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Jesús Rodríguez: “Ser padre es lo mejor que me ha podido pasar en la vida”

Jesús Rodríguez, jugador del Córdoba Futsal con su hijo en brazos

Miguel Huertas Córner Cordobés

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¿Cuántas veces han leído la expresión “es un jugador de equipo”? Sean sinceros: seguro que muchas. Podría definirse como aquel que aparta su ego y utiliza su talento en aras del triunfo colectivo. Aquel que no brilla tanto por sus acciones individuales sino por su trabajo tras los focos o, al menos, con menos iluminación que las estrellas. Seguramente no marcará muchos goles ni aparecerá en demasía en los vídeos de mejores jugadas del partido: eso es para otros. También, además, es capaz de asumir su rol a la perfección, ya sea jugando 35 minutos o 10. No entiende otra cosa que no sea dar el 100% en cada minuto que disfruta sobre la pista. El deporte del fútbol sala, yéndonos al origen de todo, consiste en disfrutar de un pasatiempo sin categoría de profesional.

En todas las acepciones que se han desarrollado justo arriba, se encuentra uno de los pesos pesados del vestuario del Córdoba Patrimonio de la Humanidad. No es otro que Jesús Rodríguez Blanco (Córdoba, 1992), más conocido por el primer nombre y sin el segundo apellido. Y es necesario poner su trayectoria en la capital en contexto. El cierre cordobés cumple su sexta temporada en el cuadro califa, con un total de 120 partidos y 44 goles en su haber. Fue uno de los héroes del ascenso tanto a Segunda División como a Primera, este último suponiendo un hecho histórico tanto para la ciudad como para la provincia. Un total de hasta 14 futbolistas del territorio cordobés fueron protagonistas de un hito irrepetible tanto en forma como en fondo. Imponiéndose a rivales que le superaban en presupuesto. Pero ascendió en Mengíbar y debutó en la liga de las estrellas. En el mes de marzo de 2020, que parece lejano en la memoria, se suspendió la campaña a causa de la pandemia y, posteriormente, aseguraron su plaza en Primera División al no realizarse descensos. En cualquier caso, los blanquiverdes jamás pisaron los puestos de farolillo rojo en todo el curso.

Los minutos de juego para una permanencia innegociable

En todo ese proceso estuvo Jesús Rodríguez, también llamado por algún que otro ex compañero como el Toro, por su bravura también temido. Tras el entrenamiento del equipo, aprovechando el parón de selecciones, se trata con los fisios tras un pinchazo en la rodilla. Nada grave, aunque mejor ser precavidos. Después de una lesión que le impidió viajar a Murcia para enfrentarse al Pozo, cogió con ganas el pasado partido ante Peñíscola, contra el que se anotaron el primer triunfo del 2021 para salir fuera del descenso. “Tenía ganas de jugar y, sobre todo, en casa. Conseguir esos tres puntos nos vino muy bien, fue un aumento de moral y confianza para el equipo, más que nada, para el tourmalet que nos viene ahora con dos salidas fuera y en casa contra Cartagena. Será complicado pero tenemos que aprovechar estos días que tenemos para preparar estos partidos”, expresa Rodríguez. Palma Futsal y Jimbee Cartagena serán los próximos rivales de los blanquiverdes. Aunque esos puntos valgan los mismos que otros, la pelea del Córdoba Patrimonio estará en otro lado. Al respecto, afirma “está marcado que al final la pelea va a ser con Ribera, UMA y Burela, que son equipos que van a ser directos para luchar por el objetivo. Al final, Palma y Cartagena sabemos que son partidos muy complicados donde vamos a ir a sacar los puntos que podamos, pero creo que son más importantes Ribera, UMA y Burela, son partidos que tenemos marcados en rojo en el calendario”. Y será vital el apoyo de Vista Alegre. Aunque a priori no parezca que influye, lo hace y funciona como el llamado sexto hombre.

En una temporada exigente como la de Primera División, incorporaciones van y vienen, salidas también se dan. Inmerso en esta vorágine también está el grupo cordobés, que, con menos minutos de lo jugado en temporadas pasadas, continúan siendo importantes en la rotación de Josan González. Jesús Rodríguez, aun con menor tiempo de juego que compañeros que llegaron más tarde, asume su papel secundario -que no residual- dentro del equipo. Desde la honestidad que le caracteriza, explica que “hay que subir el nivel, se hacen fichajes y cada uno tiene que aceptar su rol. A lo mejor este año estoy teniendo menos minutos pero no tengo queja con el míster porque tiene confianza en mí. No es una cosa que me preocupe. Cada uno trabaja al máximo en los entrenamientos para ganarse el puesto y estoy contento, creo que el míster también”.

