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La silla de Samantha, el mensaje de Mandela y el deseo de ser médico

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Manuel J. Albert

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Una iniciativa subasta una pieza de diseño para permitir que una alumna siga estudiando en un centro concertadoAl final lo han logrado. Samantha, una alumna de 15 años que va a pasar a Bachillerato seguirá estudiando en Córdoba, en el centro concertado Virgen del Carmen que deseaba. Seguirá con sus profesores y compañeros el año que viene. A causa de la delicada situación económica por la que pasa su familia, procedente de Cuba -y a pesar de las buenas notas que tenía- la estudiante iba a quedar fuera de la matriculación del próximo curso, al no tener los 3.200 euros que necesitaba. Pero su historia llegó a un grupo de creativos que decidió subastar una silla como símbolo del espacio vacío que iba a dejar Samantha en el aula. Pero no una silla cualquiera. Encargaron el proyecto al diseñador Antonio Serrano, del estudio Mad-Lab. La puja terminó ayer y fuentes cercanas señalan que han superado con creces la cifra que se buscaba. El propio centro puso la mayoría del dinero.“La idea era crear un icono con esta silla”, señala desde Madrid y por teléfono, Antonio Serrano. “Pero diseñar una silla y producirla supone unos dos años de trabajo, por eso les propuse partir de uno de nuestros diseños que ya estaban viendo la luz y trabajar a partir de él”, prosigue.El resultado fue un alfabeto. El alfabeto de Samantha. Una suerte de letras cuneiformes con un mensaje oculto. “Se nos ocurrió pensando en la Piedra de Roseta, esa gran pieza escrita en tres alfabetos [griego, egipcio y demótico] que cuando se logró descifrar supuso un gran avance en el conocimiento”, explica el diseñador.Así, como ocurre muchas veces en el mobiliario escolar -causado por los alumnos, habitualmente- la silla aparece marcada con grabados ininteligibles. Pero su personal alfabeto viene acompañado por una pequeña guía traductora que permita descifrar el mensaje.Y el alfabeto de Samantha contiene una idea muy sencilla. Es de Nelson Mandela y dice así: “La educación es el arma más poderosa cuando quieres cambiar el mundo”.Finalmente, la silla de Samantha tiene dueño. Y ella podrá seguir estudiando en su propio pupitre. Cuando termine el Bachillerato quiere cursar Medicina.
Una iniciativa subasta una pieza de diseño para permitir que una alumna siga estudiando en un centro concertado
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