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César Montes: “En Pozoblanco me di cuenta de que el balonmano podía ser mi profesión”

Entrevista a César Montes, ayudante técnico de la Selección Nacional de balonmano

Cristian López

13 de diciembre de 2024 16:12 h

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De La Salle, a un podio olímpico. De aprender en el patio de un colegio, a disfrutar y codearse con la élite del balonmano mundial. Ese es el camino que ha recorrido el cordobés César Montes (Córdoba, 1975) en sus casi cuatro décadas de trayectoria, que le han permitido cumplir no pocos hitos a nivel personal, tanto de ámbito provincial como de talla internacional. No todos los días tiene uno la posibilidad de compartir cerca de una hora de conversación con la mano derecha de Jordi Ribera en la selección española. De hecho, su agenda tiene tantos compromisos, que Montes tiene su residencia en Madrid, aunque buena parte del tiempo lo pasa viajando con la expedición nacional, por lo que son muy escasas sus paradas en su tierra. Con todo, intenta volver lo máximo posible para disfrutar igualmente de otra parte de su familia.

Como jugador profesional pasó por clubes como Valladolid, Almería, Cangas o Pozoblanco, completando una sólida trayectoria en la élite del balonmano español. Es más, en la localidad de Los Pedroches cumplió el hito formando parte del primer equipo de la provincia que llegaba a la ASOBAL. Obligado a retirarse por las lesiones, se reencontraría pronto nuevamente con dicha competición, liderando el banquillo del Palma del Río, donde completó la hazaña de encabezar el segundo proyecto cordobés que alcanzaba la máxima categoría. Posteriormente, se labró un nombre como técnico del Guadalajara, lo que le abrió las puertas de la selección española, donde ha ido acumulando multitud de medallas desde el 2019.

Mi retirada fue más una liberación por todo el dolor que había pasado

PREGUNTA. Te pillamos justo que has venido a Córdoba (la entrevista se hizo el pasado 14 de noviembre) para la Gala del Deporte de la UCO. No sé si sueles venir mucho por la ciudad, ¿cómo es tu relación actual con Córdoba?

RESPUESTA. Vengo más bien poco. Menos de lo que me gustaría. Al final, mi mujer y yo somos de Córdoba, una de mis niñas también, el otro ya nació en Madrid, pero sí que aquí tenemos muchos lazos, tenemos a la familia, tenemos amigos y nos gustaría venir muchísimo más de lo que venimos. Venimos muy poco, en las fiestas, en contadas ocasiones, pero intentamos disfrutarlo lo máximo posible. Aunque ya te digo, es poco.

P. Esta gala también un poco es un homenaje al olimpismo cordobés. A los deportistas olímpicos de Córdoba. En tu caso, como ya has dicho, tu vida laboral te impide tener más contacto con tu tierra, ¿te sientes reconocido aquí?

R. Sí, sí, sí. Me siento reconocido, con el tema de los Juegos, pues perteneces a un grupo de deportistas, técnicos y personas relacionadas con el deporte, que de alguna manera han participado en los Juegos Olímpicos, la visibilidad es mayor. Por la Diputación, por el Ayuntamiento, incluso, la última vez que estuve en Córdoba fue en un homenaje que me hicieron en mi colegio, en La Salle. Si te digo la verdad, me siento reconocido plenamente.

P. ¿Cómo ves el nivel olímpico cordobés a día de hoy? En los últimos juegos, las medallas llegaron, digamos, desde el banquillo. Contigo y con Rafa Lozano. Pero sobre todo a futuro, de cara a Los Ángeles, ¿cómo ves nivel que hay?

R. No sabría qué contestarte, porque no sé muy bien el nivel que tenemos en los diferentes deportes que pueden entrar en unas Olimpiadas. Sí sé que Fátima Gálvez fue en Tokio medalla de oro y era una de las favoritas en París; en boxeo, Rafa Lozano Jr. lo ha hecho muy bien en París y puede que sea una apuesta clara de cara a Los Ángeles. Luego los técnicos no sé, de hecho, ni yo sé si llegaré a ese momento porque vivimos muy en el día a día. Carmen (Avilés) imagino que seguirá con su evolución y ojalá que pueda estar en los siguientes Juegos. Pero no sabría cuántos. Ojalá que fuesen más, no son demasiados.

