Cómo vencer a tu peor enemigo
Es posible que te estés preguntando… ¿Y quién es mi peor enemigo?
Haz un recorrido mental por tu lista de contactos y es posible que encuentres personas con las que has tenido algún desencuentro o personas que en algún momento de tu vida te han hecho daño.
¿Quién no tuvo un enemigo en el colegio? Aquel niño que siempre se metía contigo e intentaba fastidiarte continuamente. Es probable que hoy sigas teniendo personas que no te quieren bien, a las que no les gustas. No te preocupes, no le puedes gustar a todo el mundo. Es más, si intentas agradar a todo el mundo, acabarás por no agradar a nadie.
Así que sé tú mismo, con tus virtudes y defectos si es que los tienes. Yo opino que ya eres perfecto o perfecta tal y como eres, eso no quita que debas seguir construyendo tu mejor versión cada día, pero la aceptación de quién y cómo eres es premisa indispensable.
Creo que ya te estás dando cuenta de quién es tu peor enemigo. ¿Verdad?
Efectivamente. ¡Tú mismo!
¿Cuántas veces te has ninguneado diciéndote que no eres suficiente?
¿Cuántas veces te has dicho que no eres bueno o buena en lo que haces?
¿Cuántas veces piensas que has fracasado profesionalmente?
¿Cuántas veces no te has atrevido a decir o hacer algo por miedo al qué dirán o al fracaso?
¿Cuántas veces no te has respetado? ¿Cuántas veces te has rechazado?
¿Cuántas veces te has castigado?
No cabe duda, eres tu peor enemigo.
En ocasiones, te castigas porque no has respetado una norma o regla. Te pongo un ejemplo. Quieres dejar de fumar, llevas 6 días sin fumar absolutamente nada y en un momento de debilidad enciendes un cigarrillo. ¿Qué haces después?
Puedes reaccionar de diversas maneras. Una de ellas es que sigues fumando. Total, ya has caído. Sigues fumando y convenciéndote de que encontrarás una mejor fecha, quizá el 1 de enero. ¿Te suena?
Te castigas con insultos del tipo… ¡Qué tonto soy! ¡Soy imbécil e incapaz de dejarlo! ¡No tengo fuerza de voluntad! ¡No lo conseguiré!
Te menosprecias y te insultas, te cuentas la historia victimista de que ahora no es el mejor momento, que quieres pero no puedes. Te cuentas mil historias y excusas para no hacer lo que tienes que hacer y sigues fumando.
Esto mismo lo puedes aplicar a realizar deporte, comer saludablemente, estudiar un idioma o cualquier otra cosa que quieras conseguir que requiera algo de esfuerzo.
Pero tranquilo, no te culpes. Tu cerebro está diseñado para no esforzarte. Para que te quedes tranquilamente en tu zona de confort, en lo que no se requieren voluntad o disciplina. Por eso es tan fácil caer en la tentación de quedarnos en la cama 5 minutitos más, saltarnos la dieta o no salir a correr hoy.
Seguramente habrás oído que hacer deporte es cuestión de hábitos, o sea, hacer deporte de manera habitual. Que una vez que has cogido el hábito de hacer tu rutina, el día que no la haces parece que te falta algo, y así es. Pero también es cierto que como pares unos días, te cuesta mucho esfuerzo empezar otra vez de nuevo. ¿Verdad?
Pues precisamente esto es lo que nos lleva a tirar la toalla en más de una ocasión. Generalmente, cuando nos proponemos un objetivo -perder peso, hacer deporte, etc.- lo que nos ocurre es que ponemos unas normas y reglas bastante estrictas y si un día no las cumplimos, en vez de continuar con nuestro propósito al día siguiente permitiéndonos haber fallado, abandonamos y dejamos el objetivo para otro mejor momento, auto convenciéndonos que éste no es el mejor.
Igualmente nos ocurre con cualquier cosa que queramos integrar en nuestra vida: deporte, leer, estudiar, meditar, mejorar en cualquier ámbito, etc.
Pero te estarás preguntando… ¡Vale, vale, José María! ¿Y cómo vencer a mi peor enemigo?
