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Sobre este blog

Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

Presente continuo

Simple present

Juan José Fernández Palomo

8 de noviembre de 2025 20:24 h

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Pienso en estos días en los accidentes del verbo. Aprendí que eran cinco: persona, tiempo, modo, número y aspecto. Así comunicamos nuestras acciones. Son “accidentes” gramaticales, no se preocupen, no tienen por qué ser mortales. Son morfológicos. Pero, ah, son importantes.

Será porque envejezco y porque envejecen a mi alrededor por lo que pienso en el accidente “tiempo” y me fijo en uno de los que afectan a la acción del verbo. Es un poco híbrido y no sé si es inmanente o permanente, la verdad. Lo llamamos “presente continuo”.

En la línea del tiempo vivimos en presente casi continuamente, hace un ratillo, ahora, cuando usted lea esto y un poquito después.

Los acontecimientos así nos lo ponen. Por ejemplo, a nueve de noviembre yo ya no abro tanto la ventana, pero tampoco he puesto la calefacción, he cambiado las camisas horteras de estampado veraniego por las de manga larga, pero no todas. A los pies de mi cama coexisten las chanclas con las zapatillas de paño y en la silla del dormitorio se pueden recoger tanto unas bermudas domésticas que el pantalón de chándal largo Adidas de mercadillo. En casa, en estos días de oscilación térmica y cambios de luz solar, me cambio más que Rosalía cuando la inviten al descanso de la Superbowl.

Es un presente continuo. Sin cesura, sin un antes y un después definido.

Así ha debido vivir, enajenado, un presidente de la comunidad valenciana durante todo un año.

Así se maneja uno de los tres ministros de derechas que se sientan paradójicamente en el consejo del gobierno que llaman “de progreso”, el de asuntos exteriores, el señor Albares, cuando alguien le dice que se cumplen ahora cincuenta años de la llamada “marcha verde”. Y se lo tienen que explicar. (Los otros dos ministros de derechas del autoproclamado “gobierno de progreso” son Grande Marlaska, el cínico de las “concertinas” y Margarita Robles, de defensa logística, que saca a la fragata a pescar merluzas en aguas en calma).

Sí; viven, como yo, como usted, en ese accidental “presente continuo” de los verbos, de las acciones que no sabemos cuando empezaron y por eso no sabemos cuando terminarán.

Por cierto, mi amigo Luis Medina, músico, tiene un disco titulado “Presente continuo” que es maravilloso.

Hay también “accidentes” que nos salvan, valga la ironía de la cosa.

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Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

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