P. En tu caso, con esa medalla de bronce. Ya han pasado unos meses, se ha podido hacer una perspectiva, aunque ya has dicho que sales de un reto y la mente ya está en otra competición. ¿Con qué regusto se te queda esa hazaña en París?

R. Muy buena, muy buena, porque cuando empiezas la preparación con el grupo de jugadores, ves los demás equipos, y siempre sueñas con poder competir, con poder ir pasando las diferentes fases, pero eres consciente de que es muy difícil. Teníamos un grupo con cuatro o cinco países europeos, que lo hacían más difícil si cabe. Luego los cruces sabíamos que también lo iban a ser, en caso de que nos clasificáramos, por lo que ibas al día a día. Venía un partido y te enfocabas en eso, en hacerlo lo mejor posible. Pero es difícil, es duro.

Pero nos quedamos con un sabor muy bueno, sobre todo viéndolo con distancia. En mi caso, como te he comentado, por el tema familiar, que pudieron ir y pudieron ver la mayoría de los partidos, y luego el hecho de conseguir una medalla de bronce, algo que es muy grande. Lo que pasa es que conforme vas teniendo ese éxito, vas logrando medallas, vas avanzando en la competición y ves que tienes la posibilidad de meterte en una final, de poder competir en este caso con Dinamarca, a todos nos motivaba mucho, y lo veíamos muy posible. Después de la competición te quedas con ese sabor agridulce, pero luego ya te vas quedando con lo bueno.

P. Nos vamos a ir ahora al principio de todo, ¿cuál es tu primer contacto con el balonmano?

R. Yo estudiaba en el colegio La Salle. Practicaba muchos deportes, y bueno, el profesor de educación física, que era Ángel Ortiz, que en paz descanse, era un profesor al que le gustaba el balonmano. De alguna manera impulsó el balonmano en el colegio La Salle y a los alumnos que él consideraba que tenían opción, los animaba a practicar ese deporte. Con mi grupo de amigos empezamos a practicarlo a los 8 o 9 años. Recuerdo que en ese primer equipo el entrenador era Rafa Moreno, que a día de hoy está en Adesal, los recuerdos son muy buenos. Conseguimos quedar campeones de Andalucía en infantiles; luego tuvimos otros entrenadores, como Javi Carrere o Javi Dacasa, que nos llevaron en cadete y juvenil.

P. Das tus primeros pasos en La Salle, luego pasas también por el Córdoba de Balonmano. Las dos grandes potencias del balonmano masculino en la ciudad. Hoy en día es común verlos dominar en Campeonatos de Andalucía, yendo a Campeonatos de España. No sé si en esa época ya era habitual ese nivel de la base en Córdoba.

R. No era tanto. El trabajo en formación de La Salle, que es el que conozco más, es muy bueno, con muchos niños, muchos equipos, tienen un equipo referencia en Primera Nacional, están haciendo un trabajo extraordinario. Y luego Córdoba de Balonmano, el Cajasur, pues un habitual de las fases finales de los Campeonatos de España en cualquier categoría. Eso en mi época no era tan habitual. Sí que íbamos a fases finales andaluzas, ganábamos alguna. Mi generación, por ejemplo, no llegó nunca a un Campeonato de España, se quedó siempre en la previa, en los Intersectores. Ahora es más normal verlo.

En Valladolid fue donde me empezó a entrar el gusanillo de entrenar

P. Aun así, la tuya es muy buena generación. Paco Bustos es de tu mismo año y creo que con él coincidiste en el CBM.

R. Sí, cuando terminamos nuestra etapa juvenil, Cajasur, que era el patrocinador del Córdoba de Balonmano, retiró ese patrocinio y hubo una unión de las diferentes canteras. De Ahlzahir, de La Salle, del propio Cajasur, y nos juntamos en un equipo que era una mezcla de veteranía y juventud, y conseguimos el objetivo que era mantenerlo en la categoría. Lo llevaba Rafa Moreno ese equipo.

