La vuelta ciclista más dura del mundo: Los Pedroches
En los años ochenta, en pleno verano, había una vuelta ciclista amateur que recorría la comarca de Los Pedroches. Estaba considerada como una de las pruebas más duras del mundo, algo así como “el infierno en la carretera”, tal y como escribió hace ocho años el exciclista Pedro Horrillo. Sobrevivir a esa carrera era algo heroico, no por la dureza de las cuestas de Los Pedroches (que no son para tanto, comparadas con lo que se puede subir en Granada, Almería o Jaén) sino por la sensación de asfixia total.
En estos días de Tour y calor se me viene a la mente esa salvajada. Cualquier tarde de verano en la provincia, salir en bici a la carretera es poco menos que un suicidio. Y encima imagino que con el cambio climático las temperaturas de los años ochenta no eran tan extremas como las que estamos sufriendo desde el cambio del siglo XXI.
Obviamente, hoy a nadie en su sano juicio se le ocurriría organizar una carrera ciclista en Córdoba en julio o agosto. Como tampoco, a la Fifa, organizar un Mundial de Fútbol en Qatar (oh, wait).
Córdoba y sus pueblos se adaptan en verano a un clima que cada vez está siendo más extremo y que definitivamente tiene que cambiar la manera en que nos organizamos la vida, asumiendo que hay varias horas en mitad del día en que lo mejor es refugiarse hasta que pase la flama. Muchos agricultores ya lo hacen. El convenio colectivo de la construcción lo obliga. Son los trabajos más expuestos al sol, pero no los únicos. Y, desgraciadamente, la jornada continua no se permite en otros trabajos, curiosamente los más precarios y los menos representados sindicalmente hablando.
Esta semana, un hombre de 61 años ha muerto tras sufrir un golpe de calor. La cosa es más seria de lo que parece. Y no, esto no es una carrera. Y mucho menos ciclista.
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