Tu peor enemigo eres tú mismo o tú misma, así que la mejor manera para vencerte es con amor, con compasión y con compromiso.
Si, lo has leído bien, si tú no te das amor, ¿quién te lo va a dar? Si no te cuidas y te quieres tú mismo, difícilmente los demás lo hagan.
Empieza por escuchar tu diálogo interno con respeto, sé compasivo. Tú ya sabes cómo es tu cerebro y cómo funciona. Tu enemigo tiene una intención positiva. No quiere que te esfuerces. No quiere que te expongas. Quiere protegerte, pero precisamente esa protección y esos miedos son los que te están impidiendo crecer y convertirte en quien realmente quieres ser.
Te propongo un ejercicio, es un juego. No pierdes nada si lo pones en práctica y es posible que ganes mucho si lo haces. ¿De acuerdo? ¿Te animas?
Ok. Vas a pensar un nombre gracioso y/o entrañable para tu respetado oponente, ya no le vamos a llamar más enemigo. Así que ponle un nombre que te transmita que tiene menos poder que tú.
Ahí van algunas ideas… “Don Sabelotodo” , “Mister Miedica” , “Srta. Perezosa” , “Cagoncete”, “Parlanchín”tc. Búscale un nombre ridículo sin llegar a ser ofensivo ni mal sonante.
¿Ya lo tienes? ¡Genial!. Pues aquí empieza lo divertido.
Elige un objetivo que quieras conseguir desde hace tiempo y no lo hayas hecho hasta ahora. Te recomiendo que empieces con algo fácil si es posible. Escríbelo en un cuaderno o en un dispositivo móvil, tablet u ordenador. Detalla tres razones importantes por las que quieres conseguir ese objetivo y no abandonarías, pon también tres consecuencias negativas que tendría no cumplir tu palabra.
Perfecto, tienes un objetivo, razones para conseguirlo, motivos por los que no vas a abandonar y consecuencias negativas si abandonas. Búscate un lugar tranquilo para hacer este ejercicio, relájate, toma unas inspiraciones profundas y ahora habla con “tu respetado oponente”, llámalo por su nombre “Don Sabelotodo” o el nombre que le hayas puesto.
Explícale lo que quieres conseguir. Por qué es importante para ti. Lo bien que te vas a sentir cuando lo consigas y lo mal que te sentirás si no lo haces. Háblale desde el cariño y desde el respeto, dile que sabes que su intención es protegerte del fracaso, del rechazo, del ridículo y de algunas cosas más, que se lo agradeces, pero que ya no tienes miedo a eso.
Cada vez que te des cuenta que “Don Sabelotodo” o como se llame “tu respetado oponente” te está saboteando y te recuerda el esfuerzo, los peligros, miedos y vergüenzas que te acechan, sé compasivo con él. Va a convivir contigo el resto de tu vida, pero explícale que tienes muy claro lo que quieres y que lo vas a conseguir.
Y si es necesario, coge tu cuaderno o donde hayas guardado tu objetivo, razones, motivos y consecuencias, y con todo el amor del mundo, se los vuelves a recordar.
Recuerda, eres una persona perfecta tal como eres ahora. Cambia sólo si tú quieres cambiar algo de ti o de tu entorno.
Permítete tropezar, no tomes un resultado no deseado como un fracaso, estás aprendiendo a ser quien quieres ser y los aprendices nos equivocamos, si algo no sale como tú quieres es señal de que estás intentándolo. Mide y comprueba qué ha salido bien y qué ha salido mal, modifica la estrategia si es necesario y continua trabajando por tu objetivo.
Que un día te saltes la dieta no es motivo para abandonarla, que un día no hagas deporte no es motivo para dejar de hacerlo, que un día en un mal momento te hayas fumado un cigarro no es motivo para que vuelvas a fumar y tires por tierra l conseguido.
Que un día no cumplas con tu plan previsto para conseguir convertirte en la persona o profesional que quieres, no es motivo para que abandones.
¿Te atreves a ponerlo en práctica?
Si quieres, puedes contarme tu experiencia en jmg@josemariagomariz.com
Que tengas una semana extraordinaria.
Salud y éxitos.
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