Al año siguiente ya entró Cajasur y pudimos jugar la fase de ascenso en la que ascendió, por ejemplo, Pozoblanco. Y sí, esos dos años coincidí con Paco, que creo que ha sido la única vez que he coincidido como compañero. Luego en ASOBAL hemos jugado en contra muchísimo. Y en Palma sí que lo tuve como jugador.

P. ¿En qué momento empiezas a pensar que puedes dedicarte al balonmano?

R. ¿Como jugador o como entrenador?

P. Jugador.

R. Yo creo que con Pozoblanco, que subimos a ASOBAL. Era relativamente joven. Cuando subí ahí con Pozoblanco y luego vi las diferentes ofertas u opciones que tenía de futuro, ahí me di cuenta que lo que era un hobby, se podía convertir en mi profesión.

P. Después de esa etapa con el Córdoba de Balonmano en Primera Nacional, te marchas a División de Honor Plata, como has dicho, a Pozoblanco, que era su primera temporada en la categoría, y conseguís el ascenso a la ASOBAL, siendo el primer equipo de la historia de la provincia en llegar a esa división.

R. Fue un año que empezamos de maravilla la competición, y hubo un momento, a mitad de temporada, donde tuvimos varias lesiones graves. Se lesionó Jesús Fernández, Esteban Lorenzo, y ahí tuvimos un pequeño bajón que nos hizo dudar. Pero bueno, retomamos el pulso a la competición e hicimos un buen final de temporada y conseguimos ascender, incluso, antes de la última jornada, que recuerdo que empezamos el partido en Málaga en un pabellón, por goteras nos tuvimos que cambiar y en ese impasse ya se jugó el otro partido.

P. En Toledo creo que era.

R. Sí, sí. Y bueno, estábamos calentando y vimos a la gente de Pozoblanco saltar, y ya sabíamos que habíamos ascendido (risas).

P. ¿Cómo se afronta un partido en esa situación?

R. Pues imagínate.

Es un orgullo haber formado parte de los dos primeros clubes cordobeses que llegaron a ASOBAL

P. Con más ganas de celebrar que de jugar.

R. Eso es, teníamos ganas de que terminara y celebrarlo con la gente.

P. Bueno, la llegada a ASOBAL fue dura para un club como Pozoblanco. De la máxima alegría, ya que el equipo venía de dos ascensos casi seguidos, pero la aventura duró solo una temporada.

R. Y fue una pena, porque el ambiente de Pozoblanco era extraordinario, la afición se volcaba todos los días con el equipo, llenaba el pabellón. Ya te digo, era espectacular. Hicimos una primera vuelta muy buena, pero yo creo que no nos acompañó la suerte. Perdimos muchos partidos de un gol. Además, al año siguiente se reestructuró la liga. De 16 se pasó a 14 equipos, por lo que ese año hubo más descensos. Descendimos con una puntuación bastante alta. De aquellas fue el equipo que bajó con más puntos.

P. Para ti, a nivel personal y profesional, sí que fue un trampolín. Al final, como has dicho, te hace creer que te puedes dedicar a esto y te sale la oportunidad de Altea.

R. Eso es, sí.

P. Tu primera vez lejos de Córdoba. Siendo joven, en ASOBAL. ¿Cómo se encara eso?

R. Fue una temporada relativamente dura, tenía varias ofertas. Al final, las que se quedaron encima de la mesa era Bidasoa y Altea. Bidasoa venía de ganar la Recopa o de jugar la final, pero entendimos que lo mejor era un equipo quizá más humilde, donde tuviera más posibilidades de jugar y al principio de temporada no fue así. Tuve una lesión muscular, me costó arrancar, tener que adaptarme a la dinámica de un nuevo equipo, la primera vez fuera de casa. Pero luego poco a poco sí que fui entrando y conseguimos el objetivo que era mantener la categoría. Acabé, bajo mi punto de vista, bastante bien, pero el recuerdo que tengo es que sí que me costó un poco entrar, dentro de que las amistades y la gente con la que tuve la suerte de coincidir allí, siguen siendo amigos míos a día de hoy.

P. Avanzamos un poco. Pasas por Cangas y en 1999 ya firmas en Valladolid, donde ibas a vivir la etapa más gloriosa de la historia del club, pero que ya venía siendo un equipo ganador.

