El río Guadalquivir deja de fluir a su paso por Córdoba
Guadalquivir significa río grande en árabe (Al-wādi al-kabīr). Hasta el siglo XV, el río Guadalquivir fue navegable desde Córdoba hasta el mar. De hecho, la importancia de Qurtuba como capital de Al Andalus está precisamente en eso, en que hasta un puerto tan al interior de la Península podían llegar barcos. Pero los que llegaban no eran grandes embarcaciones. Al contrario, el gran puerto del califato ya estaba, como ahora, en Sevilla. Aguas arriba remontaban el río pequeñas embarcaciones de escaso calado.
Ya en el siglo X constan históricas sequías que hacían que el Guadalquivir dejase de ser navegable algunos meses de verano. Pero no hay demasiada narrativa sobre que el río dejase de fluir, como está ocurriendo ahora a su paso por Córdoba capital. Este lunes por la tarde se podía pasear sin riesgo a mojarse los tobillos bajo las piedras del Puente Romano de Córdoba, construido hace más de 2.000 años (y reconstruido constantemente, por graves daños sufridos por guerras y grandes riadas).
Actualmente, el cauce del Guadalquivir es un estanque. La declaración de sequía de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir ha ordenado cerrar los embalses de toda la cuenca a la espera de unas lluvias que no llegan ni en la persistencia ni en la abundancia deseada (o normal). El cauce, por tanto, no recibe aportes. Y la lámina de agua cada vez es más baja. Según los datos del propio Sistema de Información Hidrológico de la cuenca del Guadalquivir señala que el río tiene una altura de 14 centímetros a su paso por Córdoba capital. En el azud de Alcolea alcanza los 19 centímetros. El cauce medio en Villafranca de Córdoba de este lunes no llegaba ni a los tres metros cúbicos por segundo.
El Guadalquivir a su paso por Córdoba es un río muy irregular. El cauce está acostumbrado a grandes avenidas de agua que lo lleva, incluso, a desbordarse. Tampoco es infrecuente periodos como el actual, que coincide con el fin de la campaña de regadío (el río funciona como un canal que lleva el agua a los agricultores desde los embalses de Jaén y Córdoba).
La última vez que el río se secó fue en octubre de 2019. Entonces se hicieron populares las imágenes de unos piragüistas bajo los ojos del Puente Romano, en pie y pala en mano. Ocurrió lo mismo en 2017. Pero la última gran avenida del río fue, precisamente, unos meses después. Unas lluvias abundantes en primavera hicieron crecer el cauce, que volvió a bajar con alegría bajo el Puente Romano.
Hoy, los Sotos de la Albolafia son una especie de gran laguna repleta de vegetación donde cuesta ver el agua. Incluso bajo el Puente de San Rafael se vuelven a ver unos cantos rodados arrastrados precisamente en esos momentos de grandes avenidas de agua.
La sequía, de momento, no está provocando una gran mortandad de la fauna del río, un caso que podría llegar a ocurrir. El escaso caudal lo que ha provocado es un estanque, pero a menos agua, menos posibilidad de sobrevivir para los peces.
Lo que sí preocupa es un enorme crecimiento de fitoplacton en el Guadalquivir, provocado por la falta de agua. Esa oxidación ofrece una especie de burbujas blancas similares a las de un vertido, que no lo es. El caso está siendo vigilado por los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG). Está previsto que en unos días se abran levemente las compuertas de los embalses mejor dotados de agua para evitar un desastre ecológico en el río.
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