecho, aquí no teníamos ni reglamento. Nosotros lo hemos creado ya el reglamento. Rafa lleva desde muy chiquito. Ha pasado por todas las categorías. Él no tiene miedo a nadie. Es un boxeador con talento. Ahora ya, cuando pasas a élite, ya con talento no vale. Ya vale con talento, constancia, sacrificio y mucho trabajo. Él la verdad que, bueno, ya lo has visto.

¿Qué es lo que le falta? Le falta madurez. Ahora en la categoría que está, porque ahora está en élite ya. Y es que cumplió 18 años ahora en diciembre. Es de los más pequeños. Y está enfrentándose ya a hombres.

Si sigue así, mi hijo tiene condiciones para ser medallista olímpico

P. No puedes saltarte pasos.

R. Ahora hay un proceso. Ahora mismo él está ahí. Yo le digo una cosa: a ti el talento te vale o te sirve cuando eres joven, eres júnior, eres infantil. Pero cuando ya pasas a élite, se queda a un lado. Ya te llegan hombres. Esto no es como el fútbol u otro deporte, que con 16 o 17 años tienes talento y estás ahí. Aquí eres tú, y la madurez es muy importante aquí. Yo creo que él va a llegar. Si sigue como está ahora mismo, centrado, haciéndome caso como técnico, no como padre. Como padre a veces, también. Porque a él le han hecho ya dos ofertas de profesional. Que le llegue ahora un promotor. Me llamó uno hace poco, uno de Málaga, bueno, el que le ganó a Navarro. El de Landaeta, Heredia.

P. Sí.

R. A los dos días me llamó. Que le quiere fichar en su equipo y le dije: mira, es que es muy joven todavía. Pero claro, ahora viene a otro, que le dice que debuta en Mónaco, en un casino, que le dan 1.000 euros por asalto. Hace cuatro asaltos, son 4.000 pavos. Que el rival va a ser asequible. Que lo que le van a hacer es la carrera. Fíjate. Es un niño con 18 años. Y él me dice: papi, ¿qué hacemos. Yo le digo: tranquilo, vamos al Mundial, cuando volvamos vemos a ver qué pasa. Él se deja asesorar. Y eso es importante. ¿Y qué es lo que le falta también a él? Él no es un niño de calle. Yo he estado vendiendo en la calle y puedes tener confrontaciones a veces, que te han robado. Ha sido diferente. Y él no. 

Luego en el ring es agresivo, es violento, y es como tiene que ser un deportista de alto rendimiento. Tú no puedes ser Teresa de Calcuta en un deporte de contacto, pero sí que es verdad que le falta a veces esa malicia, esa maldad, esa picardía. Pero como en otros deportes. Tú fíjate en Messi, en Ronaldo, tienen esa picardía porque es gente que se ha criado en la calle. Este niño se ha criado en la Blume, ha estado siempre en el equipo nacional. Entonces, él tiene su proceso. A veces le hablo como técnico, otras veces le hablo como padre, y a ver si Dios quiere, y ya sabes que está la mala costumbre de hacer comparativas. ¿Tú vas a ser como tu padre?

P. Es inevitable.

R. Es inevitable. Le dicen: tú tienes que ser como tu padre o, ¿tú vas a superar a tu padre? Y yo siempre le digo, la respuesta tiene que ser esta: mi padre ha hecho su carrera y ahora yo haré la mía. Yo no tengo por qué parecerme a mi padre, ni mi padre parecerse a mí. Y para finalizar, tú le dices: si nos ponemos así, yo ya soy mejor que mi padre, porque mi padre no ha sido ni subcampeón de Europa júnior, ni campeón de Europa joven, ni tercero del mundo joven. A la edad de 18 años, él entró al equipo nacional, y yo ya estoy consolidado prácticamente. Por tanto, soy mejor que mi padre.

Y a mí cuando me preguntan siempre digo que técnicamente es mejor que yo, a nivel de resultados es mejor que yo. ¿Y quién dice que, aunque no consiga una medalla olímpica, su carrera no es mejor que la mía? Es verdad que los Juegos Olímpicos son la excelencia de los eventos deportivos. Eso es así, tú no consigues nada en todo el año, pero te llevas una medalla en unos Juegos, y estás consolidado. Estás bendecido. Eres campeón del mundo en tu deporte, pero no sacas nada en los Juegos, y tienes dos mesecitos de atención. Y en los Juegos no. Yo he tenido todos los procesos. Diploma: tuve como seis meses que todo el mundo vente para acá, vente para allá; en Atlanta: medalla de bronce es un año; y cuando eres plata, año y medio (risas). Pero luego ya se para, porque es un deporte minoritario. Y los medios, si no estás en el candelero, pasan. 

Pero bueno, lo importante de mi nene, es que ahora en el boxeo hay premios económicos. Ahora en el Mundial, si es bronce, 50.000 dólares. Si es plata, 100.000 dólares. Si es oro, 200.000. Y a mí, por ser diploma, por lo de la Caixa y eso, me dieron hace tres años 120.000 euros. Hacienda me quitó 18.000, me pegó el pellizco (risas). Y él ya está para poder funcionar, para profesional. Yo no le voy a decir que no. Si ahora en Mónaco, le dicen 1.000 pavos por asalto y que le van a echar un paquetón. Yo veo el paquetón, digo pues venga. Hay teloneros. Pim, pum. A correr, 4.000 pavos. Y esto es así, al final, los resultados deportivos están muy bien, pero si tú a nivel económico no te sostienes, no sirve de nada. Yo tuve que dejar el deporte y rápidamente a trabajar, porque las becas te las comes en cero coma dos, no te da tiempo a guardar dinero.

P. Aquí ya pesará más la voz del padre. ¿Podemos tener esperanzas de ver de nuevo el apellido Lozano en un podio olímpico algún día?

R. Yo, ya te digo, si sigue así, tal como está, con este proceso, yo creo que sí. Creo que sí, porque ya te he dicho el avance que él tiene. Pasito a paso, que está todo con su proceso de aprendizaje. Y si él no se dispara mucho, si no se echa una novia y ya… ¿me entiendes? Y pierda un poco la cabeza, yo te digo a ti que él tiene condiciones, tiene aptitudes, para poder ser medallista.

P. ¿París es pronto?

R. París es pronto, pero se va tener que eliminar con Martín Molina. Eso es otra cosa. Yo tengo uno que es campeón de Europa de 51kg, y ahora tengo que eliminarlo. Aquí yo podría decir como padre: no, no, va mi nene. Pero yo soy consecuente con eso. Él me lo dice. Y yo sí, pero él es campeón de Europa, tú también, en una categoría inferior. Él es campeón, ocho años ya en el equipo, a nivel internacional se ha hecho un hueco. Tienes que enfrentarlos a ellos. No puedo mirar como padre, tengo que mirar como entrenador.

Pero yo te digo que, si él sigue como está, y sigue con esa ilusión, y hace caso también. Con el proceso que lleva, estoy convencido de que va a coger su medalla. ¿Cuál? No lo sé. Lo que más me gusta de los Juegos ahora mismo es que quien organiza los juegos Olímpicos en boxeo, es el Comité Olímpico Internacional. No es el organismo, la IBA. Es más neutral. A los jueces les tienen puesto hasta cámaras. A ver si miran para un lado, si miran a un árbitro.

P. Está muy controlado.

R. Eso es lo que más me gusta, porque entonces sí hay honradez a la hora de las puntuaciones. Esperemos, Dios lo quiera. 

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