R. Sí, Cangas fue un trampolín para Valladolid. Fue un año deportivamente muy bueno. Y en Valladolid es lo que dices, era un club, pues, que venía de un encierro, de acumular deudas, de tener problemas para subsistir, pero consiguieron remontar con una política de fichar gente joven, con proyección y se fueron consolidando. Empezaron a jugar finales, y yo llegué ahí, en ese momento. Fueron cinco años muy buenos a todos los niveles, de juego, de aprendizaje, del conocimiento del juego y de alguna manera, en esa etapa me empezó a entrar el gusanillo como entrenador.

P. Imagino que, al hilo de eso, sería clave para ti la figura de Juan Carlos Pastor.

R. Yo creo que Balonmano Valladolid no se puede entender sin la figura de Juan Carlos Pastor, quien bueno, tuvo su aprendizaje con Manolo Cadenas, otro grandísimo técnico que estuvo antes que él. Pero está claro que Juan Carlos, con un grupo de jugadores jóvenes, una forma un tanto novedosa de jugar, sobre todo en defensa, pero también en ataque, consiguió que ese equipo le plantara cara a los mejores de la competición, que en aquel momento seguramente era la mejor liga del mundo. Y salía a competir por Europa sin ningún tipo de complejo, llegando a finales y posteriormente ganando alguna.

Creo que el balonmano no está suficientemente reconocido en Córdoba

P. ¿El primer año fue el de la Copa ASOBAL?

R. No, el primer año perdimos la final de la City Cup, que caímos contra el equipo de Jackson Richardson, y perdimos la final de la Copa del Rey. La Copa ASOBAL creo que fue el tercer año, o por ahí.

P. Son muchos títulos y finales. Jugáis la Supercopa de Europa, Supercopa de España. Cinco años extraordinarios, pero con qué recuerdos te quedas especialmente.

R. Te puedo comentar varios partidos, varias eliminatorias de competición europea. Recuerdo la del primer año, allí en Valladolid, la semifinal de la City Cup la jugamos con un equipo yugoslavo, el RK Sintelon, y ganamos de 12 en Valladolid. Fue un resultado extraordinario. Fuimos a la vuelta sabiendo que iba a ser un partido difícil, en la Yugoslavia de entonces todos los partidos eran complicados, pero no imaginábamos que lo fuera a ser tanto. A falta de cinco minutos, estábamos 12 abajo en el partido. No nos creíamos que estuviéramos en esa situación. Por suerte perdimos de diez y pasamos la eliminatoria, pero fue una experiencia bastante potente a todos los niveles. Vivir ese ambiente. Te estoy hablando de finales del siglo pasado, que era una situación difícil en los Balcanes.

Pero también recuerdo el caso contrario. Jugamos en Oporto al año siguiente los cuartos de final de la Recopa, y perdimos de once allí. Imagínate, el equipo de Oporto tenía la misma sensación que nosotros el año anterior. Pero yo creo que gracias a la experiencia de esa eliminatoria, tuvimos fe en pasarla. Creíamos en nosotros y lo conseguimos. La afición respondió de manera maravillosa. Se llenó Huerta del Rey. Fue un éxtasis para todos, ganamos de doce ese partido. Fue algo mágico y que hoy en día la gente lo sigue recordando con mucho cariño. Además, en esa etapa también ganamos al Barcelona en Huerta del Rey, fueron como varios partidos así seguidos muy bonitos y de los que guardo un grato recuerdo.

P. Tus dos últimas temporadas como jugador fueron en Almería, pero ya ibas lastrado, como has dicho, por esa lesión de hombro.

R. Es el recuerdo que tengo de Almería. Prácticamente no jugué. Fueron dos años en los que estuve lesionado. Al principio del primero me lesioné, ya no jugué hasta el final y luego en el segundo exactamente lo mismo. El recuerdo no es bueno, entrenar, jugar con dolor, intentarlo, las recuperaciones, rehabilitaciones. Fueron años muy duros y el hecho de parar, para mí fue más una liberación. No me entristeció, es que no puedes. Contra eso no puedes hacer nada.

P. Ya has dicho que desde esos años en Valladolid tenías el gusanillo de entrenar, e inmediatamente tras retirarte, te incorporas a las categorías inferiores de La Salle.

