I Like Festival
Rigoberta Bandini: La revolución es bailar
Una noche que acaba con Voglio Vederti Danzare de Franco Battiato, mientras se encienden las luces del teatro y el público comienza a marcharse, lo dice absolutamente todo.
Fue el fin de fiesta del primer concierto de Rigoberta Bandini en Córdoba dentro de la noche larga del I like Festival. La multitud había ido a una fiesta y todo se cumplió al milímetro: En un crescendo que comenzó por la tarde con una sesión de Electronic Flamenco Esquejes (EFE), que continuó con Penélope y que estalló con unos Fuel Fandango tremendos y una Rigoberta emperatriz de la fiesta.
La Bandini, que cerró el sarao, se rodea de minimalismo en escena contra todo pronóstico. Cortina de cabaret dorado, dos electromúsicos y un cuerpo de baile que apoya alguna que otra performance. Ella canta con capacidad vocal, afinando en cada registro -incluida la séptima de Beethoven que sostiene en Cuando tú nazcas- y haciendo entender limpiamente cada fonema que sale por su boca mientras salta y danza vestida de colegiala de concertado. Una educación de la que solo pueden salir, por reacción, feministas tan sólidas como ella.
Paula Ribó sufría / Y ahora eso es poesía, canta en Julio Iglesias. Tras Rigoberta está la polifacética Paula, quien bajo la superficie festiva comparte intimidades en sus canciones: de la nostalgia del Magnum almendrado y el Ducados de papá, a las emociones bestias de la maternidad y el agradecimiento infinito a un público que se lo está dando todo. Una masa de seguidores que se lo devuelve cantando a voz en grito y disfrutando de la vida con sus canciones como banda sonora.
Y en el centro de todo, las mujeres. También la complicidad de algunos hombres que son lo que deberían ser. Bandini emerge con su voz empoderada en una cuarta ola feminista tan criminalizada como dividida. “Esto de nacer mujeres, en el tiempo de Despentes, es difícil no sé por dónde empezar”, entona en Perra, el gran canto a la liberación femenina de la catalana.
Es la cima del concierto, cuando todas juntas cantamos y bailamos un himno capaz de unir cualquier divergencia, mientras la Bandini y sus bailarinas se convierten en seres a cuatro patas arrastrándose por el escenario invitando a perrear a las presentes, a resignificar términos y a darle patadas al patriarcado.
Después llegaron las tetas y el caldo en la nevera de Ay, mamá, que a la cantante le sigue emocionando cantar; un popurrí de canciones de amor nostálgicas -de Mocedades a Sergio Dalma pasando por Rosalía y el La, la la-; para terminar el concierto de hora y media con su primer hit subiendo el espíritu: Too many drugs.
Eso sin faltar en esta traca final otra apuesta por cambiar el imaginario colectivo con Así bailaba. Ni planchar ni lavar ni guisar ni limpiar al grito colectivo de bailar.
Y es que si no se puede bailar, no es nuestra revolución.
Justo la misma revolución que protagonizó Nita un rato antes, en el concierto anterior. La cantante de Fuel Fandango lo dio todo en el escenario de su tierra tras mucho tiempo sin tocar en casa.
La gasolina de su directo, ese universo propio decorado con flores y abanicos, repostó en una Axerquía que saltaba con la cantante y con el canario Ale apoyados por guitarras y baterías.
Sintetizadores, percusiones flamencas, taconeos y Nita volando por el escenario a través de la energía de su universo propio en los temas de Origen, Aurora y Trece lunas.
Asomó el recuerdo a Manu Mart, el llorado cantante de Estirpe, y se echó de menos la sorpresa de Vicente Amigo acompañando a Ale en Estamos solos.
Mucho orgullo de estos New Orders jondos que siguen haciéndose más y más grandes.
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