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Bota, bota mi PELOTAS…

Miguel Ángel Luque

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Hace una semana mantuve un animado debate con un amigo, ante todo es muy buena persona, donde el tema central lo dedicamos a los pelotas, esa especie tan común  en las Organizaciones y que en los últimos tiempos ha tenido una extraordinaria proliferación, habida cuenta de la precariedad laboral existente en las empresas.

El pelota, ¿nace o se hace?. Esta es una cuestión que ha tenido atribulada durante siglos a la Humanidad. En mi humilde opinión,  la componente genética no es tan determinante como sí la conductual, y más explícitamente la intención que subyace, sostiene, ese comportamiento, es decir la motivación del pelotismo. Por otro lado, seguro que también identificamos personas  a la que les gusta ser extremadamente agradables, y complacientes con los demás, tanto en el ámbito profesional como personal, aunque en este caso no considero que estemos hablando del pelotas paradigmático organizacional.

El pelota puede tener múltiples objetivos y el principal, aunque parezca mentira,  no es querer agradar al jefe porque sí, la mirada está puesta mucho más lejos: estar mejor posicionado ante un ascenso, que no te echen en momentos de ajuste de plantilla, ser mejor valorado en las evaluaciones del desempeño, vivir mejor (sin sobresaltos, aunque con miedo), reconocimiento del jefe ante el resto de la empresa, prioridad a la hora de coger vacaciones, un traslado a otro departamento, más flexibilidad en el horario, etc.

Existen distintos tipos de pelotas: el pelota clásico (se me viene a la mente el personaje de Waylon Smithers en los Simpons) adula y agasaja sin medida al jefe en cualquier situación y circunstancia; está el pelota traicionero, es aquél que una vez hecha la pelota se da media vuelta y pone a caer de un burro al jefe; el pelota fino o inteligente, que lo hace tan sumamente bien que ni el mismo jefe es capaz de darse cuenta.

Hasta aquí el planteamiento de la situación, la siguiente derivada es: ¿el pelota tiene cura?. La respuesta es sí y se llama Asertividad.  Me gusta definir la asertividad como el equilibrio entre dos conceptos: Comprensión y Coraje. Comprensión en el sentido de escucha, aceptación, respeto de lo que otro me está diciendo, y por otro lado, Coraje para defender mis planteamientos y opiniones, sin avasallar ni imponer, transmitiéndolos con serenidad y valentía. La Asertividad se encuentra a medio camino entre la conducta pasiva, complaciente, sumisa  y la conducta agresiva, que impone sus ideas y opiniones, obviando los derechos de los demás. La comunicación asertiva aporta a la Organización, confianza, comunicación, liderazgo, trabajo en equipo, saber decir NO, mejora del clima laboral, resolución de conflictos…. en definitiva, FUTURO.

Un día tuve una muy buena conversación con un jefe-líder de mucho peso en su Organización. Me reconocía que estaba un poco cansado de que le hicieran la pelota (por eso era líder y no jefe), y que su principal reto consistiría en recuperar a los pelotas para la causa, es decir, que le dijeran verdaderamente lo que pensaban y no lo que él quería oír. Me temo que su objetivo se quedó a medias. Quizás debió enseñarles antes qué era la Asertividad y sus posibilidades. BE TIM.

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