R. Sí, cuando dejo de jugar, me vuelvo a Córdoba y hablo con Ángel Ortiz, que me dijo lo que me podía ofrecer de equipos. Recuero que cogí al equipo juvenil y de base, desde benjamines a alevines, me cogí unos cuantos equipos, y ahí fue donde de alguna manera empecé mi carrera como entrenador. Luego al año siguiente me centré en los juveniles y en el senior. Y ahí seguimos.

P. Incluso pasas por Adesal.

R. Sí, cierto. Adesal fue un año donde compaginé La Salle y Adesal antes de irme a Palma del Río.

P. Antes de llegar ahí, ya has dicho que la retirada tuvo cierto alivio. Pero, ¿la adaptación a dejar de ser un jugador profesional, que muchas veces viven en una burbuja, fue fácil?

R. En mi caso fue como un proceso. A lo mejor tuve tiempo para pensar lo que quería hacer. Fueron dos años casi de no jugar. Fui previsor, por ejemplo, en el sentido de sacarme el título de entrenador. Empecé Derecho. Hice la mitad, pero no la terminé, por lo que por ahí no podía tirar. Y después de que me picara el gusanillo, tuve más o menos claro qué era lo que quería hacer. No tengo un recuerdo malo de dejar de jugar y no saber qué hacer.

Inmediatamente, cogí a esos equipos. Me vino bien empezar desde abajo, desde los más pequeños, con todos los problemas que puedes tener en un club de base. De alguna manera te curte y fue una experiencia que me vino muy bien para el futuro.

Ojalá que en el futuro tengamos más cordobeses olímpicos

P. Ya llegamos a la etapa de Palma del Río. Fue un poco como cuando llegaste como jugador a Pozoblanco. El club está boyante, una buena afición, hay recursos, dinámica ascendente. Son cuatro temporadas y entre medias conseguís ese ascenso a ASOBAL.

R. Claro, lo que pasa es que cuando yo llego a Palma del Río, el año anterior se había iniciado un proyecto muy potente para ascender, con patrocinadores fuertes, que por desgracia se cayeron. Y el año que yo entré, fue un año de recorte, de limpia. Hubo una reducción exagerada de presupuesto y seguramente por eso me llamarían a mí. Pensarían en alguien relativamente joven, con proyección y yo el recuerdo que tengo de Palma es ese. Llegar a un equipo donde se redujo el presupuesto, se quedaron jugadores de calidad, pero era una plantilla corta.

Además, en comparación con los demás equipos que había en la categoría, en aquellos años eran equipazos. Sí que es verdad que vinieron jugadores, los que estaban congeniamos bien, se identificaron inmediatamente con la forma de jugar, tuvimos mucho éxito desde el principio, el equipo hacía un balonmano espectacular. Tuvimos un inicio muy bueno y nos consolidamos ahí arriba hasta el final, que jugamos la fase de ascenso en Guadalajara.

P. Casualidades de la vida o no, el dato está ahí. Formaste parte como jugador del primer club cordobés que llega a ASOBAL y como entrenador del segundo en la historia de la provincia.

R. Sí, hombre yo lo sé, pero ahora que me lo estás diciendo, me alegra que alguien más sea consciente de eso (risas).

Me siento orgulloso de haber estado como jugador en el primer equipo cordobés que consiguió ascender a la máxima categoría, y luego como entrenador haber conseguido ese ascenso en Palma del Río.

P. Con la presencia actual del Ángel Ximénez, son tres los clubes cordobeses que han estado en ASOBAL. Dudo que haya muchas provincias de España que hayan tenido algo similar. Y no solo en balonmano, dudo que en Córdoba haya otro deporte que haya tenido tres clubes en diferentes épocas en la máxima categoría. Teniendo ese legado, no sé si percibes que el balonmano está lo suficientemente reconocido en la provincia.

R. Desde la distancia, te diría que no. En Palma del Río era reconocido, en Puente Genil pues seguramente sea muy reconocido y en Pozoblanco también era muy reconocido, pero yo no sé hasta qué punto, en la provincia o las instituciones, lo reconocen.

Yo estoy en la selección y entiendo que el balonmano debería estar más reconocido de lo que está. Es como un pequeño paralelismo. Fíjate, en Córdoba capital no hemos tenido la suerte de disfrutar de un equipo en la máxima categoría.