La aldea irreductible de la provincia, esencia del club

En cuanto al grupo de cordobeses, de los que restan en la primera plantilla Cristian Ramos, Manu Leal, Koseky y el propio Jesús, el cierre de 30 años resta importancia al debate de la pérdida de futbolistas de la provincia y lo introduce dentro del desarrollo y evolución del Córdoba Patrimonio como club. “Igual que cuando otro equipo hace fichajes y salidas, todo depende de muchos factores: el míster, condiciones laborales como el problema de David Leal...Si el club se mantiene y se asienta en la Primera División, se intentará al máximo posible que los cordobeses que están fuera puedan llegar aquí y aumente el número en la plantilla. El lema siempre de José García Román siempre ha sido el de tener el máximo número de jugadores cordobeses. Es verdad que, por unas circunstancias o por otras, se ha reducido el número en estas temporadas pero la intención del club es esa, mantener la identidad de la seña cordobesa”, desarrolla. Y esa identidad de la provincia de Córdoba se forjó desde lo más abajo del sistema de divisiones del fútbol sala.

Desde los juveniles de Apademar, Jesús Rodríguez iba de pueblo en pueblo para ganar dinero con el deporte que le apasiona. Además, con el club de su ciudad, el antiguo Itea Automatismos y el ahora Córdoba Patrimonio, desde Segunda B. Eso hace apreciar más el camino y Jesús Rodríguez es consciente de ello. “La ilusión de cualquier persona que juega a un deporte desde pequeño es llegar a la máxima categoría, jugar al máximo nivel o ser profesional. Cuando subimos a Segunda División, estábamos más cerca y nadie imaginaba que subiríamos a Primera. Al final, dedicarte a lo que más te gusta desde pequeño es una alegría inmensa”, confiesa en la grada de un Vista Alegre vacío. Con el ascenso a la categoría de plata, el Córdoba CF, entonces dirigido por Carlos González, se interesó en el equipo de fútbol sala para que llevaran el escudo y la misma equipación que el de fútbol. Sin coincidencia ni casualidad que pueda suponer, el balompié del parqué, cuya afición estaba dormida y escondida en un cajón desde hace años, volvió a despertar en la provincia de la mano del Córdoba. Rodríguez expresa que “el cambio de Itea a Córdoba CF unió a mucha gente que no conocía el fútbol sala como deporte o no era aficionado. Al unirse el Córdoba CF, al ser una identidad que colaboraba con el fútbol sala, se animaron, vinieron aquí (Vista Alegre) y se engancharon. Yo creo que gran parte de la afición que tenemos hoy día ha sido gracias al Córdoba CF, es tontería que nos engañemos”. Ya es una pasión que puede continuar años y años. El veneno está dentro de muchos cordobesistas. También de muchos niños.

Del anonimato al fútbol sala, jornada laboral mediante

Muchos de los futbolistas, por no decir todos, que vivieron ese cambio también pasaron del puro anonimato a que les pararan por la calle, les reconocieran y se pararan con ellos. La semilla del fútbol sala que crece en la ciudad. Jesús Rodríguez lo confiesa desde la humildad. “Es una alegría inmensa, sobre todo, por los niños. Que vayas por la calle y un niño le diga a su padre: ”papá, mira, ese es Jesús Rodríguez, que juega en el Córdoba“. Te hace pararte y hacerle esa ilusión al niño de hacerte una foto. Hacer felices a los niños es siempre bonito”. También relacionado con los niños está el nuevo mundo en el que está desde hace unos meses el propio jugador. Fue padre de un niño del mismo nombre por el que ahora se desvive. Tratando con más paciencia en el ámbito paternal, algo cambió en el momento en el que tenía a su hijo en brazos. “(Ser padre) es lo mejor que me ha podido pasar en la vida. No fue nada buscado pero, una vez que lo tienes encima tuya, ya vives, trabajas e intentas ser feliz nada más que por él”.

