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JUAN HUERTAS / Carmen Reina

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Apenas dos semanas después de las últimas lluvias en Córdoba, el Guadalquivir ha vuelto a dejar de correr bajo el Puente Romano, a su paso por la capital cordobesa. La sequía que afecta desde hace meses a Córdoba no se ha disipado pese a las lluvias de los meses de marzo, abril y primeros de mayo -las últimas tormentas afectaron al inicio de los Patios la primera semana de mayo-, y el caudal del río grande de Andalucía es tan bajo que ha dejado de fluir y deja ver la base sobre la que se asienta el puente.

Actualmente, el cauce del Guadalquivir a su paso por Córdoba se parece más a un estanque. El cauce recibe pequeños aportes y la lámina de agua cada vez es más baja. Según los datos del propio Sistema de Información Hidrológico de la cuenca del Guadalquivir señala que el río tiene una altura de -0,21 centímetros a su paso por Córdoba capital, es decir, no llega a correr el agua. En el azud de Alcolea alcanza los 0,24 centímetros.

El río grande que fue navegable desde Córdoba hasta el Mar

Guadalquivir significa río grande en árabe (Al-wādi al-kabīr). Hasta el siglo XV, el río Guadalquivir fue navegable desde Córdoba hasta el mar. De hecho, la importancia de Qurtuba como capital de Al Andalus está precisamente en eso, en que hasta un puerto tan al interior de la Península podían llegar barcos. Pero los que llegaban no eran grandes embarcaciones. Al contrario, el gran puerto del califato ya estaba, como ahora, en Sevilla. Aguas arriba remontaban el río pequeñas embarcaciones de escaso calado.

Ya en el siglo X constan históricas sequías que hacían que el Guadalquivir dejase de ser navegable algunos meses de verano. Pero no hay demasiada narrativa sobre que el río dejase de fluir, como está ocurriendo ahora a su paso por Córdoba capital. Este martes se podía pasar sin riesgo a mojarse los tobillos bajo las piedras del Puente Romano de Córdoba, construido hace más de 2.000 años (y reconstruido constantemente, por graves daños sufridos por guerras y grandes riadas).

El Guadalquivir dejó de fluir ya en el mes de noviembre pasado, arrastrando la sequía del último año. Antes, el río se secó en octubre de 2019. Entonces se hicieron populares las imágenes de unos piragüistas bajo los ojos del Puente Romano, en pie y pala en mano. Ocurrió lo mismo en 2017. Pero la última gran avenida del río fue, precisamente, unos meses después. Unas lluvias abundantes en primavera hicieron crecer el cauce, que volvió a bajar con alegría bajo el Puente Romano.

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