P. En balonmano masculino, eso sí.

R. Sí, sí, te estoy hablando del masculino.

P. Por suerte en femenino sí lo ha habido. A los tres casos que he dicho, se une el Adesal, que también ha llegado a la élite y que da más razones quizá para esa falta de reconocimiento.

R. Claro, y además seguramente no necesitas la inversión que a lo mejor necesitan otros deportes para estar arriba o para formar un proyecto que se pueda consolidar en la élite. Sobre todo teniendo en cuenta la formación tan buena que hay aquí en Córdoba. Entonces, es una pena que no tengamos la suerte de tener un proyecto que pueda aspirar a estar en ASOBAL, y además consolidarse como lo ha hecho Puente Genil.

P. Siguiendo con tu trayectoria como entrenador, tu última etapa fue entre 2014 y 2019 en Guadalajara, otro club con solera. Palma del Río también fue un poco trampolín, no dejaba de ser un equipo potente entonces pero con recursos limitados.

R. Yo, por ejemplo, el paralelismo que antes me comentabas, lo veo entre el primer Palma del Río al que llego y el primer Guadalajara, que también venía de un proyecto muy potente, con inversiones muy fuertes que se cayeron, que dejaron deudas y dejaron al equipo en una situación difícil.

Y en esa situación es cuando yo llego. Muy parecido a lo de Palma del Río. Hay una inversión previa muy fuerte, que por desgracia se cae y el equipo queda sumido en una deuda. Es más, yo me comprometí con Guadalajara y me decían: César, si salimos vas a ser tú el entrenador. Era como un poco el requisito, que el equipo saliera en la máxima categoría. Pudimos salir con un presupuesto muy bajo, una plantilla corta, pero con jugadores polivalentes. Yo tengo muy buen recuerdo. Pude traer a Padilla, se vino Juanlu, a Chema Márquez pudimos ficharle también con 17 años. Estábamos 13 en la plantilla y nos fue muy bien. Conseguimos el objetivo, que era mantener la categoría de manera holgada. Pero fueron jugadores que jugaron muy bien y que se revalorizaron, y al año siguiente, la mayoría se fueron, porque Guadalajara no tenía el poderío que podían tener otros equipos.

En París vimos muy cerca la posibilidad de meternos en una final olímpica

P. ¿Con qué recuerdos te quedas de esa etapa?

R. De cada año guardo un recuerdo. Este primer año, con una plantilla nueva que nos fue muy bien. Y los siguientes, también. Hubo una temporada que tuvimos muchísimas lesiones. Tantas que la gente nos daba por descendidos en noviembre. Pero el equipo hizo un balonmano muy bueno, metimos novedades tácticas que no se solían meter, la gente respondió muy bien y conseguimos mantener la categoría.

Luego, sí que es verdad que el equipo fue consolidándose y aumentando poco a poco el presupuesto. Conseguimos realizar equipos más potentes, dentro de lo humilde que era Guadalajara. Podíamos conseguir jugadores de calidad, pero que compaginaban el balonmano con el trabajo. Prefería tener a Hombrados, que si tenía que faltar un par de días a la semana, prefería tenerle a él que a otro que me entrenase todos los días. Y así me pasaba con varios jugadores.

El equipo respondió muy bien, hicimos temporadas muy buenas. Nos metimos dos veces en la fase final de la Copa del Rey. Un año llegamos al parón de invierno siendo segundos, empatamos con el Barcelona rompiendo una larga racha de victorias azulgranas. Fueron cinco años muy buenos.

R. Y eso te sirvió para que, en 2019, tras cerrar en Guadalajara, te llama Jordi Ribera para entrar en la selección.

R. Sí, ya antes había trabajado con Jordi en el primer CAR de Granada, contó conmigo y estuvimos trabajando junto a todos los técnicos que estuvieron allí.