Ahora, el trabajo con el que sustenta a su hijo es gracias al fútbol sala, pero no siempre la mayoría del dinero procedía del balón sobre la pista. Jesús Rodríguez es trabajador de Deza y, desde hace dos años, se encuentra en excedencia mientras viaja por los pabellones de Primera División. Su actitud en la atención al cliente y la que desempeña en la pista es bien distinta. Si bien con su uniforme de trabajo, con rayas finas rojas y blancas, es tranquilo, calmado y sosegado, sobre el parqué se convierte. Algo así como Dr. Jekyll y Mr. Hyde. De hecho, Agus Cañete, antiguo portero del Córdoba Futsal, le apodaba como el Toro y le sigue llamando así por su fuerza en los duelos individuales y en los choques de cuerpo a cuerpo. No escatima en esfuerzos ni en contactos. Comparando trabajo y fútbol sala, ambos mundos tienen sus diferencias, como es lógico. “Soy una persona muy bonachona, no me gusta llevarme mal con nadie, y en el trabajo siempre tienes que mantener la calma, solucionar los problemas de otra forma. Yo siempre he dado el máximo en la pista y hay que diferenciar el deporte de lo laboral porque, al final, es tu trabajo y, si tienes malas formas, te puede perjudicar. Tengo ese genio, ese carácter, que me hace ir fuerte a todo, sin hacer daño ni a unos ni a otros, y dar el máximo por el equipo”, explica tras el entrenamiento matutino.

La actitud sobre el 40x20 también era innata en jugadores como Paco Solís, Lolo Jarque o David Leal que, por motivos laborales, se apartaron de las pistas de máximo nivel para labrarse su presente y su horizonte laboral. “A todos les gustaría seguir jugando aquí. Todos saben que esto no es un trabajo de por vida. Cada uno tiene que mirar su futuro y valorar lo que más le conviene. Las decisiones las acepté, igual que Nono, que también le pasó lo mismo, y cada uno mira por su futuro, tiene que valorar en una balanza: qué le interesa más. Con esos dos mundos, el futsalero y el laboral, tenía que lidiar Jesús Rodríguez en sus inicios y, a medida que la exigencia aumentaba, en algunas ocasiones las fuerzas parecían flaquear. Pero la pasión por el deporte ganaba siempre.

Él apostilla que “excepto el primer año de Primera, que es cuando cogí la excedencia, el año de segunda estábamos compaginando. Echas 8 horas de jornada laboral, llegas aquí a entrenar, llegas a tu casa, cenas, te acuestas y, al día siguiente, la misma rutina. Era complicado, (había que) pedir favores en el trabajo. En ese sentido, con Deza, que ya se ve cómo patrocina y apoya al deporte cordobés, nunca he tenido problema con jefe, encargado de tienda y demás; siempre han hecho todo lo posible para que pudiera viajar y jugar”. ¿Volver a tramitar asuntos de supermercado? No se le caerían los anillos en hacerlo, aunque quiere mantener su carrera deportiva, al menos, dos o tres años más. “En el caso de que no siguiera, volvería a Deza, no me disgustaría”, señala. Su plaza, a día de hoy, la mantiene con todas las de la ley y espera poder recuperar su puesto cuando sus zapatillas dejen de rechinar sobre las pistas.

Espectador y actor de lujo en el ascenso meteórico del Córdoba Patrimonio en su corta historia, quiere que la escuadra cordobesa se asiente en la categoría. La temporada es atípica como ninguna, con una semana de partido y otras dos de parón por positivos de coronavirus en el rival. Los de Josan González escaparon casi de refilón, pues sólo sufrieron uno aunque sin afectar al calendario. Ahora afrontan el último tramo del campeonato, decisivo para la consecución de la permanencia y para lo que serán decisivas las dos áreas, según esgrime el propio Jesús Rodríguez, que manifiesta que el principal problema de los blanquiverdes es “la falta de gol. Exceptuando el partido de Betis, en el que creo que tocamos fondo en general, jugamos bien. Esto es un deporte de errores: si nadie tuviera errores, nadie metería goles. Estamos subsanando errores para que pasen menos y cueste menos ganar los partidos”. ¿Una última jornada tranquila? Él espera que sí, para su bien y para el de todos sus feligreses. Será un broche más para un grupo de cordobeses que llevaron al equipo de la capital a Primera División y cuya esencia cordobesa sigue intacta. Jesús Rodríguez se encarga de mantenerla.

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