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Salud es igual a belleza personal

MADERO CUBERO

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Es innegable que según cuidemos nuestra salud así será nuestra belleza externa. Y no me refiero, no, a que seamos físicamente más guaperas que otras y otros. Hago referencia, nada más, a las repercusiones que, una mala salud, el no cuidarla adecuadamente o en la medida que nos sea posible, afectará, de forma muy directa a nuestra piel, a nuestro cabello, uñas, visión, olfato… e incluso a nuestro psiquis (o realidad de ver y razonar las cosas), a nuestras relaciones con los demás, a no ser ese ente humano que agrade, que atraiga por cuanto aquello que nos falta en nuestro interior -o en parte está mermado por nosotros mismos- repercutiendo a nuestra imagen exterior. Todo porque una merma de salud repercute a todas las partes del organismo, más, por supuesto, allá donde se centre el mal.

Bien es cierto que, a veces, estas carencias saludables suceden por ignorancia, otras por desidia, y, en ocasiones, por las presiones a los que una sociedad consumista nos arrastra, sin olvidar, naturalmente, aquellos casos en los que la economía de cada cual , muy escasos, casi al borde de la desesperación, puesto que no me refiero a casos de pobreza extrema o de mendicidad callejera. Sin embargo, en este caso, también es, en cierta medida, por falta de información o por desidia de quienes lo padecen, incluso por no hacerles caso a las muchas recomendaciones que prodigan los especialistas, amén de las “teles” (verlo en la letra bajo el anuncio visual) cuando divulgan cualquiera de los muchos alimentos y bebidas que se exponen, sean de la clase que sean. Tal es así que nada tiene que ver la higiene –solo la higiene, que es una manera, por lo que evita, de encontrar salud- con los recursos de cada cual ni con el descuido de llevar una dieta más o menos adecuada.

No lavarse las manos antes de ingerir cualquier alimento, es una descuido en contra de la salud personal en la que incurren más del 75% de la población en España, según la Organización Mundial de la Salud, a la vez que nos advierte que, tal incuria, procura millones de gérmenes y bacterias que nos pueden contagiar diferentes enfermedades, más al ser reincidentes habituales.