P. Él se incorpora en 2016 a la selección.

R. Sí, a finales del 2016.

Entonces, una vez que cierro con Guadalajara, pasa cierto tiempo, no mucho, y me comenta la posibilidad de ir a la EHF Eurocup y probar a ver qué tal funcionábamos juntos. Eso fue en el verano del 2019. Terminó esa actividad, nos fue muy bien, ganamos los dos partidos a Suecia y Noruega. Pero hasta septiembre yo ya no vuelvo a saber de él. Ni comentamos nada de cómo había ido. En septiembre volvimos a hablar y lo siguiente es que fui a Argentina con una selección B, eso fue más o menos por octubre, y de alguna manera por ahí me incorporé al staff de la Federación y luego ya de la selección absoluta.

P. La llegada fue muy buena, además. En 2020 ganas el Europeo y consigues el oro en los Juegos del Mediterráneo con la selección juvenil.

R. En diciembre del 2019 fui a otra actividad con la selección B y ya me incorporo para el Europeo, que ganamos. Jugamos nueve partidos, ganamos ocho. La selección iba como una moto y siempre se nos quedará la duda de, si los Juegos se llegan a haber celebrado en el 2020, qué hubiera pasado.

P. Justo te iba a decir eso.

R. Sí, nos quedamos un poco también con esa duda, porque ese equipo iba muy bien. Estaba jugando muy bien, la inercia era muy buena. Era un equipo veterano, y claro, el parón nos afectó más si cabe.

Y luego, como dices, los Juegos del Mediterráneo con una selección juvenil, en la que estaban, de los han jugado ahora la fase de clasificación, pues Carlos Álvarez, Javier Rodríguez, Jan Gurri. Había ya varios de los que han jugado ahora. El comienzo fue muy bueno, sí.

P. Ahora sí, 2021, nos vamos a Tokio. Está esa duda, pero tampoco fue mal con el bronce en tu primera experiencia olímpica.

R. Fueron unos Juegos extraños por todo, por la pandemia, las dudas que hubo sobre si se iban a celebrar o no. Claro, yo decía: sueñas con llegar a unos Juegos y cuando los tienes cerca ves que se van a suspender. Lo tengo ahí y no voy a llegar (risas). Al final se celebraron y deportivamente fue muy bien, conseguimos esa medalla de bronce. Pero claro, juegas en pabellones enormes y vacíos, sin gente. De alguna manera, nuestra esencia es jugar para la gente, y yo lo entiendo así, y eso no lo teníamos en Tokio. Serán recordados por otra cosa, pero en lo que a mí respecta, muy diferente a los de París.

La selección española es mi equipo

P. Antes de llegar a París, quería hablar un poco de la adaptación. Esto ya era la élite de la élite. Conseguís dos Mundiales, otra medalla olímpica. Por todo esto, ¿cómo se convive con esa exigencia de la superélite mundial?

R. Sí...

P. Y mantener el hambre de ganar.

R. Yo te puedo hablar por mí, pero yo entiendo que la gente lo mantiene. La selección es mi equipo y tú lo vives con naturalidad, ya incluso desde el primer momento. A la mayoría de jugadores los conoces, habías coincidido con ellos. No fue traumático en ese sentido. La relación con los jugadores es muy buena y desde el principio lo ha sido.

Y bueno, con Jordi y con los diferentes miembros del staff, muy bien también a todos los niveles. Yo sé que no voy a estar aquí eternamente, por lo que el tiempo que esté, voy a intentar hacerlo lo mejor posible. Me da igual que juguemos un partido amistoso, que juguemos la final del Europeo o un Mundial. Yo todos los partidos me los tomo de la misma manera. Intento ayudar a Jordi en lo máximo que pueda y a los jugadores exactamente igual.

Hemos tenido la suerte de convivir con una generación con la que estamos consiguiendo muchos éxitos. Entiendo que puede que no se valore como realmente merece y es cierto que estás expuesto. Puedes sacar una selección, pero cada uno tenemos una selección y te preguntas por qué este no va. Pero somos nosotros los que tenemos todos los datos e intentamos hacer la mejor selección posible. Por tanto, lo vivo con naturalidad y sintiendo que es mi equipo. Además, son muchos años y eso ayuda a sobrellevar la presión que puedas tener, como, por ejemplo, durante los ocho primeros meses del 2024, donde no nos fue bien en el Europeo, tenías la clasificación para los Juegos Olímpicos y para el Mundial, con Serbia, con Brasil, Eslovenia. Equipos potentes, y te podías quedar fuera de los objetivos más importantes que tenías. Fueron unos meses difíciles, pero lo preparas todo lo bien que puedas y luego intentas competir lo mejor que puedas, claro.

