La sequía del Guadalquivir plaga el río de algas en las aguas a su paso por Córdoba
Desde hace días, técnicos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) vigilan el cauce del río a su paso por Córdoba. Visualmente, la superficie de las aguas del río a su paso por la ciudad tienen un aspecto extraño, con una concentración de espuma de color blanco. Algunos vecinos han llegado a sospechar de que pueda tratarse de un vertido, pero la imagen es uno de los efectos más notables de la sequía que vive la cuenca.
El cauce del Guadalquivir a su paso por Córdoba es tan escaso que las aguas han comenzado a tener problemas de oxidación. Y eso a su vez ha disparado la presencia de algas de fitoplancton, que son las que le dan ese extraño color al río entre los puentes de Miraflores y de El Arenal.
El Guadalquivir es, ahora mismo, un río prácticamente estancado en Córdoba. La Confederación ha cerrado los pantanos una vez finalizado el periodo de riego. Durante el verano, el río funciona como una especie de canal natural que conduce las aguas hacia las zonas a regar. En otoño e invierno, si no llueve, el río se seca. En periodos áridos anteriores, incluso, era posible cruzar el Guadalquivir bajo el Puente Romano sin mojarse los pies.
Esa estanqueidad es la que ha provocado una presencia masiva de estas algas. Los técnicos de la Confederación, según ha podido saber este periódico, están vigilando el episodio a través de la fotodetección y en cada momento evalúan la situación por si se agravase. De momento, no consta que se haya producido una mortandad de peces por la falta de oxidación de las aguas. De hecho, estas algas sirven como alimento para el ecosistema.
Pero la sequía sí que preocupa para el mantenimiento de los caudales ecológicos. Las últimas lluvias apenas si han aportado escorrentías y caudales al Guadalquivir o sus afluentes. De hecho, desde que comenzó a llover a todos los embalses de toda la cuenca del Guadalquivir tan solo han llegado 12 hectómetros cúbicos de agua. Ahora mismo hay 2.135 hectómetros cúbicos de agua, una situación que ha provocado la declaración de sequía. Harían falta, como mínimo, la llegada de otros 2.000 hectómetros más a los embalses del Guadalquivir para poder dar por superado este episodio.
Otra de las consecuencias de la presencia masiva de estas algas son los olores. Varios vecinos del entorno del Guadalquivir ya lo han advertido en los últimos días, sobre todo desde que el río ha dejado de fluir tras la temporada de regadíos. Este mismo jueves, por ejemplo, el caudal medio en Villafranca de Córdoba no llegaba ni a los cinco metros cúbicos de agua por segundo.
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