Septiembre nos brinda un cambio
Ya estamos inmersos en los quehaceres diarios. Las vacaciones las tenemos medio olvidadas y, seguramente, nos encontraremos recompuestos y adaptados a la situación. El moreno luce por el sol tomado, pero los kilitos de más molestan. El pelo (que recibe el sol al contrario que la piel) está descolorido, reseco y ha crecido. Y quizá hasta algo del vestuario tengamos que revisar, bien por lo nuevo que impone a moda, porque ya no guste o porque se haya quedado un poco pequeño. Hay bueno y malo, de todo un poco en nosotros, como en democracia, que en medio de lo excelente que tiene se meten cosas malas y…
¿Por qué no hacer un cambio personal en septiembre que nos renueve de una vez por todas? Y hago constancia que incluyo, no solamente a nuestro vestuario e imagen, sino también a pensar en la situación económica, política y social que nos desgracia. ¿Culpables? “Ellos”. En nuestra imagen por el sol y algún exceso, mientras que en nuestros bolsillos los son quienes nos gobiernan, no los gastos del verano.
Septiembre nos brinda esta oportunidad. Menguado el sol, medio olvidadas las vacaciones, nosotros deberíamos cambiar, ofrecer una imagen nueva y renovada, incluso de pensamiento. A ver si nos copian y así cambian sus modos y posicionamiento, porque “ellos” siguen sin entenderse ¡¡coña!!. A ver si lo hacen de una vez por todas, aunque sea cediendo, como los curritos de a pie y los autónomos lo hacemos, sin oposición alguna, cediendo ante la opresión bancaria y empresarial, pagando religiosamente.
¡¡¡Cambiar, cambiar y cambiar!! Este es mi slogan, mi pretensión, mi idea más clara, concreta y concisa, la que os invito seguir. Voy a cambiarme el look del pelo, a la vez que un tratamiento capilar para que me luzca el pelo. También el vestuario (incluso los slips y los calcetines), y me voy a realizar un tratamiento facial y otro depurativo, a ver si me despojo de todo lo que me ha contaminado. Algo mejoraré con ello, aunque no me haga p… falta.
¿Os animáis vosotras y vosotros? Os lo recomiendo. No olvidéis que es posible lo necesitáis después de los estragos del sol, los excesos alimenticios y los “olvidos” a causa de vuestras vacaciones. Elegir los establecimientos de confianza, no los que dicen ser mejores, que a veces ni lo son ni resultan tan económicos para el resultado que se obtiene y, a veces, mediando altanería en ellos.
Este es mi deseo en septiembre. Culpable es él por conminarme a ello. Porque es el mes donde he encontrado la encrucijada entre las vacaciones y cuanto he hallado al volver.
¿Por qué esperar a diciembre? A ello les invito a estos huecos oradores políticos. En diciembre todo está muy caro, más aún para una mermadísima economía que bien sabemos de dónde procede. Diciembre puede ser tarde para todos. Y hasta quizá nos estropee las próximas vacaciones.
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