P. Justo te iba a preguntar por eso. Hemos hablado de los éxitos, pero seguramente uno de los puntos negros de esta etapa estuvo en el último Europeo del mes de enero.

R. No fue bien. Tuvimos un primer partido contra Croacia, que nos condicionó todo el Europeo. Ganamos a Rumanía y nos la jugamos con Austria, que tampoco tuvimos suerte con las lesiones, con la roja a Álex Dujshebaev. No estuvimos a nuestro mejor nivel y nos eliminaron.

No quieres que te eliminen nunca y por suerte ha pasado pocas veces, pero si te pasa, tienes que aprender y lo tienes que tener presente para que no vuelva a pasar. Saber cómo afrontar diferentes partidos, cómo tienes que salir a la pista, con qué mentalidad y de alguna manera tenerlo presente, no olvidarlo, para saber cómo tienes que competir y cómo tienes que afrontar los partidos para intentar tener éxito.

P. Hablando de esa comparativa entre Tokio y París. El resultado es el mismo, pero ya has dicho que las sensaciones son muy diferentes.

R. Lo que te comentaba, en Tokio no hubo gente y en París estaban los pabellones a reventar, y eso ya hace que lo afrontes con otro ánimo, con otra alegría. También mi familia pudo estar en París. Y es que allí todos los partidos fueron muy competidos, complicados, superemocionantes. La gente se queda más con los que ganas de uno, que los que ganas de 15 y ha sido el partido de tu vida.

Incluso el de Croacia era una final. El que ganara se metía en la siguiente fase. Pasamos y evitamos a Dinamarca, que era digamos el coco. Nos enfrentábamos a Egipto, que sabíamos que era un gran rival como lo demostró. Tenía las mismas opciones que podíamos tener nosotros de cara a las semifinales. Es más, se demostró que pudieron ganar perfectamente el partido. Nos lo llevamos en la prórroga. Y bueno, veíamos la opción. Tenías a Egipto, tenías a Alemania, que aunque habíamos perdido en la fase de clasificación, fue un partido igualado que lo podíamos haber ganado. Nos veíamos con opciones.

Por otro lado, en Tokio fue también la culminación de una generación muy buena, de jugadores como Raúl Entrerríos, Julen Aginagalde, Dani Sarmiento, incluso Viran Morros, que culminaron con éxito una trayectoria cumpliendo uno de sus sueños, y ahora nos encontrábamos no solo con la opción de repetir ese bronce, sino meternos en la final, donde nunca se había llegado. Teníamos ese sueño que no se pudo cumplir.

P. ¿Cómo ha sido tu evolución dentro de la selección en estos años?

R. He evolucionado, digamos. Cuando llegué, yo no me había sentado nunca en un banquillo. Siempre estás de pie, dirigiendo. Cuando llegué no sabía ni como sentarme, ni qué hacer. Yo sabía lo que me pedía Jordi, que es lo mismo que ahora, pero todo ese trabajo lo vas ampliando, lo vas desarrollando. Yo siempre digo que estoy donde quiero estar. Intento aportar siempre lo que esté en mi mano.

P. ¿Qué metas se marca la selección con este relevo generacional?

R. El relevo generacional se va haciendo para nada de manera traumática. En París con respecto a Tokio, más de la mitad del equipo ya no está. La media de edad ha bajado considerablemente y ahora sí que es verdad que han entrado más jugadores, pero no es un cambio que se vaya a hacer de forma radical. Se les intentará dar experiencia, que se vayan consolidando.

La camiseta de la selección, al final, pesa. No es lo mismo jugar bien en una de las mejores selecciones del mundo, donde se te exige mucho, que jugar en un club. Esa experiencia hay que ir adquiriéndola poco a poco. El objetivo que nos marcamos, por supuesto, es estar en los Juegos, pero lo que tenemos entre manos a día de hoy es el Mundial. Intentar prepararlo de la mejor forma posible y llegar lo más lejos que podamos.

Tokio fue la culminación de una generación muy buena de la selección

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