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El baile de Farruquito, espontaneidad y vibración

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Francisco Martínez Sánchez

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En Improvisao Farruquito se reencontró con el baile sin artificios. Seguiriyas, martinetes, alegrías, soleá, bulerías... bailes en los que prevaleció la intensidad que se precisa para que la propuesta escénica y flamenca alcanzara cotas de alta calidad artística. El público que se dio cita el pasado jueves en el Teatro Góngora pudo apreciar bailes trazados con la única intención que la de motivar e incitar al gesto y pose más depurada.

El bailaor sevillano empleó con equilibrada medida todos los recursos técnicos que le son propios a su modo de entender y exponer el baile, desde la ejecución del zapateado, caudaloso percutir de múltiples cadencias rítmicas, hasta el desenlace de cada movimiento en perfecta armonía visual con la figura; oportunos desplantes para puntualizar momentos cruciales en la coreografía, constante palpitar flamenco emanando vitalidad incluso desde la interiorización previa al desarrollo del baile, manteniendo la verticalidad de una sugerente estampa.

Farruquito planteó su espectáculo desde la austeridad con la única premisa de bailar dejándose llevar por el cante y toque, estando bien pertrechado por la cantaora Mary Vizarraga que resultó brillante réplica cantaora para el desarrollo y encaje del baile, destacando también en solitario cantando por tangos. Antonio Villar y Pepe de Pura conjugaron cantes desde la entrega y profesionalidad para el necesario acomodo del baile, dejando posibilidad para la improvisación pretendida. El bailaor partió de las claves estéticas que definen el baile racial que su familia ha representado siempre, sin adolecer de la galanura en la composición del braceo que, junto a otras proposiciones técnicas, perfilaron coreografías imantadas de vital expresión flamenca.

La rúbrica del espectáculo por bulerías con Farruquito tocando la guitarra para el baile grácil del percusionista Antonio Moreno Polito y del guitarrista Raúl Vicenti. Fin de fiesta para el agrado del público que presenció un espectáculo del baile flamenco sin aditamentos, preciso y rotundo en su manifestación plástica y estética, que a nadie dejó indiferente. Farruquito en su versión más natural, espontánea y vibrante de bailaor que sabe espolear sensibilidades.

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