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Juan Velasco

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El fulgor de los detalles dorados, de los estandartes, de los bordados, de los ojos. Es una de las cosas más llamativas de las imágenes que componen la muestra Etiopía. Ortodoxia Inmóvil, que forma parte de la 17 edición de la Bienal de Fotografía de Córdoba, y que está en la Sala Cajasol.

Y es común en la obra de su autor, el médico y fotógrafo Manuel Viola, el plantar la cámara para ser vista. El espectador, así, es parte de su mirada, al verse reflejado en los ojos de los protagonistas de las imágenes que forman parte de la muestra. En este caso, Viola ha recogido el trabajo de varios viajes realizados, entre 2013 y 2018, al norte de Etiopía.

En aquel país, el artista puso el foco en la comunidad de fieles de la iglesia ortodoxa instaladas en el norte de Etiopía. Allí, en una de las zonas más pobres del mundo, se suceden las misas y actos litúrgicos, en los hombres visten sus mejores ropas. El brillo de esos instantes también es un reflejo de la dignidad de una vida en unas condiciones inimaginables para quienes se pasen estos días por la Sala Cajasol.

Con su habitual humanismo y respeto al mundo que retrata, Viola acompaña a los vecinos de Lalileba, de las inmediaciones del Lago Tana o de Mekele, en sus quehaceres diarios, mostrando un mundo de iglesias excavadas en la tierra seca, y de religiosidad y rituales en los que las mujeres brillan por su ausencia.

Y todo ello sin articios, sin poses forzadas, con absoluto respeto hacia los retratados. El modus operandi habitual de este fotógrafo autodidacta, que ha cosechado muchos éxitos y más de 40 premios nacionales e internacionales, destacando el conseguido en 2019: el Premio Nacional de Fotografía de la Confederación Española de Fotografía.

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