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La Guardia Civil investiga la desaparición de linces en Córdoba tras el hallazgo de varios transmisores arrancados

Un lince transporta a un cachorro.

Carmen Reina

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El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil está investigando la desaparición de linces ibéricos en la provincia de Córdoba, después de que se hayan hallado varios transmisores de geolocalización que portaban los animales y que, según todo apunta, les habrían sido arrancados.

Se trata, en concreto, de dos collares que se les coloca a los ejemplares de lince ibérico ante su reintroducción en el medio natural, de manera que se pueda seguir su ubicación y así controlar la población de estos animales en las distintas zonas donde habita. El primero de los transmisores fue hallado a mediados de enero en la sierra del término municipal de Adamuz y pertenecía al lince Pajarón, identificado así por el proyecto Life Lince que trabaja en la protección de esta especie en peligro de extinción. Se trata de un macho adulto introducido en Sierra Morena en la provincia de Córdoba. El personal técnico del proyecto Life Lince halló el dispositivo, al parecer, con signos de haber sido arrancado al animal.

El segundo collar ha sido encontrado en este mes de febrero por el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil en el cauce del río Guadalquivir, a un kilómetro del municipio de Montoro, según han confirmado fuentes del Instituto Armado a Cordópolis. Este segundo transmisor lo había portado el lince Kot, un macho de siete años que fue liberado en diciembre pasado en el término municipal montoreño, entre las áreas del Guadalmellato y el parque Cardeña-Montoro, tras una estancia de dos meses en el Centro de Cría en Cautividad de La Olivilla en Santa Elena (Jaén).

Las investigaciones abiertas por la Guardia Civil tratan de averiguar si los linces a los que pertenecían estos transmisores siguen con vida en el medio natural o no, y si los dispositivos se hubieran arrancado estando la mano del hombre detrás de estos hechos. Los collares que portan los linces se aseguran de manera que sea prácticamente imposible que estos los pierdan en la naturaleza o en alguna pelea territorial con otros ejemplares.

El “conflicto” en zonas pobladas por humanos

Desde Ecologistas en Acción aseguran conocer estos episodios y ponen el foco en la aparición de ejemplares de lince en zonas pobladas y el “conflicto” que esto puede suponer. “El área de reintroducción del lince ha crecido de manera importante” en los últimos años, asegura el portavoz de este colectivo, Joaquín Reina. “Se ha notado un aumento de la densidad de linces con nuevos ejemplares y esto implica que algunos se hayan desplazado a otros territorios, no tan óptimos”.

Esos territorios albergarían “más presencia humana y una problemática concreta: la presencia de gallineros” en parcelaciones y casas de los términos municipales en el entorno del área de reintroducción de esta especie protegida. “La existencia de gallineros -una presa fácil para el lince- viene a coincidir con una escasa población de conejos”, alimento natural y principal para la especie. Así, en esas zonas, “estos animales están menos protegidos, son más vulnerables y pueden generar un conflicto”.

De hecho, en la provincia de Córdoba en los últimos años se han registrado episodios en los que se ha podido captar a estos felinos en gallineros de la zona norte, donde los ganaderos de Adamuz denunciaban que habrían matado hasta 800 gallinas después de quedarse sin su alimento principal, el conejo, cuya población se ha visto mermada por una enfermedad. Más de medio centenar de granjas de gallinas de la zona se vieron afectadas cuando -según declaraban hace un par de años los ganaderos-, cada tarde veían hasta “ocho o diez linces ibéricos merodeando el pueblo”.

Para Ecologistas, actualmente hay más linces “desaparecidos” por causas asociadas a ese conflicto con las poblaciones humanas que por la actividad cinegética y reclaman una solución en una doble vía: por un lado, trabajar en la reparación y seguridad de los gallineros, de manera que no se vean afectados por los linces y, por otro lado, establecer programas comarcales para el aumento y la regulación de la población de conejos, de manera que siga siendo el alimento principal del lince ibérico.

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