Novelas de verano
Estoy leyendo en verano una novela negra, un thriller, de estos que la gente le da por leer. La historia engancha: se trata de la muerte de una tal Corinna envenenada con polonio enriquecido o algo así cuando bajaba la basura en su casa del barrio de Liechestein donde vivía antes de irse a Córcega de veraneo o por ahí. En la novela, la señora se llama Katrina, pero da igual: está muerta.
De alguna manera aparece un antiguo jefe del estado de un país del sur de Europa que ya no ejerce como tal y gasta su tiempo en disputar regatas en el Mediterráneo o cazar rinocerontes, o cosas de esas.
También el jefe antiguo del estado antiguo acaba cascando de un ataque al corazón en el porche de su tienda de campaña instalada en un parque natural de Kenia y los rinocerontes y elefantes de la zona lo celebran.
Se celebró un funeral de estado tras repatriar el cadáver. Con pompa y fastos.
A Corinna –o Katrina- nadie la reclamó y su cadáver sigue en una morgue suiza. En un frigorífico para que no se le arrugue el bótox.
Mientras, un nuevo jefe del estado del país del sur de Europa gobierna un país desde el timón del velero que sortea el Mediterráneo y esquiva pateras.
Gobernar es un término marinero.
La novela es entretenida. Continuará.
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