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Ni una bocina, ni una bandera

Miguel Ángel Luque

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Me gustaría anunciaros algo que a lo mejor desconocéis… ¡Somos Campeones del mundo en baloncesto!. El domingo 15 de septiembre, a las 16:00, España se proclama campeona, en un campeonato donde nadie apostaba por la selección nacional (“la familia” como ellos se autodenominan), excepto ellos. Aquí me viene a la cabeza la frase del autor del Principito que dice “El mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe a donde va”. Sin duda ellos lo tenían claro.

Como no podía ser de otra manera, el partido lo vi con mis hijos de 11 años, aficionados recién llegados a este deporte, y al terminar el encuentro uno de ellos comentó: “Papá, menuda fiesta se va a montar… ¡Campeones del Mundo!”… Ni una bocina, ni una bandera, ni un petardo (gracias a Dios, pobres perritos), ni siquiera un mínimo grupeto de personas en ademán de celebración. NADA.

¿Recordáis 2010? La selección española de fútbol campeona del mundo? El país se paralizó una semana (al menos). Un Tsunami de ilusión, alegría y felicidad. La crisis se esfumó de repente… Fue como una anticipo de la Navidad… todo el mundo se llevaba bien, se comprendía y era solidario. Los enemigos irreconciliables aparcaron sus diferencias. Todo era de color de rosa.

¿Y por qué en el basket no? Quiero pensar, me gusta pensar, que la gente del basket es diferente en muchos sentidos. Lo son en las celebraciones. No son de espectáculos excesivos, multitudinarios, que en ocasiones derivan en momentos grotescos.

Si por ejemplo hablamos de categorías en formación, asistir a un partido de fútbol y uno de baloncesto también tiene diferencias (yo al menos no he visto “tanganas” barriobajeras como habitualmente salen en las noticias).

Cuando hay que asistir a algún evento mediático, los jugadores de baloncesto visten de Smart casual (arreglado pero informal). Los de fútbol o bien parecen que van a asistir a las ceremonia de los Goya, o a un desfile de Jean Paul Gaultier (con ciertos tintes de fiesta de disfraces).

En mi época, la formación académica también era una diferencia (honestamente no lo sé ahora). Es decir, el grado de jugadores con estudios superiores era mucho más elevado.

Asimismo, el comportamiento en las canchas de los aficionados/as en los partidos de fines de semana, en lo que se refiere a la alta competición, no tiene nada que ver en un deporte comparado con el otro.

La Federación Andaluza de Baloncesto, acuñó hace unos años la marca/concepto/proyecto VALORCESTO, que involucra a todos los colectivos que participan en la práctica deportiva del baloncesto (directivos, entrenadores/as, padres/madres, aficionados, jugadores/as, árbitros/as, instituciones,...) con el propósito último de fomentar (honrar) los valores del deporte y contribuir a corregir toda conducta que no esté alineada con éstos. Honrar los valores, es simplemente .estar satisfecho respecto a los valores que estructuran tu vida y la conducta que desarrollas

Queda claro que SOMOS DIFERENTES, y eso me encanta. No digo que seamos mejores ni peores, las comparaciones siempre son injustas, pero sí creo que la gran diferencia  se establece en la escala de valores que se propone desde el Baloncesto… el VA-LOR-CES-TO pesa mucho!!!. BE TIM. www.tim-coaching.com

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